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Los cuervos y los buitres de Emir Sader

Fuentes: Rebelión

Introducción El sociólogo brasileño Emir Sader en un artículo aparecido en Alai (1), escribe lo siguiente: «Notaron que hay gente, que se dice de izquierda, pero que sólo aparece para criticar a gente de izquierda. Nunca contra la derecha, sea lo que sea que ésta haga. Son especialistas en lanzar gasolina en cualquier fueguito dentro […]

Introducción

El sociólogo brasileño Emir Sader en un artículo aparecido en Alai (1), escribe lo siguiente: «Notaron que hay gente, que se dice de izquierda, pero que sólo aparece para criticar a gente de izquierda. Nunca contra la derecha, sea lo que sea que ésta haga. Son especialistas en lanzar gasolina en cualquier fueguito dentro de la izquierda… Son excelentes para hacer balances de derrotas, pero nunca saben proponer alternativas y nunca consiguen dirigir proceso alguno. Son siempre críticos. Especies de buitres, especialistas en carroña. Cuervos, que auguran siempre catástrofes. No da para tener respeto por alguien que se dice de izquierda, pero no está en todas las paradas de la lucha contra la derecha. Ahí se quedan quietos, acechando para atacar a la izquierda, sea porque no es suficientemente radical, sea porque no derrotó de forma radical y definitiva a la derecha. Ellos mismos, no son capaces de afectar el poder de la derecha, ni están centralmente preocupados con eso, les importa sobre todo las «traiciones» de la izquierda».

En este artículo, en un primer momento, nos proponemos tratar de detectar los motivos que pudieron suscitar ese ataque en regla de Emir Sader contra la izquierda crítica. Para, en un segundo momento, tratar -en reacción a lo expresado por él- de encontrar las causas reales que, en su movimiento y según nuestro análisis, habrían motivado las críticas de la izquierda crítica hacia la izquierda en el poder.

Emir Sader y su crítica de la izquierda crítica

Digamos que, frente a la crítica de la izquierda crítica, Emir Sader cae en una especie de contradicción. La cual va, desde proponer que las divergencias existentes en el seno de la izquierda sean tratadas de una forma racional, hasta concretizar, en el mismo impulso, un ataque en regla contra la primera.

En su forma racional, Emir Sader plantea que las contradicciones existentes deberían tratarse en «un frente único (para impulsar) lo que hay de común, comenzando por la lucha contra la derecha. Y criticar aquello en que hay divergencias». Lo cuestionable de esa posición (en apariencia abierta, tolerante) es que Emir Sader antes había planteado, como se ha anotado más arriba, que él no ve en la izquierda crítica otra cosa que: «Especies de buitres, especialistas en carroña. Cuervos, que auguran siempre catástrofes». Y que ante las paradas de la lucha contra la derecha «se quedan quietos, acechando para atacar a la izquierda, sea porque no es suficientemente radical, sea porque no derrotó de forma radical y definitiva a la derecha» (1).

De lo expuesto deducimos que, para el autor, si ante las proposiciones y actuaciones de la izquierda en el poder, la crítica de la izquierda crítica fuera leal, bien encuadrada, eso estaría bien. Pero si, al contrario de lo esperado, ella opta por cuestionarla, esto, a los ojos de Emir Sader, es completamente anormal, injustificable. Ya que, de hecho, esa izquierda -consciente o inconscientemente- le estaría haciendo el juego a la reacción regional. Puesto que, frente a ella, y esto, Emir Sader lo repite una y otra vez, esa izquierda guarda un silencio sospechoso.

Y lo dramático del caso sería que, la izquierda en el poder, además de enfrentar a una derecha astuta, egoísta, hipócrita, sin alma, tiene al mismo tiempo que lidiar con ese tipo de izquierda: siempre al acecho del más mínimo error, del más mínimo fuego, para crear incendios. ¿Cómo entonces una tal izquierda -cegada con sus purismos, sus rencores, sus gustos por la carroña y siempre presagiando malos agüeros- puede ver, celebrar, entre otras tantas realizaciones, las nacionalizaciones hechas por Evo; la política independiente en el plano internacional de Lula; etc.?

La izquierda en el poder, gracias al artículo de Emir Sader, nos da entonces la imagen como de estar guiada por verdaderos capitanes políticos que, como grandes timoneles, guían, con sus reformas, la nave latino-americana hacia un nuevo horizonte. Y esto, a pesar de las tormentas provocadas por la derecha y la crítica de la izquierda crítica. ¿Significa esto entonces que Emir Sader plantea, en términos correctos, las causas que motivan las divergencias en el seno de la izquierda regional o existe algo más profundo que las motivan?

Las críticas de la izquierda crítica

Nuestro análisis nos lleva a observar que, lo que Emir Sader celebra como los grandes logros de la izquierda en el poder, como las reformas citadas de Evo y Lula, son las que la izquierda crítica ve con cierto recelo. Y esto, como producto de una vivencia, de un sentimiento que se experimenta como insatisfacción, como desconcierto. Aspectos que, encontramos, tendrían su origen en el hecho, que la izquierda en el poder, con su reformismo, se refleja como algo inconstante, inconcluso. Como algo que se mueve entre un si y un no ya que habría tomado el gusto por el equilibrismo.

Equilibrismo dado que, según la izquierda crítica, la izquierda en el poder, ante los problemas cruciales de pobreza, exclusión social y otros tantos arcaísmos profundos, habría optado por una vía que, en los hechos, habría renunciado a transformar las causas estructurales que las provocan. Lo que hace, que esa izquierda en el poder se mueva cautelosamente, como intentado siempre, equilibrar intereses que por naturaleza son opuestos.

Se trataría, entonces, ahí de un reformismo que da la impresión de dar vueltas y más vueltas, es decir, sensaciones de cambio, pero que no avanza, en términos reales, de manera positiva. Y con ello, la izquierda en el poder no haría otra cosa que promover: un cambio en la continuidad; que, en la región, concretamente, significa continuar reproduciendo el desarrollo del sub-desarrollo. Los efectos negativos de una tal orientación, James Petras, los expone en la forma siguiente:

«Acabada la mejor parte de la década actual, los mercados de valores latinoamericanos han vivido una expansión. Los inversores extranjeros han recogido y repatriado a sus países de origen miles de millones de dividendos, beneficios e intereses. Las corporaciones multinacionales se han metido en la minería, el sector agrario y otros afines, sin trabas y prácticamente sin que las diferentes regiones les hayan exigido realizar «transferencias de tecnología» ni impuesto limitaciones medioambientales. Los gobiernos latinoamericanos han acumulado unas reservas de divisas extranjeras sin precedentes para garantizar que los inversores extranjeros gocen de acceso ilimitado a monedas fuertes para remitir las ganancias. La década ha sido testigo de una desmovilización sin precedentes de movimientos sociales radicales. Los gobiernos han brindado protección política y social a inversores nacionales y extranjeros, así como garantías a largo plazo del derecho a la propiedad privada.

…La abundancia de datos basados en entrevistas de campo extensas, los estudios estadísticos publicados por organismos de desarrollo internacional, los informes de consultoras, empresas y bancos de inversión y los debates con dirigentes de movimientos sociales independientes aportan documentación sobrada para mantener que América Latina ha tomado múltiples caminos hacia el capitalismo del siglo XXI, y no al socialismo ni a nada que se le parezca».

En cuanto al modelo de «desarrollo» vigente, un economista de la CEPAL (4) perece corroborar lo expuesto por Petras así:

«…La buena noticia es que nos estamos conectando de manera cada vez más intensa con el motor de la economía mundial del siglo XXI (es decir China). La mala es que lo estamos haciendo con un modelo exportador similar al del siglo XIX».

Constatamos entonces que el modelo de desarrollo vigente en la región, no hace otra cosa que perennizar un estado que, hace ya un tiempo, en un libro, fue denunciado por Eduardo Galeano bajo el título de: Las venas abiertas de América Latina. La diferencia es que ahora ese despojo se realiza bajo el manto del progresismo. El cual no parece ser otra cosa que un cambio de «polo de desarrollo», es decir: el de pasar de Washington a Pekín, como antes se hizo -en el periodo de las independencias- de Sevilla a Londres. Fundando con ello, progresivamente, una nueva especie de centro-periferia.

Si la izquierda en el poder ha privilegiado un modelo de desarrollo que impacta a la región en la dirección antes señalada, entonces: ¿Cómo podríamos definir el tipo de poder que ella ha fundado? Nos parece que es Gramsci, quien nos da la pista para precisar una respuesta. Y esto, luego que él explica que existe un tipo de poder en donde la forma de la dominación cambia, pero no su contenido. Creemos que Frei Betto (2) aclara, con su posición crítica frente al reformismo brasileño, la forma en que ese tipo de dominación se ha concretizado en ese país. Y esto, luego que él se expresa en la forma siguiente:

«No basta, sostiene Frei Betto, con promover la distribución de la renta y con facilitar el consumo entre los más pobres. (Sino que) es necesario, reivindica el autor, erradicar las causas de la pobreza, lo que significa enfrentar (el subrayado es nuestro) las estructuras arcaicas que todavía perduran en nuestro país, como la agraria, la política, la tributaria y los sistemas de educación y de salud».

Evaluamos que la estructura de la citación revela claramente una forma de dominación que, digamos, ya no se reproduce en los términos brutales de antes, dado que, en Brasil, existe ahora un poder que dice si a un cierto tipo de reformismo. Pero que, al mismo tiempo, ante «las estructuras arcaicas que todavía perduran», ese poder se muestra cauto, reflejando con ello una especie de pacto, en donde, todo parecería indicar que las reformas, el status quo dominante las tolera, en la medida en que estas no obstaculicen la tradicional forma de acumulación de riqueza. Sería así, como en Brasil, con su reformismo, la forma de la dominación habría cambiado, pero no su contenido. Bajo esas condiciones, es, entonces, completamente normal, que Perry Anderson observe que:

«Lejos de ser una amenaza para los propietarios, el Gobierno [de Luis Inácio Lula da Silva (2003-2010)] los ha favorecido mucho». Según él, «el capitalismo no tuvo jamás tanta prosperidad como bajo Lula. Los círculos financieros y los industriales brasileros se cuentan dentro de los sostenedores del gobierno de Lula. La bolsa brasileña superó a todas las demás plazas del mundo. Las subvenciones vertidas en el marco del programa «Bolsa Familia» no representan sino el 0,5% del PIB, mientras que los intereses de la deuda pública se incrementaron del 6% al 7%, y los impuestos se estancaron o disminuyeron». Como otros países ubicados a la izquierda, el subrayado es nuestro, Brasil no ha realizado verdaderamente una transformación estructural susceptible de erradicar las causas de la pobreza y las desigualdades: el mejoramiento de las condiciones de vida sigue siendo frágil, puesto que se basa en programas gubernamentales que podrían ser suspendidos -incluso suprimidos-, como consecuencia de un cambio de gobierno o de un plan de austeridad «impuesto» por una recesión económica… Por otra parte, la palabra «privatización», prohibida por la Administración de Lula, reaparece en el discurso de su sucesora, Dilma Roussef» (5).

Fundados en lo que antecede, vemos entonces como Brasil, como otros países ubicados a la izquierda, según nos lo relata el autor, no han realizado reformas estructurales susceptibles de erradicar, de manera permanente, las causas de la pobreza y las desigualdades en la región. Lo que indicaría que la izquierda en el poder, frente a las estructuras del poder económico dominante, con su reformismo, optó por pactar en lugar de enfrentar -en la línea propuesta por Frei Betto- las estructuras arcaicas que lo sostienen. Reformismo que se nos presenta entonces, como más de forma que de contenido y que, hoy como ayer, continúa fomentando que la riqueza siga acumulándose más y más en un polo mientras que, en el otro, más y más la pobreza. Y sería así, como ese tipo de reformismo el que, por sus impactos negativos, como los descritos por los autores antes citados, habría suscitado su propia negación; la cual, según nuestro análisis, habría tomado forma y contenido en la crítica de la izquierda crítica. Volviendo al tema de los cuervos y los buitres Y volviendo al tema de los cuervos y los buitres, nos parece que él nos envía a algo así, como a un juego de espejos. En donde lo que vemos dependería de lo que queremos percibir, en función de lo que queremos justificar, para así, bajo diferentes argumentos, legitimar o deslegitimar. Se trataría entonces aquí, digámoslo de una vez por todas, de una lucha por la hegemonía de los procesos políticos en marcha en la región. Disputas de tendencias, en donde, es evidente que Emir Sader, con su artículo, busca activamente legitimar a la izquierda en el poder, lo cual pasa, inevitablemente, en las luchas de tendencias, por deslegitimar al adversario político. En el ámbito de lo político, nos parece que esto es la regla y, por lo tanto, ineludible.

Para nosotros, lo cuestionable del artículo de Emir Sader, Cuervos y buitres, es que él plantea esa lucha de tendencias, como algo que tendría su origen, en las malas intenciones, en las perversidades de la izquierda crítica. Con nuestro trabajo, tratamos de salir de ese reduccionismo para llevar la discusión a lo que nosotros consideramos serían los móviles reales que la impulsa. En el plano económico veíamos que la crítica de la izquierda crítica, como en el caso de James Petras, iba más allá del velo progresista de la izquierda en el poder, para situarnos en una posición concreta, desde la cual, él plantea que la América Latina no se dirige al socialismo, ni a nada que se le parezca sino que hacia un capitalismo del siglo XXI. Y que esto, nos llevaba al dramático caso, de insertarnos, progresivamente, al siglo XXI con un modelo económico del siglo XIX, como lo señala, el economista de la CEPAL citado. Pasemos entonces del plano económico, al plano de lo político, es decir, al nivel de la izquierda en el poder y sus prácticas, y, con testimonios sobre Brasil y Bolivia, evaluemos si la región cambia o simplemente reproduce más de lo mismo. En el caso de Brasil y de su experiencia política con la izquierda en el poder, Frei Betto testimonia como sigue: «Lamento que los dirigentes del PT (es decir del Partido de los Trabajadores de Brasil con tres periodos consecutivos en el poder) hoy sean consultores de los dueños del dinero. Viajando por Brasil no encuentro a esos dirigentes siendo consultores de los movimientos sociales», dijo Frei Betto al diario O Estado de São Paulo. La referencia de Betto fue hacia uno de los dirigentes más poderosos del PT, Antonio Palocci, quien renunció a la jefatura de ministros de la presidenta Dilma Rousseff sospechado de tráfico de influencias por su asesoramiento a empresas privadas, con las cuales su patrimonio se multiplicó 20 veces en cuatro años. El escritor y religioso dominico siempre estuvo ligado al PT y fue asesor especial entre los años 2003 y 2004 del entonces presidente Luiz Inácio Lula da Silva»(6).

En el caso de Bolivia Félix Patzi (7), ministro de Educación en los primeros años del Gobierno del MAS, plantea lo siguiente: «Creo que el Evo, igual que Felipe Quispe, ya cumplió su misión histórica. La misión histórica de Felipe Quispe, en los años 2000 al 2002, fue el haber levantado el orgullo indígena en el campo y en la ciudad. La generación nueva es tributaria de esa misión histórica exitosa. La misión histórica de Evo Morales fue la de haber derrotado a la derecha el año 2005 y en otras elecciones democráticas. Siempre vamos a recordar el éxito de esa misión, pero creo que ya no tiene capacidad para cumplir otra misión histórica, la de concluir las transformaciones profundas, estructurales, que el país necesita». Para el caso de Bolivia, ¿Cómo podría explicarse lo inconcluso de las reformas promovidas por Evo?

La respuesta nos la da, Andrés Solís Rada (8) en un artículo intitulado, «El presidente más habiloso para hacer daño a los países chicos de América Latina fue»Lula»». Aquí, Rada plantea lo siguiente: «El presidente más habiloso para hacer daño a los países chicos de América Latina fue Lula, porque te metía el puñal mientras sonreía y te decía: ‘¿Sabes? A mí me interesa no tener vecinos pobres’. Y mientras tanto te estaba sacando hasta la última gota de todo», dice Solís Rada. El apoyo que dio Brasil al Gobierno boliviano frente a la amenaza separatista de la zona más rica de Bolivia, el Oriente del país, fue el arma que utilizó Lula en la negociación, según el ex ministro».

¿Y de que negociación habla Rada? «Cuando hicimos el decreto de nacionalización, explica el ex ministro, establecimos un porcentaje del 82 por ciento para el Estado (…) Pero «ahora las compañías siguen pagando el cincuenta por ciento», como con el Gobierno de Carlos Mesa. «El aumento de los ingresos se debe a la escalada de los precios internacionales y a la exportación de mayores volúmenes de gas. Ni un centavo te dio la nacionalización», matiza Solís Rada». Según el articulista, Rada renuncia, «cuando certificó que la nacionalización había perdido su sentido original por las presiones de las multinacionales» (8).

Conclusión

Constatamos entonces, fundados en todo lo anteriormente anotado, que la América Latina, con la izquierda en el poder, da vueltas y más vueltas, es decir, sensaciones de cambio que, simplemente, se quedan en ese nivel, dado que, en términos reales, ella no avanza de manera positiva. Ella entama así un proceso que se revela como una repetición de lo mismo; como una repetición de lo ya vivido. Es decir, corrupción y más corrupción; la sardina devorada por el tiburón; una derecha que, gracias al reformismo de forma más que de contenido de la izquierda, acrecienta su poder; y, como una síntesis de todo lo anterior, que las riquezas (como siempre ha sido el caso desde los tiempos coloniales) continúan yéndose alegremente hacia el exterior, dejando a su paso, tierras arrasadas y pobreza.

Para nosotros serían esos resultados concretos, situándonos ya más lejos de la perspectiva de análisis de Emir Sader, los que alimentarían, justificarían la crítica de la izquierda crítica. La cual, observamos, con su militantismo, algunas veces, se ve como la alternativa, como la encarnación misma de la «revolución en la revolución». En otros casos, observamos, que ella opta por sentirse la guardiana de los principios de izquierda y, desde ahí, ella trata de evitar, con sus críticas, que la izquierda en el poder se vuelva amnésica. Y que, bajo sus efectos, olvide los móviles que, un día, la llevaron a irrumpir en el espacio político regional como promesa de futuro, como promesa de algo nuevo para la región. Y lo más importante, con sus críticas, esa izquierda buscaría evitar que los revolucionarios (con sus caras y sonrisas llenas de entusiasmo) de ayer, se conviertan (ya desilusionados, usados y corruptos) en los (implacables) conservadores de hoy.

Notas

1 Sader, Emir 2011. «Cuervos y Buitres» en http://alainet.org/active/49900

2 Frei Betto 2011. «Del capital a lo social» en http://alainet.org/active/50502

3 Petras, James 2010. «Sendas hacia el desarrollo del capitalismo del siglo XXI» en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=115522

4 Abeledo, Anahí 2010. «China-América Latina: ¿un modelo del siglo XIX? en http://www.ieco.clarin.com/economia/China-America-Latina-modelo-siglo-XIX_0_250175138.html

5 Robinson William 2011. «Las vías del socialismo latinoamericano» en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=140879

6 Frei Betto 2011. «Duras declaraciones de Frei Betto contra el PT de Brasil» en http://insurgente.org/index.php?option=com_content&view=article&id=7632:duras-declaraciones-del-frei-betto-contra-el-pt-de-brasil&catid=117:creencias&Itemid=549

7 Cúneo, Martín 2011. «Entrevista a Felipe Quispe, el último Mallku «Nosotros nos consideramos seguidores y continuadores de Tupaj Katari»» en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=138247&titular=%22nosotros-nos-consideramos-seguidores-y-continuadores-de-tupaj-katari%22-

8 Cúneo, Martín 2011. «Andrés Soliz Rada: «El presidente más habilidoso para hacer daño a los países chicos de América Latina fue Lula, te metía el puñal mientras te sonreía»» en http://www.revistapueblos.org/spip.php?article2271

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.