Todavía recuerdo el último concierto que dimos en Atenas como Social Waste allá por 2005. Tuvo lugar en el legendario «An Club» en Exarchia y compartimos el escenario con Rymeshot, la nueva banda en aquel momento de Killiah P. – «No estamos listos Pavlo, mejor no tocamos, no hemos ensayado desde hace tiempo.» – «¡No, […]
Todavía recuerdo el último concierto que dimos en Atenas como Social Waste allá por 2005. Tuvo lugar en el legendario «An Club» en Exarchia y compartimos el escenario con Rymeshot, la nueva banda en aquel momento de Killiah P.
– «No estamos listos Pavlo, mejor no tocamos, no hemos ensayado desde hace tiempo.»
– «¡No, no! ¡En nuestro primer concierto os quiero aquí chicos! ¡Vamos!»
Por aquel entonces Pavlos tenía 26 años y yo 23. Nos habíamos conocido en Freestyle Productions, un equipo de producción de hip-hop sociopolítico formado alrededor de Active Member, la banda de hip-hop más grande del país. Al compartir creencias políticas similares y respeto por el otro nos hicimos amigos, y seguimos siéndolo incluso después de que ambos dejáramos Freestyle Productions.
Pavlos provenía de un barrio de clase obrera del Pireo y, como todos los chavales nacidos y crecidos allí, era un seguidor del Olympiakos («…¡y del Proodeftiki!» habría añadido) -otra de las cosas que teníamos en común y que nos acercaron. Recuerdo que solíamos juntarnos en las manifestaciones organizadas en Atenas y en otros lugares, a menudo marchando en la misma formación. Pavlos estuvo siempre presente en las luchas sociales de su tiempo y de su generación, e intentó también contribuir a ellas con su música y sus letras.
El tiempo pasó. Yo abandoné Grecia y ahora cuando vuelvo apenas paso tiempo en Atenas. Perdimos el contacto, pero siempre tenia noticias suyas a través de los amigos comunes. Escuché que había abierto una pequeña taberna en su barrio, y seguía sus nuevas canciones y actividades desde el extranjero.
Y la pasada noche, después de ver el partido de mi equipo favorito -y del de Pavlos- en Internet, me quedé echando un vistazo a la web y apareció la noticia: «Antifascista apuñalado por neo-nazis en Amfiali. Tuvo lugar tras el partido Olympiakos-PSG». Seguí lentamente el hilo de la noticia, y entonces leí esto:
«El joven antifascista está muerto. Su nombre era Pavlos Fissas, conocido en los círculos de hip-hop como Killah P…»
Me quedé helado.
Ni siquiera sé por qué estoy escribiendo estas líneas ahora mismo… O quizás sí lo sé. Porque un joven murió esta noche, un joven que resultó ser un amigo mío, apuñalado de muerte por una banda neonazi cuyos miembros están hoy dentro del Parlamento griego y parecen disfrutar de gran apoyo popular. Y todo esto tiene una razón: el ascenso del fascismo en Grecia es el resultado directo de las políticas de austeridad que aquí han conducido a la gente a niveles extremos de pobreza, marginación e inseguridad, creando el caldo de cultivo para los neonazis de Aurora Dorada que les prometen la gloria nacional a falta de seguridad económica.
Las políticas de austeridad neoliberales que han llevado a Grecia a esta situación están siendo impuestos por la Troika de prestamistas extranjeros: el Banco Central Europeo, el FMI y la Unión Europea, y aplicadas por el gobierno servil de nuestro país.
Tanto la Troika como el gobierno griego han elegido cerrar los ojos ante las acciones asesinas de Aurora Dorada. Las conocen, no es que no las conozcan. Pero siempre y cuando las medidas de austeridad sean votadas en el Parlamento y que la deuda sea pagada, la Troika está contenta. Al mismo tiempo, el partido gobernante de derechas liderado por Antonis Samaras ve a los seguidores de Aurora Dorada como «su propia gente», e incluso el propio primer ministro adopta con frecuencia el discurso del odio de Aurora Dorada, especialmente cuando se trata de la inmigración.
Nada de esto es nuevo. Es así desde hace tres años y lo sigue siendo ahora, mientras las condiciones sociales y económicas del país empeoran poco a poco, empujando a más y más gente a los brazos violentos de Aurora Dorada. Ni es Pavlos la única víctima de esta banda de asesinos. Hace solo un año, un inmigrante pakistaní de 27 años fue apuñalado de muerte por estos neonazis, y muchos otros han sido gravemente heridos en los últimos años. Y la policía -dentro de la cual hay muchos seguidores de Aurora Dorada- también cierra los ojos. Ahora, después de a los inmigrantes, le ha tocado a Pavlos. ¿Y mañana? ¿Quién será el siguiente?
¿Y hasta cuándo mantendréis los ojos cerrados?
Hasta siempre Pavlo.
Y ten por seguro… ¡No pasarán!
Fuente: roarmag.org
Traducción: Jorge Sola