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Las relaciones internacionales en el Siglo XXI

Fuentes: Dossier Geopolitico

Trabajo elaborado para el Máster en Relaciones Internacionales, Negociación y Protocolo dictado en la Escuela Jacobea de Posgrado, Veracruz, México, en conjunto con la Universidad de Santiago de Compostela, España, enero de 2013.

Introducción

Efectuar aunque mas no sea una prognosis aproximada de lo que habrá de ser u ocurrir en este siglo que ya transitamos desde hace más de una década, resulta tarea nada sencilla. Tal vez contribuya particularmente a tal dificultad el echar la vista atrás y advertir la cantidad de afirmaciones dogmáticas arrojadas en el pasado inmediato por las jerarquías académicas, políticas, sociales, intelectuales, etc. y que resultaron -pese a la autoridad cuasi sacerdotal con la que venían investidas- falsas u erróneas y muy alejadas de la verdad objetiva que los hechos posteriormente desnudaron y exhibieron a la intemperie de la realidad.

Quizás la mas voceada fue aquella que nos dijera -ad nauseam- que la caída del Muro de Berlín y la implosión del mundo soviético traería una situación global de mayor estabilidad, la cual vendría montada, urbie et orbi, sobre el caballo alado de los derechos humanos y la democracia representativa. Pues bien, nada de ello sucedió. O al menos ocurrió de manera muy distinta a como la planteaban los promocionados gurúes del «Nuevo Orden Mundial» (NOM). La desaparición del mundo comunista como constelación geopolítica y aún como ecúmene proveedor de paradigmas intelectuales, supuso una fragmentación generalizada y una inestabilidad alucinantes. Allí están la disgregación de Yugoslavia -en las puertas mismas de la progresista Europa- o la destrucción de Irak, montada sobre la falsa premisa de las «armas de destrucción masiva», o la devastadora destrucción del medio ambiente, para comprobarlo.

Más los falsos apotegmas no se agotan, por cierto, en los ejemplos referidos. Pareciera tratarse de una costumbre fallida, como si columbrar el provenir fuera más un acertijo que una prudente reflexión sobre la Historia y los Pueblos. Con frecuencia omnipresente hemos oído aludir, desde la cátedra universitaria a los mass media pasando por la casi totalidad de las «fuentes autorizadas», al concepto de «globalización» (en el sentido de expansión mundial del capitalismo) como un fenómeno novedoso, gestado, nacido y criado en el vientre de aquel «final de la historia» que planteaban los centros decisionales del poder mundial. Nada más falso. ¿O no encontramos fenómenos «globalizadores» con el descubrimiento de América y su incorporación al proceso productivo universal, o en la exasperación expansiva de la Primera Revolución Industrial o con la irrupción del colonialismo en el siglo XIX? Cuando los profesores de derecho político aseveran que el «estado nacional» es un producto de la Revolución Francesa, ¿qué queda para Esparta o el formidable edificio imperial-estatal erigido por los Hausburgos desde España? Por último, y como colofón de los infinitos ejemplos de los conceptos que se afirman pero que no son, precisamos aquel que dice que el siglo XX ha sido el de la «integración». Pues bien, ¿y la Anfictionía griega, varios siglos anteriores a Cristo? ¿Y las Ligas comerciales del Báltico en el siglo XVII?

No deberían sorprendernos en absoluto estas recurrencias o «repeticiones» de la historia. Desde Heráclito con su devenir perpetuo a Nietszche con su eterno retorno, pasando por el corsi e ricorsi de Vico, comprobamos sin mayor esfuerzo que el hombre y los pueblos se reiteran en sus conductas. De allí que propugnemos una absoluta prudencia intelectual como consecuencia de la provisoriedad conceptual con que deben aprehenderse los sucesos políticos y sociales hasta tanto los mismos no hayan sedimentado históricamente. Pretender congelar el movimiento histórico con definiciones dogmáticas solo puede conseguir cristalizar teóricamente la consideración intelectual de aquel, el cual seguirá su rumbo por más que se intente definirlo en las estrechas y rígidas márgenes de una pretensa «verdad científica».

Los invito pues a munirnos del «martillo nieztschiano» para golpear con esa herramienta de sabiduría los conceptos que habremos de considerar y conforme al «sonido» que los mismos emitan, nos aproximemos -siempre movimiento, nunca dogma cristalizado- a la verdad que los mismos encierren. Pues de eso se trata, de llegar a la verdad «desocultando lo oculto» tal cual lo propugna el gigante de Friburgo [2]. Confío en que entre todos y en esta nueva singladura intelectual que emprendemos juntos, podamos conseguirlo.

Realidad y Poder

Considerar reflexivamente las relaciones internacionales por venir en este siglo XXI, ya transitada su primera década, es una labor fascinante a la vez que riesgosa. Seduce grandemente columbrar lo que pudiera advenir en los años próximos y en cierto modo atemoriza lo que podamos descubrir de ello. Nunca más cierto aquello de que vivimos «peligrosamente» en un orbe plagado y preñado de riesgos desafiantes, complejísimo lugar en donde -lamentablemente por cierto- no reinan (ni gobiernan) los grandes valores del Humanismo sino los más concretos, tangibles y expeditivos del poder y la decisión a él anejos.

Entendemos al poder como la capacidad de imponer la voluntad propia a la ajena [3] independientemente de las formas que revista tal imposición, la cual podrá ser ora más elegante, ora más brutal, pero lo cierto es que la decisiones en las relaciones internacionales se adoptan mucho más por la vía de la imposición [4] que por la del consenso. Siempre ha sido así y seguramente siempre lo sea.

De allí pues que propugnemos una aproximación al fenómeno objeto de estudio desde la realidad, entendida esta tal cual acontecida y no como quisiéramos que fuese conforme nuestras convicciones, intereses y/o deseos. Por cierto que esto no implica que dicha realidad necesariamente nos agrade o colme nuestras legítimas aspiraciones. Pero la realidad está allí y es esa y no otra, aunque a veces pueda parecerlo. Constituye un peligroso mundo de riesgos, desafíos y oportunidades. Un mundo en movimiento, altamente dinámico y en el cual hay demasiadas cosas por cambiar. Partamos de la realidad pues y no de las quimeras para comprenderlo y asirlo en su totalidad en nuestra propia mismidad. Recién entonces estaremos en condiciones -intelectuales al menos- de propugnar los cambios que se requieren para mejorar esta, nuestra casa común.

El mundo hoy

Comencemos metodológicamente desde la realidad hoy imperante en nuestro planeta a los fines de centrar el objeto de estudio en su faceta presente, para a posteriori pensar la evolución que dichas situaciones iniciales podrán alcanzar en el futuro, futuro al cual habremos de considerar como presente aún no devenido.

Así pues, transitamos una etapa del movimiento histórico caracterizada por una altísima tasa de acumulación [5] en todos los aspectos centrales del devenir humano (económico, cultural, educativo, tecnológico, etc.). Ingentes recursos de todo tipo, progresiva y crecientemente se van concentrado en pocas manos, manos que no son meramente estaduales sino que aún dentro mismo de estados «poderosos» (USA, China, Rusia, Francia, Gran Bretaña, Alemania y la UE en general), el fenómeno se replica con fruición, arrojando a la miseria y a la desesperación a millones y millones de familias, tornándose una quimera la sacrosanta «igualdad» declamada por el sistema dominante. Un 82 % de la riqueza mundial (o aún más conforme sean las estadísticas a considerar) se reparte entre el 15 % de la población mundial, proceso que continúa sin cesar en acumulación ascendente. El 1% de la población más rica del planeta posee más renta que el 25 % del total mundial poblacional más pobre [6]. Se comprenderá que una situación así es explosiva. Y las situaciones de tal factura suelen ser altamente inestables. Tal provisoriedad despliega grandes interrogantes a la vez que formidables oportunidades de movilidad histórica. Y a aquella voraz acumulación, le responde dialécticamente y per speculum, una fragmentación en las relaciones humanas omnicomprensivamene consideradas (familiares, poblacionales, estatales, internacionales, etc.).

Se advertirá ahora con mayor claridad si cabe, la falacia de los paradigmas a los cuales aludiéramos supra y que han sido fulminados por la razón contundente de la realidad. La «caída del muro» no trajo los beneficios que la bendecida «economía de mercado» derramaría en la venturosa «globalización» que se nos pronunciaba a machamartillo. Demostraciones claras de interesados flatus vocis que nosotros no debemos cometer el error de proferir.

Este proceso de acumulación que es objeto de nuestra consideración y anatema, se asienta sobre un desarrollo tecnológico alucinante que ha posibilitado este salto cuantitativo y cualitativo del capitalismo en una forma que no encuentra parangón con estadios anteriores del crecimiento capitalista. Ni las revoluciones Industriales ni el colonialismo ni las plusvalías generadas por el tráfico de esclavos son comparables con la actual acumulación capitalista, la cual se caracteriza por la cuasi total dominación financiera del resto de las actividades económicas. La irrupción del dinero simbólico, las transacciones inmediatas entre cualquier punto del orbe, el auge de múltiples instrumentos cambiarios, los procesos de fusiones y absorciones y la potenciación del fenómeno de por sí «globalizador» del capitalismo que supone el alucinante avance tecnológico-comunicacional, dejaron en las manos del capitalismo en su versión financiera, la inmensa mayoría de la renta mundial. Ford, Mitsubishi, Philips y la casi totalidad de las Grandes Corporaciones Transnacionales (GCT) [7] ya no son más, en estricta puridad, mas que una extensión del capital de los grandes bancos, hoy indisputados dueños de la economía global y devenidos en megas-CT. Incluso el fenómeno de la acumulación se replica intrafinancieramente. No otra situación fue la reciente eliminación de la banca Lehman Brothers, absorbida por su colega y competidora Goldman Sachs.

Dicho esto, no es ninguna casualidad que prácticamente la totalidad de los pueblos del planeta se encuentren sometidos a la servidumbre del interés del dinero, corporizada tal circunstancia en el problema de las «deudas externas» de dichos estados [8]. En determinadas regiones, particularmente Latinoamérica, dicha cuestión mantiene una dura vigencia expresada en las ingentes sumas multimillonarias que dichos pueblos deben remesar año tras año al sistema financiero transnacional, sustrayendo de tal manera enormes recursos que deberían ser destinados a la salud, educación y bienestar de esos pueblos.

Una de las consecuencias objetivas del proceso de acumulación descripto es la destrucción sistemática no solo de puestos de trabajo sino del mercado mismo; ello al aniquilar (reuniendo en manos escasas, recursos escasos) la capacidad de compra de millones de seres humanos, acentuándose de tal forma el ethos financiero del capitalismo imperante [9] y devorándose a sí mismo continuamente en una alocada fuga hacia adelante. Pero no nos engañemos con premisas que han demostrado su falsedad, como aquella «del fin inminente del capitalismo» (otra falacia más que se agrega a las ya apuntadas supra). Nada de eso. El capitalismo es un conjunto vitalmente enfermo pero dotado con una impresionante capacidad para generar nuevos remedios transitorios que le permiten alargar su ciclo histórico y que le inyectan suplementos para continuar con vida. El narcotráfico es la última medicación que ha descubierto para sostener aquella sistémica motilidad. El trasiego de la inmensa masa monetaria producto del infame negocio, es realizada (depositada, «lavada», prestada e invertida) obviamente por los bancos. [10] A su vez, ingentes masas de drogo-dependientes suponen un efectivo método de control socio-político a la par que válvula de escape al caldero del hastío, el desempleo y la falta de oportunidades, sobre todo en los segmentos más jóvenes de las sociedades, blanco directo del narcotráfico por la etapa psico-biológica por la que transitan, asociada al cambio y la rebeldía generacional. [11]

Planteada la magnitud de las GCT y la Finanza transnacional, parece oportuno interrogarnos respecto del rol del Estado-Nación en este tiempo que transitamos. A finales del siglo pasado, no pocas voces aseguraban su desaparición paulatina y su sustitución por novedosas formas de gestión socio-económicas; ello a grupas de una aparentemente indetenible «economización» de las relaciones internacionales globales. Los estados nacionales aparecían como vetustas estructuras que se erigían en anacrónicos obstáculos a la unificación mundial y a sus venturosas promesas de relaciones más justas y bonanza económica y social para todos. Hoy, una vez más, la realidad se ha impuesto brutalmente a los hechiceros que pretendían domeñarla y los imperativos geopolíticos y culturales han demostrado la imposibilidad de suprimir la existencia de los estados nacionales. Los procesos de integración no han sido más que una respuesta lógica al intento de subsumir dichos estados en una lógica globalizadora que perseguía unificar el mercado mundial y hacer tabla rasa con las culturas nacionales [12]. Se trata en definitiva, de mecanismos de supervivencia ante la obliteración ofrecida por el modelo propuesto. Una respuesta razonable a un desafío intolerable.

Toda esta panoplia de hechos que pueblan un paisaje actual con actores internacionales relevantes, tales como las GCT-banca transnacional y los estados nacionales [13], se enmarcan en una feroz disputa global por la energía, los recursos naturales y el control del conocimiento y de los mercados, confrontación en la cual lo más grave, seguramente todavía esté por llegar.

Ahora bien ¿cómo funciona este sistema de interactuación GCT/estados nacionales? Aceptada por las mismas mega corporaciones y la banca mundial la absoluta imposibilidad de gestionar las vastísimas complejidades del mundo pos-bipolar sin la participación de los estados y advertidos del fuerte rechazo de las masas del orbe y de la oposición de no pocas estructuras estatales a desaparecer en las marismas del NOM, el poder económico global ha optado por incidir (y decidir) a través de las potencias estatales. Se trata de una tarea de conjunto, que a veces se presenta de manera superpuesta y en otras ocasiones aparentemente divorciada pero que exhibe la actuación de las grandes potencias como eficaces valedoras de las GCT, en un inestable equilibrio de imposición/negociación poblado de contradicciones. Para el caso de los estados de rango medio y de menor envergadura, en infinidad de oportunidades la relación es generalmente de imposición. Los operadores centrales de las GCT/Finanza global son los organismos internacionales de «crédito» (BM, FMI) y de los flujos comerciales (OMC) que actúan como «controladores» de los estados nacionales de mediano e inferior rango. Paralelamente, la corrupción institucionalizada se presenta como eficaz herramienta para aceitar el sistema. [14]

Denominaremos a la entente descripta (GCT/Finanza global/grandes estados nacionales) «Sistema de Poder Mundial» (SPM), erigido el mismo en «oligarquía global» de la sociedad internacional. Sus centros neurálgicos son Washington, Nueva York y Londres y en sustancial menor medida, Hong Kong y Shanghai.

Crecimiento vegetativo y dinámica de acumulación

La explosión demográfica torna cada día más insoportable la acumulación que describiéramos supra. Casi siete mil millones de habitantes sometidos a una distribución de la renta global tan desigual no pueden menos que generar una tensión que tarde o temprano estallará de manera incontenible. La destrucción a destajo de puestos laborales producto del trinomio más gente/menos recursos/mejores tecnologías, y los torrentes migratorios disparados como consecuencia del desplazamiento de millones y millones de seres humanos que buscan un lugar en donde encontrar su sustento [15], elevan aún más la presión de por sí exasperante. Súmese el impacto ecológico que brota de todo este desquicio global y el paisaje que asomará ante nuestros ojos se verá desolador. Nadie pone en duda la existencia de estos hechos, ni siquiera los epígonos del SPM.

Ahora bien, existen remedios muy distintos para sanar la enfermedad. Uno, el más razonable, justo y lógico sería sembrar las premisas de un nuevo orden más justo, racional y equilibrado [16]. El otro consiste en contener la ola vegetativa e impedir que devenga en tsunami de muchedumbres, sea como sea. Pues bien, este remedio maltusiano es por el cual se ha optado. De allí las campañas de control poblacional que pueblan todos los planes de «ayuda» del Banco Mundial, FMI et alli mediante el empleo del aborto masivo y las promociones globales de hábitos y conductas sexuales que reduzcan las tasas vegetativas. Como estos dos puntos no alcanzan en absoluto para alivianar la presión, quedan los terribles recursos del hambre [17], las guerras [18] y las enfermedades [19]. Y aunque sea muy duro debemos decirlo: somos muchos, demasiados seres humanos para el sistema económico establecido; tal exceso poblacional conspira gravemente en contra de las bases mismas de sustentación de dicho sistema. Destruir masa humana en forma científica y sustentable pareciera ser una de las soluciones. Un parte más del proceso económico de acumulación en definitiva.

El papel de las grandes potencias

Retomemos la consideración de uno de los actores esenciales de las relaciones internacionales, el Estado-Nación. El mismo, sea operando como unidad o integrado en sinergias asociativas y/o confederales, ha retomado con fuerza el rol histórico-político que los escribas del NOM le habían restado. Los intereses de todo tipo que orbitan las relaciones internacionales convocan a los estados a disputarlos. Veamos pues la etiología de dichas disputas.

EE.UU. continúa siendo la primera potencia militar, económica y tecnológica del orbe, situación que conforme a la proyección de estadísticas y curvas de producción, habrá de dejar paso en el transcurso de las dos próximas décadas a la República Popular China como primera potencia económica del mundo. Más dudoso resulta asegurarlo en los planos militar y tecnológico. Sea como fuere, aquí está el núcleo duro de las relaciones internacionales en este siglo XXI que discurre. Los demás estados, en su gran mayoría, habrán de jugar sus piezas, pocas o muchas, buenas o no tanto, en esta nueva disputa bipolar que sin duda alguna ya está presente en su -por ahora- versión soft.

Analicemos, si bien someramente, las estructuras de las dos potencias para poder considerar mejor su proyección de poder externo. EE.UU. constituye un estado bioceánico ágil, con probada vocación global, una cultura sencilla erigida a partir de un idioma de fácil accesibilidad convertido en lingua franca mundial y una población que, superado con largura el síndrome Vietnam, confía en sus élites para la consecución de sus objetivos «nacionales». Posee el mayor poder destructivo del globo, domina sin competidores de fuste el espacio exterior y en su territorio se encuentra asentada la inmensa mayoría de los centros decisorios del SPM. Mantiene asimismo una red de alianzas que se extiende a todos los extremos del planeta.

China a su turno, posee la mayor masa demográfica del planeta a partir de la cual genera inmensas plusvalías que sustentan el impresionante proceso de acumulación interna que viene desplegando desde las reformas de Deng; emplea parte sustancial de dicha acumulación para mejorar el nivel de vida de su población y para desarrollar altas tecnologías; ello bajo la férrea conducción de una estructura eficaz y centralizada; disfruta de una cultura milenaria y aunque el mandarín es el idioma hablado por mayor cantidad de gente en el mundo, carece de proyección externa. Su situación geopolítica no goza de las ventajas bioceánicas de los EE.UU., dado que disfruta de un acceso parcial a aguas abiertas en tanto que continentalmente se encuentra limitando con estados y regiones que son objeto de presencia y aproximación por parte de elementos exógenos a sus intereses nacionales. Esta posición geopolítica es el talón de Aquiles de la República Popular.[20] Beijing ha comenzado una acelerada inserción en África, América Latina y Asia.[21] Es a su vez, el primer tenedor de bonos de deuda norteamericana y emplea agresivamente la carta económica para ganar espacios en el mundo. Conciente de su debilidad militar y tecnológica relativa con los EE.UU. y de su compleja situación geopolítica, es sabedor que no debe ni siquiera pensar en la solución armada de sus controversias.[22]

Sin duda alguna, Washington sabe que es solo cuestión de tiempo que China lo supere económicamente. En el mientras tanto, la Casa Blanca y los círculos de poder norteamericanos han venido sosteniendo una continuada política de cerco geopolítico respecto del espacio territorial chino a los fines de mejorar su capacidad negociadora y eventualmente disuasoria. En dicha frecuencia geoestratégica es que consideramos la presencia militar estadounidense en Irak y Afganistán; los acuerdos nucleares con la India; la intensificación de sus acciones militares en Pakistán (un tradicional aliado de Beijing así como enemigo sempiterno de Nueva Delhi); la profundización de los vínculos con Kazajistán y Tadjikistán y otras repúblicas ex soviéticas y la solidificación de los vínculos con Japón y Corea del Sur. Las diferencias con el estado de Israel (hoy significativas, otrora impensables) por el drama palestino y el contencioso nuclear con Irán y el laissez faire acordado con las petromonarquías del Golfo en la situación que aqueja a Siria, deben ser leídas en aquella dinámica de cerco.

China, absolutamente conciente de la maniobra norteamericana y advertida del desafío que la misma le plantea, parece haber adoptado una inteligente política de contención, particularmente desplegada a desarrollar aún más su economía, profundizando su relación con África [23] y América Latina y continuando con el aumento del nivel de vida interno a la par que atesorando más bonos del tesoro norteamericano cual eficaz mecanismo disuasorio ad intra de los EE.UU.[24]

Más que nadie se llame a engaño: ambas potencias se encuentran trabadas en una lucha sutil y profunda por los recursos naturales del planeta y por la supremacía mundial. Para seres humanos como nosotros, «situados» [25] en un determinado espacio y en un determinado tiempo, se trata de saber, conocer y luego decidir a los fines de mejor aprovechar y/o ubicarse en el conflicto planteado. Y de generar -intelectualmente en primera instancia- una matriz productora de poder que nos permita succionar poder desde una situación exógena aunque conveniente para aquella mecánica por nosotros diseñada. No haremos hechicería pseudo-científica ni recurriremos al horóscopo para alumbrar el futuro, pero sin dudas que los niveles de conflictividad de las dos potencias irán in crescendo y seguramente adoptarán modalidades más peligrosas que las vistas hasta la fecha. Somos testigos de un fascinante y harto complejo contencioso dentro mismo del SPM, el cual habrá de proceder para controlar que aquel no se salga de cauce ya que son infinitos los negocios por hacer a caballo de las dos potencias.

¿Qué podemos decir de Rusia y su enorme poder actual y potencial? Este actor de primera dimensión internacional persigue recuperar su otrora condición de superpotencia luego del cataclismo sufrido por la implosión de la Unión Soviética. Sus vastísimos recursos naturales, situados en el mayor espacio territorial del planeta, su inmenso recurso militar-nuclear y la firme instalación de una élite gubernativa dura a la vez que flexible, permiten avizorar una evolución dirigida a restaurar, al menos en gran parte, aquel poderío de antaño, proceso que se encuentra en plena etapa de ejecución. La Comunidad de Estados Independientes (CEI) que Moscú impulsara cual herramienta de reagrupamiento/federación del mayor número de estados desprendidos tras la fragmentación de la URSS, transita un complejo y difícil camino. La fractura con Ucrania -entidad vital para la sinergia intentada desde el Kremlin- parece ser irreversible, más atraída aquella por la estela de los intereses geoestratégicos de la UE. que por la mal recordada égida moscovita. En este sentido, no han sido pocas (ni lo serán en el futuro, advertimos), las controversias de Moscú con la OTAN, que no abandona su voluntad de expandirse hacia el Este [26] y que en la intención separatista de Georgia respecto de los territorios de Abjasia y en el pedido de ingreso de aquella a la OTAN, encontró su máximo nivel de ruptura. El inmediato frenazo militar de Moscú, marcó la decisión rusa de impedir cualquier expansión ulterior de la OTAN hacia el ámbito de su ecúmene geopolítico, aunque su capacidad de proyectar poder externo se mantenga particularmente restringida [27]. No obstante ello, la OTAN persiste en desplegar su escudo antimisiles en Polonia y la República Checa, dos estados ex-comunistas absorbidos por la estructura UE-OTAN.[28]

Estamos convencidos que todos los movimientos de Occidente están dirigidos a presionar a Moscú a los fines de ofrecer a Rusia co-gestionar, aunque in minimun partibus, un orden mundial que soporte a China como socio en dicha estructura, pero que no signifique para Washington/Nueva York, la pérdida del vértice de ese proceso. Tal ingeniería global es difícil pero no imposible; ello atento a que los tres estados no cuestionan el «nuevo orden» poscomunista ni el SPM en su conjunto, vale decir la economía de mercado, el capitalismo global y el rol de la finanza transnacional en el gerenciamiento del mismo. Volveremos sobre estos puntos más adelante.

Debemos destacar que EE.UU., China y Rusia concentran en sus espacios territoriales y en su proyección económica externa, la inmensa mayoría de los recursos naturales del orbe, para lo cual también coinciden -y en manera alguna paradójicamente- como los tres estados con mayores presupuestos militares del mundo [29]. Su decisión de respaldar sus pretensiones con las herramientas que sean necesarias para ello (incluidas por cierto las bélicas) se muestra así con la contundencia de los hechos incontrovertibles.

China y Rusia, junto con la India y Brasil han conformado lo que denominan BRIC, que no constituye una estructura orgánica formal sino un sistema de intercambio de opiniones y potenciales sinergias de colaboración, aunque estas relativas en grado sumo. Más bien lo entendemos como una carta mutua de negociación en la frecuencia de sus respectivos intereses globales. Baste con analizar las profundas diferencias geopolíticas entre la India y China y entre ésta y Rusia y se tomará una dimensión más próxima del por qué de nuestro escepticismo de considerar al BRIC -al menos a la fecha- como algo más que un acrónimo.

La India y el Brasil constituyen otros ejemplos de estados con una enorme vocación por consumar su proceso de expansión, previa solución -como corresponde a una dinámica racional- de sus profundas fracturas sociales internas. Ambos estados -análogamente con lo que sucede desde hace tres décadas en China- se encuentran en pleno proceso de invertir gigantescas masas de capital para proporcionar mejores niveles de educación, trabajo y salud a sus poblaciones nacionales de manera tal de fortalecer sus proyectos de desarrollo [30].

India, el segundo país más poblado del mundo con mil cien millones de habitantes, dotado de una cultura milenaria y con elevados niveles de crecimiento económico y singularmente tecnológico, mantiene una relación estratégica especial con EE.UU.; ello como soporte a su gravísimo contencioso fronterizo con Pakistán por la zona de Cachemira a la vez que como una baza de complicado empleo a jugar por Washington en su tarea de aproximación y cerco a China Popular. Y es que nada está decidido aún en esta situación altamente dinámica que es la disputa por el poder mundial. Todas las posibilidades están abiertas. La lucha clásica entre los estados nacionales demuestra la vitalidad del rol histórico-político de los mismos, más no puede ignorarse en estas disputas el absolutamente significativo rol del complejo financiero transnacional, a lo cual nos referiremos infra in extenso.

Brasil, cuyo crecimiento económico le permitirá ser en las próximas dos décadas, una de las cinco o seis primeras economías del orbe, posee una demostrada vocación expansiva y una clase dominante -la burguesía paulista- con una determina voluntad nacional, presta a explotar al máximo los enormes recursos naturales que dispone [31]. Ello no obstante, no creemos que pueda alcanzar niveles de proyección global; no al menos en esta centuria que trasegamos. Sus profundas divisiones sociales y sus limitaciones tecnológicas [32] conspiran para la consecución de dichos objetivos de máxima. Ahora bien, su preponderante rol en América Latina habrá de permitirle en los inmediatos años venideros, consolidar un liderazgo que ya ejerce sutilmente y de hecho ante la continuada despotenciación de la Argentina, sumida ésta en un insólito proceso debilitante de su propia mismidad.

Europa como problema

Consideremos ahora esa «fusión difusa» que es Europa, ese «pequeño apéndice del Asia» conforme Paul Valery [33], que tras haber desarrollado un singular modelo de integración se encuentra hoy navegando en aguas turbulentas. ¿Pero qué es Europa desde un punto de vista geopolítico y que rol le podemos prefigurar en este siglo XXI ya iniciado?

En primer lugar debemos destacar que tanto la CEE como la posterior UE han seguido un parámetro principalmente económico como paradigma de su dinámica integracionista. Tratándose de un espacio devastado durante la Segunda Guerra Mundial y a la postre objetivamente ocupado por dos potencias extra-continentales, el experimento integrador (a partir esencialmente del acuerdo Francia-Alemania de mediados/finales de los ’50) ha resultado altamente exitoso [34] a pesar del tembladeral por el cual hoy atraviesa. La arquitectura erigida por las burguesías industriales, inicialmente franco-alemanas, y a cuyo edificio se fue sumando paulatinamente el resto de la Europa continental ubicado en el «Oeste» geopolítico, permitió sacarla del marasmo en el cual se encontraba. Mientras el esfuerzo denodado de millones de europeos occidentales -Plan Marshall mediante- generaba desarrollo con el cual detener el por entonces temible rolo soviético, la OTAN proporcionaba el paraguas militar protector al fenómeno integrativo en proceso, el cual evolucionó desde la CEE (con el crucial ingreso británico en 1973) hasta las singulares estructuras de la UE que hoy conocemos, incorporando a varios estados otrora integrantes del Pacto de Varsovia y el COMECON tras el desplome soviético (Polonia, Rumania, República Checa, Eslovaquia, etc.). La unificación alemana significó el cenit del proceso de integración.

Más es en esta digresión en donde detectamos los dos inconvenientes centrales, diríamos básicos de Europa para considerarla un «estado» único o una «federación de estados» que le permita operar geopolítica e históricamente como una unidad plena, y que, en nuestra opinión, constituyen insolubles rémoras para la consecución de dichos fines. Entendemos que Europa carece de dos elementos básicos para actuar como un player internacional pleno en el juego estratégico mundial: no posee política exterior común propia y no tiene brazo armado propio para sustentar tal política de proyección externa. Los órganos burocráticos pergeñados para intentar dotarse de una conducción estratégica en cuestiones no meramente económicas (consejos de ministros, «troika comunitaria», «presidente» de la UE, «comisario» de Asuntos Exteriores, etc.) no han podido lograr articular una política común en hechos esenciales para los intereses estratégicos de una Europa «única». La UE no tiene una visión común hacia aspectos vitales de la situación internacional (Medio Oriente, África, China, Rusia, Afganistán) ni la tuvo para situaciones gravísimas como la ocurrida con la espantosa guerra de la ex Yugoslavia, acaecida en el seno mismo del continente europeo y que no pudo ser detenida sin la participación de EE.UU. a través de la OTAN, brazo armado del conjunto atlántico yankee-europeo, no de Europa como estado orgánico. Resulta difícil si no imposible, hablar de un «estado» como unidad operativa y actuante en las relaciones internacionales, si no se posee política exterior propia y fuerza armada que la sustente. Nada de eso tiene hoy Europa [35] y nada permite prever que lo tendrá en el futuro. Hoy, la UE transita horas delicadas, consecuencia de la excesiva financiarización de su economía; el tiempo dirá si puede salir airosa del desafío de su perniciosa transnacionalización [36] económica o si comenzará una paulatina disgregación que no pocos factores de poder quisieran [37]. Por nuestra parte confiamos en que el euro se mantendrá, la UE continuará su complicada marcha conviviendo con un segmento importante de su población «euroescéptica» y Berlín profundizará su calidad de principal beneficiario del esquema alcanzado por la UE. No habrá ni «ejército europeo» ni política exterior europea que merezca así ser llamada. Gran Bretaña y Francia mantendrán sus propias políticas exteriores y de empleo nuclear y Alemania continuará «desnuclearizada», cual un coloso sin puños.

Considerando a los estados europeos como unidades operativas externas en plenitud, no hay duda que tanto Gran Bretaña como Francia han devenido en dos actores de incidencia decreciente en la liza global. El Reino Unido, con su especial alianza con los EE.UU. [38], ha actuado como un constante «controlador» del proceso de construcción europea; una suerte de ejecutante anglosajón disonante de la sinfonía constructiva de la Europa continental [39]. Su carácter insular, sus fuertes lazos económicos y culturales con los estados independizados de su Imperio, el centro financiero del SPM en la city londinense, más el eje Washington-Nueva York-Londres, explican el perfil ralentizador que el Reino Unido ha desplegado continuamente con la UE. Su rechazo al euro así como a rubricar la Carta Social europea y su disposición a ejercer, a veces en forma desembozada, una política exterior propia en sintonía con Washington y en detrimento de una común europea, son algunas de las muestras del «euroescepticismo» británico siendo Gran Bretaña la responsable de la existencia de al menos «dos» Europas. Todas estas características así como la posesión de su armamento nuclear, no podrían ser explicadas sin la particular relación transatlántica que la une con su socio americano.

Francia a su turno continúa disociada entre su fidelidad atlántica y su atracción continental, en una suerte de dislocación de la praxis francesa. Disiente con Washington acremente en público más generalmente en los hechos actúa en forma coincidente [40]; compite por el liderazgo europeo con Alemania pero se contenta con manifestaciones políticas ante la evidente superioridad germana; interviene brutalmente en sus ex colonias africanas pero siempre declara hacerlo por los grandes ideales democráticos. Su actual intervención en Mali, operando con la cobertura semántica de la guerra contra el «terrorismo fundamentalista», no alcanza a ocultar una burda operación por el control de los vastos recursos minerales de dicho país a la par que una maniobra de contención a la inaudita expansión china en el continente africano, en otra coincidencia más con los Estados Unidos. Idéntica colusión atlántico-empresarial se produjo con motivo de la participación gala en el derrocamiento de Gaddaffi en Libia, operación efectuada -aquí ya no para enfrentar al «terrorismo islamista» sino en resguardo de los «derechos humanos del pueblo libio»- que supuso a la par que la expulsión de la presencia de Beijing en la zona (y de paso de la geopolítica berlusconiana [41] italiana), el reparto del excelente petróleo libio entre compañías americanas, inglesas y francesas. Business are business para el SPM.

Cuando reiteradamente aludimos al armamento nuclear, lo hacemos en la convicción que constituye una herramienta esencial para la elaboración política estratégica de los Estados que persiguen una proyección global; Francia lo posee [42], Alemania no. Y mucho dudamos que pueda llegar a tenerlo, al menos en las próximas décadas de este Siglo XXI. [43]

Análogamente que Brasil con el Mercosur, Alemania ha encontrado en las estructuras de la UE el mejor instrumento para acrecentar su elocuente poderío económico. Aunque pueda parecer paradójico, la actual crisis europea está siendo aprovechada por Berlín para incrementar su capacidad decisoria económica-política, consecuencia ello de la fortaleza industrial germana así como de la relativamente menor presencia financiera parásita en la economía alemana en comparación con otros estados europeos [44]. El manejo de la política monetaria desde Frankfurt no es más que la aceptación de la Europa del euro del carácter directriz de Alemania, lo cual ha convertido a la Sra. Merkel en una suerte de moderna faraona a la cual, casi lastimosamente, los dirigentes europeos concurren al besamanos de la asistencia financiera cuando no del permiso imprescindible para adoptar decisiones en sus propios estados.

Alemania, mutatis mutandi al Japón, a más de cargar aún con el estigma de la aplastante derrota en la Segunda Guerra Mundial, son vistos como estados particularmente complicados en orden a incorporarlos al sistema mundial de poder. La objetiva negativa del resto de sus competidores a que integren como miembros permanentes el Consejo de Seguridad, reforma de la Carta de la ONU mediante, así como el tácito veto a que puedan dotarse de armamento nuclear, constituyen claras muestras de los importantes límites que marcan el posible camino de dichas potencias a aspirar a mayores rangos de capacidad independiente de actuación.

El «terrorismo» y los «derechos humanos» como argumentos políticos multipropósitos

Estamos por ante dos conceptos polisémicos que requieren una esmerada consideración a los fines de comprender qué intereses pueden acoplarse a ellos en la lucha por la supremacía global y/o en una determinada región o circunstancia, máxime cuando son empleados (más bien arrojados) de manera indiscriminada y continua.

Sin pretender efectuar toda una exégesis semántica e histórica del término «terrorista», diremos someramente que si bien durante el transcurso de la confrontación bipolar Este-Oeste fue esgrimido con fruición por el Oeste para desprestigiar las acciones llevados a cabo por expresiones políticas que representaban, en no pocos casos, a comunidades políticas legítimas en sus luchas de Liberación Nacional (OLP, SWAPO, CNA de Nelson Mandela, etc.), a partir del colapso soviético el polo triunfante (sorprendido por la celeridad de la caída de aquel) debió rápidamente crear un nuevo enemigo [45]: el terrorismo islámico. Para ello echó mano a la densa trama de intereses comunes entre el sistema capitalista triunfante y el Estado de Israel, al cual ha venido sosteniendo política, económica y militarmente desde la creación del mismo en el año 1948.

Poco tiempo después de la implosión soviética, EE.UU. y sus aliados procedieron a poner en caja al Irak de Saddam Hussein [46], quien cayó en la celada que le fuera tendida en Kuwait. El monstruo del terror islámico fue empleado sin importar que el partido Baas del dictador iraquí representara una versión árabe laica, no confesional. La posterior invasión a Irak en 2003, se justificó (a más de la alegada posesión de armas de «destrucción masiva») en el supuesto apoyo que Saddam le brindaba a los «terroristas islámicos», situación a la que nadie con una información mínima pudo jamás dar crédito alguno.

Pero fue el más que singular ataque a las Torres Gemelas en 2001 [47] el que precipitó la acción militar directa en contra de un enemigo difuso, inasible, elástico y precisamente por dichas características, de aplicación tendenciosa a todo aquel que no encuadrara en los cánones dictados por el NOM y el SPM. Vino ipso facto la invasión a Afganistán [48] y la lucha contra el nuevo moloch, una fantasmagórica y nunca bien definida red «terrorista islámica»: Al Qaeda, que amenazaba el «american way of life» y que sería muy útil como argumento para domeñar ad intram al propio pueblo norteamericano mediante la inoculación del temor, de manera harto similar como cuando se levantaba cual un espantajo la «amenaza comunista» [49]. La irrupción de «Al Qaeda» fue tan funcional a los intereses globales del mundo anglosajón que de no haber aparecido en escena, habría que haberla inventado. Todo aquel que osara levantarse contra el universo de intereses de Washington/Nueva York/Londres fue objeto de anatema «terrorista». Volveremos sobre este tema al final de nuestro trabajo.

Resulta hoy claro que la confrontación Este-Oeste durante el transcurso del mundo bipolar, de alguna manera hibernó diversos conflictos que aguardaban su instante histórico para emerger a la superficie. Como queda dicho, casi contemporáneamente a la caída del Muro, cual si fuerzas latentes hubiesen despertado, comenzó a advertirse que la pregonada estabilidad que se anunciaba, no era tal. Chechenia, la región Augur en China y otros puntos del globo fueron (y son) teatro de fuertes confrontaciones entre las autoridades gubernativas y la insurgencia armada. A estas últimas, sin excepción, les fue dispensado el mote de «terroristas».

Excede largamente a este trabajo ofrecer un completo estudio del fenómeno, pero concluiremos el acápite expresando que así como no negamos en absoluto la existencia de acciones y grupos que hacen del terror su forma de actuación justificada en la disimilitud de fuerzas (y a los cuales resulta legítimo responderles), tampoco dudamos de la instrumentación que en numerosas ocasiones se efectúa de dichos actos violentos.

A su turno, y en relación con el concepto «derechos humanos» [50] también advertimos que puede ser considerado desde múltiples aristas, siendo algunas de ellas reveladoras del doble standard o rasero con el cual se comportan las grandes potencias. De manera análoga que con el terrorismo, afirmamos que han existido y existen múltiples hechos que expresan espantosas violaciones a los derechos fundamentales de la persona humana a todo lo largo y ancho del orbe; pero también manifestamos que en no pocas ocasiones el argumento de los derechos humanos es esgrimido con segundas non sanctas intenciones.

Su puesta en escena (más allá de la famosa Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948), fue dispuesta durante la Presidencia Carter [51] en 1977 y como herramienta estratégica política-psico-cultural en contra de la Unión Soviética. Sus resultados fueron devastadores para ésta, particularmente en el transcurso de la Presidencia Reagan. Los epígonos del mundo dominante advirtieron que lo que sirvió para despeñar a la URSS bien podría ser de utilidad para asfixiar a los hipotéticos enemigos de los nuevos directores de la escena mundial. Los «derechos humanos» convertidos en una nueva suerte de religión, vendrían a cumplir un papel preponderante en el nuevo orden que advenía tras la caída del muro de Berlín. Desde entonces las violaciones de los mismos han sido esgrimidas como excusa falsamente moral para esconder oscuras intenciones [52]. La existencia real de groseras violaciones a los derechos fundamentales en prácticamente todos los lugares del mundo, casi sin excepción, no invalida para nada el argumento que estamos considerando. Fue así que todo aquel que tuviera una concepción distinta a la de la «weltauschang» dominante, quedaría expuesto al anatema de «violador de los derechos humanos». El concepto parecía calzar como un guante en la oportuna mano del mundo islámico, convertido en el nuevo enemigo de EE.UU. y la «civilización» [53]. Incluso se realizaron conferencias internacionales [54] para determinar decálogos de comportamientos humanos, fuera de los cuales, comenzaría el amplio terreno de las violaciones a derechos fundamentales. Se ha buscado así, establecer parámetros homogéneos y universales de las conductas humanas, lo cual podría llegar a constituir, vaya paradoja, una vulneración al derecho humano a la diversidad. Tales intentos han naufragado en la multiplicidad de culturas (e intereses) imperantes. [55]

El estado de Israel y el conflicto de Medio Oriente en el marco del mundo islámico

Consideramos ahora uno de los desafíos más graves y sugerentes que viene aquejando al mundo entero desde que la Asamblea General de Naciones Unidas [56] decidiera partir Palestina y crear Israel con la aquiescencia de todos los vencedores de la Segunda Guerra Mundial. No habremos de efectuar una reseña histórica sobre este conflicto sino que intentaremos aproximarnos al significado que detenta un estado particularmente singular ubicado en el punto nodal de una urdimbre de intereses geopolíticos, estratégicos, económicos y aún religiosos de todo tipo.

El estado de Israel constituye una presencia objetiva en el heartland del mundo árabe musulmán, operando cual punta de lanza atlántico-occidental de dicho espacio, labor estratégica para la cual es protegido principalmente por los Estados Unidos y su poderosísima comunidad judía. Durante el transcurso de la confrontación bipolar, Israel constituyó un claro baluarte en defensa de los intereses globales del Oeste, desplegando un conjunto de actividades que fueron desde la «contención» del «terrorismo» palestino hasta la provisión de armas e instructores para espantosos regímenes anticomunistas de América Latina, África y Asia. [57] Posteriormente, liberado el mundo de las cadenas del enfrentamiento Este-Oeste, la justicia de la causa palestina y el masivo apoyo mundial obtenido por ésta, fueron arrinconando al estado de Israel en el laberinto de perseguir una solución militar a un problema político. Pese a la presión de la opinión pública mundial, Israel ha continuado con su política de erigir el «Eretz Israel» (Gran Israel), haciendo de los Territorios Ocupados (T.O.) un inmenso solar en donde afincar colonias como metodología de expansión territorial. Dichos colonos, provistos de una mesiánica visión religiosa del Eretz Israel, constituyen el sector más reluctante a dialogar en la búsqueda de la paz y son apoyados por los vastos recursos de todo tipo que se congregan en el poderoso lobby judío-americano American Israelí Political Affairs Committee (AIPAC). [58]

No obstante la existencia de estas posturas extremas, la idea de cambiar «paz por territorios» fue abriéndose camino tanto en el interior del estado de Israel como en su importantísima diáspora. Tal factibilidad de alcanzar un acuerdo ha generado consecuencias de amplísimo espectro en el seno de la comunidad judía mundial y por cierto en el estado de Israel mismo, dividiendo a aquella y a éste entre sectores afines a acordar con los palestinos en particular y el mundo árabe en general un modus vivendi pacífico promovido por la devolución de los T.O. a sus legítimos dueños (con la aceptación del status de Jerusalén propugnado por la ONU), y sectores que rechazan completamente tales propuestas, aduciendo motivos de origen mesiánico-religioso para tan rotunda negativa. Se ha producido así una fractura transversal tanto en el interior del estado de Israel cuanto en la singular vastedad de la comunidad judía que habita en distintas y distantes regiones del orbe. Tal fractura ha alcanzado a los aparatos de seguridad israelíes y aún a sus Fuerzas Armadas [59], cual epifenómeno de la división estructural que carcome al estado de Israel mismo.[60] Tal circunstancia habrá de tener enorme gravitación en los próximos años y décadas del siglo que pisamos. Dichas consecuencias no habrán de limitarse solamente al espacio del Medio Oriente o al mundo islámico en general, sino que sus efectos se expandirán globalmente tal cual explicaremos mas adelante.

Israel es hoy un estado rodeado de vecinos hostiles y en los cuales las cicatrices de las guerras trabadas con aquel, y por sobre todo, la ocupación de Jerusalén y la Ribera occidental del Jordán, le garantizan un odio profundo de las masas árabes y musulmanas (no sólo de las palestinas), humilladas por la continua unilateralidad impuesta desde Tel Aviv. La denominada «Primavera Árabe», si bien abreva en las esperanzas defraudadas de millones de árabes, y no obstante sus disímiles expresiones, oculta sin duda un importante factor de resentimiento hacia el fracaso colectivo de la dirigencia árabe en su impotencia por poner coto al continuo uso de la fuerza de Israel contra el Pueblo palestino y demás árabes vecinos, libaneses principalmente. Y es que Israel es omnipresente en cualesquier análisis que emprendamos en relación con esta parte crucial del planeta y de la historia.

Su talón de Aquiles lo constituyen la fractura producida en su seno, tal cual quedara expuesto supra, y el enorme desequilibrio demográfico con respecto al universo hostil que le circunda (unos siete millones de judíos rodeados por una muchedumbre de más de cien millones de árabes), desbalance que tiende notablemente a incrementarse en el futuro inmediato atento a la exasperación vegetativa de la población árabe. Tan temible dato, incontrastable por lo demás, ha llevado a los importantes sectores de opinión y de poder en Israel (y fuera de él) que entienden la paz como único escape al callejón sin salida en que se encuentra su estado, a comprometerse aún más en la búsqueda de una paz real. Por el contrario, los sectores reactivos a renunciar al Eretz Israel afincan en la inocultable superioridad militar de Israel, su carta más preciada y cuasi único argumento para enfrentar el desafío. En tal sentido, el arsenal nuclear israelí es la prima donna de tal posición.[61] El inconveniente de tal postura es que la historia ha demostrado repetidamente que a posiciones rígidas suelen generalmente oponérseles conductas inflexibles.

Las tecnologías duales [62] como matrices productoras de poder

Una nueva piedra en el zapato israelí es el desarrollo nuclear que la dirigencia iraní ha iniciado a los fines de equilibrar el notorio desbalance estratégico que existe en la región como consecuencia del poderío militar del estado hebreo. En el corolario de una sideral inversión en tecnologías duales,[63] Teherán ha completado el manejo del ciclo de combustible nuclear siendo dicho programa advertido como una gravísima amenaza para Israel y sus aliados, principalmente EE.UU. y varios estados de la UE, particularmente Gran Bretaña.

El libre desarrollo y posterior disposición de tecnologías duales es una potestad que pone los pelos de punta a quienes pretenden continuar siendo los detentadores exclusivos de dicho oligopolio científico. De allí las prohibiciones, trabas y controles de todo tipo que tales poseedores erigen para mantener en sus cofres blindados la disposición de poder (o en otros términos, la administración de libertad) que tales conocimientos implican. En definitiva, lo que la República Islámica de Irán persigue lograr con su carrera nuclear es algo que ya han alcanzado algunos de los estados que le niegan tal posibilidad (entre ellos el mismo Israel, EE.UU., Gran Bretaña y Francia): disuasión [64] o lo que es lo mismo, paridad estratégica en relación con terceros para desenvolver con libertad su propia política exterior y resguardar de tal manera los intereses externos e internos que estima legítimos. Ningún estado poderoso que deba enfrentar un contencioso internacional, cualesquiera fuera éste, admitirá la posibilidad que su contraparte goce de la libertad que otorga la disuasión, ya que de lo contrario deberá negociar, no imponer. Se advierte claramente pues que la disuasión es poder y que las tecnologías duales constituyen poderosos motores de ese proceso liberador. Es ni más ni menos que lo hecho por India y replicado por Pakistán con motivo de su contencioso fronterizo por Cachemira. Es exactamente lo que persigue Corea del Norte con su notorio desarrollo nuclear y misilístico: negociar de igual a igual con USA (más que con su par de Corea del Sur) su status político y su viabilidad económica. En la actualidad, solo un puñado de estados se ha animado a asumir el desafío de alcanzar los máximos niveles de disuasión. El tiempo inmediato dirá si tales hechos son imitados por otros (¿Brasil, Turquía?).

Hacia un cambio de paradigmas en el tablero estratégico mundial

Los sectores duros del estado de Israel y del lobby sionista en EE.UU. apoyan la solución militar contra Irán antes de que el mismo logre articular su primera ojiva atómica [65]. De proceder así, seguramente no alcance con un ataque convencional para eliminar el peligro que Israel arguye existe en su contra. Tal acción dispararía una eclosión en todo el mundo, no solamente en el islámico, que pondría en serio entredicho el liderazgo norteamericano, con China y Rusia aguardando su oportunidad ante tamaño dislate.

Ahora bien ¿están dispuestos no solo los EE.UU. sino el SPM a mantener las insostenibles políticas expansivas del Eretz Israel o por el contrario, presionarán para inclinar la balanza hacia el lado de quines aceptan la política de «paz a cambio de territorios» y recién después vetar la proliferación nuclear en la región? ¿Continuará Washington apoyando una política que solo ha servido para enajenarle la aceptación de millones y millones de personas que para colmo habitan territorios repletos de petróleo? ¿No parece infinitamente más razonable para la prosecución de los intereses globales de EE.UU. y sus aliados atlánticos, poner coto a visiones mesiánicas y ultrafundamentalistas de un problema solucionable? Menos creemos que el SPM soporte un conflicto armado de imprevisibles consecuencias en una zona de elevadísima densidad y que presenta soluciones razonables.

Los fanáticos del Eretz Israel, seguramente anonadados con su propio inmenso poder (principalmente de base financiera en Nueva York y Londres; más el soporte del AIPAC y el argumento nuclear ya descripto), no advierten que en su confrontación global con China, EE.UU. no puede continuar con la hemorragia de potenciales aliados que ya consideran a los círculos dominantes de USA como escandalosamente irracionales y peligrosos. Son fuerzas que no dudarán en ponerse del lado de China o Rusia ahora que a nadie se le ocurre en su sano juicio, por relacionarse o acordar con dichos estados, se vean afectados los derechos que las gentes del orbe entienden básicos, tales los de propiedad privada o libre disposición de los bienes propios. La conformación del Eretz Israel ya es inviable. China constituye un desafío superior al convite de sostener lo insostenible.

La sutil disminución en la diatriba «antiterrorista» por parte de la Casa Blanca (en donde la «muerte» de Bin Laden aparece como muy oportuna) [66]; la inesperada y casi instantánea «Primavera árabe» [67]; el descabezamiento de las cúpulas de los servicios de inteligencia y del Pentágono [68] paralelamente a la designación de funcionarios de altísima jerarquía [69] con vocación dialoguista a la par que refractarios al lobby del AIPAC y las maniobras de cerco geopolítico ya descriptas, avalan la presunción de que nos encontremos por ante una «aproximación indirecta» para confrontar con China y mantenerla contenida.

Algunas reflexiones finales

Con la provisoriedad que hemos propugnado al inicio de este trabajo y ante una situación internacional tan altamente dinámica y cambiante amerita una reflexiva prudencia, diremos que en los próximos años (pensar en términos más largos parece descabellado) asistiremos a una disputa cada vez mayor por el manejo y control de los recursos naturales (con el agua como un bien muy preciado), confrontación en la cual los flujos energéticos (gas y petróleo) habrán de descollar por su magnitud. La puja por las soberanías alimentarias continuará ocupando el mismo nivel de importancia que el factor energía y el control de las herramientas tecnológicas será tanto o más rígido que hasta el presente.

La estructura económica continuará con la praxis que hemos descripto, manteniéndose el SPM (a través del FMI, BM, OMC y demás) en su rol de árbitro y promotor de plusvalías en el marco general de una agresiva lucha por los mercados. El proceso de acumulación seguirá impertérrito su camino. Solamente una situación de extremada gravedad (la cual hasta resulta complicado imaginar), podrá modificar tal esquema. De allí que la pobreza estructural, el hambre, las enfermedades, el desempleo y las migraciones, continuarán también su curso. Creo muy previsible en tal perspectiva, presenciar un crecimiento demográfico sostenido y un mayor impacto en perjuicio del medio ambiente global. La violencia, ora desembozada, ora más soterrada, serán los corolarios del diagrama. El narcotráfico continuará su marcha ascendente como aportante de flujos financieros al sistema a la vez que como metodología de control político-social y los fundamentalismos religiosos serán válvula de escape, a la vez que proveedores de argumentos de retaliación al SPM imperante. En tal finalidad, es casi seguro que presenciaremos resonantes (e hiperpublicitados) actos «terroristas» así como imprevistas luchas en el interior de estados «díscolos» como la terrible guerra civil que sacude a Siria.

Los estados nacionales continuarán siendo actores centrales en la arena mundial, particularmente las grandes potencias y las estructuras de integración o asociativas o confederales. Las organizaciones internacionales continuarán participando en la administración de una nueva «multilateralidad» digitada desde el SPM. La ONU aumentará sus actividades y continuará siendo caja de resonancias ambivalente de la realidad internacional; seguramente deberá efectuar reformas que reflejen los profundos cambios producidos y a producirse [70]. La Corte Penal Internacional adquirirá mayor protagonismo, probablemente al costo de transformarse definitivamente en un tribunal étnico [71], con una ley penal internacional aplicada implacablemente a individuos ubicados fuera del SPM.

El dominio del espacio ultraterrestre seguirá en manos de EE.UU., la potencia hegemónica tecnológica, al menos, atento a las significativas inversiones efectuadas por otros estados, circa 2030/40.

La confrontación USA-China, que es ya un dato central de la lucha por el poder mundial, habrá de constituirse en un futuro inmediato, en el pivote central sobre el cual habrán de girar los sistemas de alianzas de las relaciones internacionales. Existen argumentos tanto a favor de sostener la hipótesis que dicha confrontación será de maneras pacíficas como en contra de la misma. Confiemos en que EE.UU. acepte el convite en paz. El SPM influirá para ello; no le conviene en absoluto que su orden mundial se desmadre en una guerra termonuclear.

Europa proseguirá con su declinante estrella y perderá protagonismo internacional a manos de la Cuenca del Pacífico y el timonel asiático. Los cambios y transmutaciones culturales, no solamente económicas, serán de enorme magnitud y de alcance global. América Latina seguirá al Brasil si quiere ser [72]. África continuará como proveedor de materias primas esenciales y recursos de todo tipo, con muy pocas oportunidades de articular un proyecto común, dividida y debilitada por sus desencuentros étnicos, religiosos y tribales.[73]

Lo que suceda con y dentro mismo del estado de Israel y la poderosa comunidad financiera internacional a él vinculada, revestirá una importancia fundamental no solo para el Medio Oriente sino para el resto del mundo. Allí se decidirán, en no mucho tiempo más, cursos de acción de dimensiones globales.

Queda pues planteado el tema y ofrecida la invitación intelectual a «pensar» el mundo, nuestra casa común, desde nuestro propio ser y nuestros propios intereses, en este joven y fascinante siglo que transitamos plagado de desafíos, peligros y oportunidades. Espero haber podido contribuir a ello.

Agradezco muy especialmente a la Directora del Máster, Profesora Dra. Milagros Otero Parga, la generosa ocasión que me brindara de compartir mis ideas y reflexiones con tan distinguidos colegas.

Notas:

[2] Heidegger, Martin, Lógica-La pregunta por la Verdad, Alianza Editorial, Madrid, 2004.

[3] Confróntese al respecto toda la obra de Carl Schmitt, particularmente Teología Política y Teoría de la Constitución, como así también el original pensamiento de Donoso Cortés o más contemporáneamente a Samuel Huntington.

[4] Adviértase sino la actuación del Consejo de Seguridad de la ONU, el cual procede como órgano oligárquico de la Sociedad Internacional y en absoluto como un ente promotor «de la paz y la seguridad internacionales» tal cual le constriñe la Carta de San Francisco. Es el caso típico y paradigmático del acuerdo de un puñado de estados (y de intereses específicos) para cogestionar en común -en la medida que dichos intereses coincidan- sus decisiones, impuestas al resto de la comunidad internacional.

[5] Tomo este concepto del sociólogo y economista egipcio Samir Amín, respecto de cuya obra recomiendo vivamente su atenta lectura y consideración.

[6] Ambas estadísticas de la UNESCO, 2009.

[7] Nótese que empleamos el término «transnacional» en vez del más común «multinacional» atento a que más que las múltiples filiales que posea una GCT en otros tantos estados, lo que le otorga su tono y densidad es precisamente el carácter «transnacional» del emporio, esto es, su calidad de estar «más allá» o «por encima» de las naciones o estados. General Dynamics o Unilever por citar algunas, invisten un poder muchísimo más importante que la práctica totalidad de los estados en los cuales operan. Su capital es sustancialmente mayor que el PBI de los estados en los cuales se afincan. Ni hablar de los bancos. Tal el poder de las modernas GCT.

[8] Estados Unidos de América es el primer deudor del mundo. Si bien la composición y origen de dicha deuda es distinta a la del otrora denominado «Tercer Mundo», el dato sirve para tener una dimensión de la labilidad en la cual se halla asentado el sistema económico mundial, leucémico por la supremacía de una economía especulativa por sobre la economía productiva.

[9] Expresado teórica y prácticamente en el denominado «neoliberalismo».

[10] Para un sistema que ha engendrado el colonialismo, el tráfico de esclavos y la carrera de armamentos entre otros agrios frutos, no debería sorprendernos que acoja en sus brazos al comercio mundial de drogas prohibidas.

[11] El narcotráfico se erige así en singular vector político de naturaleza binaria: generador de una inmensa masa dineraria sostenedora del sistema y valiosísima fuente de control político en las franjas más jóvenes (y potencialmente más peligrosas e inestables) de las sociedades.

[12] No otra cosa constituyen la UE, el MERCOSUR, la CELAC o la CEI con Moscú como centro articulador.

[13] Que tal como queda dicho, expresan su poder en no pocos casos mediante las sinergias confederales y estructuras regionales referidas supra.

[14] De allí que consideremos a la corrupción estructural anidada en un estado más como un fenómeno político que como uno delictivo. Para el caso, las similitudes (y complicidades) con el narcotráfico son evidentes.

[15] La disputa por los puestos laborales, en ocasiones feroz ya que la escasez de aquellos se replica en los estados a los cuales afluye la mano de obra desocupada, se expresa como reacción y en no pocas ocasiones, mediante el intolerante rostro del racismo. Es una de las explicaciones al crecimiento y persistencia del Front National de la familia Le Pen en Francia.

[16] Las sociedades con razonables standares de justicia social, educación y salud, generan crecimientos vegetativos negativos. Tal parece la más razonable metodología para contener naturalmente la explosión demográfica.

[17] Anualmente mueren por causa del hambre en el orbe unas 40 millones de personas, cantidad similar a la producida en la mayor conflagración bélica de la historia que duró casi seis años (1939-1945).

[18] La guerra de los Grandes Lagos en África Central entre las etnias tutsis y hutus, acaecida en la última década del siglo pasado, produjo en tres años unos cuatro millones de muertos, sin que tal catástrofe haya propiciado intervención «humanitaria» alguna.

[19] Anualmente mueren por malaria en el mundo unas tres millones de personas, enfermedad fácilmente evitable con sencillas campañas de salud de relativo bajo coste.

[20] Con sus viejas disputas fronterizas con Rusia (río Ussuri) y la India, su problema intestino con el Tibet, la presencia estadounidense en Afganistán, Pakistán y las islas Aleutianas, la rusa en las Kuriles así como con su flota del Pacifico en Vladivostok, el archipiélago japonés cual barrera hacia el Océano Pacifico, Taiwán reclamada por Beijing pero protegida por USA, y Corea del Sur penetrando con su península en el Mar Amarillo, se comprenderá que en cierta medida los chinos se sientan asfixiados geopolíticamente. En tal frecuencia debe entenderse la botadura de su primer portaaviones en el año 2012 cual una modalidad efectiva de proyectar poder marítimo. Como comparación, USA detenta más de veinte portaaviones nucleares que surcan todos los mares del globo.

[21] La participación china en explotaciones minerales y petroleras en África alcanza ya dimensiones de gran magnitud. Por detrás del conflicto armado de Darfur, se encuentra una sorda disputa petrolera entre USA y China. En Turkmenistán, capitales chinos han construido el ferrocarril de alta velocidad que une los dos estados. Asimismo en Latinoamérica, China está adquiriendo gigantescas extensiones de tierras y capitales e ingenieros chinos habrán de aportar su dinero y técnica para horadar Nicaragua y construir un nuevo canal interoceánico, el cual estará finalizado en los próximos 15 años y superará con creces al Canal de Panamá. Adviértase el desafío que tal ingenio supone para la hegemonía norteamericana en su «patio trasero».

[22] Lo cual no ha impedido ciertas situaciones de tensión como las ocurridas con determinados vuelos de incursión estadounidenses sobre su espacio aéreo, las disputas insulares con el Japón, el status de Taiwán y Corea del Norte y el apoyo de Washington a la disidencia china.

[23] La brutal actuación de USA, UK y Francia en la cuestión Libia en el año 2011 fue una demostración, entre otras cosas, de la decisión de dichas potencias occidentales de frenar y advertir a Beijing respecto de su rol africano.

[24] Parece razonable que Washington (y Nueva York) habrán de sentirse tentados a contenerse en relación con los chinos si saben que su propia economía depende de que los bonistas orientales puedan dormir tranquilos. Cosas de la «interdependencia» económica y de la arquitectura de la «globalización financiera» en curso.

[25] Creemos con Heidegger que el hombre no es un sujeto arrojado al cosmos despojado de toda vinculación con su ámbito geográfico, cultural e histórico. Por el contrario, entendemos que el hombre se ubica, se «sitúa» en un lugar y en un tiempo concretos (dassein-ser ahí). De allí que carezca de sentido práctico hablar del «hombre universal».

[26] En una rediviva reedición del principio «Drang nach den Osten» del general-filósofo Karl Haushofer.

[27] Adviértase sino la escasa cantidad de bases y facilidades portuarias en el exterior que la flota soviética posee en la actualidad comparada con el número que exhibía en la era soviética. Hoy les queda la base de Tartus en Siria (al menos por ahora atento a la volatilidad de la situación en ese país) y muy pocos puntos de aprovisionamiento más.

[28] Sistema armamentístico que se pretende establecer en dichos estados con la excusa de la amenaza de vectores iraníes, cuando en realidad de lo que trata la OTAN es tornar ineficaz la disuasión rusa de sus misiles de alcance intermedio dirigidos a Europa Occidental.

[29] Según un reciente estudio del Instituto para la Paz de Estocolmo, EE.UU. gasta anualmente 700 mil millones de u$s, seguido por China con 170 mil millones y Rusia con 54 mil millones. Adviértanse las significativas diferencias. Brasil es el cuarto mayor presupuesto en la actualidad con 35 mil millones. Los gastos militares son esenciales para medir el grado de proyección de poder que un Estado se proponga efectuar en un futuro inmediato y la voluntad política dispuesta a tales fines. Los gastos en educación y cultura (quede claro que entendemos a la tecnología como un epifenómeno de la cultura de un conjunto humano específico), también constituyen un reflejo de aquella voluntad colectiva de ser de un pueblo.

[30] De allí las voluminosas compras de granos que efectúan la India y China como masa nutricional para su población, y cuya sideral demanda ha incrementado notablemente los precios de los commodities, viéndose notoriamente beneficiados los grandes productores de alimentos como Brasil, la Argentina, Australia y Canadá.

[31] La expresa decisión brasileña de defender su Amazonia contra aquellos intentos por convertirla en un espacio internacionalizado «de la humanidad» han sido contundentes. No solo que ha precisado en su doctrina militar que tales intenciones constituyen «casus belli» para Brasil, sino que allí, en la defensa de su espacio territorial y marítimo (en donde yacen los inmensos recursos naturales que posee, incluyendo el petróleo off-shore), debe rastrearse la enorme inversión en defensa a la cual aludiéramos supra.

[32] No olvidemos que Brasil es la única de las potencias hasta ahora consideradas que no posee armamento atómico.

[33] Más ácido aún es Oswald Spengler quien llegó a manifestar en La decadencia de Occidente que «la voz ‘Europa’ debiera borrarse de la Historia. No existe el tipo histórico del ‘europeo’… ‘Europa’ es un mero sonido que no justifica nada».

[34] Y que ha servido como modelo a los distintos procesos de integración y regionalización ensayados en diversas partes del mundo. El Mercosur constituye un ente cuyas similitudes con el proceso europeo (particularmente en la etapa de la CEE) resultan evidentes.

[35] Resulta imposible en un trabajo de las características del presente, agotar este tema (como tantos otros). Simplemente pretendemos aportar algunos instrumentos básicos para disparar la discusión y reflexión posteriores.

[36] Facilitada enormemente la misma por las carencias estaduales a las que hemos aludido.

[37] Competidores industriales norteamericanos, japoneses y/o chinos por citar un ejemplo.

[38] Se trata de una íntima y añeja vinculación asociativa estratégica que no implica la inexistencia de profundas divergencias en algunos asuntos concretos del tablero mundial. Así por ejemplo, a una idéntica colimación en lo atinente a la situación en Medio Oriente se contrapone una visión sustancialmente distinta en lo referido a América Latina. Aquella relación profunda abreva asimismo en las múltiples foundations, universidades, centros académicos, think tanks y logias centenarias que expresan y retroalimentan la alianza. Su idéntica apoyatura al Estado de Israel constituye cabal demostración de dicha comunidad de intereses.

[39] Cobran relevancia y vigencia una vez más, los motivos que sustentaban la marcada reluctancia de De Gaulle a permitir el ingreso de Gran Bretaña al espacio europeo continental por entonces en gestación. Por estos días el primer ministro Cameron ha propuesto un referéndum a efectuarse en 2017 para que los ciudadanos británicos acepten o rechacen la continuidad de Gran Bretaña en la UE.

[40] Existen sobrados ejemplos que van desde la solidaridad francesa durante la crisis de los misiles en 1963, pasando por su actuación en la invasión a Irak en 1991 y su reciente participación en Libia, hasta la actual «guerra contra el terrorismo» desplegada en Mali.

[41] Si bien el personaje puede aparecer como grotesco (y tal vez no falten múltiples razones para ello), el ex premier italiano expresa un plexo estratégico interesante. Este outsider del sistema económico imperante, conoce el valor de la cuenca mediterránea, propugna una relación asociativa especial con Putin y el mundo árabe y propone para Europa una política común exterior y de defensa.

[42] Es la denominada «force de frappe» (fuerza de golpe o detención) que se ordena en un conjunto de submarinos atómicos dotados de misiles nucleares y en la posesión del misil tierra-tierra Hades con un alcance máximo de 600 km., radio en el cual se encuentra…Alemania.

[43] La experiencia del nazismo pesa como una lápida para Alemania, cuya sociedad todavía en grandes, aunque en decrecientes segmentos, posee un sentimiento de culpabilidad que es hábilmente empleado, tanto por sectores internos cuanto externos para debilitar la repotenciación general alemana, vinculándose cualquier atisbo de ella con los fantasmas del pasado. Es una clara demostración de cómo puede operar una determinada versión de la historia con una finalidad estratégica actual.

[44] En tal sentido destacan Grecia, España y otros estados más de la UE, estragados por la especulación financiera, particularmente en su versión inmobiliaria.

[45] Téngase presente que ha sido Carl Schmitt quien ha enseñado que toda política «es la vertebración de una enemistad».

[46] Ello al margen que Saddam, actuando como un obediente peón, atacara en 1980 a la República Islámica de Irán, la cual expulsara a los intereses anglo-estadounidenses del país, situación que persiste a la fecha.

[47] Precedida por las extrañísimas explosiones de Buenos Aires que tuvieron por blanco a la Embajada de Israel (1992) y a la sede de la mutual judía AMIA (1994), a la fecha sin resolución ni culpables. Estudiar y considerar científicamente el proceder de los servicios de inteligencia que pululan por todos los rincones del planeta así como analizar epistemológicamente los devastadores ataques ocurridos en los más distantes extremos del orbe (los ya referidos en Buenos Aires, la embajada USA en Dar Es Salam, los atentados en Atocha, Londres, Burgas, etc.), merecerían un seminario de estudio específico, para el cual ninguna universidad parece estar interesado.

[48] Hecho político-militar que persigue concretar tres objetivos estratégicos: desplazar del gobierno del país a un grupo hostil a USA y sus aliados; interrumpir y/o controlar los grandes gasoductos que atraviesan territorio afgano y pavimentar el cerco geopolítico de China/Irán. Tómese un mapa, sea analizado el mismo detenidamente y se verá.

[49] Decenas de normas restrictivas de derechos fundamentales de los ciudadanos americanos fueron dictadas por el Capitolio inmediatamente después del ataque, absolutamente impensables en la víspera del 11-S.

[50] Precisa el sólido pensador germano Josef Pieper, que siendo todos los derechos «humanos», parece más apropiado hablar de «derechos fundamentales» de la persona humana, cual una jerarquía de derechos, considerando la expresión «derechos humanos» confusa y ambigua.

[51] A tenor de su Asesor de Seguridad Nacional, Zbgniew Brzezinski, sólido intelectual, quien de consuno con su compatriota Karol Wojtyla (Juan Pablo II) y ya con Ronald Reagan en la presidencia de los EE.UU., socavaron la URSS mediante hábiles maniobras e ingentes recursos, entre ellos la formación del sindicato polaco Solidaridad y la insoportable -para la URSS- carrera armamentista desatada por la Iniciativa de Defensa Estratégica (IDE) norteamericana. Recomiendo vivamente la lectura de la obra de Brzezinski, «Between two ages» ¡escrita en 1973!

[52] Expresadas en lo que se conoce como «derecho de intervención» o «humanismo militar», excusas semánticas esgrimidas para intentar difuminar intervenciones armadas lisas y llanas.

[53] Eso no ha impedido en absoluto que los EE.UU. tengan una relación privilegiada con las casas reales árabes, particularmente la saudita, protectora de los lugares más sagrados del Islam como La Meca y Medina. Recordemos que en Arabia Saudita, las mujeres no sólo no pueden votar sino que en ocasiones, sus limitaciones son hasta agraviantes para la cosmovisión occidental (desde la prohibición de conducir vehículos hasta obliteraciones de todo tipo de los derechos civiles considerados «occidentalmente»). Washington jamás ha reclamado por los «derechos humanos» de las mujeres sauditas, demostrando, una vez más, que los intereses estratégicos se hallan por encima de sus cacareados y muy promocionados «derechos humanos».

[54] Por ejemplo en Viena, en donde las delegaciones discutieron sobre temas tan variados como la estructura familiar, los derechos de las mujeres, la actuación de la prensa, las opciones sexuales, la libertad de expresión, los parámetros laborales, las creencias religiosas, etc., sin llegar a acuerdos en muchísimos de los asuntos considerados. Y es que no resulta fácil establecer un corpus de conducta homogéneo entre las diferentes culturas que precisamente por ser distintas, enriquecen la existencia humana. Es en la diversidad en donde encontramos la riqueza del hombre, no en su regimentación.

[55] Repárese, por citar un caso, en el régimen laboral vigente en China, clave de bóveda de su competitividad y eje de su fabulosa expansión económica, sostenido en una jornada de trabajo a destajo por un salario exiguo. Compárese con la seguridad social y los derechos laborales del Occidente industrial y se tendrá una perspectiva del problema. China se encuentra en su etapa de acumulación primaria y no renunciará a ella por más que sea acusada de violar «derechos humanos» esenciales. Contesta al Occidente progresista que éste ya efectuó su acumulación primitiva mediante las plusvalías producidas con el tráfico de esclavos y el colonialismo. Como se verá, el asunto no es nada sencillo.

[56] Resolución de la AG nro.181 de 1947.

[57] Tales provisiones abarcaron desde instructores contrainsurgentes para Guatemala, El Salvador y armas de todo tipo para la dictadura cívico-militar de Argentina, pasando por idéntica provisión a distintos tiranos africanos (el Zaire de Mobutu por citar uno) y asiáticos como Suharto en Indonesia, todos furiosamente anticomunistas.

[58] El recientemente designado secretario de Defensa norteamericano (nada menos), senador Hagel, ha dicho que aproximadamente 170 representantes del Capitolio forman parte del AIPAC, así como también ha manifestado su rechazo a las presiones efectuadas a los legisladores de la Unión por el lobby judío. A confesión de parte, relevo de pruebas.

[59] No puede explicarse de otra manera el magnicidio del Primer Ministro de Israel, general Yitzhak Rabin, por un colono extremista en momentos en que Rabin apoyaba sin ambages la opción «Paz por territorios».

[60] En una estructura estadual tan disciplinada y regimentada de un estado en guerra permanente como lo es Israel, la fractura de sus aparatos de seguridad y defensa, expresan necesariamente la división subyacente en el conjunto de la sociedad (y en su representación orgánica) a la cual aquellas estructuras armadas deben proporcionar seguridad y defensa.

[61] Dotado con unas 300 cabezas nucleares así como con sus correspondientes vectores balísticos, Israel jamás ha admitido control internacional alguno sobre su parque atómico. Su misil Jericó III posee un radio de acción que sitúa a ciudades como Moscú, Nápoles o Varsovia al alcance de sus iras. El Jericó II puede alcanzar El Cairo, Teherán o Bagdad. Ingenuamente podríamos preguntarnos ¿para qué querría Tel Aviv poder llegar más allá que sus propios posibles enemigos? La sola pregunta indica una absoluta incomprensión del sentido y praxis de la disuasión nuclear.

[62] Se denominan así a los desarrollos tecnológicos que pueden ser aplicados ambivalentemente tanto para el progreso pacífico cuanto para los ingenios bélicos. No sólo la industria atómica sino algunas ramas especiales de la metalurgia, combustibles sólidos, propulsores, misilística, informática, etc. pueden ser atrapadas en este concepto.

[63] Con gran astucia, Irán supo absorber toda la materia gris que quedó al garete como consecuencia de la implosión del mundo soviético. Fueron así centenas los expertos de la anterior URSS contratados por Teherán y que formaron a su vez, los cuadros científicos iraníes que han logrado completar el ciclo del combustible nuclear, entre otros dominios científicos.

[64] El general Beaufre, teórico contemporáneo de la disuasión nuclear, enseña que la posesión de herramientas atómicas no persigue «ganar» la guerra sino por el contrario «evitarla». Es el caso teórico de un pequeño estado dotado nuclearmente, quien puesto a negociar con un coloso atómico, hará mucho más fácil la negociación atento a que el coloso, no obstante su segura victoria en caso de optar por la solución armada, seguramente no aceptará las enormes pérdidas que las pequeñas agujas de su contrincante habrán de propinarle en sus centros vitales. Y es que de nada sirve un coloso ciego, por cierto.

[65] Irán insiste públicamente y ha reiterado en numerosas ocasiones que su programa nuclear solamente tiene fines pacíficos.

[66] Nunca nos ha convencido el esquema «Bin Laden/Al Qaeda». Ya hemos dicho lo sugestivamente funcional que ha significado para los EE.UU y los poderes que le orbitan, la existencia de esta fantasmagórica red. No podemos obviar en este interrogante, la conocida vinculación empresarial a través del holding Carlyle Group, entre la tejana familia Bush y la saudita Bin Laden desde los lejanos tiempos de la invasión soviética a Afganistán. Incluso la singular «muerte» de Bin Laden en la aldea de Abothabad en Pakistán nos merece fundadas sospechas.

[67] A la cual nos hemos referido sucintamente supra.

[68] Resulta absurdo aceptar bovinamente que el anterior titular de la CIA, el multi-laureado general Petraeus así como un general jefe del Pentágono, fueron abruptamente cesados del vértice del poder yankee por una aventura de faldas. Se trató de uno de los típicos golpes de timón de estilo anglosajón, al oponerse dichos mandos a la estrategia diseñada en relación con Israel y China, no de una objeción de tipo «moral».

[69] En las personas de John Kerry como secretario de Estado y el ya aludido senador Hagel como nuevo jefe del Pentágono, claramente partidarios del diálogo con Irán y con el mundo islámico en general.

[70] De hacerse realidad dichas reformas, lo serán seguramente en la composición del Consejo de Seguridad, ampliando el número de miembros permanentes con poder de veto (India? Brasil? Japón? Alemania?).

[71] A la fecha, la CPI ha tomado participación en relación con unos 30 imputados involucrados en menos de diez situaciones. En todos los casos, los encartados son gentes de raza negra o árabes, en relación con hechos acaecidos todos en el continente africano. A tenor de la actuación concreta de la CPI, los blancos y amarillos parece que no cometen crímenes internacionales. No puedo menos que resaltar la importancia que tendría una CPI que actuara con libertad y auténtico sentido de Justicia. Ojalá me equivoque en este como en tantos otros puntos.

[72] Quizás el único camino que la quede a la América española por transitar, con la probabilidad cierta de convertirse en un polo de poder a tener en cuenta por el SPM más allá del rol de proveedor de materias que aquel le ha asignado, sea el de conformar una Confederación de Estados Indoiberoamericanos, integrando al Brasil en una sinergia integracionista igualitaria. El Mercosur y la Celac son camino, no destino.

[73] Tal vez Sudáfrica (y ello hasta cierto punto) parecería tener posibilidades distintas al resto del continente.

Marcelo Touriño elaboró este trabajo para la Maestria de RR. II. de la Universidad mexicana de Jalapa, Veracruz en el pasado mes de enero.

Fuente: http://www.dossiergeopolitico.com/2013/03/las-relaciones-internacionales-en-el-siglo-xxi-1.html