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Mijaíl Kaláshnikov, padre del AK

Fuentes: Sovietskaya Rossia

Traducido del ruso para Rebelión por Josafat S. Comín

Este año, la editorial «Joven Guardia» dentro de la serie «Vida de gente excepcional: la biografía continúa» sacó a la luz el libro de A. Uzhanov, dedicado al gran maestro armero Mijaíl Kaláshnikov. El creador del legendario fusil automático cumple estos días 90 años. Gran parte del libro está dedicada a las reflexiones, recuerdos y opiniones del propio Kalashnikov, algunas de las cuales ofrecemos aquí a nuestros lectores.

He trabajado honradamente durante toda mi vida y he logrado reconocimiento mundial, no por llamarme Kaláshnikov, sino por hacer buenas armas, dignas de la mejor tradición armera rusa.

Recibo muchas cartas, donde me cuentan que el AK ha salvado la vida a mucha gente. El ministro de defensa de Mozambique, me contó que ellos lograron la libertad combatiendo con mi fusil, gracias a el. Al regresar a casa, muchos soldados pusieron a sus hijos el nombre de Kalash. ¿Qué diseñador armero no sería feliz al oír algo así? Quiero pensar, que mi creación estará siempre al servicio de la paz, la seguridad, el honor y la justicia. Todo aquel que tome en sus manos un AK, debe tener presente el antiguo precepto que los «bogatyr» (caballeros de la épica rusa) que se hacían grabar en sus espadas: «Sin necesidad no la desenvaines, sin gloria no la envaines».

Un autor extranjero en un artículo recogió la leyenda que circula desde hace tiempo sobre que Kaláshnikov es en realidad el seudónimo de un grupo de constructores, que se agruparon bajo el nombre popular en Rusia del canto épico nacional. Por lo visto una persona, sola, y mucho menos un simple sargento, no estaba capacitada para diseñar tantos modelos de armas… En Argentina, el agente de aduanas, al coger mi pasaporte en sus manos, leyó lentamente mi apellido y sorprendido exclamó en voz alta ¡Kaláshnikov! En seguida se acercaron el resto de agentes. Todos estaban muy sorprendidos, al comprobar que no es el nombre de un arma. Este «desdoblamiento de la personalidad» me acompaña siempre.

He recorrido el camino de la autoafirmación a través del trabajo, bajo una permanente concentración y fe en la victoria. El AK-47 es la personificación de la energía creadora del pueblo.

Con los años, en la carrera con mis colegas competidores, comprendí que a la hora de construir un arma hay que tener en cuenta la comodidad en su manejo, la facilidad en el uso que dirían ahora. Lograr la máxima sencillez en el mecanismo, sin olvidar la fiabilidad. Evitar la utilización de componentes demasiado pequeños, que se pueden perder al desmontar el arma, etc.

De un modo consecuente, después de pruebas y errores encontré el modo de orientar mi trabajo como diseñador armero.

Hay que conocer al soldado, comprender lo que necesita. Yo siempre lo supe: sencillez y fiabilidad. El soldado no tiene tiempo de buscar herramientas para reparar su arma. No le sirven los mecanismos complicados. Por eso hice la caja troquelada. ¿Se imagina el avance que supuso? Y luego hay que saber contagiar al grupo. Yo siempre les decía: para ganar hay que trabajar todos en la misma dirección, como el mecanismo de un reloj, sin importar el tiempo que hiciese falta, día y noche…

Cansaba a los soldados. El ejército es mi apoyo espiritual. De toda mi actividad como constructor se puede extraer una sola ley para el éxito: «sencillo y seguro». La sencillez está presente en todos los componentes del AK. Pongamos como ejemplo el extractor, que carga la munición. Para llegar a la variante final, tuve que experimentar con más de una decena.

…El arma está diseñada para los soldados que no terminan la academia. Lo importante es que se sientan cómodos con el fusil en las manos.

Después de que me «sacasen de la clandestinidad», tuve la oportunidad de visitar muchos países. Hice amistad con los armeros usamericanos. En especial con el constructor del fusil M16 y la ametralladora M 60. («Me sorprendió que el creador del M 16 no fuese tan conocido en los EEUU, como lo soy yo en Rusia» -reconocía Kalashnikov- N de la Red.). También conocí al creador del modelo israelí. Por supuesto, se han hecho ricos, de cada modelo reciben un porcentaje: Pero nosotros, armeros soviéticos, trabajábamos para la patria. Así nos educaron. Nadie pensaba en patentes. Sin embargo es totalmente falsa la imagen que dan de mí los corresponsales extranjeros, como que vivo humillado, en la miseria. Nómbreme un maestro armero en el mundo al que le hayan hecho un busto en bronce en vida. A mí en el 80, como dos veces héroe de la Unión Soviética, me lo pusieron en mi tierra natal, donde mi madre me trajo al mundo en una gran familia de campesinos. ¿Por qué hemos de estar todos colgados por los billetes verdes? Mire además cuantas condecoraciones y medallas me han concedido; dígame un constructor en Occidente al que el presidente vaya en persona a felicitarle por su cumpleaños. Eso también quiere decir algo… recibo una pensión honoraria de la fábrica de armas de Izhevsk, y un buen sueldo como consejero del director general de «Rosoboronexport», vivo en un piso de 4 habitaciones, no de dos. No me comparo con los «nuevos rusos» que han robado miles de millones de lo que era propiedad de todos. No les envidio. Claro que si me pagasen, si recibiese 5 céntimos por cada modelo, el museo en mi nombre que planean construir en Izhevsk, hace tiempo que estaría terminado.

Tras el derrumbe de nuestra Unión Soviética, lo que veo es que ni siquiera una o dos de las antiguas quince repúblicas se han hecho más ricas. Sí, ahora hay más presidentes con toda su corte, y en sus repúblicas independientes viven mejor, que con los Soviets. Pero no dejan de ser una parte ínfima de la población. Es muy posible que por opiniones como esta muchos de los que escriben sobre mí, me consideren un socialista incorregible. Que lo hagan. No me va a doler la cabeza por eso. He estado analizando lo que ha cambiado en los últimos tiempos en Ucrania. Lo que está claro es que el «telón» que han levantado entre nuestros pueblos y países, no beneficia a los intereses nacionales ni de Rusia ni de Ucrania. Todo esto lo organizó un puñado de políticos, encabezados por los tres famosos «bisontes de Belovezh» (1). Ahora están al margen de todo, fuera del poder. Pero no han rendido responsabilidades por sus actos.

A Bielorrusia, la quiero especialmente, desde siempre. Siento un gran respeto por el pueblo bielorruso. Pienso que si nos uniésemos con Bielorrusia, otros países nos seguirían.

Bielorrusia es para mí como mi segunda casa. He estado muchas veces, en grandes actos conmemorativos. Somos tan cercanos que es difícil establecer fronteras entre nosotros.

Me han recibido las tropas de infantería, de aviación, los guardias fronterizos. Somos iguales. Lo veo en los ojos, somos hermanos. Éramos amigos y lo seguiremos siendo. No se puede bromear con esto. No fue por culpa nuestra, que estropearon nuestra amistad. Es una amistad para siempre, cuya base debemos transmitir a la juventud, es nuestro futuro.

Soy combatiente de la Gran Guerra Patria. Estuve en el desfile en honor del 60 aniversario de la gran victoria. Saltaba a la vista, que se avergonzaron o no se atrevieron a enseñar a quien nos dirigió en los años de la guerra. No había retratos de Stalin, ni de Zhukov, ni de Bagramian, ni de Rokossovsky.

La guerra es un trabajo duro. Ahora se han puesto a reescribir la historia, a calumniar a la Gran Guerra Patria. Ya se han puesto de acuerdo en que nuestros jefes militares eran unos inútiles. No hay que tergiversar la historia. Es erróneo pensar que luchábamos individualmente. Nos comandaban Stalin, Zhukov, Rokossovsky y otros. Es la pura verdad que íbamos al combate gritando «¡Por la patria, por Stalin!». No hay de qué avergonzarse, fue el tiempo que nos tocó. Todo está en la memoria. La última vez que estuve en Stalingrado, nos juntamos combatientes del frente, y comenzamos a cantar a coro, sin ninguna vergüenza: Artilleros, Stalin ha dado la orden…

He vivido una vida difícil, no exenta de desgracias y adversidades, pero interesante. Si tuviese de nuevo que elegir qué camino seguir, sin duda escogería el mismo: servir a mi Patria.

Mijaíl Timofeyevich Kaláshnikov nació el 10 de noviembre de 1919 en la aldea de Kurya en la región de Altay en el seno de una numerosa familia de campesinos. Fue el hijo diecisiete de Alexandra y Timofei Kalashnikov. Entre 1938 y 1940 cursó estudios en la academia de tanquistas de la prefectura militar de Kiev. En los primeros meses de la Gran Guerra Patria combatió con su tanque en el frente de Bryansk, donde resultó herido de gravedad. En su convalecencia en el hospital, fue donde comprendió la necesidad de crear un nuevo fusil, que no desmereciese al alemán. Sin tener formación específica, el joven sargento se puso a ello. El famoso general Blagonravov valoró el ingenio del joven constructor de talento innato y envió a Kalashnikov a trabajar en el polígono a las afueras de Moscú, que servía de base a uno de los institutos de investigación. Desde 1943 trabaja en la creación de su famoso modelo. En 1949 el joven maestro armero es destinado a la fábrica de Izhevsk, como ingeniero jefe. Es precisamente aquí donde comenzó a fabricarse el famoso en todo el mundo AK-47, y donde posteriormente se creó una línea entera de fusiles automáticos, cuya calidad todavía no ha sido superada.

Durante sus 60 años de trabajo en la fábrica, Mijaíl Timofeyevich recorrió el camino hasta llegar a ser ingeniero proyectista jefe del consorcio «Izhmash».

M.T. Kalashnikov es dos veces Héroe de la unión Soviética, caballero de tres órdenes de Lenin, Y laureado con el premio del Estado y de Lenin entre muchas otras condecoraciones.

La principal creación del maestro armero, el fusil automático Kalashnikov ha sido reconocido como el invento del siglo. Así lo publicó el diario francés «Liberation», al reunir la lista de los mayores inventos del siglo XX, desde la aspirina hasta la bomba atómica.

Notas de la traducción

  1. Se refiere al acuerdo firmado en el bosque de Belovezh en Bielorrusia, entre los presidentes de Rusia, Ucrania y Bielorrusia en 1991, por el que se disolvía la Unión Soviética.

    En ese bosque sigue habiendo bisontes. Pero bisonte en ruso también tiene el significado de reaccionario, retrogrado, cavernícola.

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