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Bielorrusia

Lukashenko: «De acuerdo con mis convicciones, soy socialista»

Fuentes: Pravda

Traducido del ruso para Rebelión por Josafat S. Comín

El pasado viernes, 18 de marzo, tuvo lugar en la Biblioteca Nacional de Bielorrusia una «mesa redonda» del presidente A.G. Lukashenko con los responsables de una serie de medios de comunicación rusos. Estuvieron representados los periódicos: «Védomosti», «Zavtra»,»Kaliningradskaya Pravda», «Literaturnaya gazeta», «Pravda», «Sank Peterburgskie védomosti», «Selskaya zhisn», «Smolénskaya gazeta»; las revistas «Nash sovreménnik», «Rossiiskaya Federatsia sevodnya» y la emisora de radio «Russkaya sluzhba novostey».

El encuentro se prolongó por más de cuatro horas. En el mismo tuvo lugar un diálogo, una charla del presidente con cada uno de los participantes. Presentamos a nuestros lectores la parte de esa «mesa redonda», donde se produjo el encuentro entre A.G. LUKASHENKO y el redactor jefe de «Pravda», B.O. Komotski.

B.O. Komotski (redactor jefe de «Pravda»). Represento al periódico «Pravda». Alexánder Grigórevich, debo decirle, que nos quedaríamos cortos si dijésemos que escribimos permanentemente sobre Bielorrusia. En cada número tenemos una sección bajo el epígrafe: «El ejemplo bielorruso».

A.G. Lukashenko. Sí, lo sé. Recibo su periódico. Tengo «Pravda» permanentemente encima del escritorio.

B.O. Komotski. Nuestros lectores siguen con gran interés y atención todo lo que tenga que ver con Bielorrusia. Y el otoño pasado, en relación con las elecciones y con todo el revuelo que levantaron, en nuestra redacción recibimos una gran cantidad de cartas en apoyo suyo, con llamamientos a los bielorrusos del tipo: «¡Hermanos, manteneos firmes en la elección hecha! , y después felicitándose por la victoria. Tengo el honor de poder transmitirle todo eso ahora en nombre de nuestro lectores, y de la gente que realmente le apoya. Nuestros lectores están muy bien informados. Y sin embargo hay una serie de cuestiones que destacaría de toda esa correspondencia, y sobre las que quisiera preguntarle directamente, aunque sobre algunas ya ha hablado algo. Pero ya digo que hay cosas que me gustaría concretar. Entre esa correspondencia a menudo podemos leer: «Lo que vemos hoy en Bielorrusia concuerda completamente con lo que hoy denominaríamos «Socialismo del siglo XXI» ¿Por qué Lukashenko evita mencionar ese término en sus intervenciones? Después de todo también Chávez se refiere al socialismo del siglo XXI, y los camaradas chinos construyen una sociedad muy parecida, el socialismo con particularidades chinas. ¿Por qué en Bielorrusia parece que rehuyan de esa palabra? Al fin y al cabo se está haciendo lo mismo, pero el «término» socialismo no suena? Eso por un lado.

En segundo lugar. Cuando se afrontan elecciones, y en general cuando se enfrentan procesos tan complejos de construcción y creación, se necesita un apoyo masivo, una fuerza de masas. Hugo Chávez creó el Partido Socialista Unido, y en China el Partido Comunista juega un papel muy importante. Con todos sus méritos como dirigente, no deja de ser difícil para una sola persona conseguir ese resultado, se necesita un equipo ampliamente respaldado. En relación con esta perspectiva ¿qué opinión le merece la creación de un movimiento de masas, de un partido de masas? ¿Cómo valora usted hoy el papel de los comunistas bielorrusos en la sociedad bielorrusa?

Y una última pregunta: tras las elecciones, Occidente ha pasado a ocupar una postura de fuerza en relación a Bielorrusia. No ceja la actividad subversiva; baste recordar la «cédula polaca», entorno a la que se está organizando toda una campaña. Se están invirtiendo millones en toda esta historia, que no deja de ser una intromisión, cuando a los ciudadanos de la república se les pretende clasificar por su pertenencia a una determinada nacionalidad, y comienzan a verse maniobras, donde empujan a la gente a la traición. En esta situación, con toda la presión que está soportando el país, les están encima chantajeando. No puede ser que llegue el día en que la oligarquía rusa pueda decir: de acuerdo les vamos a ayudar, para para eso tendrán que hacer esto y lo otro. ¿Tienen pensado algún tipo de garantía que les preserve de la posible expansión de la oligarquía rusa sobre territorio bielorruso, cuando haya que defender los logros socio-económicos alcanzados?

A.G. Lukashenko. Hay que decir que en lo que respecta al socialismo, tiene razón, me es algo cercano. Recientemente, en las conversaciones que hemos tenido nuevamente sobre la creación en Bielorrusia de un partido que apoyase al presidente (estas son por ahora conversaciones privadas , me escriben académicos y otra serie de gente), me he parado a pensar cómo debía de ser ese partido: Y cuando he pensado en el partido, no he dejado de creer que un partido así debía nacer desde abajo. Un partido no debe crearse desde arriba. Aunque sí que se podría hacer. Y sería popular, por cuanto apoyase al presidente ya que la popularidad de este se trasladaría al partido. Eso es así.

Pero no puedo no acordarme de «Nuestra casa es Rusia». ¿Y dónde está ahora «Nuestra casa es Rusia»? En ninguna parte. ¿Y donde están todos los partidos que se han creado por el poder? En ningún sitio. Yo quisiera que el partido surgiese desde abajo, para que no se derrumbase si cambiase el gobierno. Durante un debate público en la campaña electoral manifesté que no impediría la aparición de partidos, opositores incluidos, pero que no los pensaba crear desde arriba, porque su esperanza de vida en ese caso no sería mucha. Me gustaría que un partido así surgiese desde abajo.

Soy miembro del Partido Comunista, del PCUS. Yo no quemé mi carnet del partido, como era moda en aquellos años. Sigo conservando el carnet del partido. Ya no existe el partido, pero sigo conservando el carnet. Y cuando llegué a la presidencia, prometí que no ingresaría en ningún otro partido. Fui miembro de ese partido, y cuando se derrumbó me dije que no ingresaría en ningún otro partido. Y tampoco voy a crear ningún partido de forma artificial.

Tiene razón en lo que dice, cuando hay un partido, todo es más fácil. Es una estructura que controla el poder del estado. Es lo que estamos haciendo ahora, pero sería una organización social. Y no es suficiente. Tampoco se trata de crear grandes comités de distrito. Si en el distrito hay tres trabajadores y la organización, empezarán a acumular, todo aquello, que puede que el presidente no vea, lo que aquí arriba no vemos. Eso es algo importante. Pero no creo que deba ser yo el que las cree artificialmente.

Contamos con la organización «Belaya Rus», y desde hace tiempo me están proponiendo convertirla en partido. Está lista. Vive de las cuotas de los afiliados, con superávit en las cuentas. Y fui muy claro al advertir que no debía haber allí ningún funcionario. Sería un problema grave, que los funcionarios ingresasen en ese partido.

Es una buena organización, podría convertirse en partido, siempre nos ha apoyado, ha luchado para que Bielorrusia sea lo que es hoy.

Y entonces pienso ¿de convertirse «Belaya Rus» en partido, qué clase de partido sería? Yo soy partidario de que fuese un partido socialista. Cuando me convertí en presidente, en una de mis intervenciones, dije que debíamos construir una sociedad en nuestro país guiándonos por los principios del socialismo. ¡Socialismo! ¿Por qué no lo digo ahora? Tiene usted razón, lo hago de modo consciente. Pero no porque esté en contra, sino por aquello de que si dijese «socialismo», mañana los canales rusos e «Izvestia» o quien quiera que sea, me acosarían hasta la extenuación, te tergiversarían y desvirtuarían hasta el punto de que sería difícil explicarte con el resto de presidentes. De corazón soy socialista. El socialismo es la sociedad que estamos intentando construir en Bielorrusia, la sociedad de la justicia social en la que no haya grandes diferencias entre ricos y pobres. El socialismo no niega la propiedad privada. Yo tampoco reniego de ella. Pero esa propiedad debe ser una propiedad que la hayas sudado tú, que la hayas levantado con tus manos.

Para mi la prioridad absoluta de la economía de mercado es la competitividad. Lo que para nada tiene que ver con la tan traída y llevada «libertad de precios». Todo eso es una engañifa. ¿Acaso en Rusia hay economía de mercado? Como suele decirse: hasta que no suena el trueno, el hombre no se santigua. Si hasta Putin dice que hay que frenar los precios de los derivados del petróleo. E incluso él mismo comienza a justificarse que la economía de mercado no puede aplicarse aquí. El estado debe cumplir sus funciones. Y allí donde haya un problema intervenir, resolverlo. Pero la prioridad absoluta es que haya competencia.

En segundo lugar: la iniciativa de la persona no la puedes asfixiar. Si la persona quiere, hay que darle la posibilidad: pero de un modo honrado. Acabamos de aprobar la Directiva nº4 (es la cuarta vez en mi vida que firmo una directiva sobre temas de trascendencia: seguridad, disciplina, energía y esta cuarta sobre iniciativa empresarial). El espíritu de esta directriz es emancipar a la persona. Solo que nuestros empresarios lo han entendido al pie de la letra: cero impuestos, libertad absoluta, lo manejo como quiero etc. Señores, no tenemos intención de coartar la libertad del emprendedor, pero ya que les respaldamos, lo mínimo que se puede pedir es un poco de decencia. Aquí es muy fácil registrarse, no se necesita ningún permiso, basta con que el empresario rellene la solicitud: llegas, la rellenas, dos copias y listo. Hay algunas restricciones en algunas esferas, quedarán una veintena de licencias. Pero dios no quiera que dejes de pagar impuestos. En ese caso sería casi como en los EE.UU. donde los crímenes peores son los tributarios. Y luego deben tener presente que si el estado les apoya, debe obtener algo a cambio. ¿El qué? Impuestos. Por eso, si la interpretación que usted hace de esta directiva es la de no pagar impuestos, pues ya puedes ir despidiéndose. Son cosas que les deben quedar claras.

Esto no es algo que se contradiga con el socialismo. Es por lo que más me inclino.

Si hablamos de comunismo, creo que es un concepto que hemos estropeado. Era demasiado inalcanzable para nosotros. El socialismo es más real. Ya hemos conseguido algo con él.

Todo esto son razonamientos míos, de los que nunca he hablado en público. Y tiene razón en eso…no es que tenga miedo: Pero como presidente prefiero no decirlo, porque seguro será mal interpretado, y dirán: «lo que nos faltaba, otro comunista…» y cosas por el estilo. Aunque en tiempos de Yeltsin cuando nos íbamos a comer después de las reuniones en la Cámara Facetada (del Kremlin), con Karímov, Nazarbáyev, bromeábamos: «Pues eso, como ha dicho nuestro comunista Lukashenko…» y claro una de esas veces salté y les dije «Escuchad, miembros del Politburó, Yeltsin, Nazarbáyev, Karímov, más os valdría callar., que yo no estaba allí con vosotros.» Aunque ellos siempre me consideraron un comunista. Y siempre se metían con eso.

Por eso ahora prefiero guardar silencio y tampoco hablar de socialismo. Aunque esta es una sociedad absolutamente normal, una sociedad justa. Y si rellenamos de contenido esa ideología de socialismo que tenemos, llenarla de contenido en un país, y siguiendo ese modelo construir un país, no hay nada de malo en ello. He estudiado el caso chino, antes de ser presidente estuve un par de veces, y como presidente he visitado China en seis o siete ocasiones. Les he estudiado, empezando por sus zonas de libre comercio. Y en nuestro parlamento antes de las primeras elecciones a presidente, cuando se debatía el modelo de desarrollo, yo dije: «Saben, demos aprender de China: no hay que destruir, no hay que aniquilar nada ni acabar con el Partido Comunista. Fíjense como se han adaptado a las nuevas condiciones (entonces en la Unión Soviética partíamos de mejores condiciones que ellos, habríamos adelantado a China). Debemos seguir por ese camino, sin destruir nada».

Yo era partidario precisamente de ese modelo de desarrollo. ¿Y qué es lo que nos está demostrando China ahora que ya han pasado dos décadas? Hicimos bien en aprender entonces de China. Lógicamente hay cosas específicas de China, pero hay mucho que aprender de ellos. Aprendimos a construir, sin destruir nada.

Lo mismo puedo decir de los comunistas de Bielorrusia. Claro está, yo intento no inmiscuirme ni respaldar a ningún partido. Pero los comunistas son el único partido al que respaldamos. Es nuestra historia si se quiere. Por eso les respaldamos. Aunque no creamos nada artificialmente. No ayudamos a atraer nuevos militantes al partido. Eso es un asunto interno. Pero los comunistas bielorrusos, el Partido Comunista de Bielorrusia siempre ha estado con nosotros. Siempre.

Si creáramos un partido, yo sería partidario de que ese partido fuese socialista. Le digo sinceramente, puede ser incluso que sea la primera vez que lo diga públicamente, que yo por mis convicciones soy socialista, porque lo que yo quiero es que haya justicia social. Ese es mi principal principio político. Y está estrechamente ligado con el socialismo. ¿Qué otro partido propugnaría esos principios?

En lo que respecta a nuestros temores por la expansión de ciertas fuerzas incluidas las oligárquicas de la Federación de Rusia, faltaría a la verdad si dijese que eso no lo tengo en cuenta. Especialmente ahora. ¿Sabe qué es lo que están diciendo ahora? (cuando la «quinta columna» ha invadido toda la prensa): «Lukashenko se ha acorralado a si mismo, ahora ya no le queda ninguna salida, ni en Occidente ni en los EE.UU. lo pueden ver. Ahora está en manos de la camarilla del Kremlin». En mi encuentro con Vladímir Putin se lo he dicho: «No nos vamos a dejar avasallar. Estamos en un momento difícil, delicado. Que nos ayudan, lo agradeceremos. Siempre estaremos al lado. Tú sabes -le dije- como nos hemos comportado en los momentos difíciles que ha tenido Rusia: y con los artículos de alimentación y lo demás». -«Muchas gracias ya lo sé. Realmente siempre nos habéis apoyado, nos habéis ayudado con las provisiones, etc, etc». «Ten en cuenta, que sean cuales sean las dificultades, -le digo- puedo repetir mi promesa electoral: si nos van a presionar por todos los lados nos iremos a los refugios, pero no nos vamos a poner de rodillas: tenemos experiencia. No quisiera que hiciese falta llegar a eso, pero es lo que haríamos». A lo que Putin me respondió: «Ni se te ocurra pensarlo, Ni yo personalmente, ni en Rusia en las estructuras de gobierno pensamos así, que si fíjate en qué situación se ha visto Bielorrusia, vamos entonces a aprovecharnos y doblegarla…» Eso fue exactamente lo que dijo. Y yo le digo: «¿De verdad me lo dices o…? y él responde: «Te juro que no es eso lo que pensamos». Y yo le creo. Aunque sé que hay ese tipo de ánimos. Y si alguien piensa que puede venir aquí y ponernos la rodilla en el pecho para sacarnos algo, está muy equivocado: no vamos a especular con las circunstancias, saldremos adelante, por mucho que nos asfixien, conseguiremos soltarnos. Al fin y al cabo de lo que se trata es de cubrir las necesidades de 10 millones de nuestros ciudadanos. Es algo que somos capaces de hacer y lo haremos. Tenemos un pueblo con talento, trabajador, instruido.

Nuestra política es clara: Hay ciertas dificultades y no son pocas, pero para superarlas no vamos a hacer nada que no hayamos estado haciendo ya. El pueblo es lo primero. Pero sin perjudicar a rusos, ucranianos y resto de vecinos.

Por cierto que todos los compromisos sobre la Unión aduanera y el Espacio económico unificado los hemos ratificado en el parlamento. En Rusia todavía no han llegado al parlamento. Nosotros hemos hecho todo lo prometido: Putin me dijo directamente: «No esperábamos que lo hicieran». Nosotros también tuvimos nuestras divergencias, pero al final cumplimos lo que prometimos y lo ratificamos.

Ahora tenemos a toda la población inquieta con la subida del precio de los automóviles (al haber aceptado las condiciones rusas, para defender a los productores rusos). Son pasos antipopulares. Ya sabe lo que significa el coche para la gente…en cada familia hay uno y en algunas dos. Y nos vemos ahora en una difícil disyuntiva. Pero es algo que aceptamos, que prometimos, como contrapartida a que Rusia eliminase los aranceles al transporte de mercancías. Eso fue lo que acordamos. Y cuando Medvédev me dijo que estaban dispuestos a esto y lo otro, y que hay que pagar el precio de la integración, yo le respondí. «Alto ahí. Nosotros no tenemos que pagar por la integración. Por decirlo de un modo sencillo. Dadnos la posibilidad de trabajar tranquilamente en el mercado ruso y obtener ganancias, para hacer luego cuentas y no tener un balance negativo…» Eso fue lo que le dije en diciembre del año pasado, cuando firmábamos el paquete principal de documentos. «Lo comprendemos y estamos dispuestos a arrimar el hombro». Y yo le respondí: «Está bien. Gracias».

Nos vemos con los oligarcas, los conocemos, recibimos a varios, les presentamos proyectos. Pero tenemos condiciones. Sobre privatizaciones tenemos 25 condiciones. Si están dispuestos a cumplirlas, adelante.

Vemos gente, que por supuesto está pensando en dar aquí algún pelotazo. Y sabemos dónde es que quieren sacar tajada. No tienen interés por las empresas necesitadas de inversiones, donde haya que invertir, les interesan las que funcionan bien, las que tienen materias primas y mercados: Pero para eso ya trabajamos nosotros con éxito. La Compañía bielorrusa de potasio obtuvo en un año tan duro como el pasado una rentabilidad del 170%. Ya me dirán ustedes que necesidad tenemos de venderla. Abastecemos a nuestro sector agrícola con potasio a precios irrisorios. ¿Haría lo mismo un empresario privado? No. Es una empresa estatal actualmente. El subsuelo es propiedad del estado y debe trabajar para el estado.

Dicen: «Lukashenko tiene miedo de la propiedad privada y de los propietarios, por cuanto son una amenaza para el gobierno». ¡Pero qué va!…con un empresario privado es más fácil trabajar que con una empresa estatal. ¿Qué miedo habría de tener? Lo único que quiero es que estas empresas puedan ofrecer por poco que sea, una vida normal a 10 millones de personas que viven aquí. Eso es todo. La aritmética es sencilla. Si eso es la ideología socialista, entonces soy socialista.

Fuente: http://gazeta-pravda.ru/content/view/7332/34/