«El Consejo de Europa quiere rescribir la historia y confundir a los agresores con las víctimas, a los héroes con los criminales, a los liberadores con los conquistadores, a los comunistas con los nazis», escribe el compositor griego Mikis Theodorakis. Traducido del francés para Rebelión por Felisa Sastre
El Consejo considera que los mayores enemigos del nazismo, es decir, los comunistas, son criminales ¡que están a la misma altura que los nazis! Y hoy se inquieta y protesta porque, mientras que la comunidad internacional ha condenado a los partidarios de Hitler, nada semejante ha ocurrido con los comunistas. Por ello, propone que se lleve a cabo esta condena en la sesión plenaria del Consejo de Europa que tendrá lugar durante los próximos días 24 al 29 de enero.
Está inquieto porque «la conciencia pública de los crímenes cometidos por los regímenes comunistas es muy débil». Y además, «porque en algunos países los partidos comunistas son legales y están en activo e incluso, en ciertos casos, no se han distanciado de esos crímenes».
En otras palabras, el Consejo de Europa anuncia por adelantado la futura persecución de los comunistas europeos que no hayan hecho pública declaración de arrepentimiento como la que exigían los verdugos de la Gestapo y los torturadores de Makronisos (1).
Quizás, mañana decidirán ilegalizar a los partidos comunistas y entreabrir así la puerta a los fantasmas de Hitler y Himmler quienes, como es bien sabido, iniciaron sus carreras prohibiendo los partidos comunistas y encarcelando a sus miembros en campos de exterminio.
Los nazis, finalmente, se ahogaron en la sangre de sus propias víctimas: los 20 millones de muertos de la Unión Soviética comunista y los centenares de miles de comunistas que dieron su vida, poniéndose a la vanguardia de los movimientos de resistencia nacional en Grecia y en toda Europa.
Sin embargo, en su empeño por restaurar los métodos condenados por la conciencia de la historia y de los pueblos, estos señores del Consejo de Europa, van a la zaga de su hermano mayor, Estados Unidos, que ya se les ha adelantado al masacrar a pueblos enteros con sus métodos hitlerianos, tal como hacen en Iraq, país al que han reducido a ruinas plagadas de cárceles estadounidenses donde se tortura cotidianamente de forma abominable a miles de víctimas inocentes.
Ante este enorme crimen contra la humanidad, al igual que frente a ese campo nazi de la tortura moderna que es Guantánamo, el Consejo de Europa no tiene nada que decir.
¿Cómo es posible creer que el Consejo se preocupa por los derechos humanos cuando en su seno, en Europa, autoriza que los aviones de la CIA trasladen personas, privadas de sus derechos, para torturarlas en cárceles especiales?
Semejantes ciudadanos no pueden ser acusadores. En el Tribunal de Justicia de la historia, en el que un día se condenarán los innumerables crímenes de su hermano mayor: desde Vietnam a Chile, y de Sudamérica a Iraq, serán juzgados por haber tolerado o haber sido cómplices de sus crímenes.
Desgraciadamente, hoy me siento obligado a hablar más en nombre de los muertos que en nombre de los vivos. En nombre, pues, de mis camaradas muertos, de aquellos que fueron asesinados por la Gestapo, en los campos de la muerte y en lugares de exterminio. Para que el nazismo sea vencido y para exaltar la libertad, sólo se me ocurre una palabra que dirigir a esos «señores». ¡VERGÜENZA!
(1) Isla griega adonde se deportaba y torturaba a los comunistas y miembros de la resistencia.
http://www.michelcollon.info/imprimarticles.php?dateaccess=2006-01-13%2016:04:01&log=invites