Lejos de conseguir acorralar a Rusia, con las sanciones dictadas por Estados Unidos, los países integrantes de la Unión Europea (UE), que acataron una vez más las órdenes de Washington, son los verdaderos perdedores del frustrado cerco tendido a Moscú, a juicio de analistas políticos. La conducta asumida por la UE volvió a poner en […]
Lejos de conseguir acorralar a Rusia, con las sanciones dictadas por Estados Unidos, los países integrantes de la Unión Europea (UE), que acataron una vez más las órdenes de Washington, son los verdaderos perdedores del frustrado cerco tendido a Moscú, a juicio de analistas políticos.
La conducta asumida por la UE volvió a poner en el tapete la desmesurada dependencia que mantiene el llamado Viejo Continente de las sucesivas administraciones norteamericanas, a pesar de ser un bloque regional que hace algunos años estuvo aclamado a detener el unipolarismo en el mundo.
Esa postura del también denominado Grupo de los 28, dicho sea de paso agobiado por una profunda crisis económica, política y social, ha rasgado su frágil unidad, y le ha hecho perder influencia internacional en momentos en que en nuestro planeta tierra ocurren cambios geopolíticos importantes con la consolidación de potencias emergentes.
Pero por si fuera poco, las pérdidas económicas de la UE como consecuencia de sus sanciones contra Rusia superan ya los 21 mil millones de euros, mientras Moscú ha visto abiertas las puertas en otros mercados atractivos, amigos y más generosos, como es el caso de América Latina y el Caribe.
El propio Ministro de Relaciones Exteriores de España, José Manuel García-Margallo, fue quien se refirió a esas profundas lesiones financieras que ha sufrido el Viejo Continente por secundar a Washington en su empeño de perjudicar al gobierno del presidente Vladimir Putin.
En declaraciones recientes, García Margallo expresó que en el caso de España, los sectores agroalimentarios y turístico han sido los más afectados por las medidas contra Rusia, lo que demuestra como la propia UE se ha auto-flagelado debido a su marcada debilidad frente a los dictámenes de la Casa Blanca.
Algunos expertos van más allá en sus análisis, al considerar que Estados Unidos ha embarcado a Europa en varias travesías nefastas que esconden el propósito de un imperio decadente que quiere mantener su dominio a toda costa, y para ello no descarta debilitar hasta a sus propios aliados, en este caso a la UE.
Y cierto, hay que recordar que los 28 se han visto implicados en costosos conflictos bélicos «Made in USA» en el Medio Oriente y África del Norte, por medio de la castrense Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Al mismo tiempo, los países miembros de la UE, incluidos jefes de Estado, han sido blanco del espionaje sin escrúpulo de los servicios de inteligencia estadounidenses, que no han tenido compasión ni siquiera con sus propios «amigos».
Washington es hoy como lo fue el otrora imperio Romano, que no tuvo piedad con nada ni con nadie, antes de terminar derrumbándose. Esperemos que con los nuevos vientos que soplan por el Viejo Continente, la «culta» Europa acabe de una vez por todas de aprender la lección y asuma una posición independiente.
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