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Perú

Poderes sobrenaturales

Fuentes: Rebelión

La ultra derecha peruana ahora cree en los poderes sobrenaturales. Sus pesadillas la llevan a soñar con «el alma errante» de Hugo Chávez y sienten que ella se ha posesionado del cuerpo de Ollanta Humala para generar un viraje «a la izquierda» de la administración peruana. El hecho podría sólo mover a risa, pero se […]

La ultra derecha peruana ahora cree en los poderes sobrenaturales. Sus pesadillas la llevan a soñar con «el alma errante» de Hugo Chávez y sienten que ella se ha posesionado del cuerpo de Ollanta Humala para generar un viraje «a la izquierda» de la administración peruana.

El hecho podría sólo mover a risa, pero se torna más serio porque tiene incidencia en el escenario concreto, y se orienta a formular insinuaciones que podrían generar una crisis mayor en el país.

Ocurre, en efecto, que para detectar el lugar exacto en la que se produce el fenómeno ese de la «posesión» de Humala, la ultra derecha se empeña en interpelar y censurar al ministro de relaciones exteriores, Rafael Roncagliolo, como él si fuera el culpable de los resultados electorales del 14 de abril en la patria de Bolívar. Quieren hacerlo confesar cómo es qué, y dónde es qué el espíritu de Chávez. «tocó» a Humala, y se apoderó de su resuello.

Para arrancarle la verdad, están dispuestos a someterlo a todos los apremios posibles. Quizá por eso lo están citando al edificio Legislativo -en la Plaza de la Inquisición- En el fondo, quisieran «interrogarlo» bajo el influjo de los tormentos del medioevo, tan próximos al arranque de histeria que los envuelve.

Se les ha explicado en todos los tonos que eso no es así, que la consulta electoral del 14 de abril estuvo más signada por la voluntad soberana del pueblo de Venezuela, pero nada les ha convencido. Siguen sosteniendo la tesis del «fraude» -porque perdieron- y aseguran que el canciller peruano es «cómplice» de una tramoya caraqueña de resultas de la cual fue elegido Nicolás Maduro. ¡Palo con él, entonces!

Como el mismo titular del portafolio de Torre Tagle lo ha dicho, a Caracas asistieron 61 Jefes de Estado y de Gobierno. Pero el peruano, es el único caso en el mundo en el que se buscar censurar al titular de Relaciones Exteriores por ese hecho. Lo que quieren la derecha aquí es poner otro Canciller, Francisco Tudela, por ejemplo que les asegure una «nueva» política exterior.

Un tema adicional ha venido a alentar el pánico en las huestes ultramontanas: Repsol, la compañía petrolera española, ha expresado su voluntad de desprenderse de la refinería de La Pampilla y de una cantidad de gasolineras y grifos en el Perú, transfiriéndolos a quienes deseen adquirirlos. Hay que recordar, por si fuera necesario, que La Pampilla fue «privatizada» y entregada a los españoles a precio ridículo bajo el fujimorato, y que hoy podría ser recuperada por el Estado Peruano pero a un costo muchísimo más alto.

Ha bastado que trascienda que la empresa nacional Petro Perú pregunte cuánto cuesta eso, para que se desate una furibunda campaña orientada a descalificar al «Estado Empresario», denostar del régimen de Velasco Alvarado que en su momento nacionalizó el petróleo y, de paso, desconocer lo bien que les va a otros países de la región que tienen empresas estatales de hidrocarburos: Venezuela, con PDVESA; Brasil con Petrobras; o incluso Uruguay, Colombia o Chile que, aunque no produce un barril de petróleo, mantiene una solvente y efectiva empresa pública del sector.

Ese argumento tampoco los ha persuadido. Para ellos, el Estado, además de apalear obreros, sólo debe existir para apoyar la inversión privada, solventar al sector financiero, dar respaldo a las AFPs, otorgar créditos a los capitalistas y proteger a los empresarios «en riesgo» por la «política estatista» que «se cierne» sobre el país. Pánico generalizado y zafarrancho de combate, entonces.

La política del gobierno en el plano de la economía no tiene por cierto una «orientación estatista». El mandatario peruano la ha definido como «equitativa»: hay inversión privada, debe haber inversión pública; hay empresas privadas, deben haber empresas públicas. Eso es todo. Pero eso, es más suficiente para que comience el aullido de los lobos cuando descubren el pastizal de ovejas.

Esa política económica -«en grave riesgo», según dicen a viva voz- y en particular, la que corresponde al área energética, asoma relacionado a otro asunto que le pica a la reacción: la eventual candidatura presidencial de la esposa del actual mandatario, cuyos altos índices de popularidad le producen a los comentaristas de los grandes medios una urticaria desopilante.

La «reelección conyugal» le han dado en llamar a la posibilidad -inaudita- que el electorado peruano opte en el 2016 por la continuación del proceso peruano iniciado el 2011 y que, en la ocasión, deposite en las ánforas un voto a favor de Nadine Heredia. ¡Antes, el infierno!

El horrendo pánico que esa desventura que ha generado pintas callejeras, y al que se ha sumado el escritor Vargas Llosa, ha hecho que despierte en determinados segmentos de la sociedad el terror de Cuba, que lucía casi adormilado. Quiere el gobierno humalista -han dicho- «llenarnos de médicos cubanos» que harán el papel -suponen- de «comisarios ideológicos» en el país. Por lo pronto, han movilizado ya a los dirigentes apristas del gremio médico a los que buscan usar mientras les sea rentable. Abordan así los convenios suscritos entre el Perú y Cuba, referidos a la colaboración en áreas de salud y educación, y que datan de décadas.

Como lo que les importa es que los peruanos carezcan del derecho a la salud y a la educación, porque ambas son esferas situadas en su área de inversión -lo que las convierte en negocios altamente lucrativos- cualquier acuerdo que se oriente a proporcionar educación y salud gratuita a la población, les sabe a chicharrón de sebo.

Ni siquiera tienen ánimo para reconocer que convenios de este tipo entre Perú y Cuba no están escritos en papeles, sino en la historia de ambos pueblos. Se afincan en dramáticas experiencias comunes y en la sangre dada por Cuba al Perú en horas aciagas.

Cuando en nuestro suelo ocurrieron catástrofes naturales de enorme magnitud, fue Cuba el primer país que nos tendió la mano. Desde 1970 están los hospitales solidarios en la zona de la tragedia en el callejón de Huaylas. Pero después, estuvieron también en muchos otros lugares, aportando ciencia, conocimiento y vida; y demostrando que la solidaridad, no es una palabra, sino una acción. Lo mismo puede decirse en el área de educación, en la que los adelantos innegables de Cuba han sido reconocidos por UNESCO y otros organismos internacionales, ajenos a cualquier sospecha de «filo castrismo».

Para la derecha reaccionaria que no sabe de la misa a la media, ése es el «camino de Chávez», y por tal razón le resulta simplemente «abominable». Habría que recordarles -de paso- que en el gobierno de García -cuando el terremoto de Pisco- fueron los venezolanos los que trajeron las casas que aún albergan peruanos en Chincha. Y cubanos los que atendieron a miles de heridos mientras el Jefe de Estado de entonces se complacía asegurando que el sismo «felizmente no había dejado muertos» y sus áulicos, encabezados por Favre, hacían de las suyas en Pisco y aledaños, ¿lo recuerdan?

Eso es lo que no quiere ver -y nunca verá- la derecha envilecida y momificada que aún subsiste en el país y cuya opinión refleja «Perú 21», un tabloide venenoso en el que Fritz Dubois entrega cotidianas deposiciones. Para él, pero también para cada uno de los sicofantes de la burguesía que asoman en las pantallas de la tele, o escriben las columnas de los «grandes» diarios, lo que importa es que Humala está implementando «un viraje trasnochado».

Quisieran -como no- que cualquier viraje mire más bien las recetas del Fondo Monetario, se sustente en las imposiciones del Banco Mundial, y en las enseñanzas de los «Chicago boys». Eso sí les permitiría batir palmas y reír a mandíbula batiente. Como tal hecho no ocurre, se asoman al muro de los lamentos y lloran a lágrima viva. En el extremo de la impudicia dicen con ojos desorbitados y voz cascada: «Con la claridad del ahorcado, vemos que nos han engañado, y que es alarmante el futuro que nos está esperando».

Entre tanto, piensan, hay que denunciar los secretos de ultratumba. Acaba de ocurrir, por ejemplo, que ha caído sobre el cantante Oscar de León «la maldición de Chávez». El salsero miró mal al Comandante en vida y éste, desde el lugar en donde esté le ha mandado un rayo misterioso que lo ha dejado tuerto. ¡Así es el chavismo de malvado!

Les gusta entretenerse mirando el fantasma de Chávez, sacudiendo las alfombras del Congreso, levantando el polvo que sea necesario. Pero por ahora, lo que quieren es ahogar al chivo expiatorio: el canciller Roncagliolo. Una manera de sumarse al libro Guinness de los record: el de la estupidez humana.

Sueñan, ilusos, que esto habrá de salvarlos de los «poderes sobre naturales» de Hugo Chávez. No es así. El pueblo los usará, a su manera.

Gustavo Espinoza M es miembro del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera. / http://nuestrabandera.lamula.pe

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.