Al estallar la crisis de 2008, el Estado británico acudió en auxilio de entidades como el Royal Bank of Scotland (RBS), el Halifax Bank of Scotland (HBOS), el Northern Bank o el Lloyds Banking Group. Según el Comité para la Abolición de las Deudas Ilegítimas (CADTM), Reino Unido fue el país -entonces miembro de la […]
Al estallar la crisis de 2008, el Estado británico acudió en auxilio de entidades como el Royal Bank of Scotland (RBS), el Halifax Bank of Scotland (HBOS), el Northern Bank o el Lloyds Banking Group. Según el Comité para la Abolición de las Deudas Ilegítimas (CADTM), Reino Unido fue el país -entonces miembro de la Unión Europea- que más ayudas directas (en cifras absolutas) suministró a los bancos en el periodo 2008-2012: más de 80.000 millones de euros, el 4,3% del PIB; Alemania ocupó el segundo lugar (65.700 millones de euros). En el segundo trimestre de 2016, la deuda pública de Gran Bretaña ronda los dos billones de euros (89% del PIB). Pero además de este porcentaje, la importancia reside en la evolución: al inicio de la crisis (2008), el endeudamiento público se situaba en el 51% de la riqueza nacional; antes de la gran recesión, en 2007, se hallaba en el 43%.
De origen finlandés, Fanny Malinen lleva seis años residiendo en Londres y es activista del colectivo Debt Resistance United King, donde trabaja en los grupos de investigación para las auditorías de la deuda en los municipios. En 2011 formó parte de Occupy London. En 2012, un grupo que procedía de este movimiento dirigió sus energías al trabajo en torno a la banca, las finanzas y la deuda; y de allí surgió en 2013 el grupo de Debt Resistance londinense, que mantiene contacto con otros colectivos que objetan las deudas ilegítimas en Manchester, Birmingham, Leeds y algunas ciudades escocesas. En el estado español trabaron relación con la Plataforma Auditoría Ciudadana de la Deuda (PACD); y en el distrito londinense de Newham, con otros que trabajan contra la austeridad, los problemas de vivienda y los recortes en los servicios públicos. «Ahora se trata de ampliar la red», afirma la activista, y extender «una herramienta tan potente como las auditorías, que están relacionadas con la deuda y muchas otras áreas: también con la democracia local».
El ejemplo británico es uno de los más claros para rebatir que la deuda pública actuara como detonante de la gran recesión. En la década anterior a la crisis, entre 2000 y 2008, el CADTM destaca que la deuda privada total (sociedades financieras, no financieras y hogares) del Reino Unido se elevó del 268% al 434% del PIB. En ese contexto, Fanny Malinen recuerda que son compañías multinacionales las encargadas de auditar a los bancos. «No van a actuar, de ahí la importancia de promover nuestras campañas». Relaciona la deuda con las políticas de austeridad, «que en el Reino Unido son muy serias». Pero también considera que tal vez hayan sido menos «abruptas» que en España, y que entre los británicos «no existe un sentimiento generalizado de crisis del capitalismo financiero»; en un castellano forzado, tras participar en las jornadas #Auditfest organizadas por la PACD en Barcelona, añade: «Mucha gente todavía cree en esa historia del gobierno, que dice: como hemos gastado mucho dinero, ahora necesitamos la austeridad».
La organización Debt Resistance UK ha comenzado el trabajo por el ámbito local. En parte porque los gobiernos conservadores han reducido drásticamente los recursos a las municipalidades. En un artículo publicado el dos de mayo de 2011 en el periódico digital El Plural, el economista Vicenç Navarro da cuenta de los «recortes draconianos de gasto público social» que estaba ejecutando el gobierno de Cameron. El objetivo, la eliminación de un déficit público estructural que se cifraba en cerca de 45.000 millones de euros. El tajo presupuestario -que no figuraba en el programa electoral del partido conservador, matiza Navarro- acicateó las movilizaciones populares: alguna de ellas, en Londres, concentró a medio millón de personas. El economista señala en el artículo una senda alternativa, a partir del libro «Super Rich: The Growth of Inequality in Britain and The United States», del catedrático George Irvin. Una de las tesis de este best-seller es que los ricos británicos se convirtieron en megarricos durante los últimos 30 años, con epicentro en la banca. De hecho, el 1% de la población concentra más de la mitad de la riqueza en Gran Bretaña.
El texto de Vicenç Navarro -«El cinismo del Gobierno de Cameron de la Gran Bretaña y de sus amigos españoles (y catalanes)»- subraya que según el Ministerio de Hacienda británico, la evasión fiscal en este país representa el 7% del PIB, una cantidad varias veces superior a la de los recortes previstos. ¿Qué mecanismos utilizan las élites para la elusión impositiva? George Irvin señala la responsabilidad de la City de Londres, utilizada para desviar el dinero a las Islas Caimán, Bermudas, Gibraltar y otros paraísos fiscales «que el Gobierno de Cameron defiende». Además «se opone bajo la influencia de la City a que dejen de existir», subraya el artículo.
Pero el gobierno laborista de Gordon Brown (2007-2010) tampoco puso cortapisas a los paraísos fiscales. «Ha habido pocas diferencias entre conservadores y laboristas durante los últimos 20 años», afirma Fanny Malinen, quien como periodista freelance publica reportajes en dos medios digitales independientes: Novara y Equal Times. Lamenta que el largo periodo del «New Labour», con los liderazgos de Tony Blair y Gordon Brown entre 1994 y 2010, no haya supuesto un rechazo de la austeridad. Actualmente dirigido por Jeremy Corbyn, «el laborismo es mucho más socialista y se sitúa más a la izquierda», opina la activista. Considera que ahora el partido tiene unos principios, e incluso puede que llegue a ser una fuerza real de oposición. Pero tampoco se hace ilusiones con las formaciones políticas: «En el Partido Laborista hay muchas fuerzas que no quieren a Corbyn, hay choques y peleas internas».
Esta activista y periodista finlandesa también trabaja con personas discapacitadas. Vive, con su pareja, en una barca de dimensiones reducidas en un pequeño canal de Londres. «Hay una crisis muy grave de la vivienda y no me llega para alquilar», explica. Recibe una remuneración muy escasa por los trabajos que realiza pero, a cambio, dedica su vida a las cosas que le importan. «También es una forma de activismo», sostiene. El 23 de junio los británicos votaron a favor de abandonar la Unión Europea (el Brexit obtuvo el 52% de los votos favorables), pero Fanny Malinen no cree que se abran nuevas perspectivas: «Los gobiernos de Cameron y May son tan conservadores que el Brexit sólo va a traducirse en un ataque a los derechos humanos y laborales; y detrás está la xenofobia, me preocupa que ocurrirá con los inmigrantes». En otros países sí que sería más partidaria de romper con la Unión Europea; por ejemplo en España, donde observa formaciones políticas más progresistas y movimientos sociales con mayor fuerza que en el Reino Unido. «La sociedad británica es mucho más individualista, pero nunca tendremos una coyuntura como la actual, por la crisis bancaria y de la deuda». Entre los principales adversarios, señala unos medios de comunicación concentrados en pocas manos y orientados «muy a la derecha». «Nunca leo la prensa conservadora, ni los tabloides».
¿Existe un mayor margen de maniobra fuera del euro? «No creo que importe tanto; ciertamente la moneda única ha resultado muy negativa para los países de la eurozona, pero la situación es apurada en todas partes», defiende Malinen. Por ejemplo, además de las auditorías de las cuentas municipales, Debt Resistance aborda algunas deudas privadas, como las de los estudiantes. Una de las primeras medidas de austeridad fue, en 2010, triplicar las tasas universitarias (de 3.200 a 9.000 libras anuales). Los estudiantes respondieron a esta iniciativa del gobierno de coalición entre conservadores y liberal-demócratas con marchas en la calle, ocupación de instalaciones universitarios y abandono de las aulas. También se cerraron numerosas bibliotecas, recalca la activista. En medio de la espiral austeritaria, la Asociación de Bibliotecarios del Reino Unido advirtió en enero de 2011 que 330 bibliotecas públicas estaban a punto de cerrarse; y que la amenaza planeaba sobre mil añadidas, de las 4.500 que existían en el país.
En abril de 2013 el ejecutivo de Cameron continuó con la ofensiva. Con la excusa de incentivar el trabajo frente a la dependencia de ayudas estatales y a su vez controlar el déficit, el gobierno conservador redujo los subsidios a las personas en edad de trabajar que residieran en una vivienda protegida y con una habitación libre; también retiró el subsidio al pago del impuesto municipal sobre la vivienda. Fanny Malinen constata la retirada de ayudas públicas para personas con discapacidad, jóvenes y el cierre de centros culturales, entre otras. «Tampoco se tiene dinero para los refugiados, pero sí para rescatar a los bancos; todo forma parte de las mismas políticas», explica. En diciembre de 2013 David Cameron volvió a copar portadas, cuando defendió en el Parlamento la restricción del acceso a las prestaciones sociales a los inmigrantes europeos. Nuevamente, con un fin disuasorio: evitar que «vivan» del estado. «Tenemos que educar a la gente para que sepa lo que está ocurriendo», afirma la activista de Debt Resistance. Así, recuerda que detrás de muchas de las iniciativas austeritarias se ocultan los bancos que operan en la City, que además actúa como un paraíso fiscal.
«Me gustaría que toda la gente que vive en Londres conociera la responsabilidad de la ciudad, donde tenemos a todas estas instituciones financieras», afirma. Que las personas corrientes supieran cómo las inversiones de la banca en el negocio petrolero contribuyen a la crisis climática. El miembro del Consejo Científico de ATTAC-España y autor del libro «Los lobbies financieros, tentáculos del poder», Juan Hernández Vigueras, se hace eco en su blog del estudio «Lobbyng for the City of London», de la fundación holandesa Corporate Europe Observatory. De la investigación se desprende que el Reino Unido gasta al menos 34 millones de euros anuales en grupos de presión en Bruselas, y emplea a más de 140 lobbies para inducir en sentido favorable las políticas de la UE. Entre diciembre de 2014 y mayo de 2016, los lobbies de las finanzas británicas mantuvieron 228 encuentros con la élite funcionarial de la Comisión Europea; y 71 representantes de la City de Londres contaban con pases de acceso al Parlamento Europeo. El líder del partido de extrema derecha UKIP (2010-2016) y eurodiputado Nigel Farage también fue un banquero de la City, destaca Fanny Malinen. «En cuestiones económicas habla como un partido de izquierda, pero es retórica». Lo compara con los «Verdaderos Finlandeses» de su país, que se presentan aparentemente contra las élites y a favor de los ciudadanos: en las elecciones generales de 2015 obtuvieron la tercera posición y el 17,7% de los votos…
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