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Francia

Pero, ¿dónde están los sindicatos?

Fuentes: Médiapart / Viento Sur

El comunicado estaba preparado. Alrededor de la mesa todo el mundo se había levantado para echar un café, apetecible tras muchas horas de discusión. Sin embargo, el 15 de septiembre, las organizaciones de trabajadores no han logrado ponerse de acuerdo sobre las modalidades de acción de la jornada del 11 de octubre, que será la […]

El comunicado estaba preparado. Alrededor de la mesa todo el mundo se había levantado para echar un café, apetecible tras muchas horas de discusión. Sin embargo, el 15 de septiembre, las organizaciones de trabajadores no han logrado ponerse de acuerdo sobre las modalidades de acción de la jornada del 11 de octubre, que será la primera gran jornada social del curso. Divididos sobre la oportunidad de convocar «huelgas» y «paros parciales», los sindicatos habían llegado a un texto impreciso, llamando a «las mejores modalidades de acción posibles». Todo el mundo, salvo Solidaires, estaba dispuesto a firmar. Pero in extremis, la CGT ha retirado su firma. «Hemos estimado que no se podía ir con unos mínimos», explica Nadine Prigent, la negociadora CGT. De hecho, ha sido la dirección de la central la que ha planteado su veto: ni hablar de dejar a Solidaires el monopolio de la radicalidad.

Resultado: falta de comunicado común, un 11 de octubre que se anuncia poco seguido, y divisiones profundas expuestas a la luz del día. ¡Triste balance! Unidas en el conflicto sobre las jubilaciones, las organizaciones no han dejado, a partir de entonces, de divergir. Mientras el paro aumenta y la crisis perdura, los sindicatos parecen incapaces de oponer remedios conjuntamente.

Divididos, sus dirigentes son menos audibles. La precampaña presidencial, que capta una buena parte de la atención mediática y aleja en parte el foco de los dirigentes sindicales, tiene sin duda algo que ver. Pero pagan también su ausencia de unidad. Marcel Grignard de la CFDT lo admite: «Hay entre nosotros divergencias profundas de análisis sobre las razones de la crisis, la forma de salir de ella y las estrategias de acción». Dicho de otra forma: poco más o menos, sobre todo.

La unidad de acción mostrada durante el (largo) conflicto sobre las jubilaciones del otoño pasado pertenece claramente al pasado. «Los sindicatos estaban muy divididos sobre las propuestas en el momento de las jubilaciones pero tenían entonces una consigna única: el rechazo de la reforma, explica Jean Marie Pernot, investigador en el IRES (Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales). Esta vez, no hay iniciativa del gobierno ante la que puedan plantear un movimiento». La intersindical, que contó hasta ocho organizaciones cuando el conflicto sobre las jubilaciones, no reúne ya más que a cinco -Force Ouvrière, la CFE-CGC y la CFTC no aparecen ya en ella.

Sobre todo, el contexto social no es fácil, prosigue Pernot. «Se observa en toda Europa un abatimiento generalizado. El nivel de las esperanzas es tan bajo como elevado el paro. Difícil movilizar a la gente». Tanto más puesto que si muchos franceses salieron a la calle el pasado otoño, la movilización se ha saldado con un fracaso, al no haber cedido el gobierno ni un milímetro. «El episodio continúa marcando a los sindicatos», estima Guy Groux, del Centro de Estudios de la Vida Política Francesa de Sciences-Po París (Cevipof).

Aunque las organizaciones se ponen de acuerdo sobre el diagnóstico (una gran morosidad), se oponen francamente sobre la estrategia a adoptar en este comienzo de curso social. Un debate evidentemente turbado por la cercanía de las elecciones presidenciales. Los más moderados como la CFDT o la UNAS apuestan claramente por una alternancia en 2012, y sueñan con la etapa de después. «No hay empuje social, estima Jean Grosset, número dos de UNAS y apoyo declarado de François Hollande, como una buena parte de la dirección de la UNAS. El descontento es muy fuerte, pero una gran parte de la gente piensa que eso se va a arreglar en las urnas». La CFDT continúa proclamando una neutralidad política, pero «prepara ya los expedientes para el período postelectoral» apostando por una victoria de la izquierda, analiza Jean-Marie Pernot. Un timing contestado por las demás organizaciones: «La intersindical está por detrás de la situación social. No hay movilización a la altura de lo que está en juego», replica Annick Coupé, portavoz de Solidaires. «Seguimos pensando que incluso si hay elecciones, hay que ser muy ofensivos desde el comienzo de este curso», subraya Nadine Prigent (CGT).

Los sindicatos también están en campaña electoral….

«Continuamos juntos, ya es algo» aboga Bernadette Groison de la FSU, animada por el relativo éxito de la jornada de movilización en la educación nacional el 27 de septiembre.

De hecho, las organizaciones continúan viéndose regularmente. Pero ¿para qué? Los sindicatos no llegan siquiera a ponerse de acuerdo sobre otra cosa que banalidades y/o grandes principios. El último comunicado de la intersindical, de fecha de 1 de septiembre, llama así a una «política que apunte otro reparto de las riquezas y favorezca el desarrollo económico y social», «reformas estructurales importantes como una reforma global de la fiscalidad (…), una política industrial coordinada a nivel europeo, servicios públicos de calidad», y «medidas urgentes» como el abandono de la subida de las tarifas de las mutuas, la supresión de las exoneraciones sobre las horas extras, una tasa sobre las transacciones financieras, el empleo y el poder de compra. Francamente nada trascendental, reconocen muchos dirigentes. La intersindical no ha logrado siquiera actualizar la plataforma de reivindicaciones comunes elaborada en enero… de 2009, ¡en plena tormenta financiera!

«No ha habido jamás tanto diálogo entre los sindicatos desde la posguerra pero la desunión sigue siendo total en cuanto a las propuestas. Casi no hay programa común», señala Guy Groux, del CEVIPOF. En materia de salarios o de poder de compra, las posiciones divergen sensiblemente. «No es ilusorio en el período actual hablar de salarios y de poder de compra», explica Nadine Prigent, que recuerda que la CGT aboga por un SMIC (salario mínimo interprofesional) a 1700 euros, proposición retomada en el programa del Frente de Izquierdas -que promete el SMIC a 1700 euros en el curso de la legislatura. «El relanzamiento keynesiano clásico no funcionará, responde Marcel Grignard por la CFDT. Primero hay que invertir en el futuro. El aumento general de los salarios no arreglará la crisis. En cuanto al SMIC a 1700 euros, ¡nadie saldrá a la calle por eso!» Y, desde este verano, el debate sobre la deuda y la austeridad ha podrido aún un poco más el ambiente.

Carente de consenso, cada cual es tentado de tocar su propia partitura. Tanto más en la medida en que las organizaciones están en plena campaña. El 20 de octubre, más de tres millones de funcionarios del estado y de los hospitales van a elegir sus representantes a los organismos paritarios de la función pública. «El hecho de ser elegido a las comisiones administrativas paritarias y a los comités técnicos permite participar en un número considerable de instancias de concertación y de negociación» , subraya Antoine Delblond, profesor de derecho público en la universidad de Nantes. Para los sindicatos, cuya base militante sigue siendo la función pública, lo que está en juego desde el punto de vista económico es crucial. Pues los electos puestos a disposición por las administraciones para ejercer sus funciones sindicales constituyen a menudo el «esqueleto» de las uniones locales o departamentales, recuerda Jean-Marie Pernot.

En fin, estas elecciones son las primeras desde la reforma de la representatividad de 2008, ya medida por la audiencia real de los sindicatos. «Se trata de un test importante» admite Jean Grosset (UNAS).

Por ello, todos intentan mostrar sus diferencias. El secretario general de la CFDT, François Chéquère, multiplica los desplazamientos por las provincias con el tema de las condiciones de trabajo en la función pública, cuestiones ampliamente abordadas en la obra que acaba de escribir. Se aventura también en terrenos mucho más políticos, como los escándalos o el atentado de Karachi -algunas víctimas eran afiliados a la CFDT, el sindicato se ha presentado incluso como parte civil en este asunto.

El secretario general de la CGT, Bernard Thibault multiplica también sus viajes. Pero se muestra muy discreto en los medios y su estrategia desanima. «La CGT parece que tiene problemas, sin dirección precisa», analiza Jean Marie Pernot. La organización, que sus socios de la intersindical confiesan no comprender ya, parece haberse replegado en una lógica contestataria estos últimos meses, a la vez que sin hacerlo claramente para no romper los puentes con la CFDT. En cuanto a las organizaciones exteriores a la intersindical (CFTC, CFE-CGC y en una menor medida FO), parecen ya más preocupadas por su supervivencia.

Jornada del 11 en la que la movilización se anuncia difícil a falta de consigna común, elecciones del 20, luego vacaciones escolares: «Estamos más bien en un esquema en el que, hasta mediados de noviembre, se corre el riesgo de que no ocurra nada importante», deplora Annick Coupé de Solidaires. «Salvo que esperemos un arranque en un sector en particular…».

28/09/2011

http://www.mediapart.fr/journal/economie/280911/et-ils-sont-ou-les-syndicats

http://www.vientosur.info/articulosweb/noticia/?x=4359

Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR