La existencia de una cárcel secreta de la CIA en Polonia, donde fueron torturados supuestos terroristas de Al Qaeda durante el Gobierno socialdemócrata de Leszkek Miller y la presidencia del también socialista Aleksander Kwasniewski, ha sido negada en reiteradas ocasiones por los dirigentes polacos. Sin embargo, las investigaciones judiciales y periodísticas han dado la razón […]
La existencia de una cárcel secreta de la CIA en Polonia, donde fueron torturados supuestos terroristas de Al Qaeda durante el Gobierno socialdemócrata de Leszkek Miller y la presidencia del también socialista Aleksander Kwasniewski, ha sido negada en reiteradas ocasiones por los dirigentes polacos. Sin embargo, las investigaciones judiciales y periodísticas han dado la razón a quienes sostenían esta acusación.
Desde 2005, diversos informes del Consejo de Europa, el Parlamento Europeo y la Comisión Europea han concluido que existieron prisiones clandestinas de la CIA en Polonia y en otros países de Europa del Este como Rumanía. En territorio polaco, la prisión funcionó entre 2002 y 2005 cerca de la localidad de Szymany, en la región de Olsztyn (noreste).
Los abogados del saudí Rahin al Nashiri, actualmente preso en Guantánamo por su supuesta relación con Al Qaeda, presentaron una demanda contra Polonia en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo. Al Nashiri asegura que fue torturado en una cárcel de la CIA en territorio polaco .
Según publicó ayer el rotativo polaco de centroizquierda Gazeta Wyborcza, el fiscal instructor del caso, Jerzy Mierzewski, y el fiscal adjunto de Apelación de Varsovia, Robert Majewski, quieren imputar a varios funcionarios del antiguo Gobierno socialdemócrata. También podrían ser interrogado Kwasniewski y Miller, que proceden de los antiguos aparatos del régimen comunista, pero que después de 1989 abrazaron el capitalismo con la fe del converso.
Las conclusiones que se derivan de la investigación son que los responsables de la cárcel secreta de la CIA promovieron «violaciones del orden constitucional, privación ilegal del derecho a la libertad y complicidad en un crimen contra la humanidad» . Los fiscales señalan que «no hay ninguna disposición para crear en Polonia un centro de inteligencia extranjera que escape al control de nuestro Gobierno». Los fiscales no descartan que la CIA se niegue a colaborar en la investigación.
El Gobierno de Leszek Miller negó rotundamente su implicación en el establecimiento de una cárcel secreta en Polonia, pero Tadeusz Iwinski, entonces secretario de Estado e importante dirigente del partido socialista, reconoció años después la existencia de «aviones pertenecientes a la CIA que transportaban a pasajeros sospechosos de terrorismo y aterrizaban en Polonia y se quedaban en su territorio».
Una confesión implícita
Iwinski tuvo que rectificar sus declaraciones y decir que en su país existía «un centro de inteligencia polaca» que brindaba apoyo a aviones de la CIA que aterrizaban en el noreste de Polonia. «No descarto que, según un acuerdo, allí fueran asignados cuartos para los agentes de la CIA. Tampoco descarto que en el contexto de esta cooperación, algunos pasajeros de naves aéreas que llegaban procedentes de Marruecos o Afganistán, posiblemente se quedaban por algún período en esos centros» , reconoció el dirigente socialista.
El siguiente Gobierno ultraconservador de Jaroslaw Kaczynski, negó los hechos y el actual Gabinete del liberal Donald Tusk abunda en la misma línea. El ministro de Asuntos Exteriores, Radoslaw Sikorski, extitular de Defensa de Kaczynski, ha negado siempre la existencia de las cárceles secretas en Polonia.
El ex primer ministro Miller manifestó su «sorpresa» por las revelaciones de Gazeta Wyborcza y acusó a los que denuncian la existencia de la prisión secreta de la CIA de ser unos «tontos útiles que le hacen el juego al terrorismo internacional». Según Miller, «no ha habido violación de la legislación polaca, pero no es ningún secreto que existió, existe y existirá una cooperación entre los servicios de inteligencia polacos y estadounidenses». El expresidente Komorowski, por su parte, en declaraciones a Radio Zet, aseguró que cuando estalló el escándalo él fue «el único político polaco» que pidió «una investigación imparcial».
Vuelos fantasma para esconder la ilegalidad
Seis vuelos
Entre el 8 de febrero de 2003 y el 22 de septiembre del mismo año, al menos seis aviones pertenecientes al programa de entregas y detención clandestina de sospechosos de terrorismo (‘renditions’) de la CIA aterrizaron en el aeropuerto polaco de Szymany. De allí partían también aviones con destino a otros países cómplices, como Rumanía y Marruecos.
Vuelos fantasma
Para distraer la atención de los vuelos entre Kabul y Szymany, la CIA incluía en sus informes planes de vuelo falsos entre la capital afgana y otros destinos. Los vuelos reales que llevaban a los detenidos a Polonia se ocultaban con la complicidad de la Agencia de Navegación Aérea Polaca, que ayudaba a los aviones a aterrizar sin declararlo.