El avión presidencial se estrelló en Smolensk, al intentar aterrizar en medio de la neblina. Murieron las 96 personas que viajaban a bordo. Irónicamente, iban a marcar otro aniversario de la masacre de los bosques de Katyn, donde murieron oficiales polacos.
El presidente polaco, Lech Kaczynski, y algunos de los líderes políticos y militares más importantes del país murieron ayer cuando el avión presidencial se estrelló en el oeste ruso, al intentar aterrizar en medio de la neblina. Murieron las 96 personas que viajaban a bordo. No bien se conoció la noticia los mandatarios de todo el mundo expresaron sus condolencias y recordaron la figura de Kaczynski, quien a los 60 años era conocido en la Unión Europea como el «gemelo bueno», en comparación con su hermano y anterior primer ministro, Jaroslaw.
Le habían advertido al piloto sobre la baja visibilidad y hasta le recomendaron que aterrizara en Moscú o Minsk. Sin embargo, él eligió -o le ordenaron, aún no está claro- seguir camino hasta el destino original, Smolensk. Mientras hacía el descenso, el avión se inclinó levemente para la izquierda, se enganchó con la copa de un árbol y se terminó de estrellar envuelto en dos explosiones. El canal de noticias estatal Rossiya-24 mostró imágenes del lugar donde cayó la nave, lleno de pedazos de metal quemándose entre las ramas de árbol caídas y la densa niebla. De entre los escombros, se destacaba la cola del avión con los colores de la bandera polaca, rojo y blanco.
El Tupolev-154M, un avión con malos antecedentes cuando se trata de seguridad, tenía 26 años y llevaba a una delegación de 88 polacos a las conmemoraciones del aniversario de la masacre de Katyn, en la que 22 mil oficiales del ejército polaco fueron ejecutados por la policía secreta soviética en 1940. Entre las víctimas de ayer había familiares de los asesinados aquella noche fatídica de abril de la Segunda Guerra Mundial. Entre los que estaban a bordo también se destacaba Anna Walentynowicz, la mujer que hizo historia en 1980 cuando su despido en Gdansk provocó la creación del movimiento sindical Solidaridad, el mismo que años después lideró la independencia del país.
La caída del avión presidencial dejó enormes agujeros en los escalones superiores del poder político y militar de Polonia. A bordo estaban el jefe del Estado Mayor, el presidente del Banco Nacional, el vicecanciller, el capellán del ejército, el director de la Oficina Nacional de Seguridad, el vicepresidente del Parlamento, el comisionado de derechos civiles y, al menos, dos asesores presidenciales y tres legisladores. También murió Maria, la primera dama y economista. Tenían una hija, Marta, y dos nietas. Para evitar un vacío de poder el gobierno anunció que adelantará las elecciones de octubre próximo para el 20 de junio. La Constitución polaca le otorga al presidente el derecho a vetar legislación y, además, lo designa como el comandante en jefe de las fuerzas armadas. Más allá de esas prerrogativas, la figura presidencial es protocolar.
Pero el tema que abrirá un acalorado debate será el uso presidencial del Tupolev-154M. Durante mucho tiempo se discutió si los líderes del país debían seguir utilizando un avión de dudosa seguridad, pero desde el gobierno siempre se argumentó que no existían fondos para cambiarlo. La nave presidencial había sido totalmente revisada en diciembre pasado en la planta de mantenimiento aéreo Aviakor, en Samara, Rusia. Los tres motores del avión habían sido reparados y su equipo de navegación y el sistema electrónico revisado. El interior del avión había sido remodelado.
Según la Red de Seguridad de Aviación, los Tu-154, como se los conoce comúnmente, tienen en su haber 66 accidentes, seis de ellos en los últimos cinco años. La empresa rusa Aeroflot recientemente retiró todos los Tu-154 de su flota activa.
Desde Rusia, en tanto, el primer ministro Vladimir Putin y el presidente Dmitri Medvedev llamaron al primer ministro polaco Donald Tusk para expresarle sus condolencias y prometerle que cooperarán en todo lo posible para investigar el incidente. «En este día tan difícil, el pueblo de Rusia acompaña al pueblo de Polonia», le dijo Medvedev a Tusk. Putin, quien se encargará de la comisión que investigará la caída del avión, le prometió a su par polaco que lo mantendrá informado en todo momento.
Las relaciones entre Polonia y Rusia recién estaban mejorando después de décadas de enemistad por la masacre de Katyn. Rusia nunca pidió oficialmente disculpas por las 22 mil ejecuciones, pero la decisión de Putin de participar de una ceremonia realizada esta semana en el bosque cercano a Katyn fue vista en Varsovia como un gesto de buena voluntad y un paso hacia la reconciliación. La televisión rusa difundió ese gesto, mostrando a cientos de personas alrededor del monumento de Katyn, levantando banderas polacas, llorando.
Desde Varsovia, Tusk llamó a una reunión extraordinaria del gabinete y pidió bajar a media asta la bandera nacional en el Palacio Presidencial, donde cientos de polacos se concentraron con flores y velas. Anoche cintas negras se veían en varias ventanas de la capital, en señal de luto.
Kaczynski es el primer mandatario polaco en ejercicio que muere, desde el general Wladyslaw Sikorski, el líder en el exilio que falleció también al caer su avión en 1943, sobre Gibraltar. El gemelo bueno, como lo recuerdan sus socios europeos, asumió la presidencia en diciembre de 2005, junto con su hermano gemelo y entonces primer ministro Jaroslaw Kaczynski. Durante sus cinco años de mandato imprimió un rumbo nacionalista y conservador al país de Europa Central.
Según había anunciado recientemente, Kaczynski iba a intentar reelegirse en las próximas elecciones. Los sondeos pronosticaban que tendría una dura pelea con Bronislaw Komorowski, el candidato del premier Tusk, del partido Plataforma Cívica. Ahora Tusk asumirá como presidente interino.
En el pueblo de Gorzno, en el norte polaco, las calles estaban casi vacías. La gente se había instalado detrás de sus televisores para seguir de cerca las noticias sobre la muerte del presidente. «Es muy simbólico que estuvieran volando para homenajear a todos esos polacos asesinados», señaló uno de los pocos vecinos que quedaban en la calle, Waleria Gess, de 73 años. «Me da pena porque muchos eran personas decentes e inteligentes -agregó Pawel Kwas, un estudiante de secundario de 17 años-. Tengo miedo de que tengamos problemas en el futuro para encontrar políticos de esa calidad.»
Pero no todos tenían en tan alta estima al mandatario fallecido. Para Klaus Bachmann, profesor de política de la Universidad de Wroclaw, Kaczynski había perdido popularidad y probablemente no ganaría las próximas elecciones presidenciales. «La pregunta que resta ahora es qué harán el partido de Kaczynski y su hermano. Puede presentarse él como candidato o quizás se retire totalmente de la política. Tenía un vínculo muy cercano con su hermano y debe estar devastado», sugirió el analista.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-143677-2010-04-11.html