El número de inmigrantes que intenta traspasar la porosa frontera greco-turca se ha cuadruplicado durante el pasado año. Ante la incapacidad del gobierno heleno para lidiar con el asunto, Frontex, la agencia destinada a controlar las fronteras exteriores de la UE, piensa desplegar en las próximas horas guardas armados en la región.
El nuevo contingente de vigilantes armados europeos llegará en breve a Grecia con el objetivo de patrullar su frontera con Turquía, en un intento por detener el incesante flujo de inmigración ilegal a Europa. Dicho despliegue a cargo de los Equipos de Intervención Rápida en las Fronteras, formado por los vigilantes de fronteras armados procedentes de varios países europeos, supondrá la primera acción de despliegue multinacional de unidades armadas que lleva a cabo Bruselas en los territorios fronterizos externos de la UE.
Estos equipos tienen previsto su llegada a Grecia en unos pocos días, según anunció el 25 de octubre la Comisión Europea, si bien aún no se ha decidido el número preciso de efectivos ni su composición. Un funcionario de la Comisión comentó: «Éste es un nuevo frente. Los equipos están armados, pero sólo podrán usar sus armas en defensa propia».
Ante los apuros de Grecia por hacer frente a los cientos de inmigrantes que entran en el país cada día atravesando una inhóspita y no vigilada región próxima a la frontera con Turquía y a la ciudad de Edirne, Atenas reclamó la ayuda de Bruselas el pasado fin de semana. «Los flujos de personas que cruzan de manera ilegal la frontera han alcanzado proporciones alarmantes», afirma Cecilia Malmström, Comisaria europea para Asuntos de Interior. «Grecia es manifiestamente incapaz de manejar la situación por sí misma».
Una ruta habitual
Alrededor de ocho de cada diez inmigrantes que ha entrado en Europa este año han llegado a Grecia vía Turquía, según informa Bruselas. Algunos son inmigrantes económicos ilegales, a merced de las bandas de traficantes de personas; muchos de ellos son ciudadanos iraquíes y afganos que reclaman asilo político y cuyo trato por parte de las autoridades griegas es considerado indefendible por las Naciones Unidas y la UE. «Es un situación terrible», afirmó el funcionario. «Actualmente, los griegos no pueden manejar esta situación. Es un país pequeño que se está enfrentando a una enorme presión».
En el presente año, el número de inmigrantes de Grecia casi se ha cuadruplicado hasta alcanzar prácticamente los 34.000, respecto a los 9.000 del pasado año. Para los afganos, como el joven de 15 años Ahmad Fahim, la ruta a Europa vía Grecia es muy habitual. Este chico, procedente de la ciudad afgana oriental de Jalalabad, viajó en autobús hasta la frontera afgano-iraní y después cruzó a pie todo Irán guiado por los traficantes, que le llevaron hasta Turquía; desde allí, consiguió llegar a la costa frente a la isla griega de Mitilene. «Me llevó cuatro meses y tuve que pagarles 1.500 dólares (1.076 euros) a los contrabandistas», afirma Ahmad. «Nos dolían los pies a rabiar. Pero todo el rato pensaba en Inglaterra, donde viven mis parientes. Las condiciones en Grecia eran terribles. En la comisaría de policía estuvimos detenidos 20 personas en una celda inmunda. Y antes de soltarnos golpearon a Fahimullah porque dijo que no se encontraba bien».
Matthew, de 22 años y procedente del Congo, nos comenta: «Mi padre me enseñó a rezar. Cuando partí en este viaje rumbo a Europa, recé mucho y le di las gracias a mi padre en muchas ocasiones. La guardia costera griega destruyó nuestro barco cuando intentábamos cruzar y nos condujeron de vuelta a Turquía deliberadamente. Se desató una tormenta y ninguno de nosotros sabía nadar. Casi nos ahogamos».
Grecia queda expuesta
Según las Naciones Unidas, nueve de cada diez arrestos de inmigrantes ilegales que tuvieron lugar en Europa este año se produjeron en Grecia. Manfred Nowak, el relator de Derechos Humanos de la ONU, visitó recientemente Atenas y se encontró con demandantes de asilo encerrados en condiciones «infrahumanas y degradantes». «Algunas instalaciones están tan saturadas de gente y son tan oscuras y sucias que nos resultó muy difícil permanecer allí con los detenidos. Tuvimos que salir fuera porque no podíamos respirar», afirma Nowak.
Durante el pasado año, Bruselas y los gobiernos de la UE se han conjurado para detener el fenómeno de la inmigración en el Mediterráneo y clausurar las rutas de los traficantes hacia España, Italia y Malta, movilizando patrullas de vigilancia marítimas. Asimismo, en una decisión bastante discutible, han llegado a acuerdos con el coronel libio Muammar el Gaddafi para hacer retornar a sus países de origen a los inmigrantes. Conviene recordar que hace unos años Libia fue una ruta de tránsito principal para las personas procedentes de África y Oriente Medio.
Una frontera sin vigilancia
La clausura de estas rutas ha dejado a Grecia expuesta a miles de inmigrantes procedentes de Pakistán, Afganistán, Iraq, Irán y África que llegan al país heleno a través de Turquía. El ministro griego de Protección Civil, Christos Papoutsis, afirmó el pasado fin de semana: «Detectamos a diario un flujo masivo de inmigrantes en la frontera entre Grecia y Turquía formado por ciudadanos de terceros países que intentan entrar ilegalmente en el país con el objeto de acceder a otros países de la UE».
Se afirma que unos 25 iraníes demandantes de asilo están en huelga de hambre en Grecia -algunos incluso se han cosido la boca- en protesta por el trato recibido por las autoridades griegas y por su rechazo a considerar las peticiones de asilo.
Se comenta también que una región de más de once kilómetros que se extiende a lo largo de la frontera externa de la UE, cerca de la ciudad griega de Orestiada, se halla completamente abierta y sin vigilancia. Los inmigrantes entran a un ritmo de varios cientos al día, a pesar de que el terreno presenta serias dificultades. Además, la crisis empeora cuando otros países de la UE envian sus inmigrantes ilegales arrestados de vuelta a Grecia bajo las normas que estipulan que éstos deben ser devueltos al país por el que entraron en la UE.
Fuente: http://www.presseurop.eu/es/content/article/371451-militarizar-las-fronteras-de-la-ue