Los conservadores que gobiernan en Polonia han puesto en marcha medidas para eliminar de la historia del país el recuerdo de los brigadistas polacos que combatieron en defensa de la República Española, a los que califican de «traidores y criminales». El ataque contra los miles de voluntarios polacos que dejaron su tierra y familias para […]
Los conservadores que gobiernan en Polonia han puesto en marcha medidas para eliminar de la historia del país el recuerdo de los brigadistas polacos que combatieron en defensa de la República Española, a los que califican de «traidores y criminales». El ataque contra los miles de voluntarios polacos que dejaron su tierra y familias para combatir al fascismo en España lo encabezan hoy el presidente de la República, Lech Kaczynski, y el Instituto de la Memoria Nacional (IPN), partidario de la depuración comunista del país.
La cancillería de Kaczynski prepara un proyecto de ley que suprimirá las rentas especiales concedidas a los veteranos de la II Guerra Mundial y de la lucha contra el fascismo, lo que afectará a los ex funcionarios de la policía y cuerpos de seguridad, ex miembros de las fuerzas armadas comunistas y también a los brigadistas. Además, el IPN ha pedido la eliminación de Varsovia de los nombres de todas las figuras y símbolos comunistas, entre ellos el de los dombrosiacos (miembros polacos de las Brigadas Internacionales). Para el IPN, los brigadistas fueron unos «traidores», porque combatieron en España para «construir allí el comunismo» y consideran que contribuyeron a la consolidación del régimen totalitario en Polonia, formando un influyente grupo dentro del partido comunista.
El primer ministro, Jaroslaw Kaczynski, es también uno de los principales animadores de la campaña de depuración comunista del país, quien define al socialismo polaco como «un régimen de la chusma para la chusma». Esta campaña puede borrar de Varsovia el recuerdo de los dombrosiacos y de su gesta en España, ya que perderán la calle y la escuela que hoy lleva su nombre.
Ya antes, los dombrosiacos vieron desaparecer de las columnas de la tumba del soldado desconocido en Varsovia, en las que están inscritos los nombres de todas las principales batallas libradas por los polacos, los nombres de las batallas del Ebro, Brunete y el Jarama. Debido a que la izquierda es débil en el Ayuntamiento de Varsovia, es probable que los nombres varsovianos relacionados con los brigadistas y su lucha en España tampoco puedan ser salvados.
A los conservadores y liberales varsovianos, que tienen mayoría y están por igual obsesionados con la revisión del pasado, no les convencen los argumentos de que el dombrosiaco más famoso, el general Walter Karol Swierczewski, se merece el mayor respeto y admiración. Fue jefe de la 35ª División Internacional que defendió a la República Española, pero, perdida la guerra de España, retornó a Polonia y de allí, cuando fue ocupada por los nazis, huyó a la Unión Soviética. Volvió a empuñar las armas cuando Hitler atacó a la Unión Soviética y participó en la liberación de Checoslovaquia.
Ese brigadista, ya como viceministro de Defensa de la Polonia de posguerra, murió en una emboscada tendida por los nacionalistas ucranios. Pese a todos sus esfuerzos, apenas unos meses después de que cayese el comunismo en Polonia, el nuevo poder quitó su nombre de una de las principales avenidas varsovianas.