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Los nuevos esclavos en Italia

Fuentes: Rebelión

La provincia de Foggia, en el sur de Italia es una zona agrícola; entre sus productos de la agricultura destacan por importancia económica: las olivas, el trigo, el perejil, el melón, la patilla, la uva y sobre todo el tomate, el oro rojo como se le llama en esta zona. Un tiempo recoger estos productos […]

La provincia de Foggia, en el sur de Italia es una zona agrícola; entre sus productos de la agricultura destacan por importancia económica: las olivas, el trigo, el perejil, el melón, la patilla, la uva y sobre todo el tomate, el oro rojo como se le llama en esta zona.

Un tiempo recoger estos productos significaba emplear a miles de personas, de hombres, de mujeres, que trabajaban muy duro, en condiciones climáticas muy extremas, de verano cuando el sol llega hasta los 44 grados o de otoño (la campaña de las olivas), cuando el frío es frío de verdad.

Hoy gracias a la tecnología, estos trabajos, ya no necesitan de muchos brazos: las maquinas han progresivamente remplazado el trabajo del hombre.

Algo muy diferente pasa con el tomate. Aun hay maquinas, los grandes productores y terrateniente prefieren emplear a los hombres para recogerlo. En realidad más que de hombres, de mujeres, de trabajadores hay que hablar de esclavos, porque de eso se trata de verdad.

Hacemos un paso atrás, en la historia italiana, hablando de la reforma agraria. El primero que habla demagógicamente de «tierra a los campesinos» fue el jefe del gobierno italiano Antonio Salandra, nacido en Troia y crecido en Lucera, amabas ciudades en la provincia de Foggia (y claramente no es una casualidad), que en el 1916, durante la primera guerra mundial, prometió de distribuir tierra a los militares campesinos. Claramente después de la primera guerra mundial, no hubo ninguna reforma agraria y ningún latifundista fue expropiado de su tierra. El fascismo y Mussolini intervinieron a parar cualquier tentativo de reforma agraria.

Algo que puede llamarse «Reforma agraria» en Italia se realiza solamente en 1950, con la distribución de medio millón de hectáreas de tierra ociosa a 100.00 campesinos. De hecho fue una reforma muy blanda porque el gobierno, con a cabo De Gasperi, encontró una gran oposición por parte de los grandes terratenientes y oligarcas, que tenían sus avances en el Parlamento italiano de entonces.

Resulta que en el sistema capitalista, aun las experiencias de las reformas agrarias en Italia y en el mundo entero, y el desmembramiento, en parte o totalmente del latifundio,  de hecho con el pasar de los años, vuelve a constituirse nuevamente.

Cuando la tierra pasa a los pequeños agricultores, la concurrencia de los grandes es fuerte y con el bajarse de los precios de los productos, el pequeño agricultor es capaz de sobrevivir solo gracias a la ayuda económica del Estado.

Ha pasado precisamente esto en Italia y en Europa: los pequeños agricultores han sobrevivido solo gracias a la ayuda  económica del Estado y de la Comunidad Europea. La Comunidad Europea, que recibe el dinero de cada estado miembro, entre sus finalidades tiene la tarea de crear un desarrollo armónico entre las diferentes regiones. En el caso de la agricultura, para algunos productos, se le da una ayuda directa al campesino para integrar el precio del producto y asi poder sobrevivir a la concurrencia.

Con la entrada de nuevo países en la Comunidad Europea, a final del siglo XX, todos países mas pobres en relacion a los demás, ha pasado que ha bajado el nivel de riqueza medio; por lo tanto las viejas regiones que eran mas pobres, por ejemplo la del sur de Italia, con la entrada de estos nuevos países estadísticamente han pasado a ser ricos en relacion a la nueva media general. La Comunidad Europea se ha concentrado – justamente – en la ayuda a estas nuevas regiones recién entrada y mas pobres y se suspenden progresivamente las ayudas a las regiones que un tiempo eran considerada pobres, entre las cuales la del sur Italia.

En pocos años, los pequeños campesinos que sobrevivían solo gracias a la ayuda de la Comunidad, se han visto en la necesitad de dejar los campos y vender o tener en estado de abandono su pequeño campo.

Los grandes propietarios han terminado comprando todas estas pequeñas propiedades y al final se ha vuelto o se esta volviendo al latifundio, es decir a la propiedad de la tierra en manos de pocas familias. Esto esta pasando en Italia y en otros países deditos a la agricultura en Europa.

El origen de la nueva esclavitud.

Hasta que había pequeños campos, era el mismo campesino que se ocupaba de recoger los productos, en particular el tomate, junto a miembro de su familia u pocos otros asalariados.

Con el fenómeno de la concertación, los grandes propietarios han encontrado la conveniencia a importar legalmente y en la mayor parte de los casos ilegalmente mano de obra de otros países, de otros continente.

A estos nuevos esclavos, se le llaman trabajadores extracomunitarios, es decir que vienen de países que están fuera de la Comunidad Europea.

A partir del final de los años ochenta han empezado a verse en los campos italianos (y europeo) trabajadores de otros países que han terminado por ser los únicos que ahora trabajan. Ningún italiano, o de hecho es algo muy raro, trabaja en los campos de Italia, sobre todo en la temporada del tomate.

Los grandes propietarios encuentran mas conveniente buscar mano de obras barata fuera de la Comunidad europea y es asi barata que es mas conveniente que invertir en maquinas.

Quien escribe ha nacido y vivido gran parte de su vida en esta parte de Italia, la provincia de Foggia, por lo tanto conoce bien esta realidad. Nunca tuve la necesidad de ir a recoger el tomate; es un trabajo duro, muy duro, inimaginable por quien nunca ha vivido esta experiencia, porque se trabaja de verano, bajo un sol que puede llegar hasta los 44 grados a la sobra y en una posición agachada permanentemente. Generalmente el trabajo se empieza a las 4.30/5.00 de la mañana, es decir cuando sale el sol y se trabaja hasta las 10.00/11.00 a.m.; después el sol es asi fuerte que no se puede aguantar.

Quien escribe sabe, por experiencia directa del hermano, que tuvo varias experiencias de trabajo en este sector, que en el año 1986, hace exactamente veinte años, la situación era muy diferente a la de hoy: los trabajadores eran casi todos italianos del lugar, y sobre todos se empleaban mujeres. Era raro ver trabajadores de otros países, aun ya se empezaba a ver el fenómeno.

El sueldo no era para enriquecerse pero era nada malo: 10.000 liras para cada «cassone», la grande caja donde se almacena el tomate recogido y medida estándar para calcular el sueldo del trabajador. Algunos propietarios más humanos llegaban a pagar hasta 12.000 liras. Repetimos: era el año 1986.

Once años después, en el 1997, los grandes terratenientes ya habían descubierto la manera de ahorrar sobre el costo del trabajo: haciendo llegar trabajadores desde los países mas pobres, en modo legal y mejor si era ilegalmente, ya que esta gente se convierte fácilmente en verdaderos esclavos; con la amenaza explicita, o implícita, de denunciar su estado de ilegalidad se les obliga a trabar hasta 12 horas diarios y mas; se les obliga a vivir directamente en el lugar del trabajo y se les paga un sueldo miserable.

En el 1997, la paga para rellenar un «cassone» había bajado a 8.500 liras, mucho menos que 11 anos atras. Todavía por entonces se veían italianos, hombres y mujeres, trabajar en este sector. 

Hoy los terratenientes italianos y de la provincia de Foggia, la zona italiana a más alta concertación de producción de tomate, emplean exclusivamente esclavos. Ya no se le pueden llamar trabajadores: se les obligan a trabajar desde que nace el sol hasta que se va y a vez también mas allá, a la luz de de potente lámparas y se le paga un sueldo que es de tan solo 3 euro por cada «cassone», que traducido en liras, significan menos de 6.000 liras. En valor absoluto la mitad de cuanto pagaban veinte años atrás! De hecho, en 20 años el cuesto de la vida en Italia ha subido 5 veces, y por lo tanto el valor real de estos trabajos es solamente la décima parte de hace veinte años atrás. Párese un cuento de los inicios de la sociedad industrializada y es una realidad del corazón de la rica Europa de hoy.

La verdad es que todos saben: la plaza adelante la estación de ferrocarril de Foggia, la capital de la agricultura del sur Italia, o la plaza de algunas iglesias, como la de Segezia a cerca 10 kilómetros de Foggia, se convierten en refugios para estos hombres, para estos nuevos esclavos.

Todos saben y siempre han sabido, ya que el fenómeno era bajo los ojos de todos: lo que gobiernan, a nivel local y nacional, los periodistas, los sindicatos, los curas, la gente. Nadie tenía el coraje de decir nada y de enfrentarse a estos esclavistas que son los terratenientes. Todo este drama se vivía bajo los ojos de todos en el más hipócrita y absoluto silencio, hasta el día, este verano, que un periódico ha «descubierto» el asunto.

Claramente, el escribiente esta feliz que el problema ha salido a la luz publica de los grandes medios italianos e internacionales, pero hay que contar la verdad del porque hoy se ha llegado a «descubrir» el fenómeno.

Resulta que el periódico que ha «descubierto» el asunto es L’Espresso, propiedad del Grupo Berlusconi y ha empezado a escribir de estos nuevos esclavos solamente horita que ya su amo (Berlusconi) no esta en el gobierno (desde abril 2006) y razón verdadera para atacar el gobernador de la Región Puglia, donde se concentra el problema. Nichi Vendola, el gobernador de la región Puglia, es el único gobernador de izquierda, o presuntamente tale, perteneciente al Partido de la Refundación Comunista, en el cargo desde hace solo un año.

Esta es la verdad: la hipocresía de los medios italianos que descubren un asunto bajos los ojos de todos solo para razones políticas.

Ahora se espera solo que estos esclavos, noticias mediática de este verano italiano que acaba de concluir, no vuelvan a caer en el olvido de los media, todos bajo el poder muy fuerte de los poderosos italianos, entre los cuales se destacan los terrateniente.