Solo doce kilómetros separan África de Europa. Pero estos kilómetros no se miden de la misma manera si se cruza el Estrecho de Gibraltar en un buque de línea, en una o tres horas, o en una barca o en un bote de goma en un viaje que puede durar varios días, o incluso una eternidad para quienes nunca llegan al otro lado. Durante años, España y Marruecos estudiaron la posibilidad de construir un puente o un túnel para conectar los dos lados del estrecho y facilitar los intercambios. Pero hoy son puertas y murallas las que se levantan para impedir la salida de Marruecos por Ceuta y Melilla y así sellar todo el continente africano. Al mismo tiempo, la Unión Europea está emitiendo visados en cuenta gotas a las y los ciudadanos marroquíes y, a su vez, Marruecos erige muros que hacen cada vez más infranqueables las fronteras, tanto en el Norte como en el Este, siendo su frontera Sur un campo de minas, muy difícil de franquear.
El Estrecho de Gibraltar es una de las fallas más profundas del mundo en cuanto a ingresos y diferencias en el nivel de vida: en 2017, el PIB per cápita alcanzó una media de 41.191 euros para todos los países de la Unión Europea y solo 3.830 para los países del África subsahariana. Además, el PIB no tiene en cuenta las desigualdades que existen en Europa, ni en un continente africano en el que las desigualdades son aún más profundas.
Las dificultades de la vida cotidiana, el desempleo, la pobreza ligada al saqueo neocolonial, explican en parte el éxodo de muchas y muchos ciudadanos africanos, cada vez más jóvenes, hacia los países del Norte. Pero hay muchos otros factores, igualmente importantes, para explicar este fenómeno.
Antes la muerte que la humillación
Esta consigna fue repetida por las y los rifeños durante las movilizaciones que comenzaron en octubre de 2016, tras la muerte de un vendedor de pescado aplastado en un camión de basura y rápidamente se extendió a todo el Rif, en un movimiento de protesta conocido como Hirak. Se hizo eco de las demandas unánimes de libertad y dignidad de los pueblos árabes durante los levantamientos de 2011. La falta de libertad, de democracia, el estado de sitio de facto impuesto a la región, la falta de perspectivas han tenido mucho que ver en la emigración masiva de jóvenes del Rif. Podemos ver videos en los que corean las consignas de sus manifestaciones a bordo de canoas navegando en medio del Mediterráneo[1]. ¿Qué otra cosa hacer después de la brutal represión que acabó con su lucha, destruyendo al mismo tiempo todas sus esperanzas[2]?
Pero para entender la desesperación de la juventud marroquí hay que resituar estas manifestaciones en el contexto que prevaleció tras el fracaso de las manifestaciones de 2011. Las revueltas que vivieron algunos países árabes en 2011, tanto en Marruecos como en otros lugares, habían despertado el entusiasmo, pero el régimen, con la complicidad de casi todos los partidos políticos, logró desactivar el movimiento, lo que generó un fuerte sentimiento de frustración entre la juventud marroquí. Desde entonces, la represión de actividades políticas y culturales a poco que pongan al régimen en cuestión, es decir que no se encuadren en la línea de las políticas gubernamentales, ha hecho que el país se vuelva irrespirable. Las asociaciones son prohibidas y reprimidas, así como innumerables concentraciones y manifestaciones. Periodistas y blogueros son encarcelados y condenados a duras penas. En esta olla a presión, la emigración constituye para mucha gente la única válvula de escape. Después de 2016 en particular, la emigración aumentó exponencialmente (1.310 migrantes marroquíes llegaron a España en 2016 y en 2018 fueron 10.816).
Además, si en las décadas posteriores a la independencia un gran número de jóvenes fue a estudiar a universidades europeas, especialmente a Francia, esta posibilidad se redujo considerablemente. Las universidades casi solo aceptan a estudiantes de doctorado y los criterios son cada vez más elitistas, tanto académica como económicamente. La decisión del gobierno francés de aplicar tarifas onerosas a la matrícula universitaria para estudiantes extranjeros en 2019 generó indignación y escándalo en varias universidades, pero no obstante se aplica a partir del regreso a clases en 2020.
¿Es Marruecos el final del viaje de las personas migrantes del África negra?
Un número importante de migrantes provenientes de otras regiones del mundo, Afganistán, Siria y África subsahariana, también pasan por Marruecos para intentar llegar a Europa. Se reúnen en el norte de Marruecos, en ciudades o bosques, en determinados distritos de Casablanca, Rabat o Fez, que ellos mismos denominan guetos, esperando una oportunidad para poder cruzar el estrecho. Es la obsesión cotidiana, ven a Marruecos solo como un lugar de paso. Este sueño de paso tiene un nombre, Boza, el grito de victoria que entonan cuando llegan a suelo europeo[3].
En su mayor parte, esas personas no saben, o prefieren no saber, que ésta es solo una etapa en esta carrera de obstáculos que representan sus rutas migratorias, que aún les están esperando deportaciones y expulsiones, centros de detención, pasos arriesgados de otras fronteras a quienes no se vayan a quedar en España y largas esperas frente a las sedes de un número incalculable de administraciones, al final de las cuales sólo a un reducido número se les expedirá el tan ansiado permiso de residencia.
Algunas y algunos se desaniman. Han intentado varias veces cruzar el estrecho, han sido devueltos por los guardacostas hacia Marruecos, se hirieron gravemente una pierna o un brazo en el alambre de púas y perdieron en cada ocasión todo el dinero que habían logrado recaudar dolorosamente. Sin embargo, relativamente pocos de ellos consideran regresar a su país. Huyeron de la violencia estatal, los conflictos interétnicos, la violencia de género, la miseria, un sistema educativo deficiente, falta de perspectivas y nada cambió mientras estaban en ruta. Además, no es fácil volver con los bolsillos vacíos. Toda la familia está esperando el maná del inmigrante. Una parte ve a Marruecos, a pesar de vivir allí en barrios marginales indignos, como un país más desarrollado que sus países de origen y hay quienes planean quedarse allí, provisional o definitivamente. El anuncio por parte del gobierno marroquí, en 2014 y nuevamente en 2016, de una operación excepcional para regularizar a las personas migrantes dio más credibilidad a esta opción y se regularizaron unos 50.000 migrantes (incluyendo todos los orígenes y nacionalidades). Pero la operación ahora está congelada y quienes presentaron apelaciones no han recibido respuesta. Desde entonces, el gobierno ha intensificado las redadas y deportaciones de migrantes.
Cooperación, subcontratación y negociación
A partir de 1995, con el lanzamiento del Proceso de Barcelona y la Asociación Euromediterránea, la UE ejerció una fuerte presión sobre los países de la ribera sur para que asumieran la subcontratación del control de fronteras. Y a partir de 2006, fecha de la primera Cumbre Euroafricana sobre Migraciones, celebrada en Rabat, esta demanda se extendió a muchos países del continente africano.
En este dispositivo, Marruecos tiene un papel central. Es el país más cercano a la costa europea, por el que transita una gran proporción de migrantes. Las rutas migratorias por Libia y el Mediterráneo central son ahora mucho menos frecuentadas y se han desplazado hacia el oeste, desde Marruecos o Senegal, a las costas españolas o, cada vez con mayor frecuencia, a las Islas Canarias. Se abre una nueva ruta aún más peligrosa hacia Portugal. Pero si Marruecos acepta desempeñar el papel de gendarme en las fronteras de Europa, esta cuestión es, no obstante, objeto de negociaciones permanentes entre las dos partes y de contrapartidas en especies contantes y sonantes. Marruecos comparte con Europa una visión securitaria de la migración. Aceptó que España erigiera vallas extremadamente peligrosas para las y los migrantes que intentaban escalarlas y sistemas de vigilancia de alta tecnología. Peor aún, erigió otros dispositivos de vallado en las mismas fronteras, cuando reclama su soberanía sobre los territorios de Ceuta y Melilla. Ha puesto en marcha un sistema de vigilancia muy denso a lo largo de la costa mediterránea, con eficacia relativa porque es muy permeable a todo tipo de mafias y a la corrupción.
El tema de la readmisión de migrantes irregulares es otro tema en las negociaciones entre la UE y Marruecos, por un lado, y los demás países africanos por el otro. Marruecos ha firmado acuerdos bilaterales con Francia y España en particular, pero se niega hasta la fecha a firmar un acuerdo global con todos los países europeos que le obligue a recuperar en su suelo, no solo a sus conciudadanos en situación irregular, sino también a todas aquellas personas de terceros países que se supusiera que habían pasado por Marruecos. La presión de la UE es enorme y no duda en ejercer el chantaje de visados a cambio de esta firma. Mientras tanto, las posibilidades de acceder a esta vía de salida siguen disminuyendo, lo que provoca la cólera de Marruecos.
Migración circular: el ejemplo de las trabajadoras de la fresa
Sin embargo, Europa sigue necesitando mano de obra en diferentes sectores de actividad. Esto implica la contratación de mano de obra temporal, a través de acuerdos directos de gobierno a gobierno. Tomemos el caso de las trabajadoras marroquíes que van a recoger fresas en la región de Huelva, desde 2007. Son las autoridades marroquíes quienes las contratan directamente, según modalidades que cuestionan la legislación laboral marroquí, española e internacional. Solo se contratan mujeres, deben tener entre 25 y 40 años, estar casadas y ser madres de hijos menores de edad. No saben cuánto van a ganar, cuántas horas van a trabajar y no pueden elegir dónde trabajar. Se van, trabajan y vuelven. Para decirlo de otra manera, se alquilan, se usan y se tiran. Algunas de ellas se atrevieron a denunciar el acoso sexual y las violaciones que habían sufrido en su lugar de trabajo. La respuesta del tribunal, que las desestimó, provoca pasmo: ¡se lo habrían inventado todo para poder permanecer en territorio español el tiempo que durara el proceso!
Así, las políticas migratorias de la UE dan lugar a numerosas violaciones de los derechos humanos y se combinan con la subcontratación del control fronterizo por sus socios del Sur, sobre la base del axioma, que no está ni mucho menos demostrado, de que Europa sería invadida por migrantes, lo que pondría en peligro su seguridad.
La consecuencia palpable es que refuerzan las tesis racistas y xenófobas de la extrema derecha y la explotación y precariedad de las y los trabajadores. Marruecos, que sin embargo resiste ciertas presiones europeas, no parece tener ningún problema en obedecer las órdenes que recibe, en detrimento de su propia población y de la de sus vecinos del Sur.
Al hacerlo, las muertes se multiplican en el Mediterráneo, como si no fuera culpa de nadie, y a las y los jóvenes africanos les cuesta entender por qué tienen que sufrir tanto, mientras Europa sigue apoderándose de sus riquezas y asfixiando a sus países con la mordaza del sistema de la deuda.
[1] Bladi.net, “Graciés par Mohammed VI, des jeunes rejoignent clandestinement l’Espagne, https://www.bladi.net/graciers-roi-maroc-migrants-clandestins,52904.html
[2] Sobre la represión, ver http://www.amnesty.ma/Doc/Rapport_Annuel_2018.pdf
[3] Se puede escuchar en este vídeo (mn 1.00 à 1.18), https://www.lavozdegalicia.es/noticia/espana/2018/07/26/400- inmigrantes-en-tran-ceuta-tras-salto-masivo-valla/00031532595898436176249.htm
Lucile Daumas es miembro de Attac/Cadtm Marruecos
Este artículo forma parte del número de mayo 2021 de la revista Les Autres voix de la planète AVP nº 80, que se puede consultar en línea así como descargar, en francés, en https://www.cadtm.org/Dettes-migrations-Divisions-internationales-au-service-du-capital-19808
Texto original en francés: https://www.cadtm.org/Les-politiques-migratoires-europeennes-vues-du-Maroc
Traducción: Faustino Eguberri para viento sur
Fuente: https://vientosur.info/las-politicas-migratorias-europeas-vistas-desde-marruecos/