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Entrevista con el antiguo Presidente del Parlamento ruso

«Occidente es corresponsable de la deriva autoritaria de Rusia»

Fuentes: Gara

Ruslan Jasbulatov (Grozni, 1942) es miembro de la Academia de las Ciencias rusa y director del departamento de Economía mundial de una universidad moscovita. Fue el primer presidente del Parlamento ruso de la mano de Yeltsin y luego uno de sus grandes opositores. Vive hoy en día en un segundo plano de la política rusa, pero siempre atento al devenir general de Rusia y de su Chechenia natal en particular.

Ruslan Jasbulatov tuvo un paso rápido por la política rusa. Su ascenso fue meteórico al final de los años ochenta, y culminó con su elección como diputado del Parlamento soviético ruso por Grozni en 1990. Apoyó al entonces líder ruso, Boris Yeltsin, contra el golpe de estado antirreformista de 1991. Este apoyo le valió para ser designado presidente del Parlamento ruso, cargo que le enemistó poco después con Yeltsin al oponerse a la reforma constitucional promovida por el primer presidente de la Rusia postsoviética.

Esta enemistad tuvo su desenlace cuando las tropas de Yeltsin bombardearon el edificio del Parlamento, en el interior del cual se encontraba, entre otros, el propio Jasbulatov. Fue encarcelado durante medio año hasta que fue amnistiado. Desde entonces, Ruslan Jasbulatov vive dedicado a la universidad y sólo se ha vuelto a adentrar en la política en contadas ocasiones, siempre relacionadas con la atribulada Chechenia que le vio nacer.

¿El cambio al capitalismo fue positivo para Rusia o las perspectivas del comunismo no eran tan malas?

Realmente, lo que teníamos era socialismo real más que comunismo. Desde Nikita Khruschev, todos los dirigentes opinaban que había que construir el socialismo. Incluso los estudiosos opinaban que aquéllo era socialismo. Pero después del golpe de Estado de 1991 yo mismo, como jefe del Soviet Supremo, anuncié públicamente que el socialismo y el partido se habían desacreditado, que las ideas del socialismo se habían desacreditado y que necesitábamos otro paradigma. Me pronuncie por un capitalismo con un rostro más humano, con cierto grado de proteccionismo, con el mantenimiento de la protección social y un sistema económico clásico capitalista de libre mercado. Teníamos que dejar el léxico a un lado y empezar a construir una base legal para la construcción del capitalismo. Incluso Yeltsin se sorprendió, ni él se atrevía por aquel entonces a decir que teníamos que construir el capitalismo. Ya en aquella época y con plena conciencia orienté la actividad del órgano legislativo supremo a la creación de las bases políticas y económicas del sistema capitalista.

¿La sociedad soviética rusa estaba preparada para el cambio al capitalismo?

Con la perspectiva que dan los 20 años transcurridos, puedo decir que la sociedad rusa no estaba preparada para el capitalismo. El capitalismo actual de Rusia es el más reaccionario de toda Europa. La situación económica y social del 75%-80% de la población es peor que la que había en el último año del socialismo, en 1990. Eso sí, se ha destapado el grupo de los oligarcas, fundamentalistas del capitalismo. Es una parte de la sociedad muy reaccionaria, no demasiado educada, sin sentido del honor o la vergüenza. Y sólo les guía una orientación enfermiza hacia la especulación. No son capaces de construir fábricas, no saben cuidar a sus trabajadores, les da igual el Estado y la sociedad. No sólo son reaccionarios, son incluso perjudiciales, parásitos de esta sociedad. Así es la clase multimillonaria de la sociedad rusa.

¿De donde que surge esta situación?

El hecho clave para que llegáramos a esta situación fue el golpe de Estado de Yeltsin de 1993. Un golpe de Estado fascista que Occidente apoyó muy activamente y mediante el cual se destruyó la posibilidad de un desarrollo democrático. Un giro reaccionario. Hay que recordar lo que sucedió: en 1993 tuvo lugar el golpe de Estado, entre 1994 y 1999, la primera Guerra de Chechenia, no provocada por la parte chechena, sino promovida por la gente de Yeltsin y que supuso el asesinato de más de 100.000 personas, después llegó la segunda Guerra de Chechenia de 1999, que empeoró todavía más la situación, con otras 100 o 150.000 personas asesinadas.

¿El problema entonces fue más político que económico?

Las dos cuestiones están entrelazadas. Cuando yo, junto al propio Yeltsin, estaba en el poder, teníamos grandes dificultades económicas, el barril de petróleo costaba 8-10 dólares, nada que ver con los precios actuales (en torno a los 80-90 dólares). El Gobierno actual no sabe qué hacer con tanto dinero, pero aun así hoy la política social es horrible, la más atrasada de Europa, es donde se destina el menor porcentaje de los presupuestos a fines sociales. El Cáucaso Norte es una zona de desastre social, el 60%-70% de los jóvenes no trabaja. La injusticia, eso es el terrorismo. No soy partidario de reducir las causas de la existencia del terrorismo exclusivamente a la injusticia social, pero si está claro que el terrorismo encuentra su base de cultivo en los lugares en los que reina la injusticia social. Donde la injusticia social es obvia. En Rusia y en el Cáucaso unos pocos ricos construyen sus palacetes, se hacen proteger por cientos de mercenarios, mientras miles de conciudadanos no saben cómo sacar adelante a su familia. Eso lo ve la gente joven. Los jóvenes del Cáucaso además, son muy emocionales, y esta injusticia se mezcla con sus sentimientos y hace que una parte de la sociedad, o más bien de la juventud tome medidas, las más horrendas, las más intolerables y detestables, pero estas medidas nacen de las circunstancias de injusticia.

En el mundo actual, en la Europa de hoy en día, ¿qué camino deben tomar los pueblos pequeños como Euskal Herria o su Chechenia natal, cuáles pueden ser sus vías de desarrollo nacional?

Tienen que tener sus perspectivas sin lugar a dudas. La cuestión de la extensión geográfica no es importante. Los pequeños pueden tener una memoria histórica más larga que una nación grande. EEUU, paradigma de gran nación, tienen una memoria histórica de 300 años, mientras que allí existen tribus de indios con un historia mucho mayor. Rusia en sí misma no tiene tanta historia, y hay pueblos en su interior que son bastante más antiguos. La lengua rusa y su cultura han tenido un papel muy grande y positivo en el desarrollo de todos los pueblos, pero cada uno de los pueblos tiene su historia, quizás no muy grande en cuanto a territorio o población, pero tienen que poder llevar a cabo sus derechos y reivindicaciones.

Las naciones grandes en el mundo actual presionan cada vez más, pero las fuerzas intelectuales de las naciones pequeñas tienen que encontrar su espacio en el mundo globalizado. Los estados grandes y realmente democráticos tiene que dejarse de asimilaciones y pressiones y ayudar al desarrollo de los pueblos pequeños. Ya que son precisamente los pueblos pequeños los que enriquecen la cultura. Lo importante es encontrar las formas correctas de relación, para que no haya conflictos. La eliminación de los conflictos es una tarea muy seria, pero sí alguien intenta solucionarlo con la fuerza de ahí nacerán más conflictos. Con una Constitución unitaria centralizada, la sociedad tiene que encontrar fuerzas para crear una federación. La federación es un sistema más vital, muchos países, incluso unitarios, se desarrollan con modelos federativos. Esas realidades tienen que ser tenidas en cuenta por las leyes. Los diferentes movimientos separatistas y terroristas son en parte una respuesta a esa presión del centro.

En los últimos años, Rusia está volviendo a un sistema más autoritario, la presión del centro aumenta, o por lo menos de esa forma se percibe en Occidente, ¿a que se puede deber este giro?

Occidente está un poco falto de intelecto, las ideas intelectuales, el pensamiento teórico y político está muy débil. Occidente tenía que haber pensado en eso cuando empujaba a Yeltsin al golpe de Estado. Rusia pasó a un modelo autoritario en diciembre de 1993 cuando se aprobó una Constitución autoritaria muy bien vista en Occidente. El Parlamento no tenía ningún papel. Opino que hasta las Cortes del dictador español Franco tenían más autoridad que el Parlamento ruso según la Constitución de 1993. ¿Por qué Occidente no vio eso en 1993? ¿Por qué daba tanto apoyo al régimen de Yeltsin? En 1993 se produjo un golpe de Estado y desde entonces en Rusia no hay parlamentarismo.

¿Qué opinión le merece Boris Yeltsin, el que fuera primer presidente de Rusia?

Fue una autócrata cruel, con tendencias dictatoriales. Cuando estuve en la cúspide del poder limitaba de alguna manera estas tendencias, pero después todos empezaron a decir que era el zar Boris, que era el único demócrata. Los círculos públicos que lo rodeaban, los que se alimentaban de las sobras de su mesa, fueron quienes crearon ese mito y auparon a una persona tan poco preparada para dirigir. No estaba preparado para ser el número uno, podía ser el dos o el tres, pero no podía ser número uno ni en una fábrica. No podía ser aquel que toma las decisiones, él no podía tomar las decisiones adecuadas, pero podía llevarlas a cabo, estaba hecho así. No era culpable, los culpables eran los que lo crearon, entre ellos Occidente. En su decisión de disparar con tanques sobre edificio del Parlamento fueron claves el canciller alemán Helmut Kohl y el presidente americano Bill Clinton. Les hacia falta una persona medio tonta, como lo veían ellos, al cual podían dirigir y manipular, y él a su vez hacia todo lo que se le pedía.

La inconclusa misión de paz del profesor

Fue el apoyo de los suyos lo que hizo posible la entrada de Ruslan Jabulatov en la política. Un grupo de alumnos de la Universidad de Grozni propusieron al destacado economista checheno como candidato por su región al Parlamento de la república soviética rusa en 1990.

En el Parlamento, Jasbulatov llamó la atención de la estrella ascendiente de la política rusa Boris Yeltsin, el cual vio en él a un perfecto segundo hombre, economista de renombre y perteneciente a una minoría étnica.

Cuando Yeltsin ocupó el cargo de presidente de Rusia, Jasbulatov ascendió al del presidente del Parlamento, en ese cargo acabó el idilio entre los dos políticos. Jasbulatov se opuso frontalmente a las intenciones de Yeltsin de reformar la Constitución dotando de más poder al presidente de la nación en detrimento del Parlamento. Esta oposición acabo con el bombardeo y posterior toma del edificio del Parlamento por parte de las tropas leales al presidente, y los líderes de la oposición parlamentaria en la cárcel. Seis meses más tarde fueron amnistiados y liberados.

En 1994 comenzaron las tensiones que desatarían dos violentas guerras en Chechenia. Valiéndose de su prestigio entre la diaspora chechena, Jasbulatov organizó lo que se conoció como la «Misión de Paz del profesor Jasbulatov». En un intento de entablar diálogo entre las partes enfrentadas antes de que hubiera derramamiento de sangre la misión consiguió que veinte grupos armados aceptaran sentarse en la mesa de negociaciones, pero las mayores facciones tanto prorrusas como soberanistas chechenas le tacharon de oportunista y le acusaron de intentar utilizar el conflicto para volver a la escena política. La misión fracasó y poco después empezó la intervención armada rusa que trajo consigo decenas de miles de muertos.

Jasbulatov se ha ofrecido en numerosas ocasiones para actuar de mediador en el conflicto, que ha dejado a su vez cientos de miles de refugiados y desplazados. Todas sus propuestas han sido ignoradas hasta la fecha por el Kremlin. P.G.