Los representantes de la comunidad gitana en Europa denunciaron con contundencia el aval de la UE a la persecución que sufren en Italia en el marco de una gran conferencia organizada por la Comisión en Bruselas. Con camisetas con el lema «No al fichaje étnico», sacaron los colores al presidente de la Comisión, José Manuel […]
Los representantes de la comunidad gitana en Europa denunciaron con contundencia el aval de la UE a la persecución que sufren en Italia en el marco de una gran conferencia organizada por la Comisión en Bruselas.
Con camisetas con el lema «No al fichaje étnico», sacaron los colores al presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, quien recordó que «la situación dramática de los gitanos no puede ser regulada desde Bruselas (…) Los instrumentos y las políticas para la integración de los gitanos son competencia de los estados miembros», insistió.
La presidencia francesa de la UE se comprometió a proponer acciones concretas en la cumbre de diciembre. «Debemos mostrar que los valores que defendemos en el exterior son exigibles en casa y que somos ejemplares en la materia», señaló el jefe de la diplomacia francesa, Bernard Kouchner, en una declaración leída en su nombre.
800 años de persecución
«Espero que la cumbre de diciembre concrete la ilegalidad de los ficheros étnicos en Europa», le retó desde la misma tribuna Soraya Post, presidente de la red internacional de Mujeres Gitanas.
Rudko Kawczynski, del Foro Europeo de Gitanos y Nómadas, fue mucho más contundente y criticó duramente la conferencia. «Estamos aquí hoy aguantando toda una palabrería hueca sobre integración cuando desde hace 800 años se nos está intentando expulsar de Europa y nadie nos dice qué se va a hacer para abortar los comportamientos anti-gitanos», señaló entre ovaciones del público.
El multimillonario estadounidense de origen húngaro George Soros criticó asimismo con dureza la decisión de la UE de avalar a Italia. Barroso trató de escabullirse antes de su intervención.
Los gitanos son, con 10 millones, la mayor minoría de Europa Occidental. Suman 2 millones en Rumanía y 800.000 en el Estado español y Bulgaria.