La pandemia por el coronavirus agravó el regresivo impacto social de una situación económica mundial que confirma la desigualdad, concentrando el ingreso y la riqueza, al tiempo que extiende las penurias sobre la mayoría de la sociedad. Diversos informes de organismos internacionales y centros de investigación dan cuenta del fenómeno que señalamos. Al comienzo del […]
La pandemia por el coronavirus agravó el regresivo impacto social de una situación económica mundial que confirma la desigualdad, concentrando el ingreso y la riqueza, al tiempo que extiende las penurias sobre la mayoría de la sociedad. Diversos informes de organismos internacionales y centros de investigación dan cuenta del fenómeno que señalamos. Al comienzo del 2021, el Banco Mundial (BM) difunde el “Informe de gestión” sobre el 2020 y sus “perspectivas para el 2021”.
En ellos, existe abundante información donde se confirma nuestro preocupante diagnóstico sobre el presente y el futuro de la sociedad mundial, muy especialmente para la región latinoamericana y caribeña. Señala el Informe del BM:
“El crecimiento del PIB en la región (con exclusión de Venezuela, acerca de la que no se dispone de datos suficientes) fue de 0,8 % en 2019 y se espera que caiga al -7,2 % en 2020. Según las previsiones, repuntará al 2,8 % en 2021”[1]
Destaca el documento del BM algunos datos preocupantes para la región de América Latina y el Caribe, con un registro de 614 millones de habitantes y un crecimiento demográfico ralentizado, del 0,9% en el presente, contra el 1,1% hacia 2010 y del 1,5% al 2000. La tendencia es la disminución relativa de la natalidad y el crecimiento del envejecimiento poblacional, con una expectativa de vida de 78 años en las mujeres y de 72 entre los varones. La referencia interesa cuando se discute la insuficiencia de recursos para atender las necesidades de los adultos mayores y cuando el poder económico demanda reaccionarias reformas previsionales, incluso regresivas reformas laborales que desfinancian aún más los sistemas de previsión y seguridad social, al tiempo que se proponen desmantelar derechos laborales. Si bien se señala que la región mostraba tendencias decrecientes de la pobreza a comienzos al Siglo XXI, en el presente se verifica una lógica de reversión, exacerbada con el impacto económico social regresivo de la pandemia por el coronavirus.
Las proyecciones
Sobre las perspectivas del 2021 y más allá, el BM señala:
“Aunque la producción económica mundial se está recuperando del colapso provocado por COVID-19, permanecerá por debajo de las tendencias pre pandémicas durante un período prolongado. La pandemia ha exacerbado los riesgos asociados con una ola de acumulación de deuda global de una década. También es probable que aumente la desaceleración del crecimiento potencial esperada desde hace mucho tiempo durante la próxima década” [2]
En un lenguaje propio de los organismos internacionales, el horizonte de futuro es de gran incertidumbre, aun con las expectativas que ha generado en el todo el mundo el inicio de la vacunación. La vacunación devela múltiples cuestiones para analizar, desde la mercantilización de la salud a la valorización privada del capital invertido en áreas de la salud, tanto como esfuerzos de cooperación internacional y desarrollos no lucrativos, especialmente los desplegados por Cuba. En los pronósticos del BM se destaca una caída de la economía mundial del -4,3% para el 2020 y una recuperación del 4% para el 2021 y del 3,8% para el 2022. Son proyecciones que luego el BM corrige en función de la realidad y los imponderables de acontecimientos no previsibles, como ocurrió con el COVID19. Pero no solo el coronavirus, ya que los organismos internacionales no contemplan los imponderables del accionar social en el conflicto y la disputa del ingreso y la riqueza, sin perjuicio de nuevos horizontes civilizatorios que puedan plantearse en ámbitos locales, regionales, incluso, mundiales.
Para la región latinoamericana y caribeña, esas proyecciones destacan una caída del -6,9% para el 2020 y una recuperación del 3,7% para el 2021 y del 2,8% para el 2022, dando cuenta de lo que la CEPAL llama tiempo perdido, ya que hace falta más de un año para retomar una senda de crecimiento, que, además, en sí mismo, no constituye un dato para una mejor distribución del ingreso, de la riqueza y la condición de vida de la población. Al desagregar la información destaca a las tres economías más grandes de la región: Brasil, México y Argentina. La referencia a Brasil indica una caída en el 2020 del -4,5%; para México del -9% y para la Argentina del -10,6%. Las recuperaciones son del 3%, del 3,7% y del 4,9% respectivamente para el 2021 y para el 2022 remite a un 2,5%, 2,6% y 1,9%. Se confirma un proceso de lenta recuperación, lo que augura dificultades socio económicas a considerar en la perspectiva del conflicto social.
El informe sobre perspectivas 2021 destaca el peso de China, uno de los pocos países del sistema mundial con crecimiento en el 2020, que el BM estima en un 2%, con una proyección del 7,9% para el 2021 y del 5,2% para el 2022. Resulta también de interés el espacio que los informes dedican a la expansión de la deuda pública, con una fuerte incidencia en los presupuestos de los Estados Nacionales y con relación al crecimiento de la producción y el comercio mundial. A eso debemos agregar la tendencia a la especulación en el marco de la caída y desaceleración de la economía mundial.
Imaginarios y acciones alternativas
Todo lo mencionado nos lleva a reivindicar imaginarios alternativos sobre el futuro cercano y mediato, que superen un horizonte de retomar las tendencias previas al COVID19 o a otros problemas evidenciados en la economía y la sociedad contemporánea.
En rigor, no solo imaginarios, sino acciones de contenido alternativo, que apunten en la disminución de la desigualdad de ingresos y de riquezas, orientado a modificar el modelo de producción y consumo vigente en la región y en el mundo.
Resulta imprescindible retomar un rumbo de integración no subordinado, que imagine la potencia de Nuestramérica desde la cooperación productiva y la solidaridad para confrontar con las relaciones socioeconómicas de explotación y saqueo.
La propuesta apunta a generar una transición socio política para superar los problemas actuales, los cuales remiten a construcciones históricas que definieron el orden capitalista y la dependencia en nuestros territorios.
Notas:
[1] Banco Mundial, Informe anual 2020, en: file:///C:/Users/jcgam/Downloads/211619SP.pdf
[2] Banco Mundial. Perspectivas económicas globales, en: https://www.worldbank.org/en/publication/global-economic-prospects
Julio C. Gambina es presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP