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Persecución policial en la Torre Eiffel

Fuentes: IPS

La persecución policial de jóvenes inmigrantes africanos e indios es un nuevo tipo de postal que se despliega frente a los ojos de los boquiabiertos turistas que visitan la famosa Torre Eiffel.

Los jóvenes venden souvenires en los alrededores del histórico monumento y es común verlos escapar de los policías entre los automóviles, con bolsas de plástico negro a sus espaldas, donde llevan sus productos. A medida que se acerca el verano aumenta la cantidad de turistas en la Ciudad Luz y abundan los vendedores en lugares típicos como la Catedral de Notre Dame, el Museo del Louvre, pero en especial en la Torre Eiffel. En uno de los últimos días soleados, unos 50 jóvenes mezclados entre numerosos turistas que sacaban fotografías y hacían cola para subir a la torre, ofrecían sus pequeñas réplicas. Cuatro miniaturas doradas por dos euros (más de 2,5 dólares) y, después del regateo, a mitad de precio. Mientras hacen la venta, los hombres miran a su alrededor nerviosos tratando de ubicar a los agentes, pues hay un puesto policial debajo del monumento. Enseguida empiezan las corridas. «Nos persiguen porque lo que hacemos está prohibido», señaló Babacar, un joven bien vestido, originario de Senegal, como muchos de sus compañeros. «Vendemos souvenires más baratos que en las tiendas».

El director de investigación del Grupo de Información y Apoyo a los Inmigrantes, Jean-Pierre Alaux, explicó que hay tres categorías de vendedores callejeros, los que tienen documentos y pueden vender en lugares públicos, los indocumentados que no tienen permiso y los que tienen papeles, pero prefieren no tramitar un permiso para evitar el pago de impuestos. Los indocumentados, o «sin papeles», como se los llama de forma coloquial, proceden principalmente de África e India, según señaló la policía y pudo observar IPS. Con la crisis económica internacional aumenta la cantidad de vendedores callejeros, un asunto que irrita a las autoridades francesas, indicó Alaux. «El gobierno nacional y el de otros países europeos considera que se trata de un asunto muy grave, pero aun así un problema pequeño en comparación con los de los inmigrantes», apuntó.

Es común que se accidenten vendedores o policías en la persecución. En marzo, un joven se fue cojeando tras saltar el muro de un parque. A principios de este mes, un policía cayó de su bicicleta cuando perseguía, con su compañero, a tres vendedores por el vasto parque Campo de Marte, cercano a la Torre Eiffel.

Policías y extranjeros sin papeles quedaron atrapados por la política de mano dura contra la «inmigración ilegal», dispuesta por el presidente francés Nicolas Sarkozy, según organizaciones no gubernamentales. Después de que Sarkozy asumió la Presidencia en 2007, el recién creado Ministerio de Inmigración anunció que la policía tendría que ubicar a unos 25.000 extranjeros indocumentados al año y deportarlos. Desde entonces, los inmigrantes sufren allanamientos y controles varios. Algunos de ellos con resultados trágicos. Ese mismo año, una joven china murió tras saltar de la ventana de su apartamento, en el centro de París, por escapar de la policía.

El maliense Baba Traoré murió hace un año de un paro cardiaco tras saltar al río Marne por huir de las fuerzas del orden. El joven de 29 años había llegado a Francia para donarle un riñón a su hermana, casada con un francés. El permiso de residencia se le había vencido y no se lo renovaban, según información oficial. También hay casos de menores heridos. Además, se conoce por lo menos un caso de suicidio de un inmigrante al quien le negaran el pedido de asilo y debía ser deportado a un país en el que podía ser torturado.

La comisión central de la policía del VII distrito de París, donde se encuentra la Torre Eiffel, alega que los vendedores son perseguidos porque no tienen permiso para trabajar en un «sitio protegido» ni pagan impuestos, no porque sean inmigrantes. Un oficial que pidió reserva de su identidad señaló que los vendedores sin documentos son llevados a un tribunal especial. La cantidad de inmigrantes sin papeles detenidos varía entre 20 y 200 al mes, según la época del año. En verano, con el mayor flujo de turistas aparecen más vendedores ambulantes. La policía alega que no le corresponde decidir qué hacer con los inmigrantes indocumentados y que sólo cumple con su trabajo al perseguir personas que violan la ley. Los partidarios de Sarkozy apoyan la política estatal. Pero hay personas que consideran que las autoridades se extralimitan. «Los que venden recuerdos por lo menos hacen algo», señaló Laurent, un taxista que trabaja en la zona de la Torre Eiffel. «Prefiero a un tipo que hace eso, aunque no pague impuestos, a otro que le saca la cartera a una anciana». «Creo que tengo suerte de estar en mi país. Pero te imaginas lo que debe ser estar lejos y que la policía te persiga todos los días. No les tengo ninguna envidia», añadió. Algunos turistas dijeron que les molestaban los vendedores. Uno de ellos señaló que era «difícil disfrutar de la torre» mientras le ofrecían chucherías todo el tiempo. En cambio, otros se mostraron más tolerantes. Un ciudadano británico respondió al ofrecimiento diciendo: «lo siento, ya tengo 20 de esos recuerdos», a lo que el vendedor indio replicó: «¿Por qué no llegar a 30?».