A los europeos les gusta presentarse como los donantes más generosos del mundo, un título que, por cierto, también se suelen atribuir los estadounidenses. Según una coalición de ONG, las cifras de la UE están «infladas», porque incluyen la cancelación de la deuda externa o las becas a extranjeros como ayuda directa. En 2005, los […]
A los europeos les gusta presentarse como los donantes más generosos del mundo, un título que, por cierto, también se suelen atribuir los estadounidenses. Según una coalición de ONG, las cifras de la UE están «infladas», porque incluyen la cancelación de la deuda externa o las becas a extranjeros como ayuda directa.
En 2005, los Veinticinco dieron, según la Comisión Europea, 41.000 millones de euros a los países más pobres, pero Concord (un grupo de 1.600 ONG, entre ellas Oxfam) argumenta que al menos 12.500 no implican asistencia efectiva: la suspensión de los 10.000 millones de deuda externa de Irak y Nigeria, dice su informe, «hará poco para luchar contra la pobreza en el mundo».
La UE se ha comprometido a gastar el 0,7% de su PIB en ayuda al Tercer Mundo antes de 2015; para ello, está «inflando artificialmente sus números», dice Hetty Kovach, portavoz de Concord, «cuando los países en desarrollo necesitan más dinero para salvar vidas y no para que los donantes salven la cara».
Francia, seguida de Alemania y Reino Unido, es quien más utiliza este mecanismo al computar la cancelación de la deuda, la inversión en centros para refugiados en su territorio y los incentivos para extranjeros en sus universidades (al menos 3.500 millones de euros de su ayuda pertenecen a estas partidas). Las ONG sólo felicitan a Suecia y Luxemburgo por su contribución de más del 0,8% de su PIB. Según el avance del informe, España dedica sólo el 0,3% (menos que Portugal) e incluye 326 millones de euros de estos extras «indirectos». «La cancelación de la deuda externa es ayuda», defendió ayer Amedeu Altafaj, portavoz de Cooperación de la Comisión.