Traducido para Rebelión y Tlaxcala por Juan Vivanco
Me he manifestado en Roma por Palestina el día 19 de noviembre. Si hubiera estado en Milán me habría manifestado en Milán: por Palestina, naturalmente. No sé cuántos éramos en Roma, no los conté. Sé que había un montón de gente como yo, que se manifestaba pacíficamente. También sé que hay provocadores e imbéciles que se las arreglan para que al día siguiente otros imbéciles escriban en las primeras páginas de los periódicos atribuyendo a los manifestantes (muchos) las provocaciones de unos pocos cuya procedencia no está muy clara (para algunos) y cuya estupidez está clarísima (para otros). Todos recordamos la historia de las diez latas de coca cola lanzadas contra Fassino, que en su día enturbiaron una manifestación de decenas de miles de pacifistas. Así funciona la información chabacana. Yo no me he manifestado con los gamberros, como escribe delirando Miriam Mafai en la primera página de La Repubblica. Me he manifestado por Palestina. Porque estoy a favor de dos estados y dos pueblos, pero no estoy «del lado de Israel» -como ha dicho Massimo D’Alema- mientras bombardea a los palestinos encerrados en la cárcel de Gaza y en los territorios ocupados por Israel. Me he manifestado del lado de los más débiles, que votaron y eligieron legítimamente un gobierno y, por eso, están sometidos a un bloqueo. Me he manifestado para que Israel devuelva 500 millones de dólares de los palestinos a los palestinos. Me he manifestado contra la experimentación de nuevas armas con los civiles palestinos. Me he manifestado para que el muro de Israel, que roba más tierra a los palestinos, se detenga y se derribe. Me he manifestado contra una Europa hipócrita y pilatesca que no sabe distinguir entre el agresor y el agredido. Me he manifestado y seguiré manifestándome, aunque sé que seguirá habiendo provocadores, una y otra vez. Pero no me dejaré intimidar por los provocadores que, desde las páginas de los periódicos del régimen, pretenden que me quede en casa o me manifieste para darles la razón a ellos.
Fuente: http://www.giuliettochiesa.it/
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