Recomiendo:
0

Movilización contra la pobreza y por el trabajo decente

Fuentes: Rebelión

Tenemos dos problemas: la pobreza y la no universalización del trabajo decente. Ambas cuestiones están interrelacionadas. Y ambas, son derivadas del comportamiento humano. Que se puede y debe corregir. Pero no es fácil y hay muchos intereses e inercias en contra de la resolución de ambos. La pobreza se incrementa. Se calcula por parte de […]

Tenemos dos problemas: la pobreza y la no universalización del trabajo decente. Ambas cuestiones están interrelacionadas. Y ambas, son derivadas del comportamiento humano. Que se puede y debe corregir. Pero no es fácil y hay muchos intereses e inercias en contra de la resolución de ambos.

La pobreza se incrementa. Se calcula por parte de Intermon Oxfam que si se mantienen estas políticas de austeridad, el austericidio dictado por la Troika, aumentarán en 25 millones los pobres de Europa en el año 2025. De ellos, 8 millones nuevos serían españoles.

En el mundo, a pesar de aumentar en diversos Estados el número de ciudadanos con rentas medias, las personas con menos de un euro al día de renta se cuentan por 1,3 mil millones. Esto nos tiene que revisar si las prioridades políticas están o no marcadas por el cumplimiento del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y entender, como lo hace la Alianza contra la Pobreza, que la pobreza es una grave violación de los derechos humanos de carácter global. Ella Impide el desarrollo como persona que en esa situación está acuciada por la supervivencia.

La contraparte es la riqueza. Desigual. Acumulada en pocas manos. Según cálculos el 8,1 % de la población mundial (373 millones de personas), posee el 82,4 % de la riqueza total global. De ese grupo de personas, unos 29 millones posee el 39,3 % de la riqueza planetaria. Desde la década de los setenta del siglo pasado disminuye el porcentaje de las rentas salariales en el conjunto de la renta creada en los países a favor de las rentas del capital. Es decir, la situación de crisis actual ha venido precedida por una devaluación de los salarios y condiciones de trabajo y, en todo caso, por un reparto desigual de los avances de la tecnología y de la productividad.

Eso explica el porqué porcentajes mínimos de la población absorben más riqueza, acelerándose esta tendencia con la crisis de estos últimos años. Una crisis financiera que la pagamos todos, pero que la generaron y se aprovechan unos pocos. Paralelamente a la pérdida de peso de los salarios en la renta nacional ha habido una ola desfiscalizadora, en donde las rentas del capital han tenido una imposición relativa cada vez menor, por causa de la disminución de los tipos de gravamen, por mor de una guerra a la baja impulsada por la libre circulación de capitales, la erosión fiscal de las multinacionales y la globalización especulativa y la propia existencia de los paraísos fiscales.

La fiscalidad determina la provisión de bienes públicos y su universalidad, la capacidad de movilidad social y de facto la calidad democrática de la sociedad.

Por eso hay que atacar en un doble frente, las causas de la pobreza y reclamar una fiscalidad justa, y abogar por la universalización del trabajo decente.

Trabajo decente que supone un salario adecuado, protección social y entorno socioeconómico sustentable que permita la autonomía económica de los trabajadores y trabajadoras y sus familias. Otra vez hay que repetir, repartir y rediseñar mejor lo que se produce y redistribuir fiscalmente para proveer de bienes y prestaciones públicos con carácter universal. Lo que ocurrió en Bangladesh, con la muerte de miles de trabajadores, al desplomarse un edificio industrial que proveía a las grandes multinacionales de la distribución, alguna española, no es casual. Pertenece a la disparatada carrera de la competitividad por precio, sin la regulación de estándares de producción y condiciones laborales, en un entorno de movilidad de capitales y beneficios anónimos.

En definitiva una globalización en contra de la humanidad y a favor del 1%. Una élite a la que sirven Gobiernos e instituciones internacionales con sus políticas y presupuestos.

Por eso, desde diferentes organizaciones se invita a la movilización, a la protesta y a la construcción de respuestas alternativas. Y estas son factibles desde la construcción de organización.

El día 7 de octubre, por el TRABAJO DECENTE, organizándonos.

El día 17 de octubre, día contra la pobreza, «Contra la riqueza que empobrece, actúa».

Santiago González Vallejo es economista afiliado a USO y SOTERMUN

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.