Traducido del alemán para Rebelión por Germán Leyens
Cathrin Schütz, politóloga y autora de Junge Welt, fue desde 2002 miembro en el equipo de defensa de Slobodan Milosevic ante el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (ICTY). Con su colaboración apareció en la editorial Zambon:
«Die Zerstörung Jugoslawiens – Slobodan Milosevic antwortet seinen Anklägern» [La destrucción de Yugoslavia – Slobodan Milosevic responde a sus acusadores].
Este viernes, con motivo del quinto aniversario de la muerte de Slobodan Milosevic usted protestó ante la representación de las Naciones Unidas en Viena. ¿Por qué no en La Haya, donde murió en su celda el ex presidente yugoslavo y serbio durante su proceso ante el Tribunal Yugoslavia (ICTY)?
La UNO creó con el ICTY un monstruo y se le exige que finalmente lo elimine. Los gobiernos de EE.UU. y Alemania impusieron en 1993 la instalación del ICTY como primer tribunal Ad-hoc en el Consejo de Seguridad de la ONU, a pesar de que ésta no tiene autoridad para un paso semejante. Una instancia de la ONU, que juzga a ciudadanos de Estados miembro, contradice básicamente la Carta de la ONU. Por lo tanto no consideramos que la institución ilegal en La Haya sea un interlocutor válido.
¿Qué intereses se propusieron EE.UU. y Alemania al establecer el ICTY?
Realizaron el despedazamiento de Yugoslavia porque era un obstáculo en su impulso expansionista, son corresponsables del estallido y la escalada de las guerras civiles secesionistas. Con sus manos manchadas con sangre balcánica por sus operaciones diplomáticas así como encubiertas, inventaron un «Tribunal», que pudiera ser utilizado en todo momento como medio de presión para manipular a las partes en el conflicto. Y debía dictar sentencia sobre los crímenes en el territorio de la ex Yugoslavia – al modo de la OTAN: poner de rodillas a los desafiantes serbios y liberar de su responsabilidad a los países de la OTAN. En este sentido el ICTY protegió a la OTAN, que en 1999 condujo una guerra de agresión contra Yugoslavia, sin mandato de la ONU. El portavoz de la OTAN, Jamie Shea, había descrito a la alianza militar como «amiga del ICTY» por sus aportes financieros y sus conexiones políticas y al hacerlo había justificado de antemano el motivo por el cual no habría acusaciones por los crímenes de guerra de la OTAN, que habían sido atestiguados por Amnistía Internacional.
Pero existen estándares internacionales para procedimientos judiciales justos.
Probablemente tienen que hacer caso omiso de las normas vigentes, porque así lo requiere el objetivo político. El político opositor serbio Vojislav Seselj es mantenido desde hace ocho años en prisión preventiva. Es una evidente violación de la convención europea de derechos humanos. En todo Estado de derecho un acusado tiene derecho a ser informado de qué se le acusa. Pero el ICTY modifica frecuente y básicamente las acusaciones, incluso después del inicio de un proceso. Ha modificado en interminables ocasiones su estatuto y viola continuamente sus propias reglas. A Milosevic se le arrebató el derecho garantizado a la autodefensa. Existe la amenaza de que a Radovan Karadzic le suceda lo mismo. La violación del principio de la igualdad de armas entre la acusación y la defensa es cosa de todos los días. Los fiscales realizan conferencias de prensa semanales en el ICTY, y Richard Dicker de Human Rights Watch, uno de los instigadores contra Serbia, agitó rutinariamente en el foyer ante la prensa contra Milosevic. Nuestro colega fue expulsado del lugar, por entregar una información a un periodista. Tras los fiscales estaba el inmenso presupuesto del ICTY. La defensa de Milosevic dependía de donaciones. Cuando el Estado alemán criminalizó la campaña de donaciones, congeló los dineros, también cerró mi cuenta, el ICTY nos negó todo tipo de apoyo. Por ello nuestro trabajo fue considerablemente limitado.
Usted describe al ICTY como anti serbio. Pero también fueron condenados croatas y bosnios musulmanes…
A pesar de que se trataba de una guerra civil entre tres partes, cerca un 80% de los acusados son serbios, entre ellos numerosos políticos importantes y militares de alto rango. Con los croatas y bosnios musulmanes sucedió algo diferente. El general croata Ante Gotovina es conocido y tristemente célebre por la «limpieza étnica» de cientos de miles de serbios en Krajina, pero ningún militar importante. Lo mismo vale para el bosnio musulmán Naser Oric. Aunque durante la guerra alardeó ante la prensa occidental con cabezas decapitadas de serbios, el ICTY estimó que no se le podía probar su responsabilidad por ataques de sus soldados contra la población serbia alrededor de Srebrenica. Los periodistas estadounidenses, a los que había presentado sus trofeos de guerra humanos, nunca fueron llamados a declarar como testigos por el ICTY. El seudo procedimiento contra no serbios tiene el propósito de demostrar al exterior la imparcialidad del ICTY.
La ex fiscal jefe del ICTY, Carla del Ponte, quiere investigar ahora el caso del tráfico de órganos de la mafia kosovar-albanesa. Se trata de que serbios de Kosovo habrían sido secuestrados y llevados a Albania, para ser efectivamente destripados.
Del Ponte suministró en su autobiografía los indicios necesarios sobre el tráfico de órganos que condujeron a las investigaciones y al informe del relator especial del Consejo de Europa, Dick Marty. Pero me pregunto si su actual actividad no tiene el propósito de encubrir el mayor escándalo. ¡Porque Marty descubrió que el ICTY bajo del Ponte en 2003 destruyó las pruebas del robo de órganos por las bandas criminales en Kosovo!
La mayoría de los medios occidentales describieron entonces a Slobodan Milosevic como lo hacen hoy con Muamar al-Gadafi: Sufría de delirio de grandeza, era diabólico, genocida, incluso un nuevo Hitler. Usted formó parte de su equipo de defensores. ¿Cuál es su opinión sobre su persona?
Lord David Owen, que era entonces negociador de la Unión Europea para los Balcanes, describió a Milosevic como «yugoslavo», que fue cualquier cosa pero no un ideólogo de Gran Serbia o de «limpiezas étnicas». Comparto su opinión. Milosevic protegió frecuentemente a croatas y bosnios musulmanes, y subrayó que fueron utilizados y engañados por Occidente.
Eso sí, mencionó en el marco de su defensa el apoyo a las fuerzas bosnias musulmanes por muyahidín extranjeros. Pero le pareció inaceptable toda exageración del «terror islámico». En su lugar destacó que EE.UU. fue responsable por la traída de guerreros islámicos. No fue casualidad que acusados no serbios lo hayan estimado.
Me impresionaron los informes de los testigos de la defensa, con los que tuve un estrecho contacto. Políticos, diplomáticos, militares, periodistas occidentales que vivieron de una u otra manera los eventos de la guerra. Todas sus declaraciones confirmaron también que las aseveraciones sobre Milosevic eran tan falsas como todo lo demás que se dijo sobre Yugoslavia.
¿Cómo vivió Milosevic su encarcelamiento y su proceso?
Nunca se confió en que se le aplicaría la presunción de inocencia y que llegaría a tener un verdadero proceso. Pero se presentó con la cabeza alta y llevó a sus acusadores al banquillo. No hizo compromisos, ningún trato, que le hubieran beneficiado. Con su actitud mantuvo su libertad interior, lo que subrayó él mismo. No podía considerar al ICTY como otra cosa que un instrumento político represivo, que servía el propósito de castigar a dirigentes políticos como él, que no se rindieron incondicionalmente ante el imperialismo. Mediante un continuo hostigamiento quisieron debilitar su comportamiento. Finalmente, el tribunal le negó a principios de 2006 que fuera tratado en una clínica cardiológica en Moscú y en su lugar cuidó de que no sobreviviera al tribunal.
Durante las guerras en la antigua Yugoslavia la mayoría de los medios evitó toda crítica y se opuso a Serbia. ¿Cómo se comportaron los periodistas en el proceso?
La prensa nunca mostró interés por el contenido del proceso. Cuando fue obvio que los fiscales no podían presentar pruebas de sus acusaciones, pero Milosevic probó el armamento por Alemania y EE.UU. de las partes croata y bosnia musulmana y después de la kosovar-albana, no se informó más sobre el proceso. No se podía perjudicar la imagen de Serbia como agresor. Los medios alemanes ni siquiera informaron cuando testigos alemanes desbarataron fuertemente la acusación sobre Kosovo. El ex oficial del ejército alemán, Dietmar Hartwig, estuvo en Kosovo como jefe de los observadores europeos hasta el inicio del ataque de la OTAN. No presenció terror serbio, sino el cometido por el UCK [Ejército de Liberación de Kosovo]. Y Bo Adam de Berliner Zeitung recibió informaciones de albaneses del lugar de que los «kosovares inocentes» de Racak murieron durante combates.
En general no hubo periodistas presentes, con la excepción de Germinal Civikov, cuyos informes representan una valiosa documentación.