Luis Purtscher, presidente del Comité Nacional para la Erradicación de la Explotación Sexual, Comercial y No Comercial de Niños, Niñas y Adolescentes de Uruguay, se refiere en esta entrevista exclusiva a la importancia de cooperar entre países y de aggiornar estrategias para combatir a una mafia que «surfea las fronteras». Argentina y Uruguay son países […]
Luis Purtscher, presidente del Comité Nacional para la Erradicación de la Explotación Sexual, Comercial y No Comercial de Niños, Niñas y Adolescentes de Uruguay, se refiere en esta entrevista exclusiva a la importancia de cooperar entre países y de aggiornar estrategias para combatir a una mafia que «surfea las fronteras». Argentina y Uruguay son países de destino y de traslado de víctimas hacia Italia, España, Estados Unidos y México. En Uruguay las condenas a proxenetas suelen ser «un poco más que lo que se da por robar una vaca» pese a que están en juego «delitos de lesa humanidad», afirma el funcionario.
–¿Cómo se combate el circuito regional de la trata de personas?
-Las divisiones políticas y administrativas no son un freno para los tratantes ni para la explotación sexual en las peores condiciones. Por lo tanto, cualquier estrategia tiene que tener el componente internacional, porque si bien existen casos de trata interna en todos los países, llevar a las víctimas hacia otro país parecería ser una fase de mayor explotación y violación de los derechos humanos. Eso genera, además de la explotación sexual, una pérdida de los vínculos de protección, los vínculos afectivos, los vínculos con aquellas áreas de la vida que podrían jugar el papel de protectores. Por eso es indispensable la integración, porque cualquier política de combate a la trata va a tener que tomar algunas de las características del fenómeno: la coordinación, la velocidad, la movilidad, el surfear por las fronteras. Obviamente, en todos esos temas los tratantes nos llevan mucho de camino recorrido. Sobre todo, en países como los nuestros, donde estamos combatiendo este negocio desde instituciones pensadas para el siglo XIX a las que se suman a la corrupción, la complicidad y factores ideológicos que llevan al silencio o a la naturalización. El capitalismo moderno, en sus modos de desarrollo en esta región, también está generando nuevos espacios de violencia y la trata es uno de ellos.
-¿Qué actividad concreta llevan adelante ustedes y cuáles son las principales dificultades que detectan para la articulación internacional?
-Imaginate lo difícil que es muchas veces al interior de un país, articular dentro del mismo estado. El Estado nación de modelo español, tanto en Argentina como en Uruguay, es la fragmentación hecha carne. Las conexiones son muy complejas. Los sistemas jurídicos son distintos. Muchas veces los responsables, «los pesados» no caen nunca y tampoco los mal llamados clientes, que aunque están más a mano desaparecen del proceso. Esto existe porque es un negocio.
-¿En Uruguay existe alguna legislación que se pueda equiparar a la argentina, sobre la trata como delito?
-En trata la legislación está acorde a todos los tratados internacionales. La prostitución es legal a partir de los 18 años, por lo cual para quienes abordamos el tema sobre niñez y adolescencia se nos constituye como una traba porque existe una naturalización del proceso. El niño que fue violentado, abusado y explotado sexualmente seguramente, como en un camino sin remedio, termina en los círculos de prostitución y de allí, en los de trata y tráfico. Obviamente, como operadores sociales y políticos no podemos convivir con ese círculo.
–¿Ustedes intervienen en rescates y en el proceso de recuperación de niños y adolescentes?
-No tenemos el avance que tiene Argentina, con equipos especializados y oficinas de rescate. El tema es relativamente nuevo como política de Estado… como tema existió siempre, con otros nombres, profundidades y velocidades, pero existió siempre. Lo que sí tenemos desde este año son los juzgados especializados del crimen organizado, que tiene competencia sobre estos casos y cuya Policía tiene una serie de herramientas que no tiene la policía común: puede hacer seguimientos telefónicos, tiene régimen de protección de testigos, puede utilizar un policía encubierto… aspectos que en un delito de características no de crimen organizado no existen. Tiene alta movilidad pero muy pocos recursos pese a que la escala en Uruguay siempre es muy pequeña.
-¿Han detectado mujeres y niñas llevadas de Uruguay a Argentina y/o viceversa?
-Uruguay es país de tránsito y de destino, igual que Argentina, que es un destino para uruguayos víctimas, y viceversa. Pero básicamente, en su expresión internacional, los destinos finales de estos casos son Italia, España y últimamente, Estados Unidos y México.
–Con relación a la trata de chicos, ¿qué características se están viendo?
-A partir de la creación de los juzgados especializados, todas las denuncias se concentraron ahí. Los datos que tenemos son ésos. Entre 2007 y 2009 tuvimos 20 casos. En 2010 tuvimos 20 casos. Y en lo que va de 2011 tenemos ya 40. Esto tiene que ver, creo, con cambios que están ocurriendo en nuestros territorios y con haber capacitado operadores para observar qué pasa. Junto al fenómeno siempre hay invisibilización, miedo (que juega un papel importante sobre todo en las localidades pequeñas, donde las relaciones son cara a cara) y componentes ideológicos: el machismo y el patriarcalismo muchas veces naturalizan este tipo de prácticas aberrantes.
–Una vez que las víctimas son rescatadas de las redes, ¿qué pasa?
-Hay un servicio de atención y la idea es generar espacios de acceso a medios que les permitan reconstituirse como ciudadanos. A una persona que viene de este tipo de situaciones le cuesta mucho pelearla sola, entonces hay un periodo de acompañamiento para acceder a esos recursos imprescindibles.
–¿Coordinado por organismos internacionales?
-No, básicamente nacionales. En las instancias previas, como el rescate, generalmente Cancillería coordina con el país donde se produce el hecho. Luego pasa al ministerio de Desarrollo Social, que es el que tiene este proyecto, financiado por la Unión Europea y el Instituto del Niño y el Adolescente, porque generalmente las mujeres vienen con sus hijos. Es un proyecto que tiene meses, pero ya se ha acompañado a unas 10 personas. Obviamente nos falta mucho. Estas medidas no alcanzan. Hay que profundizar. En la medida en que la persona sea frágil puede volver a recurrir a la prostitución y terminar en el circuito de la trata. Volver a la situación por la que fue tratada.
-¿Hay alguna instancia internacional en la que se esté planteando la penalización del cliente como se discute en la Argentina?
-En el caso de los menores de edad, está penalizado. En los adultos no. Pero tenemos que problematizar algunos temas. Por ejemplo, el hecho de que la prostitución esté reglamentada. En el caso de los menores de edad, es increíble que el explotador-cliente siempre desaparezca del ámbito judicial. Por allá cae algún proxeneta. Por allá cae algún explotador. Pero no se va a uno de los actores principales. Porque esto es un negocio. Es una industria la del sexo. Si no hay demanda no hay negocio.
-¿Hay condenas?
-Hubo condenas. Van de 2 a 12 años. Un poco más que lo que se da por robar una vaca. Y son delitos de lesa humanidad.
-En Argentina hay una discusión porque la ley contra la trata vigente (cuya reforma cuenta con media sanción en el Congreso) habla de consentimiento en el caso de las personas mayores de 18 años.
-A mí me causa mucha gracia si no fuera tan triste… porque si hay algo que no es con-sentimiento es este tipo de mercantilización que toma a la persona como objeto. Siempre es sin sentimiento.
-¿Legislativamente, cómo está resuelto en Uruguay?
-En el caso de los menores de edad no se toma en cuenta como un factor. Por lo menos desde que está en la órbita de los juzgados especializados en crimen organizado. Si esto caía en algún juzgado del interior, con un juez no muy instruido y sin muchas ganas de trabajar con estos temas o darles encare adecuado, por ejemplo encararlo por el derecho de familia y no por el derecho penal, las consecuencias son brutales en esa mirada. Pero hoy las herramientas están.
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