Los ciudadanos griegos van hoy a las urnas en medio de un clima de inestabilidad social e institucional motivado por el largo impasse transcurrido desde la primera convocatoria electoral del pasado 6 de mayo. Además la larga campaña electoral ha estado protagonizada por la dura embestida de los medios de comunicación contra la Coalición de […]
Los ciudadanos griegos van hoy a las urnas en medio de un clima de inestabilidad social e institucional motivado por el largo impasse transcurrido desde la primera convocatoria electoral del pasado 6 de mayo. Además la larga campaña electoral ha estado protagonizada por la dura embestida de los medios de comunicación contra la Coalición de Izquierda radical (Syriza) y su líder Alexis Tsipras, y la impunidad del partido neo-fascista Amanecer Dorado que ha redoblado sus ataques violentos contra trabajadores inmigrantes y políticos izquierdistas, uno de los cuales fue perpetrado por el portavoz de la organización durante la emisión en directo de un debate televisivo y en presencia del resto de formaciones con representación parlamentaria.
Aunque los sondeos públicos de intención de voto están prohibidos desde 15 días antes de la jornada electoral, los partidos cuentan con sus propias encuestas que indican un empate técnico entre Syriza y los conservadores de Nueva Democracia (ND), únicos con posibilidades de alcanzar la victoria. Del resto de formaciones que consiguieron representación en la cita del 6 de mayo, solo Izquierda Democrática y Amanecer Dorado parecen mantener las mismas proyecciones de voto, mientras que Pasok, la derechista Griegos Independientes y el Partido Comunista de Grecia (KKE) podrían perder una parte importante de su electorado.
Acoso contra Syriza
El feroz acoso mediático sufrido por Syriza durante toda la campaña tuvo el viernes su colofón en el editorial del diario Financial Times, de Alemania, en el cual se pedía el voto para ND y a los electores griegos «resistir a la demagogia de Alexis Tsipras y Syriza, y no confiar en sus promesas». El rotativo no tuvo empacho en asegurar que «la mejor solución para vuestro país es una coalición de gobierno liderada por Antonis Samarás», el líder de ND.
La injerencia ocupó gran parte de los espacios informativos en la radio y televisión locales, y fue calificada de «flagrante intervención» por Syriza y de «insultante provocación» por parte del KKE.
Durante la rueda de prensa ofrecida por la coalición ese mismo día distintos representantes de partidos de izquierda europeos y latinoamericanos, desplazados hasta Atenas para arropar Tsipras en el cierre de campaña, denunciaron la «intromisión inaceptable» y la «campaña del miedo» orquestada por los grandes medios de comunicación y las autoridades europeas para impedir su victoria.
El diputado argentino Alejandro Bodart, del Movimiento Socialista de los Trabajadores, recordó las numerosas «campañas de terror» llevadas a cabo en su país bajo la amenaza de que de no seguir la vía de la austeridad llegaría el caos. «Pero sucedía lo contrario -añadió-, cuantos más memorandos se aprobaban, más caos y más miseria se desarrollaba, y los continuos planes de rescate lo único que hicieron fue aumentar la deuda y las obligaciones del Estado».
Representantes de Irlanda y Portugal ratificaron este extremo e hicieron hincapié en el fracaso de estas medidas, citando como ejemplo el hecho de que sus respectivos países deberán recibir en los próximos meses un segundo rescate.
El eurodiputado de Syriza, Nikos Juntis, aseguró que «Grecia fue el primer país de la Unión Europea donde se aplicaron estos programas y por tanto, si los griegos dan una señal de rechazo a estas políticas, el resto de pueblos de Europa también comenzarán a rechazarlas». Juntis vaticinó para este domingo «un No a las políticas de austeridad» y una «victoria histórica de las fuerzas de izquierda» que cambiará la situación en el continente y «por eso entendemos el interés europeo y del resto del mundo en las elecciones griegas».
Numerosas personas consultadas por GARA admitieron que la campaña se había convertido en un auténtico linchamiento contra Tsipras y no pocas indicaron su intención de cambiar su voto hacia Syriza como gesto de rebeldía. Así Yiannis Konstantinus, empleado de comercio, confesó haber votado el 6 de mayo a Griegos Independientes pero que en esta ocasión lo haría por Tsipras pues había demostrado ser «un político honesto y maduro, capaz de acabar con décadas de corrupción con Pasok y ND como beneficiarios».
En su última cita electoral en la capital ante miles de seguidores, el dirigente de Syriza expresó su convencimiento de poder formar «el próximo gobierno de todos los griegos y garantizar la continuación de Grecia en la zona del euro». Tsipras proclamó el fin del «memorando de la bancarrota», mostró su apoyo a la moneda común y a «un programa nacional de recuperación de la economía, que proteja a las personas», subrayando su intención de renegociar el plan de austeridad impuesto a Grecia. La única manera de salir de la crisis, según Syriza, es adoptar más medidas de crecimiento.
Nueva Democracia: el frente pro-memorando
La campaña de Nueva Democracia ha consistido en orquestar a toda la furibunda oposición contra Syriza, dando cobijo en el partido a una heterogénea conjunción de ultraderechistas, populistas y neoliberales, con el único objetivo de alcanzar el gobierno y poder seguir gestionando los intereses de los capitalistas griegos bajo la férrea tutela de los acreedores internacionales.
Así, mientras su líder Antonis Samarás repetía en todas sus intervenciones la letanía «seguridad-caos», «euro-dracma», su jefe de campaña en el norte de Grecia, Panagiotis Psomiadis, se desplazaba hasta la región de Kilkis para reforzar las redes clientelares del partido y exigir el voto a cuantos en el pasado se beneficiaron de su política caciquil. El responsable electoral también tuvo tiempo para pedir la colaboración a «nuestros hermanos de centro-derecha», en referencia al grupo neo-nazi Amanecer Dorado. Psomiadis, antiguo gobernador de la zona, fue condenado hace dos meses por prevaricación y por ello inhabilitado y apartado de su cargo.
En su discurso de cierre de campaña Samarás volvió a prometer que en caso de ser electo renegociará los términos del rescate financiero, pero evitando cualquier enfrentamiento con sus socios europeos. «Nos aproximamos a una elección para decidir el futuro de Grecia y de nuestros hijos», dijo en el líder conservador en Atenas.
También antepuso la seguridad a la democracia, y expresó duras palabras contra la inmigración llegando a afirmar que Grecia había sufrido una invasión y ellos iban a detenerla. Samarás acusó a algunos países de esperar que Grecia deje el euro, pero que no iba a darles ese gusto.
El jueves, durante un encuentro con la juventud en la ciudad de Tesalónica, aseguró que este domingo «se determinará si vamos a dar un salto hacia adelante, o un giro hacia atrás». Y se comprometió a realizar mejoras en las universidades y crear nuevos puestos de trabajo, en un momento en que las medidas de austeridad elevaron hasta el 52,7 por ciento la tasa de desempleo entre los menores de 25 años.
Aunque elogió a los jóvenes, definiéndolos como «la parte más dinámica y perjudicada de la sociedad», se compadeció de que tuvieran que llevar sobre sus espaldas «el peso y las implicaciones de una deuda acumulada por todos los que han vivido antes que vosotros».
Un particular sistema electoral
Con un resultado tan apretado como el que se espera, y contando con que el ganador no superará el 30 por ciento de los votos, la pregunta que surge es ¿qué partidos podrían formar parte de un futuro gobierno de coalición?
En el caso de que venciera ND el único aliado posible es el Pasok, pues el resto de partidos se han manifestado claramente contra el memorando y las políticas de ajuste impuestas desde Bruselas. Es posible que los «socialistas» pierdan aún más votos que en la convocatoria del 6 de mayo, pero merced a los 50 escaños que se otorgan a la lista más votada (y que supone un 16% de la representación parlamentaria) no deberían tener problemas para alcanzar la mayoría absoluta.
Si la victoria cae del lado de Syriza, el apoyo tendrá que venir de Izquierda Democrática (una escisión del «ala moderada» de la coalición, surgida en 2010) una vez que los comunistas del KKE ya dejaron clara su negativa a formar parte o dar apoyo a ningún gobierno, fuera del signo que fuera.
Además de los anteriores, la derecha populista de Griegos Independientes se ha mostrado dispuesta a colaborar con Syriza en la tarea de abolir el memorando y discutir con Europa un nuevo acuerdo para el préstamo. Mientras que los neofascistas de Aurora Dorada solo manifiestan interés en seguir engordando su currículum de violencia y agresiones contra inmigrantes o izquierdistas.
La polarización del voto entre ND y Syriza tiene unos marcados límites de edad y territoriales. Según los datos obtenidos en la anterior convocatoria electoral, mientras que la coalición de izquierda cuenta con mayor apoyo en la franja de edad que va de los 18 a los 50 años, los conservadores son el partido más votado en el sector de la población que supera los 51 años de edad. Además, Syriza adelantó a ND en las grandes ciudades, pero perdió en las islas y en las zonas rurales.
Hasta el momento el partido de Samarás se ha beneficiado en mayor medida de una ley electoral confeccionada para perpetuar un sistema bipartidista que facilitaba una cómoda mayoría absoluta al vencedor, siempre y cuando las dos primeras formaciones se hicieran con el 80 por ciento de los votos, como así ha venido ocurriendo durante cuatro décadas.
Merced a la norma vigente la pluralidad política reflejada en las urnas el pasado 6 de mayo no tuvo su equivalente en la asignación de escaños, y sólo ayudó a paliar la debacle de ND y Pasok. A modo de ejemplo, en la circunscripción de Ática (región de Atenas) que reúne a la mitad de la población del país, y donde Syriza aventajó en casi 10 puntos a ND, únicamente se eligen 59 diputados de los 300 que componen la Asamblea Nacional.