Para poder entender la última acción del presidente panameño Ricardo Martinelli Berrocal de llevar ante la OEA el conflicto interno de la hermana república bolivariana de Venezuela, tenemos que partir del vinculo que tiene el gobierno panameño con el de los Estados Unidos. Ya hemos señalado que Panamá es un protectorado yanqui desde 1903 cuando […]
Para poder entender la última acción del presidente panameño Ricardo Martinelli Berrocal de llevar ante la OEA el conflicto interno de la hermana república bolivariana de Venezuela, tenemos que partir del vinculo que tiene el gobierno panameño con el de los Estados Unidos. Ya hemos señalado que Panamá es un protectorado yanqui desde 1903 cuando nos separamos de Colombia, lo que se legalizó con el tratado de neutralidad de los Torrijos Carter en 1977. Es por ello que todos los gobiernos que han dirigido los destinos de Panamá han respondido a los intereses gringos, a excepción del Presidente Roberto F. Chiari que rompió relaciones con ellos como consecuencia de represión norteamericana en enero de 1964. A los presidentes que se han opuesto a sus directrices los derrocan o toman contra ellos acciones diplomáticas. Partiendo de este hecho, los gobernantes panameños son muy sumisos a las directrices del imperio. Naturalmente que a medida que se consolida la presencia norteamericana en Panamá aumenta la sumisión de sus gobernantes. Las actuaciones del actual presidente dejan al descubierto esa realidad: lo mandaron a decir que los israelitas eran los guardianes de Tierra Santa, lo mandaron a apoyar a Roberto Micheleti quien le dio el golpe al presidente de Honduras Manuel Zelaya, lo mandaron a votar contra los palestinos para ingresar a la UNESCO y ahora, a llevar el caso de Venezuela a la OEA. Curiosamente, como los EEUU ya conocían lo que iba a hacer el mandatario panameño, secundaron la propuesta de inmediato. Propuesta, como era de esperar, no prosperó, ya que no hay evidencias de que en Venezuela se haya resquebrajado la institucionalidad.
Por otra parte, Ricardo Martinelli Berrocal no tiene autoridad moral para denunciar que en algún país se violen los derechos humanos cuando él ha levantado la bandera de la violación a tales derechos, como fue la brutal represión contra nuestros grupos originarios con decenas de muertos y centenares de herido e invidentes; la represión en Colón con saldos de muertos; las más de 100 muertes evitables por la bacteria KPC por negligencia inexcusable; las muertes por hambre por el exagerado aumento de la canasta básica provocado por él como magnate de los supermercados; el increíble atraco a los fondos públicos aunado a una deuda pública que supera la adquirida durante los últimos 19 años; las hidroeléctricas que merman la supervivencia de grupos originarios y campesinos; los proyectos mineros y una larga etcétera.
Panamá, como protectorado, sólo recibe las noticias que filtran las cadenas satélites del instituto Tavistock, de manera que tienen a la población en un permanente estado de alarma y todo lo que hace el gobierno venezolano es malo. Recientemente el padre Jorge Sarsanedas, un jesuita que vivió gran parte de su vida en las comunidades indígenas de Panamá y Centro America, se hizo una serie de preguntas donde cuestionaba lo que dicen los medios noticiosos con los datos que suministran organismos internacionales sobre lo que ocurre en Venezuela.
Como panameño y latinoamericano considero que el conflicto por el que atraviesa el pueblo venezolano tiene que resolverlo los venezolanos a través de portales de diálogos en donde las partes depongan intereses políticos y económicos. No debemos olvidar que el petróleo es el principal recurso de Venezuela y donde hay petróleo los EEUU merodean como aves de rapiña. Si Panamá tuviese un gobierno independiente y soberano, en vez de estar denunciando a los gobiernos del área, les debe exigir a los gringos que saquen sus manos de Venezuela, que ya sabemos que cada vez que intervienen es para su propio beneficio. Aboguemos por la paz. Como panameño pido disculpas por la vergonzosa actuación del presidente Ricardo Martinelli Berrocal.
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