¿Cuantas veces hemos escuchado aquello de que » aquellos que no recuerdan el pasado, están condenados a repetirlo » [1] ? ¿O que » Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como […]
¿Cuantas veces hemos escuchado aquello de que » aquellos que no recuerdan el pasado, están condenados a repetirlo » [1] ? ¿O que » Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y otra vez, como farsa «? [2]
Pues bien, la situación social y política de Venezuela y Colombia o Colombia y Venezuela en estos momentos, es una confirmación de aquellas experiencias entendidas por quienes estudian el pasado. Los pueblos de estas dos naciones viven una época de repetición de acontecimientos que les deben recordar su real ubicación en el mundo actual, que no es sino una continuidad de un pasado que los liga, a pesar de la división artificiosa y conveniente a potencias imperiales.
La mutua influencia debido a la continuidad territorial y homogeneidad poblacional entre Colombia y Venezuela, no se corta con la separación de la Gran Colombia en 1830 como se suele creer. Por ello personajes de la historia común hablaron sobre situaciones angustiantes en su momento, con frases que parecen haber sido dichas apenas hace unas horas:
«Nosotros, sin perder de vista por un momento nuestros deberes de patriotas colombianos, aún en su más estrecha acepción, estamos en nuestro derecho -el más elemental de la defensa- para declarar que hacemos solidaria nuestra causa con la de los gobiernos amenazados (los de Venezuela, Ecuador y Nicaragua) a los cuales nos ligan estrechas analogías doctrinarias e históricas. [3] «
¿Quien dice esto? ¿Algún miembro del Polo Democrático colombiano? ¿Un insurgente del mismo país?
No. Lo expresa el jefe liberal neogranadino Rafael Uribe Uribe hace más de cien años, en plena guerra civil colombiana denominada De Los Mil Días, refiriéndose a la amenaza que se cernía sobre los mencionados países donde detentaban el poder gobiernos liberales (en ese momento histórico estimados como progresistas), frente a los ataques de fuerzas reaccionarias internas, en veces auspiciadas por el régimen conservador, llamado de la ‘Regeneración‘ que dominaba Colombia desde 1885.
Previamente a lo planteado por Uribe Uribe, la continuidad territorial y la unidad poblacional se hacían presentes una vez más. En de mayo de 1899, había ocurrido la invasión de Cipriano Castro Ruíz a Venezuela, llamada ‘Invasión de los Sesenta’ iniciando la campaña de la ‘Revolución Liberal Restauradora’, la cual parte desde Cúcuta. Se enfrenta a las fuerzas gubernamentales del Presidente Ignacio Andrade a quien depone luego de una marcha triunfal hasta Caracas [4] .
Regresando al líder liberal colombiano, Uribe Uribe, quien impulsaba tesis que aún hoy podrían tenerse como nacionalistas y socializantes [5] , no era en absoluto ambiguo y teórico, expresaba un deseo que puede ser el mismo de la izquierda latinoamericana una centuria más tarde:
«El primer paso para realizar ese alto ideal es la creación de gobiernos afines, entre los cuales reúne simpatías recíprocas. Para ello no hace falta sino variar el gobierno reaccionario de Bogotá, único que rompe la armonía [6] »
Cuando el gobierno de Bogotá en cabeza de José Manuel Marroquín, en guerra civil, decide acometer la tarea de ayudar abiertamente a los opositores al gobierno liberal del general José Cipriano Castro, personificados en caudillos de las diversas tendencias existentes en Venezuela, unidos en la ‘Revolución Libertadora‘, el caudillo liberal colombiano expresa que existe una ‘Invasión colombiana’ [7] , debido a que los opositores venezolanos actúan coordinados con los godos colombianos. La invasión efectivamente se produce el 26 de julio de 1901 una vez más desde Cúcuta, cuando las tropas provenientes de Colombia intentan tomar San Cristóbal en el Táchira. No se disimulan por parte de estas las insignias azules de miembros del gobierno conservador colombiano.
En un sitio cerca a San Cristóbal llamado La Parada el 29 del mismo mes [8] , se enfrentan cuatro mil colombianos y unos mil venezolanos del lado reaccionario comandado por el venezolano Carlos Rangel Garbiras, a unos dos mil quinientos venezolanos y unos mil quinientos colombianos del bando liberal [9] . El general Uribe Uribe hace las veces de consejero de los defensores de la plaza del gobierno de Castro, pues se encuentra en Venezuela y se ha entrevistado previamente con el presidente de la república.
La derrota de los godos colombianos y venezolanos da lugar a su desbandada. No obstante, el gobierno de Bogotá no de da por vencido e intenta una nueva invasión hacia febrero de 1902 en circunstancias similares y es también vencido [10] .
Castro y Uribe Uribe de su parte, planean un ataque a los conservadores colombianos desde Arauca por el sur y la Guajira por el norte. Los seguidores de Castro perciben esta campaña al occidente, una forma de salvación de la patria debida a la existencia de una confabulación EE. UU. y el gobierno colombiano del Presidente Marroquín [11] . En este momento, 1902, existe un Bloqueo de Alemania, Inglaterra e Italia a Venezuela, cuyas armadas se apostan en Puerto Cabello, La Guaira, el Lago de Maracaibo y la desembocadura del Orinoco. La situación venezolana es por ese entonces apremiante, pero el nacionalismo impulsado por Cipriano Castro hace que la dignidad no se pierda. Sin embargo, la expedición Venezolano-Colombiana contra los godos en Colombia es derrotada estrepitosamente cerca a Riohacha hoy departamento de la Guajira [12] . Dentro de este contexto, Marroquín no puede ver de otra manera a Cipriano Castro sino como un demonio, convirtiéndose en su acérrimo enemigo [13] .
Del lado occidental la situación poco después deviene en desventura. Colombia luego de la terminación de la desastrosa guerra de Los Mil Días, se encuentra tan exhausta y su gobierno tan debilitado y carente de dignidad que observa impasible como una parte importante de su población y territorio, Panamá, se separaba a instancias de Washington, quien impone sus barcos y soldadesca para tal hecho y así poder hacerse con una zona apta para la construcción de un canal interoceánico (noviembre de 1903).
El natural paralelismo entre estas naciones continúa expresamente reflejado unas décadas mas tarde, en marzo de 1931, cuando ya va llegando a su fin una de las dictaduras más largas en la historia latinoamericana, la de Juan Vicente Gómez. En Barranquilla un grupo de jóvenes exilados venezolanos dentro de los que se encuentran Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, entre otros, hacen un diagnóstico de la situación interna de su patria, en lo que se llega a denominar «El Plan de Barranquilla» [14] . A la par el gobierno en Colombia por entonces ha cambiando de partido, cuando en 1930 el partido liberal con Enrique Olaya Herrera llega al poder luego de de 45 años de régimen conservador retardatario y unos nuevos aires se empiezan a respirar en una nación que logra entrar en el siglo XX con aproximadamente treinta años de retardo. Venezuela hace lo propio, sólo cuando Gómez muere a finales de 1935 [15] .
En la década siguiente el costado occidental del norte de Suramérica, se estremece con una sublevación popular reprimida cruentamente llamada el ‘Bogotazo‘, justo cuando los conservadores regresan al poder, y luego de más de diez años de guerra civil los partidos Liberal y Conservador, en cabeza de Alberto Lleras Camargo y Laureano Gómez respectivamente, se ponen de acuerdo para luchar contra la dictadura militar de Gustavo Rojas Pinilla y repartirse el Estado luego del derrocamiento de este en 1957. El convenio para el manejo del poder es restringido a estos dos partidos, comprometiéndose a turnarse en la presidencia de la república durante los siguientes 16 años. Se le denomina Pacto de Sitges, y más tarde genéricamente Frente Nacional. A través de un plebiscito reformatorio de la constitución (1957), en adelante ningún otro movimiento social o político podrá llegar al poder hasta el siglo XXI en circunstancias muy distintas.
En el otro lado de la frontera (más de 2.200 Km) por la misma época, líderes políticos venezolanos se reúnen para instaurar un modelo limitado de democracia luego del derrocamiento de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, quien había sido precedido por otros golpes de Estado y magnicidios, renunciando al uso de la fuerza para variar las decisiones surgidas de las elecciones, y acordando evitar la implantación de gobiernos hegemónicos; a pesar de ser tripartita la convocatoria, pues comprende a Acción Democrática, Copei y Unión Republicana Democrática, el acuerdo deja excluido al Partido Comunista Venezolano, quien había luchado contra la dictadura. Se denomina Pacto de Punto Fijo. Este es un arreglo que coloca al ciudadano común fuera de la vida política [16] . Con una nueva constitución de por medio (1961), este tipo de régimen llega hasta el año de 1999, cuando su ruina ya es ostensible.
Durante más o menos 40 años para estas dos naciones siamesas, su vida discurre entre gobiernos civiles, empero proclives a Washington guardando algunas apariencias, y aplicando programas económicos y sociales venidos del norte.
Colombia una fuerte presión por una reforma agraria, pero dentro de un Estado débil y la existencia de un movimiento insurgente en asenso a la par de la implantación taimada e impopular del neoliberalismo como dogma de gobierno; esto no puede ocurrir sin una inclemente persecución a las organizaciones populares. El tráfico ilegal de psicoactivos no es mal recibido por la oligarquía nativa, sirviendo de escusa adecuada para la intromisión directa gringa, la cual va creciendo paulatinamente. La prosperidad del desarrollo agrícola e industrial se acumula en un grupúsculo dispuesto a todo para mantener su privilegio.
De su parte Venezuela puede beneficiarse de un Estado que interviene con algo de bienestar y subsidios provenientes de los remanentes de la riqueza petrolera en manos de empresas gringas, y que van siendo desmontados a medida que el neoliberalismo se va afianzando a finales de los años ochenta bajo las órdenes del FMI, lo cual provoca revueltas populares como el ‘Caracazo‘ en febrero de 1989, duramente reprimido, al cual le siguen los intentos de golpe de estado de febrero y noviembre de 1992 de parte de sectores militares inconformes medios y altos respectivamente. La fabulosa riqueza del suelo venezolano no alimenta debidamente sino a unos cuantos, quienes a medida que aumentan sus bienes se van insensibilizando con las penurias de las mayorías.
Estas dos realidades tienen su punto de ineludible confluencia. La frontera colombo-venezolana constituye desde tiempos inmemoriales más que un lindero divisorio, una región de encuentro, intercambio y simbiosis, erigiéndose en una mixtura de las particularidades de las zonas a lado y lado del límite. El paso de personas de uno a otro país es inevitablemente fluido, el intercambio de productos durante los más recientes años ha crecido enormemente, haciendo más sentidos los lazos existentes entre los dos pueblos aprovechado favorablemente la vecindad. No obstante, la mayoría de la población fronteriza colombiana posee documentos de identificación venezolanos, un asunto explicable debido a la mejor condición de trato del gobierno patriota a su población (ya desde anteriores gobiernos al de la V Republica), puesto que Venezuela tiene receptibilidad a la inmigración, habitando en aquel país unos dos millones de colombianos. El caso contrario no se da, siendo los venezolanos habitantes en Colombia son una cifra ínfima, que tan sólo ha crecido en unos cuantos, luego de 1999 y 2002, pues el exilio es mejor disfrutado por la oligarquía caraqueña y venezolana en general en la Florida.
Otra razón para esta disparidad es la realidad de la existencia de millones de colombianos que huyen de la guerra de baja intensidad desarrollada en su país, y las consecuenciales penosas condiciones de vida que le acompañan [17] ; muchos son campesinos refugiados de aquella guerra, circunstancia que a su vez limita la inmigración a Colombia haciendo de esta una especie de Tíbet suramericano.
Una centuria más tarde de aquellos tiempos de la última guerra civil venezolana y la primera del siglo XX en Colombia, el escenario latinoamericano tiene a los mismos pueblos iniciando una tentativa de independencia real, la cual con diversos matices recorre toda la región. Hasta gobiernos moderados de Suramérica van en ese rumbo de tomar determinaciones propias en un marco de integración ya avizorado por los libertadores casi doscientos años atrás. Todos salvo… Colombia, la cual como en tiempos decimonónicos es dominada por un gobierno visceralmente reaccionario. Los ingredientes adicionales de la presente época, pero desequilibrantes, son la situación de los Estados Unidos como imperio dominante en el hemisferio, y el absoluto control sobre la nación cafetera, convirtiéndola en mero protectorado de Washington, con tropas desplegadas en todo el territorio colombiano.
Las tensiones se han venido alimentado a partir de la situación de guerra interna vivida en la esquina noroccidental de Suramérica de más de cuarenta años, cuya duración sorprende, pero al contrastarla con la intromisión estadounidense de más o menos este mismo tiempo, resulta compresible.
A un gobierno nacionalista y de tendencia izquierdista como el de Hugo Chávez Frías, llegado aupado al poder como nueva esperanza de las clases desposeídas, se le opone un gobierno vecino y retardatario tres años después fruto de la guerra y sus consecuentes manipulaciones. La llegada al control del Estado de estos dos gobiernos si bien es por la vía de las urnas, presente notorias diferencias; el apoyo masivo apoyo popular es notorio en el gobierno de Venezuela producto del desencanto por los gobiernos del Pacto de Punto Fijo, mientras que al de Colombia de Álvaro Uribe Vélez se le ve ostensiblemente ligado y sostenido internamente por los grandes intereses económicos foráneos, principalmente, controlando con puño de hierro a los habitantes mediante operaciones psicológicas y terror paramilitar, incluso previos a su toma del poder.
Del lado venezolano, a medida que se van realizando reformas institucionales en la constitución y las leyes para permitir los cambios propuestos por Chávez, los sectores oligárquicos van acentuando una oposición que llega a los más variados tipos de conspiración, reflejados en paros, sabotajes, e incluso un golpe de estado luego desmontado mediante la intervención de las masas. El temor es en este país petrolero, de aquellos quienes se han beneficiado hasta el derroche con la situación económica y social por varias décadas, y radica en perder los privilegios, aún antes de efectivamente verlos desaparecer. A medida que aumentan los desarrollos del proyecto bolivariano los planes de derrocamiento del gobierno que los impulsa van creciendo y siendo más audaces, y van siendo percibidos como directamente relacionados con las actuaciones imperiales de Washington.
Al occidente, en la misma proporción en la cual los proyectos de enajenación de los bienes comunes en cabeza de la nación, el empoderamiento del capital fundamentalmente externo de las riquezas naturales, va acompañado de una militarización de la sociedad. El volumen de tropas colombianas hace de este país el más dispuesto a la guerra de toda América Latina, justificadas convenientemente por la situación interna. En medio de la pobreza de la mayor parte de la población el gobierno de Bogotá instigado desde el norte gasta el 6.5 por ciento del PIB en la guerra, un presupuesto que iguala a los valores asignados a la educación, salud y saneamiento ambiental reunidos; en concordancia con esto ocho de cada diez empleados públicos en la Colombia actual este relacionado con organismos castrenses (la policía está militarizada y tiene mando presidencial) o de espionaje (también bajo control directo del poder ejecutivo y paramilitarizados) [18] , teniendo unas fuerzas armadas tan sólo comparables proporcionalmente a Brasil con una población 5 veces mayor y un territorio multiplicado por 7 [19] .
Regresando al costado venezolano de la línea divisoria, las consecuencias de la guerra interna de Colombia, como en otras épocas, son sentidas. Con un límite territorial de tal artificialidad fenómenos como el contrabando hacia este país de alimentos subsidiados y combustible a precio de nación productora son cosa común, provocando un desabastecimiento que es controlado por grupos de irregulares ultraderechistas colombianos, que pasan el límite de separación. Es bien sabido que en la ciudad de Cúcuta se asientan poderes paramilitares, los cuales como en Bogotá, se encuentran en los altos niveles del gobierno, buscando conexiones con autoridades municipales reaccionarias en Venezuela en los estados de Barinas, Apure, Mérida, Zulia, y por supuesto el Táchira, con el fin de ejecutar planes de control social violento y lograr erigir grupos armados reaccionarios [20] .
Concretamente la situación de deterioro de las relaciones de los gobiernos de estas naciones hermanas toma impulso, cuando el presidente colombiano inicia los actos inamistosos como el secuestro de un miembro del enemigo interno declarado, movimiento insurgente Farc, en pleno territorio de Venezuela, y de allí en adelante los roces han ido en aumento hasta llegar a alguna declaratoria del presidente venezolano de movilizar sus tropas a la frontera occidental, luego del ataque del ejército colombiano en suelo de Ecuador en marzo de 2008. Este es un acontecimiento sin parangón, pues Colombia desde la existencia de un ejército moderno, jamás había invadido nación alguna, además que en Latinoamérica esto es inusual y más bien un síntoma de que el régimen agresor desea en el plano interno unificar políticamente su país con un conflicto, en aplicación de una táctica manipulatoria, casi siempre relacionada con las imprecisas fronteras del continente.
El clímax de hostilidad de los días que corren se encuentra directamente vinculado con la decisión del gobierno de Uribe Vélez de entregar a los militares estadounidenses 7 bases para desarrollar acciones de ‘control del narcotráfico’ y ‘terrorismo‘, mal recibidas por los restantes gobiernos suramericanos, conduciendo a un momento en el cual relaciones de entre los palacios de Miraflores y Nariño son inexistentes. Empero, se debe recordar también que esta entrega de soberanía colombiana ha implicado un virtual aislamiento de este país de los restantes de Suramérica.
Las razones de la situación de recelo son obvias. La historia nos indica que los militares gringos, desplegados sin limitaciones en Colombia, cuando salen al exterior, no lo hacen para ayudar a pueblo alguno (los ejemplos del sufrimiento causado a otros pueblos en aras de causas justas o benéficas abundan citaremos tan sólo Vietnam e Iraq), sino para servir exclusivamente a los intereses Washington. La intención de detener y revertir los cambios sociales en Venezuela, una obsesión repetida a diario de diversas formas por el gobierno de George W. Bush, y continuada e intensificada por el actual inquilino de la Casa Blanca, es materializada en esta presencia militar facilitada por parte del presidente Uribe, haciendo de su país el punto de avanzada armada que mira desafiante a toda la región; las justificaciones distintas a esta carecen de peso argumental frente a estos hechos incontrastables. Cualquier persona algo informada en el continente lo sabe. La pregunta más bien es cuando se materializará visiblemente el ataque al proyecto popular venezolano, y si es directo o indirecto [21] . Nadie duda del objetivo de estos planes: «El objetivo primordial de Washington es caldear el conflicto colombiano para volcarlo contra Chávez, liquidando así al principal animador del proceso de rescate de los recursos naturales, unidad en integración y auténtica democracia en nuestra América.» [22]
Organizaciones estadounidenses de derechos humanos tampoco se hacen muchas ilusiones sobre la presencia activa de las agresivas tropas gringas en Colombia:
«Este parece ser un acuerdo sin límites, potencialmente permisivo de que el ejército de los Estados Unidos conduzca prácticamente cualquier misión contra cualquier amenaza percibida» [23] .
Las teóricas garantías entregadas por la Secretaria de Estado Hillary Clinton, de que el acuerdo ilimitado de las bases no afectara a terceros países [24] , sólo induce a la duda sobre cuando empezarán la actividades de desestabilización a ser percibidas con claridad en el lado oriental (que en un tramo se convierte en norte) del lindero divisorio.
No hay nada fortuito en la firma del acuerdo de entrega de esta bases, y más bien este es producto de una cuidadosa planificación de ataque a lo que el gobierno estadounidense y asociados estiman como una amenaza; pensar en que los altos cargos oficiales de la Casa Blanca no saben del contenido de estos acuerdos ofensivos, preludio histórico de acciones encubiertas directas, golpes de estado e invasiones, es todo un gesto de extremada diplomacia o de inconmensurable ingenuidad [25] . Basta recordar a los numerosos tratados suscritos por Washington en el siglo XIX, con las naciones indias de Norteamérica. De 370 que tenían plena vigencia dentro del ordenamiento jurídico de la época, en los cuales Estados Unidos se comprometía a respetar los derechos y territorios de los originarios, 370 fueron incumplidos por este gobierno [26] , y sobra recordar la situación actual de los pocos sobrevivientes aborígenes en ese país.
Con un panorama como el descrito, las operaciones psicológicas de manipulación se han intensificado. Con una ancestral y continuada hermandad, la propaganda en Colombia se enfila contra el presidente Chávez, dando paso constantes menciones desdeñosas y hasta agresivas contra este, en prensa, radio y televisión, a través de medios privados afines en casi su totalidad con las actuaciones del gobierno ultra neoliberal de Bogotá. El mensaje central de estas diatribas es la insanidad mental del jefe de Estado venezolano, al ejecutar un programa de gobierno contrario a los intereses del capital internacional y al dominio imperial gringo y procurar la unidad latinoamericana. En el mismo sentido, a pesar de que el gobierno de Uribe Vélez emplea la mayor parte de su presupuesto en guerra, mantiene cuerpos armados como ningún país Latinoamericano posee, y tiene tropas y armas gringas en todo su territorio, el libreto de guerra psicológica transmitido en Colombia, bajo directrices pentagonales, tiene como conclusión la proximidad de una invasión venezolana, por el actuar malévolo del gobierno bolivariano.
De la otra orilla de la frontera, el gobierno de Caracas con medios de comunicación afines a su ideología en minoría respecto a los de la oposición derechista, apenas puede ofrecer una visión distinta a la que los medios contrarios al proyecto nacionalista imponen con su abrumadora presencia. Allí en la mayoría de los medios privados, la amenaza de los soldados gringos acercándose a las riquezas naturales venezolanas es ridiculizada o menos preciada constantemente, junto con las medidas de participación popular en los preparativos de respuesta a la posible invasión colombo-estadounidense. La figura del presidente colombiano es expuesta con máxima acogida como la de un mandatario ecuánime, prudente y amable, sin comentario crítico alguno. En consonancia con los medios colombianos, la locura de Chávez Frías es una verdad irrefutable. Tácitamente y en veces de manera expresa en prensa radio y televisión controlados por capitales oligárquicos criollos erigidos como partido político conspiratorio, se llama al desconocimiento del gobierno surgido de múltiples consultas al pueblo.
Con este paisaje de tan vivos colores, algunos preocupados observadores expresan que la guerra ya ha comenzado y el peligro para los cambios sociales en la patria de Bolívar es inmenso, dada la particularidad mencionada de la existencia de más de un millón de colombianos en Venezuela huyendo de las difíciles condiciones de vida y de persecuciones provenientes de la guerra en el lado occidental de la línea divisoria. Sin embargo no existen ambiciones en exilados y por tanto no significan un problema para esta nación, pues han huido de una situación de empobrecimiento y terror. En realidad la antigua Nueva Granada no es un país pobre como se ha sugerido [27] . Actualmente es un territorio rico como el gobernado desde Caracas, pero sus habitantes son sometidos con brutalidad hacia la ruina en la medida en que son gobernados cada vez más directamente por los intereses de los grandes capitales con su brazo militar en el Pentágono.
Dicha tendencia a huir hacia el oriente presentada en los colombianos, traduciría una ventaja para el binomio EE.UU.-Colombia: la de introducir de manera subrepticia grupos paramilitares en territorio venezolano, lo cual es de imposible contención en el basto territorio que más que separar, une. Esto ha sido estimado con justa preocupación, como una desventaja para el gobierno de Venezuela, pues existe una dura sanción a nivel constitucional para los ciudadanos colombianos que tomen las armas contra su patria, así hayan adquirido otra nacionalidad, lo cual conduciría a que aquel país ya estuviera invadido de fuerzas antibolivarianas; a más del volumen poblacional colombiano, la experiencia bélica de tres décadas de guerra de sus fuerzas armadas, etc. [28] .
No obstante, los hechos demuestran lo contrario, y aquellos colombianos radicados en Venezuela, al huir de las persecuciones y los niveles de vida bajos en su país, guardan sentimientos, que no pueden ser otros que los de gratitud hacia el pueblo que los acoge y especialmente para con el actual gobierno, al cual le deben en muchos casos la legalización de su estadía y hasta su nacionalización, lo cual les hace inmunes a cualquier constreñimiento por drástico que sea, para actuar contra quienes les han abierto las puertas a su estadía. Es impensable que deseen propagar en la tierra que les ha dado la mano las mismas condiciones de vida que los obligaron a exiliarse, y ayuden a quienes ha sido en no pocos casos han sido sus propios verdugos.
Así mismo, la veteranía de los cuerpos armados al occidente del límite fronterizo, tiene que ver preponderantemente con al represión al los movimientos sociales y por tanto es del tipo de la guerra contrainsurgente, bajo la dependencia del Comando Sur en la Florida. La oligarquía colombiana no posee mayores intereses en Venezuela que no sean los residuos que sean permitidos por parte de las corporaciones multinacionales, a las cuales nunca les han competido realmente. Y por último, como todos sabemos, el resultado de una contienda bélica es siempre inseguro, por muy desequilibradas que parezcan las fuerzas.
Cualquier ataque al lado oriental de la raya divisoria es estas circunstancias instigado directamente por el Pentágono, quien es el ente definitorio de los tiempos y las maneras así lo realice por medio de fuerzas militares o paramilitares de naciones subalternas. En este contexto la acción de grupos irregulares en Venezuela atacando a las bases populares debe ser la operación encubierta preferida, junto con el apoyo a la oposición oligárquica al proyecto bolivariano, a más del soborno a funcionarios en puestos de poder; es decir un escenario coordinado de artificial subversión interna creciente, al cual se le pueden agregar esporádicos actos de provocación, acusaciones sustentadas en pruebas falsas, declaraciones contradictorias de diversos funcionarios del gobierno derechista colombiano, etc., para hacer crecer el ambiente de tensión al otro lado de la frontera.
En esta progresión de planes de guerra, merece resaltarse el anuncio de funcionarios de Uribe Vélez, sobre la construcción de un fuerte militar en la Península de la Guajira [29] , cerca a los pozos petroleros del Lago de Maracaibo, en abierta amenaza a Venezuela. Lo cual revela hasta donde pueden llegar los propósitos de hostilizar a este país de parte de Washington y su dócil administración en Bogotá, pues con esta base, en territorio colombiano de la etnia Wayú (también presente al otro lado de la línea territorial), a pesar de todo los teóricos planes para su atención, se le estará colocando en la vía directa de su extinción como cultura y como futura víctima de daños colaterales en el escenario bélico. Estos propósitos permiten conocer cuan baja es la estima de los gobernantes colombianos por su propio pueblo, y hasta donde están dispuestos a cumplir los dictados correspondientes a un protectorado.
Con la formulación de este breve relato histórico y la somera descripción de las circunstancias presentes, concluimos que la forma de injerencia del poder imperial dominante en Venezuela, tiene en cuenta el hecho de que en una guerra entre esta y Colombia de la manera convencional, las posibilidades de desestabilización para el gobierno cliente de Bogotá son muy altas, dada la estrechísima relación existente entre los pueblos, a través de la historia y con mayor fuerza aún hoy. En este orden de ideas, necesariamente una desgraciada confrontación bélica en el norte de Suramérica debería tener las características de una guerra civil, evocadora de aquellas colaboraciones de caudillos venezolanos y colombianos en los finales del siglo XIX e inicios del XX, pero con panoplias modernas. Las pretensiones de dominación imperial sobre este par de naciones cumplidas plenamente hasta ahora en el caso colombiano, son tangibles e incluso ya no se ocultan, formando parte de postulados muy antiguos, revitalizados permanentemente por ideólogos cercanos al poder en Washington, quienes descarnadamente expresan sus intensiones:
«Para usar una terminología propia de la era más brutal de los antiguos imperios, los tres grandes imperativos de la geoestrategia imperial son los de impedir choques entre vasallos y mantener su dependencia en términos de seguridad, mantener a los tributarios obedientes y protegidos e impedir la unión de los bárbaros [30] «. (El subrayado es nuestro)
Sobra decir quienes somos los bárbaros.
No olvidemos que Venezuela y Colombia nacieron como una sola nación junto con Ecuador y Panamá, en la comprensión aguzada de Simón Bolívar, hace ya casi doscientos años, y con una anulación de la influencia trapacera del gobierno de los EE.UU., debemos concluir que ineludiblemente volverán a conformar su unidad, como paso previo a su verdadera independencia y al bienestar de su pueblo. Por ello el canto a la integración de la región es siempre subversivo para los valores de imperialistas y sus aliados en aquel continente, y a la vez para la nueva izquierda un razonamiento de inspiradora esperanza:
Integrados en alianza defensiva propia
Antes coordinados siempre hermanados
En defensa de la frontera sin fronteras
Ni bloqueos ni escisiones ni secesiones.
No queremos Republiquitas, ni aldeítas
no anhelamos parroquias ni feudos
La Patria Grande para el Pueblo Inmenso
Para nosotros la Patria es América [31]
Para finalizar es indispensable advertir en este contexto bélico, que todas las estrategias de control de los recursos naturales y humanos, de la burocracia guerrera de Washington, tienden a poner cualquier conflicto en terrenos militares, colocando a cualquiera que efectivamente desafíe las relaciones de dependencia, como enemigo en vías de ser aplastado por el hipertrofiado aparato de guerra; este es el sentido de los etiquetamientos de ‘terrorista‘, ‘narcotraficante‘ o ‘loco‘ al cual se debe eliminar. Sólo la acción política de los pueblos apoderándose de su destino puede hacer retornar la lucha a un campo donde los movimientos de masas instruidas e informadas en naciones dependientes, pueden cortar las cadenas de la colonización. El poder popular [32] , el involucramiento de la gente en las decisiones que le conciernen y su puesta en práctica a tiempo, son las respuestas adecuadas a las amenazas de reconquista o de continuidad del vasallaje, pues lo que está en juego en estos momentos es el presente y el futuro de millones, al norte de Suramérica.
Contacto: albertorojasandrade@hotmail.
[1] George Santayana. La Razón del Sentido Común.
[2] Carlos Marx. En su libro El 18 de Brumario de Luis Bonaparte.
[3] Gen. Rafael Uribe Uribe. Historia de la Guerra. Documentos Militares y Políticos Relativos a las Campañas.. Imprenta de Vapor, Calle 10 No 168. Bogotá 1904. Pag. 215
[4] Carlos Alarico Gómez. El Poder Andino: De Cipriano Castro A Medina Angarita. Editorial Cec, S.A. Caracas 2007. Pag.9
[5] Salomón Kalmanovitz. Economía y Nación: Una Breve Historia de Colombia. Siglo XXI Editores. Bogotá 1988. Pag. 249
[6] Uribe Uribe.
[7] Uribe Uribe. Pag. 210 215
[8] Aída Martínez Carreño. Boletín del Archivo Histórico de Miraflores. Nos 33, 35, 36 Año VII, No 88 Años XVII. En La Guerra De Los Mil Días: Testimonios De Sus Protagonistas.. Planeta Colombiana Editorial S.A. Santafé de Bogotá 2000. Pag. 208
[9] Otras cifras que se dan sobre el número de atacantes y defensores son de 3.000 colombianos por el bando invasor. Santiago Fontiveros González. Segunda Invasión Andina. Ejército Expedicionario Sobre el Centro 1902. Biblioteca de Autores Tachirenses. San Cristóbal 2000 Pag.305
[10] Santiago Fontiveros González Pag.306
[11] Santiago Fontiveros González. Pag.310
[12] Santiago Fontiveros González. Pag.313
[13] Carlos Alarico Gómez. Pag.41
[14] Rafael Arraíz Lucca. Venezuela de 1930 a Nuestros Días. Editorial Alfa. Caracas 2008. Pag.127
[15] Mariano Picón Salas citado por Aníbal Romero. Venezuela: Tres Estudios Críticos. Editorial Panapo. Caracas 2002. Pag. 130
[16] Aníbal Romero. Pag. 149
[17] Radio Nederland Welerdomroep.. Colombia un País de Migrantes. Abril 16 de 2009. http://static.rnw.nl/migratie/
[18] José Fernando Isaza Delgado y Diógenes Campos Romero . Algunas Consideraciones Cuantitativas Sobre la Evolución Reciente Del Conflicto en Colombia. Diciembre 1° de 2007. www.dh colombia .info/IMG/pdf_ Co
[19] Colombia tiene una relación de 5 soldados por cada cien mil habitantes. José Fernando Isaza Delgado y Diógenes Campos Romero. www.dhcolombia.info/IMG/pdf_
[20] Marcelo Colussi. Entrevista al Politólogo Dario Azzinelli. Venezuela ante la encrucijada militar. Argenpress. Febrero 22 de 2008. En Rebelión. http://www.rebelion.org/
[21] Atacará EEUU a Venezuela? Marco A. Gandásegui. América Latina en Movimiento. 2009-11-12. http://www.alainet.org/active/
[22] Ángel Guerra Cabrera. Colombia, Venezuela y la sociedad de la información. La Jornada. Julio 24 2008. http://www.jornada.unam.mx/
[23] George Withers . US-Colombian Military Base Agreement: More Questions than Answers. WOLA. Noviembre 25 2009. http://www.wola.org/index.php?
[24] Clinton da a Unasur garantías de soberanía. Últimas Noticias. Noviembre 28 de 2009. http://www.ultimasnoticias.
[25] «El canciller brasileño, Celso Amorim, afirmó, en declaraciones publicadas el pasado 25 de diciembre por el diario O Globo, que «es necesaria más franqueza en la relación entre Estados Unidos y América Latina y el Caribe. Debo decir que a veces los altos cargos del gobierno estadounidense ni se enteran de ciertos hechos, como las bases en Colombia y la Cuarta Flota«. ONG de EE.UU.: Las Bases Aumentan la Tensión. Janeth Gutiérrez Blanco. Panorama.com.ve. http://www.panorama.com.ve/
[26] Daniel K. Inouye. Prefacio de Oren Lyons et Al. Op. Cit. Pag.IX. Citado por Ziauddin Sardar, Merryl Wyn Davies. Por Qué la Gente Odia a Estados Unidos. Editorial Gedisa S.A. Barcelona 2003. Pag.227
[27] » Un país rico es el país bueno, y el otro, pobre, hace el papel de malo. Curiosamente no es el país rico y poderoso el que intenta subyugar al pobre.» La Guerra de Los 100 AÑOS Ya Empezó.
Raúl Bracho. Noticiero Alternativo. http://noticieroalternativo.
[28] Luis Britto García. La Paz Con Colombia. Ministerio para el Poder Popular para la Comunicación y la Información. Av. Universidad, Esq. El Chorro, Torre Ministerial, pisos 9 y 10. Caracas-Venezuela.
www.minci.gob.ve / [email protected] Pag.10
[29] Colombia Refuerza su Presencia militar en la Frontera con Venezuela. El Heraldo. http://www.elheraldo.com.co/
[30] Zbignieg Brzezinski. El Gran Tablero Mundial. La Supremacía Estadounidense y Sus Imperativos Geoestratégicos. Editorial Paidos Ibérica S.A. Barcelona 1998. Pag.48. Sobre la cercanía e influencia de este teórico-apologista del imperialismo en el Presidente Obama ver: Webster Tarpley. Confirmado Obama es una Marioneta de Brzezinski. Rense.Com. marzo 21 de 2008. http://www.rense.com/
[31] Declaración de independencia latinoamericana y caribeña. Luís Britto. 19 de abril de 2009.
http://luisbrittogarcia.
[32] Ver a Marcelo Colussi. Entrevista al Politólogo Dario Azzinelli. Venezuela ante la encrucijada militar. Argenpress. 22-02-2008. En Rebelión. http://www.rebelion.org/
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