La Unión Europea recientemente ampliada a 25 países y la expectativa de una pronta aprobación de un «tratado constitucional» ya cuentan con un nuevo apoyo. El pasado 9 de mayo tuvo lugar en Roma el cónclave fundacional del partido «europeo» denominado de la Izquierda (Partido de la Izquierda Europea- PIE), un partido gestado desde las […]
La Unión Europea recientemente ampliada a 25 países y la expectativa de una pronta aprobación de un «tratado constitucional» ya cuentan con un nuevo apoyo. El pasado 9 de mayo tuvo lugar en Roma el cónclave fundacional del partido «europeo» denominado de la Izquierda (Partido de la Izquierda Europea- PIE), un partido gestado desde las cúpulas dirigentes de los PC de Italia, Francia y Alemania y que agrupa 16 formaciones adláteres (incluyendo en España a IU y el PCE), siendo su presidente general Fausto Bertinotti, líder de Rifondazione Comunista de Italia.
La fundación del PIE supone la culminación de un proceso iniciado hace más de un año, coincidiendo con las gestiones también intensas realizadas desde Bruselas para disponer cuanto antes de un «tratado constitucional» europeo. Coincidencia que no tiene nada de casual, como ahora veremos, puesto que trasluce una convergencia de objetivos e intereses ilustrativa de la postrer evolución que estamos viviendo en Europa desde el «pensamiento único» a la «política única» de los dirigentes de los principales partidos y sindicatos institucionales.
Así, el borrador del «tratado constitucional europeo», junto con una «reconducción» (desmantelamiento) de la soberanía de los pueblos y de la democracia representativa (por ejemplo, se priva al futuro parlamento europeo de capacidad de iniciativa legislativa, en beneficio de la Comisión Europea integrada por altos representantes políticos «liberados» de responsabilidad ante sus países y organizaciones de origen), postula también una nueva figura: los partidos de ámbito europeo, dirigidos a «contribuir a la formación de la conciencia política europea y a la expresión de la voluntad de los ciudadanos de la Unión» (art 1-45.1). Se trata, pues, de una caracterización de los partidos que no solo pone en cuestión a estas organizaciones entendidas como legítimas representantes de los intereses en conflicto de las clases sociales en cada país, sino que también impone un drástico recorte de las libertades democráticas, muy en la línea de la reciente experiencia española (y portuguesa) en esta materia. Pues desde la aprobación en el 2002 de la ley de partidos con el consenso de las principales fuerzas parlamentarias, en nuestro país ya se viene prohibiendo y persiguiendo a quienes cuestionen la Monarquia o defiendan el derecho a la autodeterminación de los pueblos.
Esta configuración del PIE como correa de transmisión de las instituciones europeas y contra las organizaciones de clase independientes de las instituciones del capital y las multinacionales resulta patente incluso en su manifiesto fundacional. Un texto por cierto muy escueto donde, junto con la retórica altermundista habitual, se introducen dos elementos significativos. Primero, la declamación de intenciones expresa literalmente: «Queremos actuar de modo que las instituciones elegidas, el Parlamento Europeo y los Parlamentos nacionales, y los comités representativos (el Económico y Social y el de las Regiones) tengan más poderes de acción y control». Y en esta misma línea también se dice más adelante: «Promoveremos que el Comité de las Regiones y el Comité Económico y Social se conviertan en órganos institucionales básicos de la política democrática y regional en la UE, participando en la toma de decisiones de las instituciones europeas».
En segundo lugar, también llama la atención que esta vocación manifiesta de «servicio» a las instituciones europeas del capital y la guerra, este interés por legitimarlas, viene acompañado por una asunción implícita del «tratado constitucional europeo». Así, lo único que dice el Manifiesto fundacional del PIE al respecto es: «Hoy, independientemente de lo que pueda ser nuestra opinión global sobre el Tratado Constitucional en discusión, nos oponemos al dictado de los grandes poderes».
En suma, todo apunta que el recién creado PIE es un partido de la Comisión Europea, tal como denunciaron hace meses los camaradas del Partido Comunista Griego, a los que ahora Bertinotti -en el mismo discurso inaugural del PIE- intenta desacreditar llamando «estalinistas» (junto con los portugueses y belgas, que también rechazan el PIE).
Pero la «prueba del algodón» sobre la naturaleza y función reales de este nuevo partido la aporta el articulo 6 de los estatutos fundacionales, el otro documento escrito con que cuenta este ente por ahora, y donde se establece que podrán formar parte del mismo (previa admisión y período «experimental»de prueba) aquellas «… organizaciones políticas (que) han sido fundadas y actúan según las directrices fijadas en el Reglamento del Parlamento Europeo y del Consejo de la UE sobre el estatuto y la financiación de los partidos políticos a nivel europeo».
La supeditación y el servilismo a la Europa del capital y la guerra son, pues, completas (hasta en las siglas «P.I.E.»). Acaba de crearse un nuevo partido sin un programa y discurso político definidos, sin alternativas concretas a la ofensiva neoliberal en curso, y que además, de partida, somete su soberanía e independencia orgánicas al dictamen de las instituciones europeas que dice querer cambiar, en lo posible y mediante la «innovación», cabe suponer. Recuérdense, en este sentido, las famosas «15 tesis para una izquierda de alternativa» que Bertinotti difundió hace tiempo y en las que postulaba un «nuevo» sujeto político, un «nuevo» movimiento obrero y una «nueva» Europa. Teorizaciones que, como en su momento señalamos, tan sólo responden a la manida argucia de desviar la atención de la «vieja» lucha de clases realmente existente y del «viejo» imperialismo que amenaza nuestro continente con la liquidación de los derechos conquistados por la clase obrera, el desmantelamiento de los marcos nacionales de soberanía y la quiebra de las organizaciones de clase que se resistan. (Ver en http://www.informacionobrera.org/rc/bertin.html