Recomiendo:
2

¿Perú vive una crisis política? repensar el concepto (I)

Fuentes: Rebelión

El régimen dictatorial está totalmente deslegitimado internamente y en el exterior. Cerca del noventa por ciento de rechazo popular, un gran sector del pueblo -hoy en tregua- ha decidido autodeterminarse en el gran sur, en los Conos de la capital y ahora en el norte y la Amazonía. La presencia de los criminales de guerra en el gobierno y sus pretensiones de cambiar la memoria y aparecer como héroes de la genocida guerra interna y continuar con el obsoleto terruqueo como justificación para permanecer hasta el 2026, la extraña reaparición de los grandes casos de corrupción y asesinatos célebres: Lava jato, Urresti, Joaquín Ramirez-Keiko; el dispendio de privilegios para los sujetos de la alianza dictatorial: militares, congreso, magistrados y la denuncia de nuevos hechos de corrupción y nepotismo; la ausencia de gobierno respecto a los grandes problemas del país, etc. son algunos factores del repudio al Gobierno y sus representantes que se han visto obligados a encerrarse en sus locales institucionales. Las Naciones Unidas, la Corte Interamericana de derechos humanos, la Unión Europea, Human Rights Watch, Amnisty International, gobiernos latinoamericanos siguen condenando el genocidio. Y la pregunta es, ¿lo que acabamos de describir, configura una crisis política?, ¿Perú vive una crisis política?, veamos.

Vivimos situaciones que los analistas políticos pretenden reducir a palabras que han perdido significado o han modificado su sentido. Todo lo reducen a crisis política, crisis de la democracia, de la gobernanza, de los partidos, etc. Para la mayoría de ellos, Castillo pecó de burdo golpista y corrupto, la lucha macroregional del sur fue un fracaso al no conseguir la salida de los usurpadores y menos la constituyente; creen que la salida es salir de la crisis y para ello, restaurar el equilibrio de poderes, las elecciones o conseguir una reforma constitucional. Por el lado de los analistas de los medios, estos continúan la manipulación de imaginarios, la invención de causas criminales, ejecutadas y coordinadas con el sistema judicial, tendientes a la protección de amigos y descalificación de enemigos creados por ellos mismos. En estos días están concentrados en la extradición del expresidente Toledo por un juzgado de los Estados Unidos. Opacando el caso del exdirigente de Fuerza popular y presunto narcotraficante Joaquín Ramirez, operador financiero de Keiko. Mientras tanto, los grandes problemas de gobierno en todos los sectores siguen inalterables y los delincuentes políticos están en libertad.

La realidad es que después del golpe congresal que impuso el Estado profundo con el respaldo de las FFAA y el sistema judicial, el ejecutivo usurpador de Boluarte-Otárola desató una rebelión que fue debelada con un genocidio, apresamientos y ejecuciones extrajudiciales. Basado en el terror continúa la dictadura, sin inmutarse, frente a estructuras institucionales en estado de descomposición: abandono de zonas en desastre, colapso en educación y salud, una corrupción sistémica generalizada, denuncias continuas por nepotismo, licitaciones ilegales, inseguridad pública, inmigraciones descontroladas, inflación, sobornos; congresistas procesados por extorsión, violación, agresión, etc. El Congreso continuo con sus planes de captura institucional, de la superintendencia universitaria (SUNEDU), fortalecimiento de prefecturas y subprefecturas regionales como entidades represivas, administración electoral, defensoría del pueblo y otras. Sin embargo, con todo este desastre político, no hay crisis política, entendida como imposibilidad de gobernar. Es por ello que pensamos que hay que cambiar conceptos o redefinirlos; por ahora parece mas apropiado hablar de desgobierno que implican inestabilidad, fragilidad, desequilibrio que mas nos parece son características propias del régimen neoliberal, que al estar basado en la continua desposesión, implica violencia y, por tanto, un necesario desgobierno. Por ejemplo, si el Estado antes dejaba territorios no aptos para el cultivo extensivo y que ahora con el neoliberalismo adquieren valor por los minerales e hidrocarburos bajo tierra, se descontrola la ambición de las mafias. Lo mismo ocurre con los antes olvidados desiertos que cuando son irrigados modifican la cartografía colonial al ser destinados a la agroexportación. Los conflictos que ocasionan las políticas neoliberales dan la impresión de ser crisis, pero como vemos, son solo desequilibrios que alteran momentáneamente la gobernabilidad.

La violencia del despojo va más allá de la coyuntura, es histórica y corresponde al secular Estado colonial. La política de la actual dictadura nuevamente decide quienes deben vivir y quienes no -a eso le llaman necropolítica- y no es de ahora; la memoria histórica nos dice que hace más de 500 años llego con la conquista colonial una política de exterminio que es cíclica y es ilimitada, y en todos los casos corresponde a los ciclos de despojo y la rebelión. Si creíamos que con Belaúnde se iba a iniciar el reparto de la Amazonía, que con Velasco -único avance histórico- se expropiarían las haciendas y que con Fujimori se revertirían estos cambios y privatizarían las principales riquezas y empresas del país, y que con Toledo y Alan García (ambos implicados en el caso Odebrecht y otros) y aparentemente con los siguientes ya no habría que repartir, nos equivocamos, pues el despojo continuo en ríos, mar, Amazonía y los andes. Después de esta acumulación originaria, los genocidios fueron disminuyendo, los mismos que los crímenes de lesa humanidad, pero continuaron los asesinatos de quienes lideran la resistencia, la defensa de derechos o de la biodiversidad son hechos consustanciales al despojo. Y a la inversa, vuelven a aparecer, mas localizados, cuando la lucha de los pueblos originarios y los conflictos mineros aumentan. Legalizada la corrupción que se expande, cuando por ley-Constitución- desaparece la soberanía y el Estado se hace subsidiario del capital, principalmente financiero que va tras los commodities, y quienes tienen poder pueden apropiarse de territorios rurales y urbanos, convertirse en subsidiarios (y los políticos en el poder en socios) de la inversión directos o indirectos tras las licitaciones de obras estatales y privadas para el buen desarrollo de la inversión privada trasnacional; la violencia política o social será localizada y la disposición de los cuerpos tras la expropiación de los medios de vida adopta otras formas de expresión de esta política: migraciones forzadas, tráfico de trabajadores, negocios de órganos, difusión de drogas y otras modalidades de disposición de la vida.

Es más, cuando aparece la resistencia, a los luchadores se les atribuye la violencia, cuando lo que hemos visto es que los perpetradores son de la Policía Nacional; desde que el pueblo elige a alguien ajeno a los verdaderos dueños del país, lo convierten en responsable de la violencia, al elegir un indígena sin condiciones étnicas para gobernar. Desde el poder ven que “del abajo” nace el terrorismo, el vandalismo, pues los nadie deben seguir siendo eso y nada más que eso.

Dos comunidades políticas, donde una apuesta por la necropolítica que resulta en desgobierno y la otra por la sobrevivencia y la respuesta colectiva, abandonando el obsoleto caudillismo, se confrontan, pero los analistas olvidan los orígenes y causas de lo que hoy ocurre, prefieren hablar de crisis y otros de colapso, en realidad se trata de desgobierno o incapacidad institucional para responder ante los grandes problemas, las contradicciones y los conflictos que provocan, para revertir las causas de una desastrosa situación. Los partidos ya no existen más, no llegan a ser ni siquiera empresas o franquicias, solo hay grupos mercantilizados que ganan de acuerdo a lo invertido. Al mismo tiempo, ni los neoliberales, ni los grupúsculos cupulares de izquierda tienen candidatos respetables.

LAS CONTRADICCIONES DE LA DICTADURA.

  1. La extrema derecha nativa, con varios ropajes y orígenes, es bárbara y delincuencial, rentista y parasitaria, que apuesta por sociedades escindidas por sus inflexibles prejuicios conservadores, tradicionalistas, hispanistas, patriarcales, machistas y homofóbicos, con ancestrales clasificaciones racistas y estratificados estatus y privilegios, con todos los prejuicios religiosos y otros imaginarios convertidos en ideología. Por eso bregan por la desigualdad en todos los campos, defienden las diferencias y jerarquías, dispuestos a todo para perennizar las exclusiones.[1] Se sienten los dueños del país y su valor superior es la acumulación privada de la riqueza, atesorada a través del saqueo, la corrupción y la jerarquización geopolítica. Ante esto la idea de rechazo y las propuestas de igualdad van tomando fuerza, los pueblos y ciudadanos ya no aceptan más la opresión y miseria. La rebelión está latente, las potencialidades de los pobladores, principalmente andinos y amazónicos, siempre están presentes, no obstante la fuerza de la ideología neoliberal en las clases medias.
  2. Los cuellos blancos y Montesinos con su acta de sumisión están más vivos que nunca. El neoliberalismo ha dominado desde la década de 1990 y la mafia Fujimori siempre estuvo presente, devastando las tramas y solidaridades sociales en las grandes ciudades, profundizando los privilegios y desigualdades, las injusticias y la concentración de la riqueza. Sin embargo, como vislumbraba Arguedas, se vive un proceso paralelo de reidentificación, reindigenizacion y recampesinización en los Andes y la Amazonía.
  3. La usurpación territorial y la extrahección desde el Estado colonial, con genocidio, ecocidio, saqueo de recursos y destrucción, continúa y está llegando a sus límites, incrementando la resistencia. La violencia colonial permanece cuando empresas extranjeras intentan instalar mineras en territorios indígenas. Pero al mismo tiempo, el reparto del Perú, cuando EEUU retoma el control de América Latina, provoca conflictos entre lumpen burgueses por concesiones, contratos ley ( sumado a la ilegalidad del Ejecutivo), peleas por contratos de obras públicas. Al mismo tiempo, la violenta arbitrariedad ha conducido a la resistencia popular, campesina e indígena, caso del pueblo de Puno que defenderá el litio para la región. Están dispuestos a morir en defensa de sus territorios, aguas y en general de la naturaleza.
  4. La ampliación y derroche basada en el reparto de los fondos públicos, con más beneficios y privilegios para las grandes empresas, para congresistas, partidos, magistrados del poder judicial y jefes militares, llega al extremo cuando abusan con la extorsión a trabajadores, el cobro de cupos a narcos y migrantes, los viajes turísticos, etc. El parasitismo avanza desde el Estado hasta las organizaciones criminales nacionales y extranjeras, apropiándose no solo de territorios sino de poblaciones expuestas a la esclavitud, prostitución. En oposición, las ideas comunitarias, solidarias, crecen paralelamente al crecimiento de la población originaria y el rechazo al permanente despojo.
  5. La práctica del despojo y el parasitismo han conseguido que la cultura del pillaje se haya extendido a todos los ámbitos y la corrupción llegue a sus límites en todas las instituciones, burocracia, universidades, policía, FFAA, narcotráfico, desatando un repudio incontrolable por la mayoría popular.
  6. La flexibilización laboral no fue suficiente para reducir salarios y recurrieron a la promoción de migraciones venezolanas para rebajarlos aún más, llegando a su límite ante los avances de la estanflación y el incremento de la inseguridad pública. Aumento la competencia por puestos laborales y entre delincuentes migrantes y nativos, bandas criminales y extorsionadores. La policía nacional privatizada quedo incapacitada para limitar el crimen.
  7. La incapacidad para responder a las protestas políticas y frente a los desastres ambientales: aluviones, sismos, desbordes de ríos, etc. cuando al mismo tiempo reparten fondos públicos a instituciones corruptas sin conseguir prevenir o superar el colapso en políticas sociales y servicios
  8. La eliminación de derechos sociales y económicos se extendió a los derechos políticos, del irrespeto al voto, al golpe congresal y ahora la Insistencia en controlar las instituciones electorales como el JNE o la ONPE. Manejar la defensoría del Pueblo es prepararse para eliminar los derechos humanos. Aferrarse al poder político cuando el rechazo es total y asegurar ventajas para las próximas elecciones es otro extremo rechazado por los pueblos. La otra contradicción que irá marcando la próxima coyuntura sera entre los deslegitimados Acuña, Keiko, López Aliaga o los ex militares
  9. La toma de Lima no fue otra cosa que el combate del pueblo, una pluralidad de colectivos, grupos y comunidades, que resisten y enfrentan a las elites y oligarquías de la región por la renuncia del ejecutivo y cierre del Congreso, sigue latente. No ha sido un fracaso, como algunos afirman, pues el pueblo discute nuevas estrategias.
  10. Cuando existe unanimidad en la ilegalidad de los sujetos en el poder político, la defensa colectiva de la impunidad se convierte en un objetivo importante; sin embargo, el objetivo central sigue siendo la ambición por enriquecerse en tiempos de despojo y saqueo, de extrahección (extraer con apoyo del poder), continúa siendo el objetivo común principal.

El contexto coyuntural de más de tres décadas del ciclo neoliberal estuvieron marcados por un prolongado proceso de aparentes crisis políticas. Ninguno de los expresidentes elegidos logró librarse de interpelaciones, pedidos de vacancia, acusaciones de corrupción desde partidos políticos que perdían credibilidad y legitimidad, y la acción de probos jueces y fiscales. Lo mismo ocurrió con los poderes y las instituciones estatales: el gobierno, el parlamento, el sistema judicial, la policía, las fuerzas armadas; incluso la Iglesia y la prensa perdieron aceptación. Los inexpertos analistas políticos con mucha facilidad hablaron de crisis de legitimidad, de hegemonía, de gobernanza, de crisis del régimen político o crisis del representacionismo liberal; todo ello enmarcado en lo que llaman crisis civilizatoria del capitalismo. Hablar de crisis perdió significado, pero ellos siguieron usando esa palabra.

Y aquí vale la pena distinguir entre crisis de gobernanza y de gobernabilidad. La gobernanza es una categoría neoliberal que se refiere a la “introducción legítima” de los empresarios, del poder económico en la política. En países donde se instaura el rapaz neoliberalismo la corrupción es inherente a ello. No vive una crisis cuando se destapa esta relación como corrupta, cuando el poder semioculto se visibiliza con nombres y apellidos los Benavides, Graña, Rodríguez Banda, Larrea, etc.) y como organización criminal: la Confiep. Tampoco cuando se destapa el sometimiento del sistema por grandes empresas que logran capturar organizaciones políticas y poderes estatales, comenzando por su dirección económica y luego los poderes judicial, legislativo y ejecutivo, transformándolos en complementos de aquel. El aspecto más político radica en que es que la gobernanza es una categoría que une la economía y la política, que había separado ambos elementos por el liberalismo, como un gran aporte. En la perspectiva de la gobernabilidad, el problema y su solución emanan desde las capacidades del gobierno, con cierta independencia entre poderes y por encima de la sociedad. Esta incluye la posibilidad de cuestionamiento parcial de la hegemonía y legitimidad, pero en la medida en que estas dependen y mucho de medios controlados por el poder, aunque ambas relaciones y sus acepciones indican que existe una crisis en proceso, se mantiene la capacidad de gobernar, no obstante que la ejerce de modo esquizofrénico para mantener la confusión y aceptación.

Paralelamente, las crisis económicas son vistas por disímiles teóricos; desde la neoliberal del shock, como el Premio Nobel Milton Friedman o desde la izquierda como el economista Pablo Dávalos desde Ecuador, como estrategias a largo plazo o tácticas coyunturales, como un factor de caos imprevisible provocado `por los gobiernos para imponer cambios en las relaciones de poder y dominación, para modificar ciertas relaciones sociales ocultando tras la narrativa de la debacle, de la necesidad del cambio, el desarme de supuestos desajustes, para después ajustar, estabilizar con nuevas leyes e incluso con cambios constitucionales.

La pandemia evidenció que la salud y la educación se encontraban en estado de desastre. La anterior coyuntura, el 2020 cuando gobernaba Vizcarra, es un ejemplo de cómo las contradicciones y su solución no llegan a convertirse en crisis política. El Perú estaba atrapado en una confusión creada en las cúspides por las diferencias políticas entre dos tendencias de derecha respecto a como ejercer la dominación, se debatía si Vizcarra (que gobernó dos años y medio, hasta noviembre del 2020) debía irse de inmediato y dejar a Araoz en la Presidencia o cerrar el Congreso y convocar a elecciones. Transformaron la lucha popular por “que se vayan todos” y contra el despojo, en otra que busca obligar a la ciudadanía a escoger entre Araoz y Vizcarra. Esta diferencia surge de otra contradicción entre la imposición por la fuerza de la recolonización y saqueo minero (Benavides de la Confiep) o hacer lo mismo a través de la negociación política, la amenaza policial y la compra de voluntades (Vizcarra). Cuando Vizcarra dice que no se puede imponer la minería a sangre y fuego y al mismo tiempo envía a policías y soldados a reprimir a la resistencia al despojo, expresa un conflicto en las alturas sobre formas represivas que no termina en ingobernabilidad. Olaechea y Araoz, obedecían puntualmente al jefe Benavides de la Confiep y quieren imponer el proyecto Tía María y en el país con el apoyo político del fujiaprismo en el Congreso y el poder judicial, mientras que Vizcarra y Del Solar también buscan lo mismo solo que optan por la represión blanda, donde puede ser aceptable que haya heridos y presos pero no muertos. Los medios “mermeleros” (periodismo, sicario, ventral, coimero), asalariados por la Confiep, exigen elegir entre estas opciones y otros, mercenarios de Vizcarra, optan tímidamente por el cierre del congreso.

Ante este dilema, para muchos críticos, lo que correspondía al pueblo es persistir en que se vayan todos, aunque por partes. Según estos opositores, para las fuerzas democráticas lo urgente era llevar la crisis de gobernabilidad y del régimen a sus límites para un cambio de gobierno, abrogación de la Constitución y transformación de las instituciones y para conseguirlo persistir en cerrar el congreso ya, porque es corrupto y mercenario, porque el proceso a la corrupción debe seguir y no perdonar a nadie, embestir contra un parlamento que sirve a la Confiep (que pretende dejar desprotegidos a jueces y fiscales honestos, defensa de la inmunidad y la impunidad) y que temen que la lucha contra la corrupción finalmente también acabe con partidos, sectores institucionales y otros sujetos que forman parte del sistema de la corrupción o sea, todo el sistema de dominación.

Mientras, otros piensan, que deberían continuar las luchas regionales contra el saqueo, frente a tanta agresión ambiental y social, por una nueva constituyente y pugnar por la organización nacional de las luchas. Cerrado el Congreso, no hay que cejar en la lucha contra el sistema corrupto de políticos y empresarios, diseñar un proyecto básico de país anticolonial, soberano, autodeterminado, desde abajo y prepararse para las elecciones y disputar en ese terreno de la dominación el poder político.

Hoy estamos ante una nueva coyuntura con los mismos sujetos sociales con otros nombres. Llega Pedro Castillo que después de un breve gobierno transitorio, después de 16 meses es vacado. Surgen rebeliones y una nueva correlación de fuerzas. Ante el parcial agotamiento de las marchas, las indicaciones de Raúl Zibechi son oportunas: “Los pueblos en movimiento que ya no aceptan la tutela ni la intermediación de los Estados y que, aun llegando a acuerdos puntuales con ellos, no confían y deciden ejercer sus poderes propios y sus autonomías”[2]. Se refiere a la creación de gobiernos territoriales autónomos, a organizar un poder destituyente desde los autogobiernos que pueden ser parlamentos populares, guardianes territoriales, rondas campesinas. No obstante, dar la lucha en todos los espacios políticos incluye tener e Inscribir una organización electoral, e elegir terna para una asamblea nacional de bases que nombre candidatos únicos independientes pero honestos, a personalidades como Héctor Béjar, Marianela Ledesma, abogado Olivera , etc.

Por otro lado, no nos perdamos en el camino y no nos dejemos engañar por la manipulación mediática, elegir entre lo menos malo y lo peor. Hay un desgobierno, porque en esta dictadura quienes tienen poder no respetan ni su propia constitución. Desordenan la economía, la política y todas las formas de convivencia. Han logrado contaminar de individualismo y ambición a la izquierda, para después aniquilarla. La izquierda que queda es la que está enraizada en los pueblos, que no se corrompe fácilmente, aunque puede ser víctima del clientelismo y las dádivas, busca tener la autonomía suficiente como ciudadanos democráticos para buscar otro camino, del pueblo, al margen de partidos, de falsas estrategias. Se va definiendo un proyecto que desde abajo puede ser garantía de éxito como se ha visto en el magisterio, en las Bambas, en Cajamarca, en el Moqueguazo, en Tía María, etc. solo que ahora uniendo las luchas a nivel regional y nacional, muy organizados y con delegados sustituibles, reemplazables, si no acatan lo que se decida abajo. Construir alternativas sin abandonar la lucha en las calles, impidiendo la criminalización y judicialización de la política. Firmes y no pasivos, agresivos en la defensa de territorios y riquezas, contra el despojo, porque estas son de la sociedad, no de los extractivistas y rentistas de la Confiep o de los políticos convertidos en lumpen empresarios. Estamos ante un renovado ethos anticolonial que se sustenta en las contradicciones anticapitalistas y renueva las propias posibilidades rebeldes de una izquierda radical de masas anticapitalistas.

Notas:

[1] Irene León, La Jornada – Tentáculos neocolonialistas y tentación fascista”, 08 de abril 2023.

[2] Enric Llopis, “Los progresismos se adaptan al sistema en vez de enfrentarlo” Entrevista al periodista Raúl Zibechi, coautor de «El Estado realmente existente», Editorial La Vorágine, February 21, 2023. https://www.federacionanarquista.net/los-progresismos-se-adaptan-al-sistema-en-vez-de-enfrentarloraul-zibechi/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.