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Entrevista al dirigente comunista italiano Pietro Ingrao

«No podemos romper el gobierno de centroizquierda por eso»

Fuentes: Sinpermiso

El nonagenario Pietro Ingrao, legendario dirigente del ala izquierda del PCI y reconocido militante pacifista reflexiona en esta entrevista concedida el pasado jueves al diario turinés La Stampa sobre la política exterior del nuevo gobierno italiano de centroizquierda. Es recomendable, como contrapunto a las opiniones de Ingrao, leer la entrevista del diario Il Manifesto al […]

El nonagenario Pietro Ingrao, legendario dirigente del ala izquierda del PCI y reconocido militante pacifista reflexiona en esta entrevista concedida el pasado jueves al diario turinés La Stampa sobre la política exterior del nuevo gobierno italiano de centroizquierda. Es recomendable, como contrapunto a las opiniones de Ingrao, leer la entrevista del diario Il Manifesto al analista y veterano luchador de la izquierda y el pacifismo italianos Marco Revelli (para verla, pulse aquí).

La Cámara de diputados acaba de votar el proyecto de ley que refinancia las misiones militares en el extranjero, incluida la de Afganistán. Un puñado de diputados de la izquierda radical y pacifista ha votado no, contra el gobierno que apoyan, contra Prodi, el centroizquierda y aun su propio partido (Refundación Comunista). A pesar de todas las consideraciones, se han mostrado como pacifistas intransigentes, sin peros ni gobiernos amigos. También Pietro Ingrao es un pacifista intransigente, sin peros, pero esta vez…

Esta vez, si Pietro Ingrao estuviera en el parlamento, ¿qué habría votado?

Habría votado sí. Creo que este desgarrón producido por algunos compañeros de Refundación [Comunista] no es una cosa buena; francamente, no estoy de acuerdo con este acto de disenso. Y espero ardientemente que en el Senado, en donde la mayoría tiene pocos votos de margen, ese disenso vuelva al redil. Consideraría grave hundir, o aun dañar seriamente al incipiente gobierno de centroizquierda, concediéndole espacio a Berlusconi. Sería un absurdo.

Sin embargo, usted ha librado una batalla de cuarenta años por afirmar el derecho al disenso en el PCI y en la política en general.

Un momento, por favor; yo siempre he defendido, y también hoy, el derecho al disenso, y no creo que los disidentes sean «traidores» a los que haya que dar caza. Pero creo que el suyo es un error político grave. El error, esto es, de ver sólo lo que pasa en Afganistán, de encapsularse allí. Pero hoy la cuestión afgana se plantea en un contexto más amplio: del Irak a Israel, pasando por el Líbano y Palestina. Yo invitaría a esos compañeros disidentes a defender la substancia y el conjunto de la nueva política exterior italiana.

¿Y qué juicio le merecen a usted estos primeros movimientos de Prodi y D’Alema [el ministro de asuntos exteriores]?

Un buen juicio. Me parece que la posición del gobierno, y del ministro de exteriores en particular, tiene buenas razones. Yo nunca había visto posiciones críticas tan netas como las expresadas por D’Alema en los asuntos atinentes a la política israelí. ¿Cómo no habría de entender que eso es una novedad de todo punto positiva? ¿Cómo puedo pensar en Afganistán, sin considerar Irak, una guerra de la que, finalmente, nos vamos? ¿Cómo, en suma, se puede ser ciego al hecho de que mientras la situación en Oriente Medio empeora de hora en hora, el gobierno italiano adopta una posición sabia?

¿Nota usted una solución de continuidad con la política exterior del anterior gobierno?

¡Vaya si la noto! Teníamos a Berlusconi, que ató a Italia de pies y manos a la agresión americana al Irak. Apoyar hoy al gobierno significa apoyar un cambio neto frente a lo anterior, desde el Irak, en donde el conflicto está siempre presente, hasta la tragedia que ha estallado ahora en Oriente Medio. Mi posición crítica sobre Afganistán la tengo ahora que mesurar a la vista del escenario mundial, si no, pierdo la brújula y dejo de ver el horizonte. Si, en cambio, miro a lo lejos, veo que el gobierno italiano se está moviendo en pos de un equilibrio difícil entre posiciones pugnaces, a fin de contribuir a soluciones de paz. Así pues, el valor de mi voto lo tengo que ponderar considerando todas esas cosas, no sólo Kabul.

Una parte del movimiento pacifista, y obviamente los disidentes mismos, apelan empero a la coherencia: siempre hemos votado no, ¿por qué deberíamos cambiar ahora? ¿Sólo porque se trata de un gobierno amigo?

No es una cuestión de gobiernos amigos o enemigos, sino de cómo intervenimos eficazmente sobre el nuevo incendio que se propaga por toda el área medioriental. Y entonces la coherencia está fuera de lugar, porque cuanto más se restrinja el caso a un solo aspecto (Afganistán), más divisiones se crearán en un campo que, al contrario, necesita mantenerse unido para poder gravitar sobre el nuevo drama que se ha abierto. Si no se opera en este nuevo escenario trágico, a fin de construir una sólida iniciativa de gobierno, sostenida de modo compacto por toda la Unione, fracasaremos en la primera cuestión crucial planteada, arriesgándonos además a darle juego de nuevo al derrotado Berlusconi. Esa es la sal de la política.

En el verano de 1990, cuando el PCI -aún existía- se abstiene respecto de la resolución de la ONU que daba prácticamente vía libre a la primera guerra del Golfo, usted disintió de su partido. Hizo una apasionada intervención en la Cámara, y votó en contra. ¿No son los disidentes de hoy como los de entonces?

Repito que no pongo en discusión su derecho de disentir. Lo que está en cuestión es el problema, y el problema de ahora es muy distinto del problema de entonces. Digámoslo así, un poco brutalmente: yo tenía razón, y ellos andaban equivocados. La razón que yo tenía se ha visto luego, con todo lo que ha ocurrido y sigue ocurriendo aún en el mundo. Su error, en cambio, es no ver el mundo en su conjunto, sino sólo la cuestión afgana, que me parece secundaria vistas las cosas en su conjunto. Secundaria también para la política exterior italiana: ¿qué clase de gobierno de centroizquierda sería éste, si no ponderara ante todo la situación en función de la nueva tragedia que está desarrollándose ante nuestros ojos?

A propósito, ¿usted es favorable a una fuerza multinacional de la ONU, con cascos azules italianos, en aquellas zonas?

En principio, obviamente, sí. Pero es preciso preguntarse antes si la ONU existe aún, y me parece que existe poco. Aniquilada, cancelada, reducida incluso a una marioneta en manos del presidente de los EEUU. Ojalá se consiga ahora restituir a la ONU aquel papel que le ha sido arrebatado, también con nuestra complicidad. La ONU misma debería pugnar por recuperar su autonomía, su pureza. Empezando por el caso de Irak, en donde está o debería estar, pero ni se ve ni se siente.

Traducción para www.sinpermiso.info : Leonor Març