Recomiendo:
0

Un fax que sacudió la opinión pública mundial

Las prisiones europeas de la CIA: la pista suiza

Fuentes: Rebelión

A inicios de abril de este año un informe detallado de Amnistía Internacional denunciaba los miles de vuelos ilegales ejecutados por la Central de Inteligencia Americana (CIA) entre 2001 y 2005. Dichos vuelos, en muchos casos violando el espacio aéreo, utilizaron impunemente aeropuertos europeos, entre los cuales Zürich y Ginebra en Suiza. La «transferencia» o […]

A inicios de abril de este año un informe detallado de Amnistía Internacional denunciaba los miles de vuelos ilegales ejecutados por la Central de Inteligencia Americana (CIA) entre 2001 y 2005. Dichos vuelos, en muchos casos violando el espacio aéreo, utilizaron impunemente aeropuertos europeos, entre los cuales Zürich y Ginebra en Suiza. La «transferencia» o «traslado» de personas sospechosas de supuestas actividades terroristas aparece como el principal objetivo de esas acciones ilegales. Esta denuncia realizada por Amnistía explota casi tres meses después que los periodistas suizos Beat Jost y Sandro Brotz denunciaran públicamente en el prestigioso semanal «Sonntagsblick» la existencia de prisiones clandestinas de la CIA en varios países europeos, entre ellos Rumania y Polonia. Revelaciones que produjeron un verdadero terremoto político entre la opinión pública mundial. Entrevista exclusiva con los dos periodistas del semanal suizo alemán quienes acaban de publicar un libro que continúa levantando olas: «CIA- cárceles en Europa: el affaire del fax y sus consecuencias». Que incluye también un análisis del senador suizo Dick Marty, quien presidió la comisión especial de investigación sobre este tema por mandato del Consejo de Europa.

____________________________________________________________

P: El fax secreto develado por el «Sonntagsblick» en enero pasado provocó una gran agitación de la opinión pública. ¿Cómo vivieron ustedes este momento siendo los principales actores que destaparon el escándalo?

Jost: Muy bien, como algo cautivante y excitante.

Brotz: único, intenso y un poco loco.

P: ¿Se podría pensar que en tanto periodistas-actores están soportando fuertes y diversas presiones?

J: Claro que ha habido presiones del Consejo Federal (gobierno suizo) y del ejército. Pero resistimos, contando con el apoyo de nuestro redactor en jefe Christoph Grenacher que nos protegió completamente. Estas reacciones nerviosas nos sirvieron para comprobar que ese fax egipcio era, en primer lugar verdadero, y en segundo lugar políticamente explosivo.

P: ¿Por qué tan explosivo? Algunos dicen que ese fax es insignificante…

J: El Consejo Federal quisiera que así fuera, pero los hechos son diferentes. A través de ese fax que provenía del Ministerio del Exterior de Egipto, por primera vez un Estado confirma la existencia de prisiones de la CIA en Europa. Adicionalmente,

ese documento secreto develado por el «Sonntagsblick» muestra que el gobierno suizo estaba enterado del asunto desde hacía meses.

P: ¿El Gobierno suizo sabe entonces más de lo que reconoce?

J: Estamos convencidos de ello. A través del sistema de interferencia satelital «Onyx», los servicios secretos suizos disponen de instalaciones de escucha que son caras y sofisticadas. Si los agentes que trabajan con esos medios no obtienen más informaciones, deberían de pensar en cortar esas instalaciones de inmediato. En ese sentido hago mías las declaraciones de Hans Hofmann, senador por Zurich, presidente de la delegación de la Comisión de Gestión (ndr: encargada de controlar en detalle las actividades en las cuestiones de seguridad del Estado y servicios de información) quien afirma que el fax egipcio es una pieza más de un mosaico. Esta comisión tiene por mandato. El gobierno suizo tendría entonces mucha más información sobre este asunto.

P: ¿Y por qué, entonces, no lo asume?

B: Porque le molesta reconocer que Suiza espía a otros Estados. Y sobre todo, Berna, teme de provocar el enojo de la Administración Bush. Y es por esto que el Consejo Federal trató desviar el verdadero eje y lanzó toda la artillería de sanciones potenciales de la justicia militar y del ministerio público (fiscalía) de la Confederación contra nosotros. Por el resto, el gobierno helvético se comportó según el dicho «no ver nada, no escuchar nada, no decir nada», lo que resulta indignante para una democracia.

P: ¿Hubo también reacciones positivas, recibieron testimonios de solidaridad?

B: Es real que muchos medios de comunicación, conocido el asunto, retomaron la versión oficial, a la excepción de los cotidianos «Tages Anzeiger» o el «Basler Zeitung». La televisión de la suiza alemana, luego de un primer momento de duda, retomó luego el tema. Algunos otros medios, como los semanarios «Weltwoche» y el «Facts» denigraron el asunto. Nosotros lo vivimos con mucha serenidad. Como dice mi colega Jost: los celos son la prueba suprema del reconocimiento.

P: Los partidos políticos helvéticos se expresaron también con mucha prudencia…

R: ¿ Prudencia? La Unión Democrática de Centro (ndr: derecha conservadora) nos trató de «traidores a la patria» y como una «vergüenza para el país». Algunos parlamentarios de ese partido así como del Partido Radical Democrático (ndr: la derecha empresarial) intentaron hacer de todo para minimizar el asunto. En cuanto al Partido Socialista (ndr: socialdemócrata), se mantuvo mudo, ya que debe solidarizarse con sus representantes en el gobierno. Sólo los diputados «verdes» Jo Lang, Franziska Teuscher y Daniel Vischer ejercieron una real presión en el Parlamento y en las comisiones del mismo para clarificar el asunto.

P: Justamente una moción parlamentaria exige la abolición del artículo 293 del Código Penal suizo que sanciona la publicación de debates oficiales secretos ¿Sería una medida suficiente para mejorar la situación de los periodistas?

J: El artículo 293 debe desaparecer, eso es un hecho. El antiguo Ministro de Justicia, Arnold Koller, lo calificaba ya entonces como algo perimido. Pero también debería desaparecer la justicia militar. Es una reliquia heredada de la segunda guerra mundial. No tiene más razón de ser, y sobre todo en el terreno civil, en tanto máquina de represión contra la libertad de prensa.

P: La defensa de la protección de las fuentes no es una prioridad, sin embargo, para muchos periodistas…

J: Es realmente grave que la justicia pueda perseguir a los periodistas y posiblemente espiarlos, sin que nadie proteste. Nosotros dos no somos los únicos afectados. Varios de nuestros colegas de otros medios de información están también en la mira de la justicia.

B: Cada periodista debería comprometerse contra los métodos de control. Lo que se practica aquí desde hace años pone en peligro el status de la profesión en general y no debe ser aceptado. El Estado intenta así de ponerle trabas al periodismo crítico. Más de un periodista se contenta de pasar de una conferencia de prensa a la otra. En todo caso no es mi concepción sobre la profesión. Y al margen de la concurrencia real entre los medios de información, los editores deberían también asumir un compromiso para confrontar la caza de brujas contra los periodistas.

P: Ustedes acaban de publicar un libro sobre todo este «affaire». ¿Cuál es el objetivo? ¿Defenderse?

B: En realidad no se trata de nosotros y nuestra situación sino del hecho que sigan existiendo prisiones secretas de la CIA en suelo europeo en el siglo XXI. El continente entero está implicado en este escándalo, según las conclusiones del investigador especial del Consejo de Europa Dick Marty. Se trata de un gran escándalo que, incluso en Suiza -país depositario de la Convención de Ginebra- iba a ser barrido del mapa. Nuestro libro relata el desarrollo de este asunto en los pasillos del Consejo Federal y de los servicios secretos. Y explicamos también como logramos poseer el documento secreto. Pero, evidentemente no damos a conocer el nombre de nuestro informante…

_________________________________________

Un libro de denuncia

Un documento explosivo de los servicios secretos suizos deambula sobre uno de los asientos de un vagón de un tren «Intercity». A través de ese documento un Estado confirma, por primera vez, la existencia de prisiones secretas de la Central de Inteligencia Americana en Europa. Los periodistas Sandro Brotz y Beat Jost hacen explotar este escándalo y desde entonces son perseguidos por la justicia.

«Exclusivo. La prueba: existen prisiones secretas de la CIA en Europa». Con ese título, el «Sonntagsblick» en su edición del 8 de enero del 2006 lanza una primicia que atrae la atención del mundo entero. Un fax del ministerio de exteriores de Egipto , interceptado por los servicios secretos del ministerio de defensa suizo cae en las manos de un periódico.

El libro político-policial de Sandro Brotz y Beat Jost devela los trasfondos del escándalo del fax. Por otra parte, prueba como los procedimientos arbitrarios y la práctica laxista de la justicia hacia los acusados de terrorismo, minan las bases mismas de los Estados democráticos. Su contenido muestra como el documento secreto cayó en manos de los periodistas. Como las autoridades helvéticas trataron de minimizar el escándalo. Como el investigador especial del Consejo de Europa, Dick Marty, pone en cuestión las prácticas de los Estados Unidos. (Sergio Ferrari)