Eduardo Rubio es un histórico militante del 26 de Marzo, integrado hasta el año pasado en el Frente Amplio (FA). Pasó siete años de cárcel por su vinculación al MLN-Tupamaros, se exilió durante la dictadura y tras ella ocupó cargos de dirección en su partido y en el FA. En esta entrevista explica la ruptura […]
Eduardo Rubio es un histórico militante del 26 de Marzo, integrado hasta el año pasado en el Frente Amplio (FA). Pasó siete años de cárcel por su vinculación al MLN-Tupamaros, se exilió durante la dictadura y tras ella ocupó cargos de dirección en su partido y en el FA. En esta entrevista explica la ruptura con el FA y valora los resultados de Asamblea Popular en su debut electoral.
Ustedes solicitaron el voto nulo. ¿Tan mal lo ha hecho el Frente Amplio?
Lo ha hecho muy bien para los intereses de la derecha. Aquí se ha privatizado, se ha consolidado la dependencia con el imperialismo norteamericano, se siguen mandando tropas a Haití, al Congo, se firman tratados de protección de inversiones con EEUU… En un periodo de auge de la economía, se incrementó la brecha entre los pobres y los ricos y perdimos la parte central de la soberanía, porque nuestros recursos principales, la tierra y el agua, se han extranjerizado como nunca. Este Gobierno ha procesado a más militantes sociales que ningún otro, ha criminalizado a la disidencia, y todo por el aval que le da el control de parte del aparato del movimiento social y sindical. Desde el punto de vista de las clases dominantes, nada ha sido tan importante como contar con un Gobierno que tiene una carátula de izquierda pero que ha sido el más eficaz ejecutor de las políticas de la derecha.
¿Y no temían que ganara Lacalle?
Lo que estaba en juego era quién administra el aparato del Estado para aplicar la misma política neoliberal. El FMI, el Departamento de Estado de EEUU, las cámaras empresariales y los grandes inversores prefieren a Mujica, porque les da seguridad jurídica a través de los tratados de protección de inversiones y una mayor tranquilidad desde el punto de vista social, ya que va a seguir maniatando al movimiento sindical y conteniendo a los pobres con los planes de emergencia. Hipotecar el capital que hemos conquistado en conciencia, organización y expresión política, poniéndonos en el furgón de cola de una derecha disfrazada de socialdemocracia, supondría repetir experiencias como la de IU en el Estado español, que allí les ha costado muy caro. Nuestro gran desafío es mantener la identidad y abrir un camino de expresión real de la gente de izquierda. No queremos ser cómplices del próximo Gobierno, porque va a ser un riguroso ejecutor de las políticas neoliberales.
¿Cómo fue el proceso de gestación de Asamblea Popular?
En sus primeros pasos fue un encuentro de organizaciones políticas y sociales para resistir el viraje derechista del Gobierno. Muchos de quienes hoy estamos en Asamblea Popular éramos parte del Frente Popular, y nuestra primera consigna fue tratar de cambiar el rumbo de sus políticas, pero la experiencia demostró que era imposible. Esto fue procesando la ruptura y, al mismo tiempo, se manifestó como un proceso de lucha contra las privatizaciones, la impunidad para los asesinos de la dictadura, o en la histórica marcha de rechazo a la invitación cursada al genocida Bush.
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