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Mire, vuestra merced, que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino tiendas de campaña

Los Hijos de don Quijote dan una lección de cómo llevar movilizaciones siguiendo la máxima de empezar por los más necesitados

Fuentes: Kimetz

Es cierto que este grupo no se cuestiona lo injusto del actual sistema capitalista imperialista y por tanto las soluciones a los problemas de los más «desfavorecidos» no dejan de ser parciales, pero con su iniciativa han logrado que los franceses puedan exigir judicialmente una vivienda al Estado desde el 2012. Esperemos que este movimiento, […]

Es cierto que este grupo no se cuestiona lo injusto del actual sistema capitalista imperialista y por tanto las soluciones a los problemas de los más «desfavorecidos» no dejan de ser parciales, pero con su iniciativa han logrado que los franceses puedan exigir judicialmente una vivienda al Estado desde el 2012. Esperemos que este movimiento, y otros de igual carácter social, puedan confluir en una lucha mayor en la que se ataque directamente la raíz del problema, se ponga, realmente, el pueblo al frente y sea, el pueblo, dueño de la sociedad y de su futuro.

Mientras Los hijos de don Quijote montaban campamentos en cien ciudades (unas 300 tiendas de campaña sólo en París, en el canal Saint Martin), el Gobierno francés anunciaba que aprobaría un proyecto de ley que establece el derecho a reclamar una vivienda al Estado ante los tribunales. Esa ley pone el derecho a la vivienda al mismo nivel que a la educación o la sanidad, según Dominique de Villepin, primer ministro francés.

El Estado francés ha decidido, así, dar un paso adelante en el reconocimiento de los derechos sociales de sus ciudadanos y dar contenido efectivo a uno de los artículos que, si bien suele estar presente en la mayor parte de las constituciones burguesas contemporáneas, lo está a mero título decorativo pues no se le reconoce naturaleza de prestación y no se crean las leyes necesarias para su aplicación.

Todo ello para enfrentar un problema que en el Estado francés afecta a entre 80.000 y 100.000 personas que duermen en la calle, a casi un millón que no tienen residencia fija y a más de tres millones que viven en condiciones insalubres e indignas. Si a eso se le une que, precisamente, entre septiembre del 2005 y septiembre del 2006 se han construido en el Estado francés cerca de medio millón de viviendas, la cifra más elevada en los últimos veinte años, el caldo de cultivo se encontraba en estado óptimo para que en ese Estado, de fuerte tradición reivindicativa, se articulara un movimiento social que exigiera soluciones definitivas ante un problema tan grave.

En concreto, han pedido que las estructuras de acogida existentes permanezcan abiertas las 24 horas del día (no sólo por la noche, como ocurre con la mayoría en la actualidad) y los 365 días del año, y que se ofrezcan viviendas de estancia temporal, mientras se desarrolla la vivienda social.

La instalación de campamentos improvisados para «protestar de forma activa» en cien ciudades galas en menos de diez días ha intensificado el debate sobre la crisis de la vivienda a pocos meses de los comicios presidenciales (abril-mayo) y los legislativos (junio). Así, una vez adoptada antes del 22 de febrero próximo -cuando el parlamento galo concluye la actual legislatura-, la nueva ley podrá ser aplicada desde finales del 2008 para los casos más urgentes, como los Sin Domicilio Fijo (SDF), los trabajadores pobres y las mujeres solas con niños, explicó Villepin. Aunque no será hasta el 1 de enero del 2012 cuando se calcula que se habrán construido todas las viviendas sociales necesarias, la futura norma será aplicada en su totalidad y se podrá garantizar que no habrá «familias alojadas en sitios indignos o insalubres», según el gobierno francés.

Un portavoz de Los Hijos de Don Quijote declaraba a la cadena de televisión I-télé que pretendían activar «un gran movimiento unitario y ciudadano que vaya más allá de las sensibilidades políticas y religiosas». Y lo han logrado, por partida doble: mientras sus más de 11.000 simpatizantes montaban campamentos en cien ciudades para evitar que personas sin hogar murieran de frío en las calles, el Gobierno cedía a la presión social y electoral y reconocía el derecho a reclamar judicialmente una vivienda al Estado.

Para tomar nota.