Nos están matando y nos van a seguir matando. Nosotros también estamos matando a nuestros asesinos y los vamos a seguir matando. Es una guerra no declarada. Ahora le está tocando a Francia pero todos estamos expuestos, somos muy vulnerables porque nos encontramos en una situación de debilidad mental y no tenemos lo que hay […]
Nos están matando y nos van a seguir matando. Nosotros también estamos matando a nuestros asesinos y los vamos a seguir matando. Es una guerra no declarada. Ahora le está tocando a Francia pero todos estamos expuestos, somos muy vulnerables porque nos encontramos en una situación de debilidad mental y no tenemos lo que hay que tener para defender nuestras señas de identidad en nuestros territorios, no somos capaces de proteger nuestro espacio, se nos está yendo el instinto animal de territorialidad, masacrado por posturas relativistas a las que llamamos solidaridad o derechos humanos.
¿Cómo pretendemos que si nuestros aviones y nuestros soldados están por ahí matando nos vayamos de rositas? Somos los buenos, eso está claro, pero somos unos buenos débiles y moribundos que nos enfrentamos a un fanatismo fuerte y vivo. Por eso seguiremos muriendo, en un avión, en una sala de ocio, en un espectáculo, en una gran superficie. Ellos se defienden y por mucho que les llamemos de todo nos seguirán matando, mientras mueren cien o doscientos de los nuestros, se van con Alá unos miles de ellos porque nosotros tenemos más tecnología, sabemos más por viejos que por pobres diablos y al final ganaremos pero muchos nos quedaremos en el camino.
Ahora el voto fascista subirá en Francia y seguirá subiendo en toda Europa. Al animal humano le brotará su instinto de protección, de protección de su cultura, de sus bienes, de su territorio, de su alimento, y buscará a un ser dominante, a un macho o a una hembra dominante. ¿Por qué no sube el voto de izquierdas?, ¿por qué no busca la gente su seguridad en el voto de izquierdas? Porque a la derecha fascista la quiere para que le proteja el frigorífico y pueda caminar por las calles sin que un sujeto se llene de bombas y de ignorancia y se inmole con la fuerza que da el no saber nada, es decir, la ortodoxia de la ignorancia. Y a la izquierda se la necesita cuando no se tiene nada y se aspira a poseer una casa, un trabajo y a ser posible un chalé en la sierra o en la playa. Las revoluciones o sus intentos siempre son devorados por sus hijos y las izquierdas son débiles, les falta malicia y más genes egoístas.
Cuando la izquierda es fuerte la llaman tiranía, totalitarismo, dictadura asesina, y lo peor es que son los propios izquierdistas quienes la llaman así, se avergüenzan de su pasado y de su presente, discuten, se dividen, se subdividen… No, unos sujetos así no son dignos de confianza, mejor la simplicidad del fascismo que si no llega más lejos (aunque ya veremos) es porque a sus amigos globalizadores -que ahora aparentan ser sus enemigos- no les interesa que unas leyes autárquicas y restrictivas les echen a pique sus negocios presentes y futuros.
Es curioso, gracias a las proclamas de derechos humanos (en 1789, en 1948) que tanta sangre nos costaron -matándonos entre nosotros-, se nos están colando los que nos están matando ahora. Y es que nuestros derechos humanos parece que los ideamos sólo de puerta para dentro y ya ni para eso. Fuera hemos esquilmado todo lo que hemos podido y así seguimos, es la ley del más fuerte que poco a poco se vuelve débil aunque posea la tecnología mejor y más años de historia.
La debilidad nos ha llegado desde Estados Unidos (Obama no es amigo, Obama y sus secuaces deben callarse porque son los que han levantado a los muertos de sus tumbas de arena y nosotros, imbéciles, llenos de codicia también, los hemos seguido). Desde EEUU nos llega el arrasamiento de la memoria histórica, el agringamiento de Europa, el no saber de dónde venimos ni quiénes somos ni adónde vamos. Todo se ha levantado con sangre: Europa, Estados Unidos, Japón, la Tríada de poder mundial a la que imitan los chinos y los rusos. Pero al menos Europa se estaba cansando de tanta sangre y le aconsejaba a los yanquis que no se metieran en los avisperos de Irak, etc. No hicieron caso, son jóvenes y ambiciosos destructivos, lo que es bueno para América es bueno para el mundo, América son sólo ellos, claro está, y nosotros nos olvidamos de Iberoamérica para irnos tras los pasos de la América de Charlton Heston y sus rifles. Pues ahí tenemos las consecuencias, los malos también se han hecho con rifles y ahora nos cortan las cabelleras en nuestra propia casa porque nosotros hace siglos invadimos las suyas. Así es la Historia, tú me pegas, yo te pego, a menos que entremos todos en razón.
La debilidad nos ha llegado desde posiciones falsamente progresistas que terminan protegiendo más a los foráneos que a los habitantes de sus propias moradas, que no se cultivan, que no leen, que no aceptan las raíces culturales de las que proceden ni sus señas de identidad, al contrario, algunas de ellas las tienen por «carcas» cuando las llevan en los genes. Los débiles progres pelean con su propia sombra y se dan cabezazos contra la pared, tienen prejuicios derivados de sus fantasías emocionales, no son prácticos y entonces se los comen por sopa.
En este caldo sopero nos están matando. Me reservo las alternativas porque no quiero que se malinterpreten más aún mis palabras y porque tal vez esas alternativas sean inútiles en este contexto mercantil salvaje. Nos hemos metido en una espiral de sangre y fuego que espero que no se detenga porque -contra todo pronóstico puesto que ahora lo importante es el TTIP y la venta de armas- Hitler recobre la vida y salga del bunker dando bufidos. Hablo de un Hitler explícito y visible, en realidad Hitler no murió nunca, está entre nosotros, vestido con chaqueta y corbata pero con glamour democrático, lleva años esparciendo las arenas y el polvo que han provocado una tormenta que nos está llenando de lodo. Ahora a ver cómo lo barremos. Desde luego, nunca se podrá elaborar una tortilla sin romper ningún huevo. La guerra es la guerra y jamás aceptaré qué, después de todo lo que nos ha costado construir lo poco que tenemos, democracia sea igual a relativismo, dudas y debilidad.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.