Traducido para Rebelión por Gorka Larrabeiti
Unos cien empleados de FNAC y de Conforama que protestaban por un plan de reestructuración de las dos sociedades, que prevé el despido de 1200 personas, retuvieron ayer por la tarde durante una hora en un taxi en la rue de Javel de París (distrito XV) a François-Henri Pinault, presidente del grupo PPR y coleccionista de arte que dirige Palazzo Grassi en Venecia. «¡Pinault: devuélvenos nuestros puestos de trabajo!», reclamaban los empleados, que rodearon el taxi donde había subido Pinault tras un consejo de administración. La policía intervino.
Los obreros de la fábrica Caterpillar de Grenoble secuestraron ayer a las 10:30 a cinco dirigentes, entre los que se hallaba el director Nicolas Polutnick, con el fin de obtener mejores condiciones de despido. La Caterpillar, que cuenta con dos fábricas en la región de Grenoble, ha previsto despedir a 733 personas de las 2.500 a las que da empleo en Francia (el programa de reestructuración de la multinacional que produce maquinaria para las obras es de 24.000 despidos por todo el mundo, como consecuencia de una caída del 55% de los pedidos). «No lo vamos a soltar», afirmó por la tarde Benoit Nicolas, de la CGT. «Hemos propuesto pasar a 32 horas, pero la dirección no ha querido saber nada -añadió el sindicalista-; tenemos propuestas para limitar el impacto de los despidos», mientras desde septiembre los obreros de Grenoble tienen un expediente de regulación de empleo tres de cada cuatro semanas. Los obreros piden indemnizaciones por el despido equivalentes a tres meses de salario por año de antigüedad y un mínimo de 30.000 euros, mientras que la Caterpillar no tiene intención de ir más allá de 0.6 meses de salario por año y 10.000 euros como mínimo. Por la tarde, liberaron a un dirigente y la Policía, que habían tomado posiciones fuera de la fábrica, estaba lista para intervenir. Nicolas Polutnick, que pudo ver a políticos locales, se mantiene firme en sus posiciones: «Debemos prestar atención a los intereses de la empresa -insistió- para no vernos obligados a gestionar no ya la pérdida de 733 puestos, sino la totalidad».
Es la cuarta vez en pocas semanas en que obreros empujados por la desesperación de los planes de despido secuestran en Francia a dirigentes. Ya ocurrió a mediados de marzo en la Sony de Pontonx-sur-l’Adour, en las Landas; luego en la 3M de Pithiviers el 26 de marzo. Más allá de estos episodios, la radicalización de los conflictos sociales se está volviendo normal en un escenario de desolación social. Ayer, los representantes del consejo de la fábrica de Continental de Clairoix, que parece que cerrará el año que viene- 1120 personas se quedarán sin trabajo- abandonaron la reunión con los dirigentes al cabo de diez minutos: la habían organizado a cientos de kilómetros de la fábrica, en un hotel de dos estrellas cerca del aeropuerto de Niza, para evitar las manifestaciones. Ayer, por medio de una sentencia se suspendió el cierre, y se pidieron aclaraciones a la dirección alemana.
Nicolas Sarkozy recibió fuertes protestas en la visita a Chatellerault donde habló de «medidas adoptadas para encarar la crisis»: pero el presidente no se percató de nada, ya que unos mil agentes de policía había bloqueado la ciudad para contener y mantener lejos las manifestaciones de protesta en las que participaron también numerosos estudiantes, en una región muy afectada por las crisis. Hubo nueve detenidos. En Gandrange, en Mosella -otra región destrozada por las crisis industrial- donde hace un año Sarkozy había prometido una intervención para evitar el cierre de la acería (hasta había prometido ir de vacaciones con Carla) los obreros de Arcelor-Mittal se manifestaron tristes: la fábrica cerró ayer definitivamente, después de haber despedido a 575 obreros.
Crece la exasperación, alimentada por las noticias diarias sobre los bonus, los paracaídas de oro y las stock option que acaban en los bolsillos de los dirigentes: ayer la polémica se centró en la «pensión» de Daniel Bouton, antiguo presidente de la Société Générale (la del escándalo del trader Kerviel), que recibirá al parecer un cómodo emolumento por valor de un millón de euros anuales durante su vejez. El gobierno emanó un decreto para limitar los bonus, pero la moderación afecta sólo a los seis bancos que recibieron ayudas estatales y a las dos casas automovilísticas (Peugeot y Renault), y además fija como límite temporal finales de 2010.
Ayer explotó un escándalo de evasión fiscal que afecta a Adidas, Michelin y EDF, que tienen fondos en Lichtenstein. Crece la exasperación porque los ciudadanos tienen la sensación de que «la crisis no es cosa de todos», según explica a Le Monde Jean-Michel Denis, de los centros de estudio del empleo. Los trabajadores sienten que «no tienen nada que perder, ni nada que ganar», analiza un sindicalista para explicar las reacciones extremas de los secuestros de dirigentes. «El secuestro es una acción detestable, testimonio de la exasperación de los trabajadores y señal de ausencia de diálogo social», según Patrick Devedjian, inexistente ministro de Relanzamiento.
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