1. Se ha alcanzado, más que un acuerdo, un «armisticio», que sumirá a Chipre en la depresión y la dependencia económica. Finalmente, el nuevo gobierno conservador de Anastasiadis y la Troika han alcanzado un «acuerdo», con una condicionalidad draconiana, en un ambiente de terror financiero y de amenazas de abandono y ruina de la pequeña […]
1. Se ha alcanzado, más que un acuerdo, un «armisticio», que sumirá a Chipre en la depresión y la dependencia económica.
Finalmente, el nuevo gobierno conservador de Anastasiadis y la Troika han alcanzado un «acuerdo», con una condicionalidad draconiana, en un ambiente de terror financiero y de amenazas de abandono y ruina de la pequeña isla de Chipre y su población de poco más de un millón de habitantes. La UE financiará a Chipre con 10.000 millones, el FMI posiblemente participará con algo más de 1.000 millones, y los/as chipriotas habrán de sacrificarse aportando desde el inicio posiblemente bastante más de otros 7.000 millones de euros: en total la cifra podría acercarse a los 20.000 millones. Bruselas acepta cumplir los objetivos propuestos por el FMI y el gobierno chipriota acata, salvando de la quita sólo a los pequeños depositantes. El plan prevé que se alcance un nivel de deuda pública del 100% del PIB en 2020. Esto implicará duros recortes, reformas y privatizaciones, en suma, todas las condiciones para la depresión económica en aras de pagar la deuda. Una política que se ha demostrado ineficaz y gravosa en otros países de la periferia, que conducirá a una devaluación profunda de las condiciones de vida y una pérdida de soberanía económica, y la carga del proceso de desendeudamiento sobre la mayor parte de la población, tras años de orgía financiarizada promovida por las oligarquías europeas.
Se reestructurará el Banco de Chipre y cerrará el segundo banco del país, el Laiki Bank. Se aplicarán fortísimas quitas -por encima del 40% que pueden llegar hasta del 100%- a accionistas y los acreedores de los dos principales bancos (en Chipre apenas hay tres entidades bancarias) y se confiscará un importante porcentaje (aún no se sabe, pero será posiblemente superior al 25%) a depositantes con más de 100.000 euros en su cuenta. El pequeño depositante sufrirá durante un tiempo aún por definir un «corralito» que le impedirá sacar no más de 100 o 256 euros diarios, según la entidad, y se impondrá un fuerte control en el movimiento de capitales para evitar fugas de capitales y ahorros.
El Laiki Bank será liquidado para obtener 4.200 millones de euros con que hacer frente a parte de la aportación chipriota. Se dividirá en un banco bueno (con los depósitos por debajo de 100.000 euros) y un banco malo, con todo lo demás (acciones, deuda y resto de depósitos, que sufrirán quitas que podrían devaluarlos casi por completo). El banco bueno se integrará en el Banco de Chipre, que también se reestructurará mediante quitas y la conversión de acciones, bonos y depósitos de más de 100.000 euros en capital hasta alcanzar el 9% de su balance. Bruselas parece que ha podido exigir entre 5.800 y 7.000 millones de euros a Chipre para que la Troika aporte el rescate. El argumento esgrimido para la confiscación de parte de los depósitos de más de 100.000 euros es que parte estaría relacionado con el lavado de dinero negro (y cabría decir que no sólo de origen ruso, sino también griego, británico o de otros países).
2. La situación económica, política y geoestratégica de Chipre
Chipre es, posiblemente, una de las economías con mayor porcentaje de deuda privada sobre su PIB del mundo, rozando el 275% del PIB, por encima de Irlanda (en torno a 225% o Reino Unido, con poco más del 200% o España, en torno al 200%). Con un peso del sistema bancario -unos 136.118 millones de euros según los últimos datos conocidos- 7,5 veces su PIB -no más de 18.149 millones de euros-, su economía depende de la evolución de su sistema financiero. El sistema bancario chipriota cumplía, en cualquier caso, todos los rasgos de un funcionamiento zombie. El Banco de Chipre pasó de valer 7.500 millones en 2007 a 400 millones de euros, una pérdida de casi el 95 por ciento de su valor. El Cyprus Popular Bank (Laiki) con un valor de mercado de 8.100 millones de euros en noviembre de 2007 apenas vale 170 millones de euros, en total una pérdida del 98 por ciento de su valor. La insolvencia manifiesta, producto de una política prestataria sumamente arriesgada, común a la de sus países del entorno, se complicaba además con una atracción de depósitos autóctonos y extranjeros que perseguían bajos tipos impositivos e importantes desgravaciones.
El Partido Comunista de Chipre (AKEL) hasta hace dos meses en el gobierno, hermanado con el KKE griego, el PCP portugués o el PCPE español, no fue capaz de superar, a pesar de su discurso formal contra la Troika, las contradicciones de un esquema que piensa y actúa sólo en términos nacionales. Decía querer romper con el euro, y no sólo no supo acabar con el paraíso fiscal que constituía su país, supuestamente justificado porque es una isla dividida en la que parte de los recursos está en manos de Turquía, para gestionar esta «oportunidad de atracción de capital dentro del sistema» contando con un sistema financiero opaco y un régimen fiscal proclive al dumping, sino que también asumió y aplicó los Tratados europeos de austeridad. Con esta incongruencia política, la población votó masivamente a los conservadores que quisieron gestionar más consecuentemente las políticas convencionales.
El rescate que necesitaba Chipre, antes de que el riesgo de fuga de capitales se disparase, se estimaba en 17.000 millones de euros. 10.000 para recapitalizar el sistema financiero chipriota, 7000 para refinanciar el pago de la deuda pública. Ahora, las necesidades financieras se incrementarán por el caos ocasionado por una política errática de la Troika y del gobierno chipriota. Cabe preguntarse cómo, si el rescate bancario español ascendió a 40.000 millones, no ha podido hacer frente la Troika a éste rescate de orden menor. Parece que en el horizonte están las elecciones alemanas, pues para Merkel supondría una posible pérdida de votos un rescate sin claras garantías de devolución de la deuda (respondiendo tanto al prejuicio extendido en Alemania sobre los países del sur como a los intereses de los bancos acreedores centroeuropeos a los que realmente representa su política). Además, los intereses de EEUU a través del FMI de evitar un contagio por impago que afecte a los CDS (seguros de impago) en manos de los bancos norteamericanos, han hecho endurecer las condiciones de manera tan cruda, hasta el punto de estar a punto de quebrar el principio de no tocar los depósitos de inferior cuantía a los 100.000 euros. Esto al final no ha sucedido, pero el corralito y el control de movimientos de capitales no son precisamente principios constitucionales de la UE. El caso era dar un golpe en la mesa, y pensaban que Chipre era demasiado pequeña para causar un problema mayor. Al final, la arrogancia ha puesto en vilo a toda Europa, al tiempo que ha metido el miedo en el cuerpo a los depositantes de otros países (precisamente cuando en el Estado español se impone una tasa pequeña a los depósitos también como fórmula para salvar a la banca).
Chipre constituye, en definitiva, el paradigma ejemplar de la financiarización reinante en la economía europea. Lo que tiene de caso caricaturesco no nos debe ser ajeno, porque sus exagerados rasgos están presentes, en otras proporciones, en otros tantos países, no sólo en los más pequeños, como es el caso español. En ese contexto de desgobierno, la UE también ha chocado directamente con los intereses de Rusia que, sintiéndose dañada, al final ha renunciado a aportar financiación para el rescate chipriota. Este conflicto, puede abre una disputa internacional, prueba choque de intereses entre la UE y Rusia. No sólo están capitales en juego, sino también los hidrocarburos recientemente hallados, los fletes navales, o incluso se habló de una posible instalación de bases militares rusas, en una isla de importancia geoestratégica con una situación que mantiene en tensión a Grecia y Turquía.
3. Algunos interrogantes sobre este conflicto.
En este proceso no sólo ha quebrado el futuro de la población chipriota. También se ha observado que, en aras de salvaguardar los intereses de los acreedores centroeuropeos, o de los bancos norteamericanos a los que representa en gran medida el FMI, o siguiendo pautas electoralistas por el gobierno de Alemania, es posible transgredir, siempre que los poderosos quieran, incluso las normas de las que ellos mismos se dotan e imponen a los demás. Principios como el respeto a los depósitos bancarios o el control de movimiento de capitales han saltado por los aires, inclusive ejerciendo una extorsión financiera de primer orden, de modo comparable a las elecciones griegas del pasado año. Con una mano la Troika maneja la legalidad para aplicar políticas de austeridad, y con otra actúa con una generosidad con la banca centroeuropea sorprendente (con una manguera crediticia sólo comparable a la estadounidense, o rescatando a países poniéndoles condiciones para que sigan pagando la deuda a los bancos centroeuropeos), al mismo tiempo que no recela de la extorsión, al más puro estilo mafioso, para doblegar gobiernos.
Asimismo, hemos visto la arbitrariedad de gestión de los organismos que dirigen la Troika para manejar un conflicto de importante magnitud, con oscilaciones de criterio muy visibles. Para mas inri, el pronóstico de estas políticas no puede ser otro que el de una dolorosísima recesión que hace cargar sobre la población chipriota el coste del proceso de desendeudamiento (aunque en el diseño final también hayan sido tocados capitales «sospechosos» y accionistas y bonistas de los grandes bancos) que, por otra parte, abocará a unas mayores dificultades para cumplir con los objetivos establecidos, y a reediciones de este dilema más adelante. Una vez más se ha invocado la crisis del euro, la posible expulsión de Chipre o el contagio a Grecia y otros países periféricos. Sin embargo, no ha sido esta crisis la que ha originado dicha crisis, simplemente es un síntoma avanzado de la decadencia capitalista, la crisis terminal de un sistema bancario que socializa su fracaso, y el problema histórico de la deuda. La metástasis abarca el conjunto de la UE, con mayor o menor extensión, y la crisis del Sistema Euro es una constatación. De tal modo que este episodio particular no supone más que el anticipo de otros en sucesivos países que irán cayendo en la misma espiral agónica, de continuar este esquema de tratados y políticas de austeridad impuestas en el marco europeo y de cada país.
4. Alternativas
El problema de fondo de la crisis en curso es, aparte de qué política económica se lleva adelante, quién carga con el proceso de desendeudamiento (y la consiguiente destrucción del ingente capital ficticio acumulado a lo largo de décadas). Las deudas privadas se acumularon durante décadas de relajación regulatoria financiera, de promoción de crédito fácil, de estímulos para contrarrestar las consecuencias recesivas de las políticas de ajuste. Ese mismo impacto y duración del proceso de endeudamiento, en su día benigno en términos de crecimiento, se nos vuelve contra nosotros con el mismo alcance depresivo. Ahora, cuando se agotan los efectos ilusorios de la financiarización y los costes financieros ahogan la tasa media de ganancia efectiva se adopta una nueva generación de medidas consistente en la conversión de las deudas privadas en deudas públicas, los generosos rescates de los sistemas financieros asociados a una condicionalidad «austeritaria» en materia pública, productiva y social sin precedentes y la privatización de los bienes comunes básicos (sanidad, educación, pensiones, agua, bienes naturales comunales, etc…). Las clases dirigentes europeas están decididas a socializar esta carga, para blindarse ante una larga etapa de decadencia capitalista.
Con la misma convicción, nosotr@s debemos conseguir que sean los capitalistas, los acreedores y las grandes fortunas los que, por el contrario, sufran las consecuencias para que no lo paguen las clases populares, al tiempo que promovemos otro esquema internacionalista de políticas solidarias alternativas.
A este respecto, hacemos un llamamiento para desarrollar una actuación solidaria internacionalista que rescate de manera solidaria al pueblo de Chipre y lo haga en detrimento de acreedores y capitalistas, sean de aquel o de otros países involucrados, exigiendo que el corralito no se aplique, que el sistema bancario chipriota se nacionalice sin socializar pérdidas y quede en manos públicas impulsando un criterio de gestión bancaria muy diferente, y que el sistema público no pague ni las deudas privadas ni las convertidas recientemente en públicas. El diseño de rescate en Chipre, a pesar de que devaluará las acciones, bonos y grandes depósitos, tiene como correlato una fortísima austeridad contra las clases populares, la imposibilidad de sacar el dinero de las cuentas corrientes, y la hipoteca sobre recursos naturales y bienes sociales esenciales del pueblo chipriota que será el principal damnificado de esta operación.
Los y las anticapitalistas internacionalistas llamamos a luchar políticamente para que las clases populares y trabajadoras, de todos los países pero empezando por los pueblos del Sur de Europa, conquisten el poder político a través de gobiernos de izquierda comprometidos con el siguiente esquema de medidas, que consideramos aplicable para Chipre:
=>A escala de cada país:
- La desobediencia de los Memorando de Entendimiento que asocian a los rescates una condicionalidad que impide a los pueblos superar su empobrecimiento y profundizan su subalternidad.
- La llamada al incumplimiento de todos los Tratados de Austeridad, desde Maastricht al último Pacto fiscal y el que topa y reduce el nivel presupuestario público europeo.
- La conversión de la banca privada en pública, con el objeto que el sistema financiero absorba los costes de la crisis, y con el propósito de contar con instrumentos crediticios públicos que dinamicen la economía hacia actividades de interés social y ecológico y creadoras de empleo.
- Declarar el impago, tras un proceso de moratoria y auditoria ciudadana de las deudas, de los compromisos financieros calificados como ilegítimos u odiosos, poniendo un límite de carga de pago de deuda anual a los países que no impida el desarrollo social de los países.
- Reforma fiscal progresiva: una imposición a las rentas del capital y del patrimonio muy superior que a las rentas del trabajo, persecución del fraude fiscal, aplicación de una tasa del 100% del capital en paraísos fiscales y bloqueos económicos a zonas off-shore.
- Impulsar nuevas políticas de reinversión pública en áreas socialmente útiles, cambiando el modelo productivo hacia otro ecológica y energéticamente sostenible. Al mismo tiempo, se activará un proceso de desinversión en áreas que no lo sean.
=>A escala internacional:
Establecer una nueva alianza comprometida con esta política de desobediencia con los Tratados y Memoranda de la UE, que estreche una mayor cooperación económica entre sí y que, en caso de conflicto, exija una renegociación de las relaciones con la UE o se encamine, en caso de que no sea posible, hacia la construcción de una nueva área económico-política supranacional solidaria con entidad y soberanía propia, bajo un modelo democrático y popular. El esquema de esa nueva área debiera plantearse los siguientes retos y líneas de actuación:
a) Establecer principios de solidaridad supranacional tanto en las esferas financiera, de inversión mutua y comercial, hasta el punto de construir un presupuesto y bienes públicos internacional con una dimensión capaz de redistribuir recursos a territorios y colectivos en peores condiciones, proveer servicios públicos de interés social y productivo, así como conseguir las condiciones y operar con el firme propósito de gobernar los mercados.
b) Definir una área en el que se controle el movimiento de capitales y se planteen regulaciones efectivas que orienten el destino de los excedentes y su utilidad y equidad social.
c) Establecer una regulación fiscal y laboral común con unos mínimos avanzados que impida las tentaciones de devaluaciones en estos capítulos.
d) Construir un Fondo de rescate del Sur de Europa para impulsar el desarrollo de los pueblos, en las que las condiciones de devolución se establezcan bajo el principio de reciprocidad y no el de abuso de posición dominante.
e) Mantener la mano tendida a nuevos países y pueblos que puedan sumarse al nuevo área, provengan de donde provengan (UE, norte de África, América Latina, etc…).
f) Impulsar políticas de cooperación e Integración económica y convergencia real, en el marco de una política de desconexión del capitalismo global y reconexión con un nuevo modelo de relaciones socioeconómicas y políticas superadoras y ajenas al modelo capitalista.
26 de marzo de 2013