La tibieza con la que se desarrolló la V Cumbre de América Latina, el Caribe y la Unión Europea en Lima demuestra el estado de estancamiento en que se encuentran las relaciones de los diversos bloques latinoamericanos con Bruselas. Lejos de los «¿por qué no te callas?», de las vedettes ecologistas entrerrianas y de los […]
La tibieza con la que se desarrolló la V Cumbre de América Latina, el Caribe y la Unión Europea en Lima demuestra el estado de estancamiento en que se encuentran las relaciones de los diversos bloques latinoamericanos con Bruselas.
Lejos de los «¿por qué no te callas?», de las vedettes ecologistas entrerrianas y de los cruces verbales personales, que llamaron la atención en las últimas reuniones de mandatarios europeos y criollos, la Cumbre de Lima dejó asentada sólo buenas intenciones frente al hambre, la pobreza el calentamiento global y la inmigración ilegal, que tanto preocupa a Europa.
Los desacuerdos entre Venezuela, Bolivia y Ecuador con la UE sumados a la negativa de Bruselas de levantar las protecciones a los productos rurales provocaron que en la declaración final no se incluyeran cifras de inversión, ni avances para lograr una reducción de la brecha económica que convierten a Latinoamérica en la región más desigual del planeta. Tampoco se lograron consensuar medidas para el preocupante aumento mundial de los precios de los alimentos, que afectan principalmente a los países menos desarrollados.
El único paso concreto es la organización, en España, de una conferencia prevista para julio, presidida por Argentina y Francia que tiene como objetivo enviar una ayuda urgente a Haití para paliar el caos social, económico y político que está sufriendo por el encarecimiento de los productos básicos.
También fracasó el intento europeo de lograr un acuerdo en bloque con la (Comunidad Andina de Naciones (CAN), por la negativa de los presidentes Evo Morales de Bolivia y Rafael Correa de Ecuador.
El principal rival de la UE no es ni Hugo Chávez ni Evo Morales, sino Washington, que después del fracaso del ALCA, logró avanzar en la suscripción de tratados de libre comercio bilaterales con Chile, Perú, Colombia y Centroamérica y ahora mantiene negociaciones con Uruguay y Paraguay.
Por eso, Bruselas ya comenzó a adoptar el plan B. Ante el temor de perder mercados, la UE pretende, de la misma manera que EE.UU., saltar el cerco de las negociaciones con el bloque y lanzarse a la caza de los países más predispuestos a pactar convenios comerciales a pesar de las fuertes restricciones que impone Bruselas y de los subsidios a sus propios productores, lo que deja sin protección a las débiles industrias latinoamericanas.
Precisamente el éxito de la Cumbre de Lima se dio en las múltiples negociaciones bilaterales, no sólo con la UE, sino también entre países latinoamericanos. La puesta en marcha del mayor proyecto petroquímico de la costa del Pacífico americana suscripto por los presidentes de Brasil y Perú para la producción de etileno y polietileno, con una inversión de 3 mil millones de dólares, de la que van a participar las empresas Petrobrás y Petroperú, es uno de los mayores avances que se lograron el sábado.
Otro avance fue el compromiso del gobierno de Evo Morales hacia la presidenta Cristina Fernández de Kirchner de asegurar el suministro de gas de 7,7 millones de metros cúbicos que no estaban garantizados por el conflicto de la nacionalización de cuatro petroleras en Bolivia y por la prioridad que tiene Brasil de recibir 31 millones de metros cúbicos este año.
Pero, los cruces entre mandatarios tuvieron lugar por afuera de la Cumbre. El informe de Interpol sobre los archivos encontrados en las computadoras del número dos de las FARC, Raúl Reyes, incautados por el ejército colombiano en Ecuador revitalizó el conflicto entre Chávez, Correa y el presidente de Colombia Álvaro Uribe. La conclusión de que esos archivos, que relacionan a Ecuador y Venezuela con las FARC, no fueron adulterados, no significa que los datos que contengan sean verídicos o que no puedan llegar a ser interpretados subjetivamente por todos los implicados.
Hasta hace muy poco tiempo Europa necesitaba de la mano de obra barata que le otorgaban los inmigrantes africanos y latinoamericanos. Hoy en día, la desaceleración económica del mundo desarrollado comprime los mercados laborales, lo que provoca la expulsión de los extranjeros, principalmente los ilegales.
Sin embargo, la UE tiene conciencia de que si no cede en sus imposiciones comerciales, Latinoamérica puede llegar a caer en manos de fuertes competidores como EE.UU. y China. La dureza en las negociaciones y la imposición de medidas de Bruselas sin intención de disminuir las restricciones a los productos que importa llevó a que las negociaciones con los bloques latinoamericanos fracasaran.
Además, Europa tiene experiencia suficiente – en el caso de Francia y Argelia por ejemplo – para no desconocer que si no ayuda a desarrollarse a América Latina con medidas concretas, la corriente migratoria se va a incrementar, por eso en la nueva etapa de tratados bilaterales va a tener que ceder en varias de sus imposiciones si tiene como objetivo reducir la cantidad de ilegales y de lograr convenios más justos y relaciones más fluidas con el continente americano.