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Uruguay. Entrevista a Jorge Zabalza Waksman, hermano del líder tupamaro Ricardo Zabalza

«No hay que tenerle miedo a la historia»

Fuentes: Arequita

El traslado de la placa en memoria de Ricardo Zabalza hacia el Liceo «Eduardo Fabini» ha generado una serie de repercusiones tanto a nivel nacional como departamental. A favor y en contra se han alzado opiniones de diferentes actores de la sociedad. Por ello entendimos oportuno recabar la opinión del hermano de Ricardo, Jorge Zabalza […]

El traslado de la placa en memoria de Ricardo Zabalza hacia el Liceo «Eduardo Fabini» ha generado una serie de repercusiones tanto a nivel nacional como departamental. A favor y en contra se han alzado opiniones de diferentes actores de la sociedad. Por ello entendimos oportuno recabar la opinión del hermano de Ricardo, Jorge Zabalza Waksman.

-Para aclararle a la gente, ¿cuál fue su participación al presentarse la iniciativa de colocar la placa en memoria de su hermano Ricardo en la casa de 18 de Julio casi Florencio Sánchez? ¿Cómo recibió la propuesta de trasladarla al Liceo Eduardo Fabini?

-Me enteré por mi hermana Mabel. Me pidieron la firma para presentar un petitorio en la Junta Departamental. Mucho tiempo después, Mabel me avisó «mirá qué es el miércoles» y allá fuimos con Veronika Engler, mi esposa. Esa fue toda mi intervención, aparte del agradecimiento a la gente de la Comisión por la Verdad que concretó el homenaje. La casa está vendida hace un par de meses, solo falta firmar el contrato.

Una cosa es que la placa esté en una propiedad de la familia de Ricardo y otra muy diferente es comprometer a quienes vivirán en esa casa de aquí en adelante y que no son familiares del homenajeado.

Como he ido a varios liceos (en Montevideo y en el interior) donde se han descubierto placas semejantes, me pareció una excelente idea que la de Ricardo se trasladara a la que fue «su segunda casa», donde se formó en el idealismo y el sentido de justicia por las que dio la vida.

En 1999, como Edil de Montevideo, apoyé la iniciativa de designar con el nombre de Pascasio Báez a una calle de la ciudad, propuesta por el edil José Alem, del Partido Nacional. Báez fue la víctima de un crimen de guerra del MLN (T), entendí que su presencia en el nomenclátor cumplía una función pedagógica, servía para enseñar que, aún cuando se lucha por los valores más altruistas y generosos, los revolucionarios pueden caer en crímenes aberrantes. La calle servía como recordatorio crítico para los que participamos en la guerrilla y como lección moral para las generaciones que continúen la lucha por la emancipación social. No hay que tenerle miedo a la historia, simplemente hacerse responsable por los hechos que generó el movimiento que uno integraba.

Las placas que recuerdan a compañer@s desaparecid@s o asesinad@s, servirán de estímulo para que los estudiantes investiguen e interpreten el proceso que desembocó en el terrorismo de Estado. Es profundamente formativo. En el Liceo No1 de Minas estudiaron militares y policías, algunos de ellos involucrados en delitos de lesa humanidad… ¿Por qué no se le ocurre a nadie homenajearlos? ¿Por qué los blancos y colorados no proponen una placa que recuerde el 14 de abril? Muy sencillo: se abriría un debate sobre las denuncias de torturas y asesinatos durante el gobierno de Pacheco Areco, sobre los secuestros y asesinatos del Escuadrón de la Muerte, algo que no quieren quienes tuvieron arte y parte en todo ese proceso de deterioro del Uruguay Batllista. Volverían a oírse los agudísimos discursos de Zelmar Michelini.

-Según tenemos entendido, homenajes similares han ocurrido en otros lugares del país como el acontecido con Yamandú Rodríguez Olariaga. ¿Por qué cree que se ha suscitado tan fuerte polémica en torno al caso de Ricardo?

-La placa que nombra a Yamandú fue colocada en el Liceo No 15 de Carrasco, en plena Avenida Arocena, en el centro del territorio donde residen las familias uruguayas más ricas… ¿Por qué José Carlos Cardozo no protestó en defensa de los adolescentes que concurren a ese Liceo? A Jorge Salerno, Alfredo Cultelli y Ricardo, sus asesinos los convirtieron en paradigma para aquella juventud del ’68, pequeños Ernestos Guevara cuyas muertes convocaron a dar la vida por la revolución. Algo que ya había ocurrido con Líber Arce, como dijo Julián Mazzoni Morosoli en la Junta. A pesar del saldo militar desfavorable del 8 de octubre de 1969, el movimiento tupamaro comenzó a crecer como nunca hasta ese momento. La «Autocrítica del ’69», elaborada por Fernández Huidobro en el Penal de Punta Carretas, termina con la consigna «más Pando». Ahora me pregunto, si en ese entonces el hoy Senador llamaba a jugarse en nuevas tomas de ciudades, ¿por qué calla la boca cuando alguien llama «forajido» al compañero que vio asesinar? ¿Qué intereses políticos pueden ser tan trascendentales que justifiquen una inmoralidad de tal magnitud?

-Desde el Frente Amplio también se ha opinado en contra de esta posibilidad. El Diputado José Carlos Mahía expuso que Ricardo Zabalza no merece ser homenajeado por su condición de guerrillero tupamaro. ¿Qué reflexión le merece este concepto?

-Mahía demostró ignorancia de la historia reciente y de sus consecuencias políticas. Hizo campaña por un candidato a la presidencia que fue guerrillero, que estuvo en el copamiento de Pando y en mil acciones militares más. ¿Acaso no lo sabía? ¿Qué mayor homenaje a una persona que impulsarlo para Presidente? Creo que deberá ir a un terapeuta, porque enterarse recién que el Pepe Mujica fue un guerrillero tupamaro debe ser traumatizante y puede crearle una crisis de depresión y esquizofrenia.

Por otra parte, a Mahía se le escapa que el electorado emitió un juicio sustancial en las elecciones nacionales del 2009: queremos un Presidente que fue tupamaro, que fue guerrillero… ¿Será un reconocimiento de que los tupamaros luchaban por causas justas? Este es uno de los mensajes subliminales que emitió la ciudadanía, una especie de absolución política de los errores que podamos haber cometido en el campo de batalla. Más bien, Mahía debería preocuparse por la falta de apoyo al mensaje «políticamente correcto» de su sector. Tal vez la gente prefiera a los desgreñados ex-guerrilleros que a los bien vestidos académicos. La ignorancia de Mahía demuestra que los parlamentarios opinan por Minas, Viernes 5 de noviembre de 2010 opinar, sin conocimiento acabado de los temas. Bueno, así les fue con el caso de los Peirano: no sabían ni lo que votaron.

– 41 años han pasado del fallecimiento de Ricardo. ¿Cómo lo recuerda? ¿Cómo era Ricardo? ¿Cuáles eran esos ideales que lo llevaron a dejar la vida por ellos?

-Recuerdo las noches de interminables conversaciones en nuestro cuarto, donde dábamos cuenta de los asuntos con la autoridad paterna, los enredos adolescentes y otros hechos concretos de nuestra vida cotidiana y pueblerina. La competencia a quién comía más platos de los ravioles que hacía la vieja los domingos. El tándem de Ricardo con el «Adela» Vázquez en el Club Zamora, poemas futboleros que escribían todos los fines de semana. El quinteto del «Bar Libertad» que formamos con Celso Fernández, Bernado Larre Borges y el «Pacho» Colmán.

Ganamos el Comercial de punta a punta. Los viajes en bicicleta a Punta del Este por la ruta 60. La pelea contra la hinchada de Maldonado en el «Ginés Cairo Medina», donde después el viejo Perico tuvo que sacarnos de Jefatura. La primera manifestación estudiantil a la que fuimos juntos cuando el presupuesto de 1967, donde arrancamos de las manos de dos policías a un estudiante de Notariado y los sueños que tejimos entre ambos el día que regresé de Cuba y me encontré con que Ricardo me daba la bienvenida en nombre del MLN (T): caminamos conversando desde lo de mi madre hasta la playa Malvín. Ricardo tomó un vaso de agua en el Rodelú -estaba en plena campaña de austeridad- y volvimos trotando y riendo.

-¿Qué relación mantiene con nuestra ciudad? ¿Qué sentimiento le une a ella?

-Fui a la universidad en 1961, volvía todos los fines de semana a Minas, nos juntábamos entre minuanos en la capital, no podíamos vivir sin el aire de las sierras. Tenía la vida pueblerina metida entre pecho y espalda. En 1965 me hice más independiente, puse océano por medio, ya nunca más fue lo mismo. Veinte años después, al salir del Penal de Libertad regresé a la ciudad donde me había criado, no pudimos restablecer la relación que tuvimos, el hormigueo de la actividad política no me dejaba tranquilo y emigré hacia Montevideo, el Cerro y Santa Catalina. Hoy puedo decir que soy un minuano (me dicen «canario» todavía) hecho cerrense. Hincha de Sportivo Minas y de ¡Cerro Cerro!

-¿Dónde quedó la revolución, el surgimiento del Hombre Nuevo?

-La revolución social surge de las entrañas de esta sociedad dividida en clases sociales: si el rico vive del pobre y el pobre de su trabajo, si el 40% de los uruguayos nace en la pobreza y si el 11% de la población de Montevideo lo hace en asentamientos precarios, es de elemental justicia luchar para que un día la tortilla se vuelva.

La revolución es un fenómeno de conciencia. Sin una nueva moral en la vida familiar, social y política no habrá nunca revolución. Se trata de cambios profundos en los valores individuales de las mujeres y los hombres que edificarán una nueva forma de gestionar la producción y las relaciones humanas. Poner más la atención en los individuos que construyen que en el edificio a construir.

-Finalmente, y volviendo al tema que nos convoca, ¿qué cree que terminará sucediendo?

-Creo que terminará dominando la cordura y la placa con el nombre de Ricardo (modificado el contenido por la Comisión de verdad que tuvo la iniciativa) se instalará en la calle Batlle, frente al Liceo, sirviendo de antecedente a las dos placas que vendrán: la de Jorge Salerno y la de Alfredo Cultelli, que serán colocadas en los liceos que fueron su segundo hogar.

Fuente: Semanario Arequita. Viernes 5 de noviembre de 2010