El pasado doce de agosto miles de turistas y hombres de negocios se quedaban en tierra pues habían perdido el avión por una huelga ilegal. Los medios se hacían eco de las declaraciones de los directivos de la compañía responsabilizando a los trabajadores de los inconvenientes causados a los turistas por no haber avisado de […]
El pasado doce de agosto miles de turistas y hombres de negocios se quedaban en tierra pues habían perdido el avión por una huelga ilegal. Los medios se hacían eco de las declaraciones de los directivos de la compañía responsabilizando a los trabajadores de los inconvenientes causados a los turistas por no haber avisado de su paro, el cual tenia su origen en un conflicto laboral de otra empresa distinta de British Airways. Esta importante corporación, hace unos años vendió su filial «Gate Gourmet» (que sirve el «catering» a sus aviones) a una empresa norteamericana. Poco después vino la reestructuración y el despido de 800 trabajadores.
Algo tan común como esto, vender partes de la empresa para una posterior subcontratación de sus servicios, consiguiendo unos menores costes mediante la rebaja de salarios y condiciones laborales, ha tenido una respuesta inusual: Los empleados de equipaje y los conductores de autobuses, se han solidarizado con sus antiguos compañeros y, en su defensa, decidieron iniciar una huelga.
La noticia era que miles de pasajeros tuvieron retrasos en sus desplazamientos, lo verdaderamente grave (que ochocientos trabajadores perdieran su empleo) no lo conoceríamos si no fuera por las consecuencias de la huelga, pero lo verdaderamente noticiable y esperanzador es que, en la Inglaterra de Tony Blair, los trabajadores recuperen las huelgas de solidaridad mal llamadas así por que realmente cuando defiendes el puesto de trabajo de tu compañero defiendes el tuyo propio.