El primer ministro británico, Tony Blair, dijo hoy que «parece probable que los ataques (del 7 de julio, 7-J) fueron llevados a cabo por extremistas terroristas islámicos de la clase de quienes han sido responsables en años recientes de tantas muertes inocentes», mientras cobró fuerza en medios policiales la hipótesis de que una célula formada […]
El primer ministro británico, Tony Blair, dijo hoy que «parece probable que los ataques (del 7 de julio, 7-J) fueron llevados a cabo por extremistas terroristas islámicos de la clase de quienes han sido responsables en años recientes de tantas muertes inocentes», mientras cobró fuerza en medios policiales la hipótesis de que una célula formada y establecida en Gran Bretaña perpetró los atentados con pequeñas cantidades de explosivos de uso comercial o militar.
En su primera comparecencia ante el Parlamento después de los atentados del 7-J, Blair no dio detalles sobre los supuestos autores de los ataques, pero afirmó que su gobierno estudia la posibilidad de acelerar el reforzamiento de las leyes antiterroristas, si las investigaciones demuestran que «la policía y las agencias de inteligencia necesitan de inmediato» más facultades.
La actual ley antiterrorista británica fue modificada a principios de este año y permite a las autoridades restringir la libertad de movimiento y palabra de individuos a los que considere sospechosos, aun cuando no existan pruebas suficientes para iniciar un proceso judicial. Además, prevé que la policía detenga a esas personas durante una semana, sin la obligación de presentarlos ante un juez.
El gobierno tiene hasta ahora previsto difundir sus proyectos legislativos de seguridad pública en septiembre próximo y planea someterlos a la discusión en el Parlamento hasta marzo de 2006.
La afirmación de Blair coincidió con expresiones de organizaciones no gubernamentales sobre posibles restricciones a los derechos humanos, en el contexto de la llamada lucha antiterrorista.
«La reacción reflejo de los políticos a los atentados podría amenazar los derechos y libertades básicas, en nombre del combate contra el terror», advirtió hoy la directora de la asociación pro derechos civiles Liberty, Shami Chakrabarti.
Una de las posibles consecuencias podría ser el regreso de la polémica sobre la creación de una credencial de identificación individual para los 50 millones de ciudadanos británicos.
El tema fue debatido a iniciativa de Blair después de los atentados de Nueva York de septiembre de 2001, pero quedó congelado por las críticas a una eventual restricción de libertades. Entre 1939 y 1952, la población de Gran Bretaña tuvo ese tipo de cédulas de identificación.
La policía británica, en tanto, elevó hoy a 52 la cifra oficial de muertos, pero según la BBC, las autoridades creen que 31 personas están desaparecidas.
Scotland Yard informó que este lunes fue identificada plenamente la primera persona fallecida durante los atentados. Se trata, de Susan Levy, de 53 años y madre de dos hijos.
Al cumplirse el cuarto día de pesquisas, Scotland Yard aún no ha dado a conocer resultados de la investigación y el jefe de ese cuerpo policial.
Altos jefes policiales británicos consultados por The Guardian, aunque no mencionados por su nombre, retomaron hoy la hipótesis de que los ejecutores del 7-J integran una célula formada y establecida en Gran Bretaña.
Esa misma posibilidad fue dibujada el domingo por el recientemente jubilado jefe de Scotland Yard, John Stevens, en un artículo publicado en el diario londinense News of the World.
Las fuentes citadas por The Guardian no disponen de evidencias para confirmar esa hipótesis, pero señalaron que precisamente la desvinculación con fuerzas exteriores como la red Al Qaeda harían más difícil la localización de los ejecutores.
Para desarrollar la investigación, la policía británica recibió el apoyo de unos 30 países de todo el mundo, pero particularmente de España, Estados Unidos y Francia.
Los oficiales españoles trabajan específicamente en la búsqueda de conexiones entre las acciones del 7-J y los atentados del 11 de marzo en Madrid.
Investigadores británicos hallaron huellas digitales en las bombas empleadas en los atentados, aunque no pudieron asegurar que dichas marcas pertenezcan a los atacantes, informó la cadena NBC.
Con el inicio de las actividades de la semana, la capital británica retornó a la normalidad. El alcalde de Londres, Ken Livingstone, abordó el Metro en las primeras horas de la mañana para alentar a los habitantes de la ciudad a superar los temores por los atentados.
Sólo una línea del Metro sigue completamente fuera de servicio, Circle Line, que rodea el centro de la capital. Tres estaciones de otras rutas están todavía cerradas, entre ellas Piccadilly, cercana a uno de los escenarios del 7-J. Los trenes subterráneos transportan diariamente a 3 millones de personas, la mitad de las que movilizan los autobuses en Londres.
El diario The Times publicó hoy que la «alarma» sobre posibles atentados es tan alta como nunca, debido a que las autoridades policiales parten de la idea de que los responsables del 7-J siguen vivos y podrían planear nuevos ataques.
En Londres, líderes musulmanes llamaron a la calma a los británicos que practican esta religión, luego de que ocurrieron varios incidentes en mezquitas de la capital y sus cercanías, en Bristol, Leeds, Teldford y Birkinhead, entre el viernes y el domingo.