La lucha estudiantil en Paraguay, más que un fenómeno social coyuntural, tiene esencia y carga profundamente histórica. Las expresiones coyunturales específicas locales contra la corrupción, hoy, son calificadas como una rebelión estudiantil nacional con fuerte reconocimiento, respaldo y solidaridad internacional. El paro estudiantil y vigilia en el Rectorado comenzó el 21 de septiembre creciendo exponencialmente, […]
La lucha estudiantil en Paraguay, más que un fenómeno social coyuntural, tiene esencia y carga profundamente histórica. Las expresiones coyunturales específicas locales contra la corrupción, hoy, son calificadas como una rebelión estudiantil nacional con fuerte reconocimiento, respaldo y solidaridad internacional.
El paro estudiantil y vigilia en el Rectorado comenzó el 21 de septiembre creciendo exponencialmente, tanto en el respaldo de la ciudadanía como también en los desafíos políticos, organizativos, de emancipación y en lo reivindicativo. Las primeras acciones sirvieron para desnudar el rostro oculto de los verdaderos delincuentes, comenzando por rectores y decanos que históricamente tejían sus mafias corruptas haciendo negocios de los derechos de los estudiantes, profesores y trabajadores en general, robando descaradamente la plata del pueblo.
La dictadura stronista, con su régimen tiránico, dejó huellas y ataduras profundas, imponiendo el miedo y el terror; la transición a la democracia con su políticas neoliberales, fue capaz solo de transformar los derechos desde los represores llamándolos derechos universales, pero en ningún momento se renunció a la viejas prácticas dictatoriales, citando algunos hechos nefastos de represión y criminalidad y como estrategias para detener luchas sociales como lo ocurrido en el Marzo Paraguayo de 1999 y, mucho más reciente, como la masacre de Curuguaty de 2012, los cuales son indicios de que la tiranía sigue intacta.
Con el modelo capitalista neoliberal el derecho a la educación, a la salud, a la vivienda, a la tierra, a la vida es abordada desde la ilegalidad y la injusticia imponiendo el chantaje, la represión y masacrando a los pueblos que se rebelan contra ese sistema. Esta realidad continúa como la esencia del fenómeno social, político, económico actualmente en Paraguay, y es por ello que esta lucha estudiantil desatada a nadie debe extrañar, y mucho menos, nadie debe desconfiar de nuestra juventud, que no solo adoran sino también comprenden la necesidad de una nueva patria soñada, lo cual siempre fue el fuego sagrado de la esperanza de los pueblos, y la guardan con su arrojo, con su temeridad, con su inviolable capacidad de soñar una sociedad mejor, un país mejor.
La crisis política, económica, social, jurídica en el país es resultado del modelo neoliberal que muchos califican como tardío por su mecanismo refinado de la vieja doctrina de saqueo; sin duda los pueblos son fuerzas y entidades políticas y no abstracciones idealizadas, diferentes sectores de la sociedad paraguaya de forma permanente muestran su descontento, su indignación contra un gobierno anti-popular y pro-empresarial. Desde el campesinado históricamente reprimido y satanizado se unieron para una marcha larga, otras con consignas como «Paraguay para», los indígenas toman plazas y lugares públicos reclamando su territorio, los transportistas se crucifican y se plantan en huelga de hambre indefinida, los profesores, médicos con marchas continuas, reclaman justicia y levantan sus voces en contra de los atropellos permanentes.
De todas las luchas sectoriales ninguna es casual, es contra el atropello de una política excluyente, antidemocrática, represiva, pro-imperialista y que motiva unir fuerzas contra la injusticia, para refundar la patria, refundar la democracia, es por la defensa de la vida, de la soberanía de un país.
Ante esta fuerza emancipadora se deben imponer las virtudes unitarias desde la diversidad, de todos los sectores sociales, políticos, organizaciones, partidos de izquierda, progresistas, acompañando sin intenciones oportunistas, como decía Eduardo Galeano en una oportunidad: «Hay que escuchar a los estudiantes, aguzar el oído, mirarlos a los ojos y leer lo que nos dicen con sus actos, pero sobre todo con el deseo encendido de su mirada. Cuando el resto claudica y se recoge en la madriguera cómoda de la conveniencia, los estudiantes se alzan. Cuando el resto piensa hoy no, mañana quizás, los estudiantes dicen: ahora. Cuando el resto se acostumbra a lo que hay, los estudiantes nos muestran el sendero luminoso del porvenir.».
Juventud, divino tesoro: sigan jugándose con todo en la vida, tal como dijo el Papa Francisco, seguimos viviendo en tiempos de preguntas fuertes y repuestas débiles, solo el pueblo salva al pueblo y qué mejor expresión, una comunidad de estudiantes como la fuerza y custodia del fuego sagrado de la esperanza de los pueblos, y la guardan con su arrojo, con su temeridad, con su inviolable capacidad de soñar un nuevo porvenir para la patria soñada.
Del Rosario Ignacio Denis. Ingeniero Agroecologico graduado en Instituto Latinoamericano de Agroecologia Paulo Freire (IALA)