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Nunca un No quiere decir Oui, Mr. Chirac

Fuentes: Rebelión

Los franceses han dicho sencillamente «no» a la propuesta del Tratado sobre la Constitución europea después de una prolongada campaña por el «no» de numerosas organizaciones. Lo más sorprendente es el enfado y mal perder de los promotores y defensores del «sí». El Presidente Jacques Chirac, en una breve intervención, nada más conocerse el resultado, […]

Los franceses han dicho sencillamente «no» a la propuesta del Tratado sobre la Constitución europea después de una prolongada campaña por el «no» de numerosas organizaciones.

Lo más sorprendente es el enfado y mal perder de los promotores y defensores del «sí». El Presidente Jacques Chirac, en una breve intervención, nada más conocerse el resultado, dijo que «tomaba nota» de lo que los franceses habían votado, pero a continuación añadió que en la reunión prevista para mediados de Junio en Bruselas, él «defendería los intereses de Francia» y mantendría los compromisos contraídos por su país. Estas declaraciones constituyen un desafío a los resultados de las urnas. Parece que Chirac entiende que cuando los franceses dicen «no», ese «no» puede tener otra lectura que él interpreta como un «sí», y esto es lo que ha dicho llevará a Bruselas. Además, en vez de abrir un debate para saber qué Europa quieren los franceses, dará como solución al rechazo del Tratado, cambiar el Gobierno poniendo otro que diga el «sí» con más acierto y más fuerte. Entonces ¿para qué el referéndum?

Parece que la lectura del referéndum es, que si es «no» lo es a ese modelo de Tratado propuesto, que es lo que se ha votado y no a otra cosa o a cualquier otra ocurrencia. Esta manipulación se está dando tanto en la propia Francia como fuera de ella, adjetivándolo como antieuropeo, antigobierno y unas cuantas cosas más lo que constituye un intento de desvirtuar la realidad del «no» al proyecto objeto de la votación, jugando al despiste. No se pedía argumentación, sólo se votaba un texto que había sido precedido de un largo periodo de debates y que ya hace trece años el texto previo de Maastricht se sometió a votación, con la victoria del sí por sólo el 51 por ciento frente al 49 del no.

Pasando a los contenidos, simplemente se ha rechazado un modelo neocolonial que relega los aspectos sociales a segundo término. Se ha negado legitimidad la política socio económica iniciada en 1990 de repercutir la crisis de crecimiento y resultados de la economía, sobre el modelo social – precariedad, contratos basura, despidos y demás recortes sociales- y de donde se pretende ahora sacar la rentabilidad imitando el modelo estadounidense, con quién se ha de competir, pero que con su bipartidismo más anquilosado aún, unas organizaciones sociales inexistentes y una legislación sin contenido social. Este planteamiento en la mayor parte de los países de la vieja Europa, no les sería tan fácil yendo país por país, pero sí metiéndoles a todos en el mismo saco y gobernado a distancia.

El Tratado, redactado por poco más de cien «expertos» a espaldas de ciudadanos y de sus propios parlamentos, ha sido aprobado inicialmente por los Presidentes de cada país y en algunos ni se someterá a referéndum. En España, se ha validado después de una campaña tipo 25 años de paz de Franco -yo o el diluvio- solo que ahora era o Europa o el caos.

Parece que como alternativa a lo del caos: otra Europa sí es posible con otro Tratado y simplemente esto es lo que parece ser han entendido los franceses al decir «no».