Hay tres recursos médicos de principal importancia para el combate de la pandemia del Covid-19: la vacuna, la mascarilla y las pruebas de detección del virus; Alemania está involucrada en escándalos con cada uno de ellos.
La vacuna
La batalla por el jugoso mercado de las vacunas se libró entre Astra Zeneca y la alemana Pfizer-biotec, hoy el principal proveedor a nivel mundial es Pfizer, luego de los escandalosos efectos secundarios de Astra y a pesar de que la vacuna alemana provoca los mismos efectos secundarios, incluida la trombosis, según se ha denunciado en Israel y EEUU por parte de asociaciones médicas que ya preparan demandas en contra del fabricante. En su afán por desprestigiar a su oponente, el gobierno alemán ha forcejeado con la organización mundial de la salud y con la unión europea, llegando a respaldar las vacunas rusa y china por sobre la de Astra, la cual ha prohibido en varias ocasiones. Esta no es una lucha por la salud ni se funda en cuestiones científicas; es una pelea por el mercado, que los propagandistas alemanes han ganado por medios bastante cuestionables.
La mascarilla
La “FFP2”, mascarilla de tecnología china fabricada en Alemania, involucró a un grupo de políticos alemanes en un escándalo cuando se descubrió que éstos, no solamente eran beneficiarios de su venta en el país, sino que incluso habían cabildeado en conjunto para que se exigiera su uso en Alemania. Por si esto fuera un pecado menor en el lucrativo espíritu de la política alemana, el gobierno canadiense a emitido una alerta en contra de las mascarillas alemanas por considerarlas cancerígenas, debido a su fabricación a base de micro plásticos que son ingeridos directamente cuando se respira a través de ellas, causando daños severos en el sistema respiratorio. A pesar de todo el gobierno alemán no solamente ha permitido su uso, sino que ha impuesto la obligatoriedad de la FFP2 y de ninguna otra mascarilla en varias ciudades de Alemania entre las que destaca su propia capital, Berlín.
Las pruebas de detección del virus
Christian Drosten, virólogo asesor del gobierno alemán, involucrado en el escándalo de las mascarillas, presionó abiertamente hasta conseguir su obligatoriedad, junto con las jugosas ganancias que esto implica, es también el desarrollador de las pruebas PCR para la detección del COVID en todo el mundo. En conjunto con la empresa berlinesa de biotecnología TIB Molbiol Syntheselabor GmbH, que produce pruebas Corona PCR, Drosten descubrió un modelo de negocio exitoso: en el caso de las pandemias y los brotes virales más diversos, desarrolla una prueba de PCR para ellos: este ya fue el caso en 2002/2003 para el SARS, en 2011 para EHEC, en 2012 para MERS, en 2016 para el virus Zika, en 2017 para la fiebre amarilla. Además, via Charité Berlin, de la cual Drosten es el Director del Instituto, recibió alrededor de $ 335,000 de la Fundación Bill y Melinda Gates en diciembre de 2019 y marzo de 2020. Esta fundación no es de ninguna manera altruista, pero es conocida por su proximidad a la industria de las vacunas.
La industria alemana no es la única responsable de practicas desleales en torno a la tragedia del Covid-19, por todo el mundo se entablan procesos legales y movimientos sociales para detener el abuso, desafortunadamente aunque estas luchas sean exitosas, para cuando suceda los especuladores habrán acumulado un gran botín, a costa de la vida de millones de personas.
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