Cualquiera que haya visto las «fotos de familia» de los Jefes de Estado y de Gobierno de la UE cuando se reúnen con motivo de alguna ocasión importante, como el Consejo Europeo, se habrá sorprendido por la escasez de mujeres en la imagen. ¿Cómo es posible que, a pesar de que las mujeres representen la […]
Cualquiera que haya visto las «fotos de familia» de los Jefes de Estado y de Gobierno de la UE cuando se reúnen con motivo de alguna ocasión importante, como el Consejo Europeo, se habrá sorprendido por la escasez de mujeres en la imagen.
¿Cómo es posible que, a pesar de que las mujeres representen la mitad de la población, sigan estando tan infrarrepresentadas en la cima de la política europea? ¿Por qué la Unión Europea deber estar representada inevitablemente por hombres en el ámbito internacional?
El año próximo veremos a un nuevo presidente de la Comisión Europea y a un nuevo presidente del Parlamento Europeo. ¿Cuántas mujeres ocuparán alguno de estos puestos más altos?
La especulación en los medios de comunicación respecto a cómo ocupar los puestos altos de la UE se centra en la necesidad de lograr un equilibrio geográfico entre los Estados miembros antiguos y los nuevos, así como un equilibrio en el espectro político de derecha, centro e izquierda. ¿Qué pasa con el equilibrio entre hombres y mujeres? En cincuenta años, nunca ha habido una presidenta de la Comisión, y solamente dos presidentas de un total de doce en el Parlamento Europeo. Sin embargo, no se ha hecho ninguna mención respecto al equilibrio entre hombres y mujeres en los debates relativos a los puestos más altos.
No salgo de mi asombro al ver que nadie presta atención a la ausencia de mujeres entre los candidatos propuestos. Recientemente pedí a los jefes de Estado y de Gobierno, a los interlocutores sociales y a la sociedad civil de la UE que participaran en una campaña activa para aumentar la presencia de mujeres en los puestos más altos de la UE. Mi llamamiento consistía en lo siguiente:
1. Aumentar la participación electoral femenina en las elecciones al Parlamento Europeo de junio de 2009.
2. Aumentar la presencia de mujeres en las listas de las elecciones europeas.
3. Asegurar la representación paritaria de mujeres en los puestos más altos que se elijan el año próximo.
Me complace ver que Europa está respondiendo. El grupo de presión europeo de las mujeres, que representa a más de 4 000 organizaciones de mujeres en Europa, ha contestado a mi llamamiento y pondrá en marcha este otoño una campaña dirigida a conseguir una representación más equilibrada de hombres y mujeres en el proceso de toma de decisiones de la UE.
En muchos países se aprecia un aumento en el porcentaje de mujeres que alcanza el éxito en actividades empresariales. Sin embargo, cuando se trata de política, las mujeres siguen infrarrepresentadas. Algunos países de la UE imponen cuotas de mujeres en las listas de los partidos para las elecciones generales, pero demasiado a menudo las mujeres acaban en la parte inferior, sin posibilidad de ser elegidas. No se trata de una escasez de mujeres cualificadas, sino más bien del hábito de los hombres de elegir a otros hombres. Debemos deshacernos de esta costumbre y seguir el ejemplo de países como España y Noruega, donde las cuotas legales de mujeres garantizan que al menos el 40% de los candidatos electorales de los partidos políticos sean mujeres. En España, la igualdad entre hombres y mujeres está, por primera vez, a la orden del día gracias al reciente gobierno de Zapatero, donde la mayoría de los ministerios están a cargo de mujeres. Sin embargo, la situación española se ve contrastada, por ejemplo, por la de Italia, ya que el gabinete del señor Berlusconi, de veintiún miembros, cuenta con tan sólo cuatro mujeres. Por desgracia, el último ejemplo es más representativo de la situación global europea.
Desearía ver muchos otros Estados miembros seguir el ejemplo de Estonia, en donde muchas mujeres prominentes del mundo de la política han anunciado su intención de presentarse a las próximas elecciones europeas, entre ellas, Kristiina Ojuland, antigua ministra de Asuntos Exteriores y actual vicepresidenta del Parlamento estonio. En los Países Bajos se está debatiendo en la actualidad cómo compaginar un trabajo exigente con la familia. Esto me lleva a las siguientes cuestiones: ¿por qué deben renunciar las mujeres a tener una relación y una familia para poder ocupar los puestos más altos en política? ¿Tendrán las mujeres que trabajar siempre más que los hombres para llegar a lo más alto?
Es hora de acabar con el predominio masculino en la política. Las mujeres y los hombres, con sus diversos conocimientos y experiencia, se complementan. Incluir a las mujeres en el proceso de toma de decisiones es una cuestión de representación democrática. Nada más y nada menos.
Margot Walström es vicepresidenta de la Comisión Europea y presidenta de la Iniciativa Ministerial del Consejo de Mujeres Líderes del Mundo