Costa Rica, económicamente hablando, no es un país pequeño, es un país diminuto. Por ello, toda estrategia de desarrollo económico, que se enmarque en un determinado proyecto de país, debe ser una estrategia de desarrollo «hacia fuera», esto es, en amplia interacción con otras economías y al nivel mundial. Pero desarrollo «hacia fuera» no es […]
Costa Rica, económicamente hablando, no es un país pequeño, es un país diminuto. Por ello, toda estrategia de desarrollo económico, que se enmarque en un determinado proyecto de país, debe ser una estrategia de desarrollo «hacia fuera», esto es, en amplia interacción con otras economías y al nivel mundial. Pero desarrollo «hacia fuera» no es sinónimo de «obsesión exportadora», ni de simple y llano sometimiento a la estrategia neoliberal de globalización, sino que debe consistir en un «desarrollo hacia fuera», pero, «desde adentro» y «desde abajo» y, claro está, resguardando ciertas «seguridades esenciales», como la seguridad energética y la seguridad alimentaria.
«Hacia fuera» porque toda estrategia coherente de transformación económica que intente revertir el subdesarrollo (al menos sus aspectos más grotescos) debe tener entre sus elementos más importantes, una exitosa inserción en la economía mundial. En particular, para revertir el subdesarrollo debemos salir del círculo vicioso de una inserción periférica y subdesarrollante, que sin duda ha sido la tónica en toda nuestra historia económica.
«Desde adentro» porque esa inserción debe sustentarse en un desarrollo articulado de la economía nacional y de su tejido empresarial y productivo interno. Articulación significa, en este nivel, generación, apropiación y (re)distribución del valor agregado, con creación de encadenamientos productivos y de empleos de calidad; muy al contrario de los enclaves (de plantación, de sustitución de importaciones y de maquila) que han sido la norma durante toda nuestra historia como país formalmente independiente.
«Desde abajo» porque tiene que traducirse de un desarrollo no excluyente (desarrollo inclusivo), en la construcción de una sociedad donde quepamos todos y todas, y que sea ambientalmente sustentable. No se trata de crecer para luego distribuir, sino que la propia racionalidad económica del proyecto transformador debe ser inclusiva. Además, ha de consistir en un desarrollo desde lo local y lo regional, dando prioridad al crecimiento interno y exportador, impulsado por las pequeñas y medianas empresas, así como por las empresas de la economía social (proyecto por construir).
En resumen, el dilema no es estar a favor o en contra de una amplia inserción en la economía mundial, sino el tipo de inserción que se promueve: ¿inserción periférica o desarrollo endógeno?, ¿a favor o en contra de una sociedad incluyente?, ¿sometiéndose o intentando «sortear», en la medida de lo posible, la estrategia de acumulación del gran capital transnacional?
Fuente original: http://www.prensalibre.cr/lpl/comentarios/88157-por-una-economia-abierta-perodesde-adentro-y-desde-abajo.html