Oskar Lafontaine [1] (Saarlouis, Sarre, 16 de septiembre de 1943), diplomado en Ciencias Físicas, especialista en transportes públicos y militante del SPD (Partido Socialdemócrata Alemán) desde 1966, fue alcalde de Saarbrücken entre 1974 y 1985. Tras ganar las elecciones del 10 de marzo, fue elegido en sustitución del cristianodemócrata Werner Zeyer ministro-presidente del gobierno del […]
Oskar Lafontaine [1] (Saarlouis, Sarre, 16 de septiembre de 1943), diplomado en Ciencias Físicas, especialista en transportes públicos y militante del SPD (Partido Socialdemócrata Alemán) desde 1966, fue alcalde de Saarbrücken entre 1974 y 1985. Tras ganar las elecciones del 10 de marzo, fue elegido en sustitución del cristianodemócrata Werner Zeyer ministro-presidente del gobierno del Lander del Sarre [Estado federado de Alemania], siendo el primer presidente socialdemócrata de esta importante región industrial desde la constitución de la RFA en 1947…
De referente de la izquierda en el SPD a líder de la izquierda alemana
El 14 de junio de 1987 fue elegido vicepresidente del SPD y, posteriormente, tras el fracaso de la coalición social-liberal, candidato a la Cancillería Federal en las elecciones legislativas del 2 de diciembre de 1990, que no obstante supusieron la reelección de Helmut Kohl, en plena efervescencia al haber capitalizado la derecha germana la caída del muro de Berlín y la reunificación de Alemania.
En 1995 fue elegido Presidente del SPD, protagonizando el giro de su partido hacia una oposición firme frente al entonces Canciller democristiano Helmut Kohl, en contraste con lo que venían haciendo los dos partidos históricamente fomentando el bipartidismo. Con esta estrategia, los socialdemócratas ganaron las elecciones de septiembre de 1998 y fue nombrado Ministro de Finanzas del primer gobierno de Gerhard Schröder. El 11 de marzo de 1999 renunció sorprendentemente a todos sus cargos gubernamentales y de partido, posicionándose en contra de las políticas -marcadamente neoliberales- del nuevo gobierno.
Fue entonces cuando continuó criticando por la izquierda pero aun dentro del SPD las políticas de su gobierno en relación con reformas sociales contra la jornada laboral, el seguro de desempleo, la liberalización de la sanidad y otros derechos de los trabajadores efectuadas por el gobierno de Schröder. El 24 de mayo de 2005 anunció públicamente su abandono del Partido Socialdemócrata tras casi cuarenta años de militancia. El 10 de junio anunció su participación como candidato de una agrupación electoral liderada por él mismo, la WASG (desengañados del SPD), en las listas del Partido de la Izquierda, formado a partir del PDS [partido que tiene su origen en el SED (Partido Socialista Unificado de Alemania), partido comunista que gobernó en la RDA tras la fusión en 1946 del SPD y del KPD en la zona de ocupación soviética (N. de CF)]. Esta coalición de izquierdas logró en las elecciones de septiembre de 2005 el 8,7% de votos y 54 escaños.
Lafontaine ha sido portavoz del grupo parlamentario conjunto de WASG y La Izquierda junto a Gregor Gysi, líder de los [así llamados en los medios] poscomunistas de la ex RDA. En junio de 2007, la WASG se fusionó oficialmente con La Izquierda, con lo que Lafontaine se convirtió en dirigente de este último partido. En las elecciones del 2009, La Izquierda ha logrado resultados globales por encima del 10%, superando en votos al SPD en landers del Este [Turingia y Sajonia-Anhalt] y avanzando notablemente en varios del Oeste [21% en El Sarre, el Estado natal de Lafontaine], logrando romper el bipartidismo en Alemania [2]. El 23 de enero de 2010, Lafontaine anunció su retirada de la presidencia del partido y a su acta de diputado debido a que padece cáncer.
Elogio y crítica de los movimientos sociales ecopacifistas
Oskar Lafontaine, cuando era el líder del SPD y candidato a canciller introdujo una serie de reflexiones que a mi juicio pueden aplicarse directamente a la actualidad [3]:
«El «movimiento social» fue descubierto hace aproximadamente 150 años como movimiento obrero. Es decir, el concepto se aplicó en primer lugar a un movimiento que daba una respuesta socialista a la «cuestión social». Los movimientos sociales de los años setenta y ochenta del siglo XX, se interpretaron como nuevos, sobre todo en comparación con las formas institucionalizadas, tradicionales, del movimiento obrero -los sindicatos, los partidos socialdemócratas, socialistas o comunistas.»Pero se pregunta Lafontaine «¿Significa esto también una ruptura con los ideales y las ideas socialistas del «viejo» movimiento obrero? Y responde: «la comprensión política de los «nuevos» movimientos sociales, tiene en principio un componente anti-institucional, está impregnada de una desconfianza profunda en la competencia resolutiva de la política institucionalizada. Desde la óptica histórica, esta posición antiinstitucional no es nada nuevo: precisamente, estas formas de pensar y sentir eran características de las grandes corrientes anarquistas o sindicalistas dentro del movimiento obrero europeo (…)».
Continúa, «En la lucha por la extensión de las posibilidades de autodeterminación individual y social, los socialistas y los nuevos movimientos, son, por decirlo así, aliados «naturales». Y ejemplifica: «Si, para el movimiento socialista, la contradicción fundamental entre el capital y el trabajo era la piedra angular de la contradicción entre la organización social del trabajo y la apropiación privada de sus productos, la protesta del movimiento ecologista se ha polarizado en la contradicción no menos fundamental entre el desarrollo de las fuerzas productivas y el desgaste del medio ambiente. (…) se trata mas bien del cambio de formas de vida erróneas por una producción cuidadosa y un consumo razonable, con el fin de superar un productivismo fijado en el crecimiento.»
Sin embargo, y aquí introduce Lafontaine su crítica a los movimientos ecopacifistas de finales de los ochenta y principios de los noventa: «En comparación con el socialismo democrático, los nuevos movimientos sociales padecen de una perdida de utopía. No están sostenidos por la idea general de un orden mejor, hacia el cual tendría que seguir desarrollándose la sociedad. Los temas de los nuevos movimientos cambian con el ir y venir de las movilizaciones…Falta la tenacidad que se alimenta de la utopía.» Entonces los movimientos no recogían, como ahora hace por ejemplo ATTAC y otros movimientos altermundistas, «las verdaderas cuestiones importantes para la existencia: política económica, social o de mercado de trabajo«. A esto opone la idea de que son «los socialistas» quienes «no deberían abandonar la idea de progreso, la creencia en el logro de una condición mejor. El principio de la esperanza como lo llama Ernst Bloch». [4]
Crítica de las políticas neoliberales
En una entrevista ofrecida al diario español Público en diciembre de 2007 [5], Lafontaine afirmaba:
«Nuestro reto es luchar contra los grandes destrozos que el neoliberalismo ha causado en Alemania. Trabajar por las condiciones de los trabajadores, apostar por una política exterior respetuosa con el derecho internacional. ¡Logramos que se paralizase la privatización del ferrocarril! Los Verdes han tildado de erróneos sus recortes sociales con Schröder. ¡Claro! Lo dijo Jean Jaurès: «El capitalismo acarrea la guerra como las nubes la lluvia» [6].
La izquierda europea ha perdido credibilidad. Se ha abierto demasiado al neoliberalismo, que significa destrucción del orden social. Si regresa a sus orígenes, volverá a ganar.
Política internacional. Apoyo a los movimientos sociales en Latinoamérica
¿Cómo podrían Europa y Latinoamérica realizar algo en el mundo globlalizado de hoy? [7] Poniendo límites al capitalismo. Esto lo están haciendo ya, por ejemplo, y de modo especial el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez, y también el presidente de Bolivia, Evo Morales. Desde la Unión Europea podemos mirar este proceso y aprender algo del mismo. Es decir, tenerlo en cuenta. Si lo hacemos, nos ayudará a avanzar en los programas internacionales de la izquierda que se debaten en las asambleas y en las reuniones. Nos ayudará a atraer al Banco Mundial y a otras organizaciones internacionales hacia posiciones más democráticas y sociales. Por otro lado, como europeos podemos decir, en el ámbito de estas Organizaciones Internacionales, en el de la discusión y del debate político internacional, que no existe sólo una corriente neoliberal, sino también una política alternativa y real, que ya está actuando, sobre todo en los países más débiles, y que tiene grandes oportunidades en estos países.
Un deseo final: que su estado de salud permita a Lafontaine
estar presente en las protestas europeas del 29 de septiembre
«La tensión dialéctica creadora existente entre la política real y la protesta, entre la responsabilidad y la utopía, entre el poder estatal y el movimiento social, tampoco debe quebrarse allí donde se gobierna en nombre de la ideas socialistas». ¿Queda algo de esto en el actual gobierno de ZP? ¿Quedan socialdemócratas en el PSOE? ¿Alguien se plantea en el PSOE hacer una crítica de la política neoliberal del gobierno, de sus fundamentos neoliberales y consecuencias catastróficas para las clases trabajadoras y para el conjunto del país?
Texto: José Gabriel Zurbano Melero* / Ciudad futura
*Doctor en Historia Económica.
Notas:
[1]: Referencias biográficas de O. Lafontaine tomadas de Cidob.org.
[2]: Declaración de Oskar Lafontaine tras las elecciones de septiembre de 2009 en Sinpermiso.info.
[3]: Oskar Lafontaine: «El socialismo y los nuevos movimientos sociales», en El socialismo del futuro, vol. 1, núm. 1, 1990, pp. 35 y ss.
[4]: Ibídem , pág. 41.
[5]: Oskar Lafontaine: «La izquierda ha perdido credibilidad» en Publico.es.
[6]: Ídem.
[7]: Oskar Lafontaine: «En la UE podríamos aprender algo de Chávez y Morales» en Elsiglodeuropa.es/.
Fuente: http://ciudad-futura.net/2010/08/23/lafointaine/
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