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Un muerto. 30 detenidos. 4 manifestaciones. Bancos asaltados. Miles de personas asediaron el corazón de las finanzas europeas.

Otra Génova en Londres

Fuentes: Il Manifesto

Traducido para Rebelión por Gorka Larrabeiti

La noticia la dio la propia Policía al cabo de horas de enfrentamientos. Uno de los manifestantes ha muerto. Se habla de crisis cardíaca pero sólo se lo creen unos pocos. Planea sobre el resto el fantasma de Génova. La tragedia -siempre según las mismas fuentes- ocurrió en los aledaños de la Banca de Inglaterra.

Es de noche cuando llegan los primeros rumores, pero la jornada había empezado mucho antes, y con muchos avisos. Una patada, luego otra. La pared de las obras en las que se refugiaron unas veinte personas para huir de las cargas de la policía se tambalea debido a la furia de un escuadrón antidisturbios. «Que vienen, que vienen», grita alguien. Todos de estampida en un terreno apartado. La policía, detrás. El miedo de los porrazos. Otro parapeto que hay que escalar ayudándose unos a otros a la carrera antes que lleguen los agentes. Luego otra carrera entre escombros y máquinas de construcción. Los guardias de seguridad que controlan las obras gritan amenazantes y hacen señales a los agentes. Otra pared de madera por saltar al otro lado de la obra. Un salto a ciegas antes de aterrizar en el asfalto. Un suspiro y luego otra carrera.

Una protesta masiva sumió en el caos ayer la City de Londres; una muchedumbre colorada y determinada que gritó alto que ya es hora de cambiar de ruta, y que el neoliberalismo hay que dejarlo en la tumba. La manifestación se caracterizó por los incidentes, debido a que la Policía respondió con dureza a la afluencia de miles de personas furiosas por la crisis económica y la hipocresía de la élite política y financiera. Los empujones y las cargas empezaron al encerrar la policía durante más de cuatro horas a la gente en la zona, lo que provocó la exasperación de los manifestantes.

Las fuerzas del orden respondieron con porrazos, gas lacrimógeno y policía a caballo a la presión del gentío que quería salir del cordón policial. Unas treinta personas fueron detenidas en la zona del Banco de Inglaterra y las cargas de la policía dejaron decenas de heridos, algunos graves.
Cuando hacia mediodía más de 8.000 personas convergen a pocos minutos de distancia en la plaza que está en frente de la sede de la banca nacional queda claro que no se trata de una pequeña acción simbólica de los no-global, sino de una auténtica manifestación masiva a la que se han unido cientos de personas en su primera experiencia en la calle, cosa inaudita por estos lares.

La policía trata de contener la manifestación en sus albores acordonando a los manifestantes alrededor de las estaciones de Liverpool Street, Cannon Street, Moorgate y London Bridge, punto de encuentro de las cuatro manifestaciones de la coalición G20 Meltdown, que encabezan varios muñecos que simbolizan los cuatro jinetes del Apocalipsis. Sin embargo, como siguen llegando ríos de personas que refuerzan el área de protesta, las fuerzas del orden se ven obligadas a dejar avanzar las manifestaciones hasta su destino.

La gente que se ha reunido en frente de la Banca de Inglaterra constituye una muchedumbre variopinta compuesta por ecologistas, activistas contra la guerra, anarquistas y gente corriente que sale por primera vez a la calle. Entre ellos está Mick, un mensajero que trabaja para varias oficinas en la City. «He venido a ver qué dice la gente. También nosotros estamos preocupados porque el trabajo empieza a escasear debido al colapso del sector financiero». Brian, de 55 años, trabaja como representante en una empresa de papelería y se ha decidido a última hora a sumarse a la protesta «porque es un escándalo que gente que ha trabajado toda la vida haya perdido su jubilación por culpa de los bancos».

Se respira ambiente festivo en el centro de la City durante un rato: fanfarrias que tocan música balcánica, pequeños sound system que ponen a bailar a grupitos de manifestantes. Parejas de activistas con su bebé en el cochecito que caminan junto a militantes vestidos enteramente de negro y con banderas rojinegras. Un batel pirata invita a banqueros y policías a convertirse al movimiento. Los carteles dicen: «Ha llegado el momento de hacernos con lo que nos han quitado», y «Asquerosa Señora Thatcher: mira adónde nos has llevado».

Al cabo de un par de horas el clima cambia. La policía empieza a actuar de modo más agresivo. Mucha gente quiere moverse a otros lugares para seguir la protesta o para volver a casa. «La policía me está impidiendo mi derecho a moverme -grita Tom, un jubilado de 62 años que no participaba en una manifestación desde hacía 20 años-. Esto son ensayos generales del estado de policía».

Alrededor de las dos y media la parte más radical de la manifestación decide reaccionar. Dos mil personas se abren paso en Threadneedle Street y empujón a empujón consiguen que la policía retroceda. Asaltan una sede del Royal Bank of Scotland, involucrada en el escándalo de la crisis de los créditos y los fondos de pensión de decenas de millones de libras que se embolsó el antiguo dirigente Fred Goodwin.

Veinte manifestantes logran entrar en el edificio y durante un cuarto de hora ponen patas arriba las oficinas destrozando ordenadores y muebles y derribando un escaparate. Uno de los chicos monta una tienda dentro del edificio para representar una ocupación. Fuera la muchedumbre grita excitada y algunos chicos se suben por las fachadas de los edificios cercanos para asistir a la escena. La policía responde irrumpiendo en el banco y deteniendo a algunos ocupantes. Luego, detrás de las filas de la policía aparecen unos veinte policías a caballo, pero la gente no se asusta y corea: «¿De quién son las calles? Las calles son nuestras».

Las otras dos grandes manifestaciones de protesta que se desarrollan en paralelo al G20 Meltdown son mucho más tranquilas. Unos dos mil activistas del Climate Camp consiguen ocupar a mediodía más o menos Bishopsgate, la gran avenida que está en frente del Climate Exchange Market, la bolsa de las emisiones de gas invernadero. Floja la protesta de Stop the War en frente del Parlamento, en la que participan poco más de mil personas.

Tras la gran participación que se ha registrado hoy y la mano dura que ha usado la policía, cabe esperar que salten chispas en las protestas de mañana, que se centran en el ExCel Centre en los muelles, donde se reunirá el G20. Se prevén tres manifestaciones que se dirigirán desde mañana hacia el centro de conferencias para poner en jaque a los líderes de los veinte países más ricos del mundo. «Hacía diez años que no veía una manifestación así en Londres -afirma Karen, una activista londinense, después del largo día de ayer-. Me parece que mañana asistiremos a algo gordo».

http://www.ilmanifesto.it/archivi/fuoripagina/anno/2009/mese/04/articolo/647/