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Pobre Haití: Tras el magnicidio y el terremoto vuelven los marines estadounidenses

Fuentes: Rebelión / CLAE

La población haitiana que viene sufriendo una desgracia tras otra, entre los malos gobernantes, el asesinato de su presidente Jovenal Moïse por mercenarios colombianos y estadounidenses, y la reacción de la Naturaleza en forma de terremoto frente a tanta agresión, ahora tendrán que lidiar con la prepotencia y el afán represivo de una tropa como la de los marines estadounidenses, acostumbrada a matar, a violar y a torturar.

«Una vez que lleguen 420 marineros y alrededor de 200 infantes de marina, trabajarán juntos para brindar ayuda en Haití: limpieza de escombros y reapertura de carreteras, búsqueda, rescate y evacuación de heridos. Tenemos un equipo quirúrgico de la flota a bordo que podrá brindar asistencia médica”, dijo el teniente coronel Cory Murtaugh del Cuerpo de Marines de EE. UU.

Los haitianos aún recuerdan el terremoto de 2010 que mató a cerca de 300 mil personas, en particular en la capital Puerto Príncipe y sus alrededores, y ahora vuelven a preguntarse sobre la frontera entre la ayuda de buena fe ante una emergencia humanitaria y la alimentación carroñera del “capitalismo del desastre”, ya que éste lucra con los cadáveres y el dolor ajeno. El terremoto pasa, las invasiones no.

Las familias haitianas que trataban, durante más de una década, de superar el duelo, de un momento a otro se vieron literalmente obligadas a enfrentar sus viejos fantasmas: el miedo, la incertidumbre, la zozobra, los turbulentos estados emocionales y psíquicos e incluso los complejos cuadros psicopatológicos que provocaron el terremoto y sus múltiples réplicas de sur a norte del país.

Si bien los marines estadounidenses no necesitan dar rodeos para invadir países, en este caso han utilizado el recurso de ser «bondadosos» y «solidarios» con la tragedia haitiana, y han hecho pie nuevamente en un país que invadieron en varias ocasiones y en donde casi siempre controlan a sus gobernantes.

Las tropas podrían permanecer en Haití hasta cuatro meses o más según sea necesario. El USS Arlington se desplegará con dos helicópteros MH-60 Seahawk, un equipo quirúrgico y una lancha de desembarco. Además, Estados Unidos está enviando el USNS Burlington Spearhead Class Expeditionary Fast Transport (T-EPF-10) que también servirá como plataforma para lanzar drones para vigilancia aérea, así como dos aviones de patrulla marítima P-8A Poseidon. ¿Ayuda humanitaria?

El sábado 14 de agosto de 2021, hacia las 8.30 de la mañana, la tierra volvió a temblar fuertemente, un evento natural que se “espectacularizó” ya que fue captado en videos e imágenes impactantes que, en tiempo real, recorrieron las redes sociales e internet, dando la vuelta al mundo. Casas derrumbadas, sobrevivientes saliendo de los escombros, familiares de víctimas llorando, muertos cubiertos por sábanas, localidades enteras pidiendo ayuda, hospitales y clínicas rebasadas. Un escenario sobrecogedor.

Esta vez el temblor tuvo una magnitud de 7,2 grados en la escala de Richter, 0,2 más fuerte que el del 2010,  pero en esta ocasión el epicentro tuvo lugar en ciudades medianas del Sur del país, tales como Les Cayes, Jérémie, Nippes, y no en la superpoblada y caótica capital Puerto Príncipe. De todas formas, murieron unas 1.300 personas

Y antes de que llegara de todas partes del mundo la ayuda médica y humanitaria, los mismos haitianos y también los médicos de las brigadas médicas cubanas, emplazadas in situ, atendieron a damnificados y heridos. Obviamente, esta solidaridad desde abajo fue, es y será invisibilizada por los medios de comunicación hegemónicos, dedicados a  espectacularizar los despliegues de la supuesta asistencia humanitaria de países Europa, Canadá y Estados Unidos.

Esta nueva catástrofe llegó en medio de una delicada transición política, dirigida por un primer ministro de facto, Ariel Henry, nombrado por un presidente también de facto Jovenel Moïse -unos días antes de su asesinato- y ungido por el Core Group, un ente internacional que prácticamente dirige el país, integrado por embajadores de Alemania, Brasil, Canadá, España, Estados Unidos, Francia, la Unión Europea, y representantes especiales de la Organización de Estados Americanos y las Naciones Unidas.

Se suma la crisis política y la crisis humanitaria por un lado, y la injerencia política e intervención humanitaria, por el otro, en un explosivo cóctel. Pese a ser un país pobre, Haití fue objeto de una lucha constante entre varios países injerencistas, preocupados por imponer sus respectivas agendas políticas y satisfacer importantes fuentes de empleo y jugosos contratos para obras de infraestructura y proyectos de desarrollo para sus empresas multinacionales y “expertos” nacionales.

Victoria Korn. Periodista venezolana, analista de temas de Centroamérica y el Caribe,  asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)