Aún así, activistas indígenas señalan que mayoría de partidos no toman en cuenta la inclusión.
Dos mujeres indígenas están buscando hacer historia al postular a los dos principales cargos en política: Rigoberta Menchú, Premio Nobel de la Paz, es candidata presidencial por la coalición izquierdista Frente Amplio, mientras que la abogada Laura Reyes es candidata a la vicepresidencia por el partido Compromiso, Renovación y Orden (CREO).
Menchú es una de las caras más conocidas en la política guatemalteca y este es su segundo intento por alcanzar la presidencia de su país. Reyes, por su parte, es una novata que postula en la fórmula presidencial encabezada por Eduardo Suger, matemático guatemalteco de origen suizo y fundador de la Universidad Galileo. Reyes, indígena maya kaqchikel originaria del municipio de Tecpán, departamento de Chimaltenango, a dos horas de Ciudad de Guatemala, se describe como una mujer resiliente que tuvo que luchar para tener una carrera.
«Provengo de una familia de nueve hijos; dos murieron», cuenta. «La miseria era muy grande a pesar de que mis padres eran muy trabajadores. Mi madre vendía tortillas y atol [bebida hecha de harina de arroz] y mi padre era albañil. Pero ellos me decían ‘estudia y vas a ser diferente’. Empecé a trabajar como maestra pero un día le dije a mi padre: ‘Me voy a la capital porque quiero ser licenciada cueste lo que cueste'».
Reyes se matriculó en la estatal Universidad de San Carlos para estudiar Derecho pero se vio obligada a abandonar sus estudios en el quinto semestre debido a dificultades económicas al perder su trabajo a medio tiempo.
En tres ocasiones recibió ofertas para estudiar en un programa de computación para estudiantes con necesidades especiales (ella nació sin la parte inferior de su brazo derecho) en la Universidad Francisco Marroquín, de propiedad privada.
Al encontrarse desempleada, Reyes decidió reconsiderar la oferta. Suger, fundador de la universidad, aceptó darle un cupo con la condición de que se quedaría luego de terminar el curso para trabajar con él.
Reyes completó el curso, trabajó como secretaria en el departamento de tecnologías informáticas y gradualmente fue subiendo los peldaños hasta que fue puesta a cargo del mismo programa de computación donde había comenzado a estudiar pocos años antes.
Mientras tanto, Reyes completó sus estudios de Derecho, así como varios cursos de postgrado sobre derecho consuetudinario indígena, temas laborales y legislación constitucional.
Continuó trabajando con Suger cuando él dejó esa casa de estudios para fundar la Universidad Galileo.
«¿Por qué el doctor Suger me eligió como candidata a la vicepresidencia? Porque le he sido leal», afirmó Reyes.
Cuando Suger anunció que postularía con Reyes, dijo que es necesario hacer mucho más para incluir a la población indígena guatemalteca -que constituye el 38.4% de los 14 millones de habitantes, según cifras del Banco Mundial- en la esfera política.
También criticó a la administración del presidente Álvaro Colom, que llegó al poder en el 2007, prometiendo que construiría «un gobierno con rostro indígena», pero sólo nombró a un maya en el gabinete: el ministro de Cultura Jerónimo Lancerio.
El partido de Suger, CREO -una organización de derecha moderada que se encuentra en cuarto lugar de las preferencias electorales según recientes encuestas-, ha prometido que hará las cosas de manera diferente.
Sin embargo, mientras la mayor parte de la propaganda de los partidos -tanto televisiva como en carteles- incluye por lo general imágenes de los candidatos a presidente y vicepresidente juntos, Suger aparece solo o con Roberto González, quien postula para alcalde de Ciudad de Guatemala.
«Hay una contradicción entre el discurso y la realidad. Le han permitido postular a una mujer indígena pero luego es invisibilizada», dice Ana Silva Monzón, coordinadora del programa de estudios de género de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).
Movimiento indígena sin cohesión
Bajo el institucionalmente débil sistema político guatemalteco, los partidos raramente sobreviven a dos gobiernos y son considerados por «ladinos» -guatemaltecos no indígenas- y mayas por igual como meros vehículos para acceder al poder.
A diferencia de otros países con poblaciones indígenas importantes -como Bolivia y Ecuador-, Guatemala no tiene partidos fundados por líderes mayas y basados en la identidad indígena, con excepción del pequeño partido Winaq de Menchú, una de las tres organizaciones políticas que forman parte del Frente Amplio.
Por esta razón, los candidatos indígenas a nivel local y nacional están dispersos por todo el espectro político. Un debate público sobre participación indígena en política, llevado a cabo el 11 de julio por el Instituto Centroamericano de Estudios Políticos, reunió a candidatos mayas de cuatro de los nueve partidos políticos que postulan a la presidencia. Los expositores provenían de organizaciones políticas de diferentes tendencias ideológicas, incluyendo el ultraderechista Partido Patriota, que actualmente encabeza las encuestas con 40.1% de la intención de voto.
Numerosos asistentes al debate preguntaron a Carlos Batzín, candidato al Congreso por el Partido Patriota, por qué se unió a esa organización cuyo candidato presidencial, el general del Ejército en retiro Otto Pérez Molina, participó en la política genocida de «tierra arrasada» durante la cual más de 10,000 mayas ixil fueron asesinados a principios de los 80 en el departamento del Quiché.
Pérez Molina también defiende las políticas económicas neoliberales con énfasis en la incesante explotación de los recursos energéticos, a pesar de que las comunidades indígenas han rechazado reiteradamente esos proyectos debido a su impacto perjudicial sobre el medio ambiente.
Batzín defendió su opción señalando que lo hizo «por la necesidad de buscar espacios donde se toman decisiones y estar en un partido ganador», ya que sólo apostando a ganador podrían los mayas ejercer alguna influencia.
Agregó que Pérez Molina fue uno de los generales del Ejército que firmaron los Acuerdos de Paz de 1996 que pusieron fin a 36 años de guerra civil en Guatemala.
Sin embargo, Otilia Lux, que busca la reelección al Congreso con el Frente Amplio, replicó a Batzín que sus esperanzas eran ingenuas: «Le juro que nunca va a poder hacer nada. En todas las comisiones, desde Energía y Minas hasta Vivienda, estaba la gente del Partido Patriota y de otros partidos, defendiendo los intereses de quienes les financian sus campañas y a mis hermanos indígenas que estaban allí sólo les quedaba callarse la boca e irse con lo que decía el partido».
Fuente: http://www.noticiasaliadas.org/articles.asp?art=6431